Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
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* Impresiones de viaje (escritas por una abuela para sus nietos) Susana, quien le regateaba el precio de las famosas vistas, que quería cobrarnos muy caras. Sin duda tenía que hacer muchas maniobras para que las figuras le resultaran bien artísticas sobre el fondo de sus postales que tenía preparadas adrede. No hubo más remedio que pagar las vistas, que yo les mandé a ustedes como cosa curiosa. Al fin volvió el barco a recogernos y regresamos tarde a Nueva York. Al siguiente día no hubo paseo, pues tuvimos que darle reposo al cuerpo. Nuestros pobres huesos ya tan viejos se resintieron, y nuestros músculos estaban tensos y doloridos con el fuerte e inusitado ejercicio. Con el descanso de aquel sábado pudimos ir el domingo a Lynbrook, donde ya habíamos estado otra vez. es un pueblecito muy pintoresco, cerca de la ciudad, donde Próspero con sus dos compañeros Sr. Roberto escobar y José Olano, pasaban el verano. estos tres amigos habían alquilado una casita muy graciosa, con muebles y vajilla. Se iban de Nueva York todas las tardes a las cinco, y regresaban en la mañana siguiente a su trabajo. Los sábados se iban temprano y volvían los lunes. en esta ocasión fuimos invitados con otros antioqueños residentes allí en ese entonces: foción Soto y su señora Sofía Pérez, Jorge Ospina, Alberto Gaviria, y un joven bogotano que no recuerdo, que cantaba bien y se acompañaba con el tiple; también tulia de Piker, eduardo su hijo, y tres nietas muy bonitas por cierto; Aura y tulia Betancourt, hijas de Dimitri Ivanovitch, y Aura, hija de eduardo. el paseo estuvo muy animado. el almuerzo, preparado y servido por los anfitriones, fue muy charlado y humedecido por varias copas. ellos, ayudados por eduardo, prepararon pollos, arroz, ensalada, huevos, la mar de cosas, pues se propusieron echar la casa por la ventana. Al terminar el almuerzo, cuando los tres se ocupaban en levantar la mesa, Ospina propuso que les pusiéramos la propina en los platos, para que la encontraran cuando regresaran de la cocina. esto fue un incidente que ocasionó muchas charlas muy regocijadas. La casita es de dos pisos. en la planta baja está el salón que es a la vez comedor, y la cocina y el baño, que son dos piececitas contiguas. Del salón arranca la escalera que conduce al piso alto, en donde hay cuatro piezas pequeñas, tres para los muchachos y otra para los huéspedes. Allí tenían las fotografías de sus parientes y amigos, y creo que hasta de las novias; pero la pieza de nuestro sobrino brillaba siempre por lo contrario: la cama sin tender y las ropas revueltas con los calzados, y los libros tirados por todas partes. Creo que el retrato de mademoiselle Sophie estaría hasta metido debajo del colchón. esta es la característica de la ilustre familia de los Arangos y Jaramillos de Andrade. escobar decía que * 44
* Isabel Carrasquilla Próspero había aprendido mucho de cocina, pero que era muy desaplicado en la “dentrodería”; 32 que si no le cambiaban y le tendían la cama, así permanecía per secula seculorum. en el mediodía se tomaron vistas. Los viejos nos fuimos a la playa de mar a ver los bañistas, que eran miles, y que además del baño se ocupaban en hacer gimnasia; la gente joven se quedó en la casa bailando. una larga alambrada separaba el campo de los bañistas del de los mirones, que eran en gran número. el figurante, plantado sobre una mesa en el centro del campo, dirigía desde allí los batallones de bañistas, hombres y mujeres, viejos y mozos, quienes alineados en cuadros, obedecían como autómatas a sus movimientos y voces, como soldados bien disciplinados. familias enteras, bajo grandes quitasoles, dormían enterradas en la arena, para luego de despertar, volver al interrumpido baño. Aquí sí que me parecieron los yanquis grandes niños o niños grandes. escobar, que nos había llevado, volvió por nosotros en el auto de Ospina Pérez, quien esa misma tarde se lo vendió a los tres veraneantes por $100. 33 ¡Juzguen qué tan fino sería! A la oración regresamos, tomando primero el tren y luego el subway, que es un ferrocarril subterráneo que atraviesa la ciudad de un extremo a otro; es de doble vía; unos trenes van y otros vienen; así, el hueco o socavón por donde pasa ese monstruo es enorme. tiene estaciones donde la gente sube y baja, y en algunas esquinas tiene salidas a las calles. Los elevados son también vías de ferrocarril, pero son altas, sostenidas por columnas, por donde están tendidos los rieles; van por todo el centro de la calle y también por las esquinas, y hay escaleras de hierro para bajar o subir a tomarlo. Por las calles por donde pasa el elevado desmerece de precio el arrendamiento de los edificios, por el ruido constante que se oye. La gente pobre prefiere estos barrios para habitarlos y para establecer su comercio. Hay muy buenos almacenes y se compra más barato que en otras partes. Al siguiente día de nuestro paseo a Lynbrook, amaneció Claudino enfermo, con las mismas novedades de la primera vez. Hubo que llamar de nuevo al Dr. Wills, médico colombiano, que lo había visto la vez pasada. No le pareció bien: 32 Oficios domésticos ajenos a la cocina. 33 La autora no aclara si se trata de pesos o de dólares. en todo caso, en 1929 la tasa de cambio pesos/dólar era 1.03 (dato Banco de la República). * 45
