Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
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Isabel Carrasquilla<br />
y en los pobres y flacos caballitos, que con su ojo tapado se acercaban temblorosos<br />
a la fiera, y <strong>por</strong> instinto adivinaban el peligro; y nada bien que les fue, uno<br />
<strong>de</strong> ellos cayó allí mismo <strong>de</strong>gollado, y otros dos quedaron <strong>para</strong>dos, pero con los<br />
intestinos afuera. Me tapaba los ojos <strong>para</strong> no ver este espectáculo. No sé cómo<br />
pue<strong>de</strong>n gozar con esta crueldad. en la muerte lo hicieron muy bien, <strong>de</strong>spacharon<br />
el “bicho” a la primera estocada, en medio <strong>de</strong> los aplausos <strong>de</strong>l público.<br />
A un torero que no fue feliz en esta suerte, y que le dio varios pinchazos <strong>para</strong><br />
rematarlo, lo insultaban y le <strong>de</strong>cían “gallina”, “Josefa”, y la mar <strong>de</strong> dichos, muy<br />
graciosos algunos. Pretendían que estos pobres hombres se les metieran entre<br />
los cuernos <strong>para</strong> que los mataran. Las gentes se entusiasman, aplau<strong>de</strong>n, dicen<br />
cosas, y hasta insultan a los toreros y les arrojan cáscaras, pero no gritan como<br />
energúmenos hasta enronquecer, ni pier<strong>de</strong>n los zapatos, como algunos que yo<br />
me sé, cuando asisten aquí a las corridas. Había cerca <strong>de</strong> nosotros dos muchachas<br />
muy bonitas, que estaban muy entusiasmadas. De pronto un joven bien parecido<br />
también, que comprendimos era su hermano, y que estaba sentado varias<br />
gradas abajo, se levantó y fue rompiendo <strong>por</strong> entre los espectadores hasta llegar<br />
a ellas. Airado les pregunta: “¿Con quién vinieron? ¿Se vinieron sin el permiso<br />
<strong>de</strong> mamá?”. ellas contestaron que no, que habían ido con permiso. Él replicó:<br />
“¿Pero no se miraron al espejo cuando se pintaron <strong>de</strong> mamarrachos y con esa<br />
jeta tan colorada? ¡Vuélvanse a lavarse esa cara!”. ellas no se enojaron <strong>por</strong> eso;<br />
se rieron celebrándole, lo mismo que los que estábamos oyendo y presenciando<br />
la escena. entonces, sonreído, se volvió a su puesto tranquilo.<br />
tenía razón el muchacho <strong>para</strong> sorpren<strong>de</strong>rse. Las españolas tienen el buen<br />
gusto <strong>de</strong> no pintarse, y si lo hacen es con mucha discreción.<br />
<strong>una</strong> mañana a las nueve estuvo el guía en el hotel, <strong>para</strong> la excursión al<br />
escorial, don<strong>de</strong> nos tenían pre<strong>para</strong>do el almuerzo.<br />
Cuando llegamos al palacio estaban en el gran patio, frente a <strong>una</strong> <strong>de</strong> las<br />
fachadas, <strong>una</strong> partida <strong>de</strong> jóvenes jugando balón. Debían ser estudiantes, pues<br />
<strong>por</strong> escorial se compren<strong>de</strong>, no sólo el Palacio sino el pueblo que lo ro<strong>de</strong>a. No lo<br />
<strong>de</strong>scribo <strong>por</strong> no meterme en arquitrabes, como dizque le sucedió al muchacho<br />
<strong>de</strong> marras.<br />
Cuentan que cuando felipe II 68 dirigía los trabajos, un muchacho sopero,<br />
como tantos, gritaba sin percibirse <strong>de</strong> la real presencia: “¡ese arquitrabe está<br />
68 Rey <strong>de</strong> españa en el periodo 1556-1598.<br />
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