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<strong>Impresiones</strong> <strong>de</strong> <strong>viaje</strong> (<strong>escritas</strong> <strong>por</strong> <strong>una</strong> <strong>abuela</strong> <strong>para</strong> <strong>sus</strong> <strong>nietos</strong>)<br />
Susana, quien le regateaba el precio <strong>de</strong> las famosas vistas, que quería cobrarnos<br />
muy caras. Sin duda tenía que hacer muchas maniobras <strong>para</strong> que las figuras le<br />
resultaran bien artísticas sobre el fondo <strong>de</strong> <strong>sus</strong> postales que tenía pre<strong>para</strong>das<br />
adre<strong>de</strong>. No hubo más remedio que pagar las vistas, que yo les mandé a uste<strong>de</strong>s<br />
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Al fin volvió el barco a recogernos y regresamos tar<strong>de</strong> a Nueva York.<br />
Al siguiente día no hubo paseo, pues tuvimos que darle reposo al cuerpo.<br />
Nuestros pobres huesos ya tan viejos se resintieron, y nuestros músculos estaban<br />
tensos y doloridos con el fuerte e inusitado ejercicio. Con el <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> aquel<br />
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es un pueblecito muy pintoresco, cerca <strong>de</strong> la ciudad, don<strong>de</strong> Próspero con <strong>sus</strong><br />
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amigos habían alquilado <strong>una</strong> casita muy graciosa, con muebles y vajilla. Se iban<br />
<strong>de</strong> Nueva York todas las tar<strong>de</strong>s a las cinco, y regresaban en la mañana siguiente<br />
a su trabajo. Los sábados se iban temprano y volvían los lunes. en esta ocasión<br />
fuimos invitados con otros antioqueños resi<strong>de</strong>ntes allí en ese entonces: foción<br />
Soto y su señora Sofía Pérez, Jorge Ospina, Alberto Gaviria, y un joven bogotano<br />
que no recuerdo, que cantaba bien y se acompañaba con el tiple; también tulia<br />
<strong>de</strong> Piker, eduardo su hijo, y tres nietas muy bonitas <strong>por</strong> cierto; Aura y tulia<br />
Betancourt, hijas <strong>de</strong> Dimitri Ivanovitch, y Aura, hija <strong>de</strong> eduardo.<br />
el paseo estuvo muy animado. el almuerzo, pre<strong>para</strong>do y servido <strong>por</strong> los<br />
anfitriones, fue muy charlado y hume<strong>de</strong>cido <strong>por</strong> varias copas. ellos, ayudados<br />
<strong>por</strong> eduardo, pre<strong>para</strong>ron pollos, arroz, ensalada, huevos, la mar <strong>de</strong> cosas, pues<br />
se propusieron echar la casa <strong>por</strong> la ventana. Al terminar el almuerzo, cuando<br />
los tres se ocupaban en levantar la mesa, Ospina propuso que les pusiéramos la<br />
propina en los platos, <strong>para</strong> que la encontraran cuando regresaran <strong>de</strong> la cocina.<br />
esto fue un inci<strong>de</strong>nte que ocasionó muchas charlas muy regocijadas.<br />
La casita es <strong>de</strong> dos pisos. en la planta baja está el salón que es a la vez comedor,<br />
y la cocina y el baño, que son dos piececitas contiguas. Del salón arranca<br />
la escalera que conduce al piso alto, en don<strong>de</strong> hay cuatro piezas pequeñas, tres<br />
<strong>para</strong> los muchachos y otra <strong>para</strong> los huéspe<strong>de</strong>s. Allí tenían las fotografías <strong>de</strong> <strong>sus</strong><br />
parientes y amigos, y creo que hasta <strong>de</strong> las novias; pero la pieza <strong>de</strong> nuestro sobrino<br />
brillaba siempre <strong>por</strong> lo contrario: la cama sin ten<strong>de</strong>r y las ropas revueltas con<br />
los calzados, y los libros tirados <strong>por</strong> todas partes. Creo que el retrato <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>moiselle<br />
Sophie estaría hasta metido <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l colchón. esta es la característica<br />
<strong>de</strong> la ilustre familia <strong>de</strong> los Arangos y Jaramillos <strong>de</strong> Andra<strong>de</strong>. escobar <strong>de</strong>cía que<br />
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