17.05.2013 Views

Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos

Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos

Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

*<br />

<strong>Impresiones</strong> <strong>de</strong> <strong>viaje</strong> (<strong>escritas</strong> <strong>por</strong> <strong>una</strong> <strong>abuela</strong> <strong>para</strong> <strong>sus</strong> <strong>nietos</strong>)<br />

<strong>de</strong>l hotel creyendo que no alcanzábamos el barco; pero como se <strong>de</strong>moraba la<br />

salida alg<strong>una</strong>s horas, resolvimos aguardar en un restaurante cercano y almorzar<br />

allí mismo en el puerto. Al fin salimos.<br />

Como se sabe, la colosal “estatua <strong>de</strong> la Libertad iluminando al Mundo”,<br />

según la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l artista que la trabajó, 29 está situada en <strong>una</strong> isleta en la boca<br />

misma <strong>de</strong>l puerto <strong>de</strong> Nueva York. Por la pequeñez <strong>de</strong> la isla don<strong>de</strong> está emplazada,<br />

parece que surge <strong>de</strong>l mar. Me pareció <strong>por</strong> esto más hermosa y fantástica.<br />

La colosal figura hay que verla <strong>de</strong> lejos <strong>para</strong> apreciarla en todos <strong>sus</strong> <strong>de</strong>talles.<br />

Nosotros la vimos <strong>de</strong> frente, <strong>de</strong> costado y <strong>por</strong> <strong>de</strong>trás. Al acercarse a ella, se<br />

pier<strong>de</strong>n los contornos <strong>de</strong> la figura. Cuando el barco atracó, ya no vi sino como<br />

<strong>una</strong> torre altísima a la cual no se le <strong>de</strong>terminaba el remate.<br />

La pequeña isla no tiene ningún edificio; sólo uno muy bajo que sirve <strong>de</strong><br />

vivienda al administrador o conserje. Allí hay un restaurante <strong>para</strong> turistas que<br />

a la vez es oficina don<strong>de</strong> ven<strong>de</strong>n los tiquetes <strong>para</strong> la entrada y la ascensión al<br />

monumento. el administrador nos insinuó la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tomar antes <strong>una</strong> vista <strong>de</strong><br />

nuestras personas, que nos entregaría a la salida. Aceptamos, y nos colocó <strong>de</strong> pie<br />

sobre un tabladillo que tenía pre<strong>para</strong>do. enseguida emprendimos la subida <strong>de</strong> la<br />

monumental gra<strong>de</strong>ría, base <strong>de</strong>l pe<strong>de</strong>stal. Allí, ante <strong>una</strong> mesa, estaba sentado un<br />

empleado que recibió los tiquetes y se ofreció como guía <strong>para</strong> hacer con nosotros<br />

la ascensión, luego <strong>de</strong> hacernos poner la firma en un gran libro o registro que<br />

llevaba. No recuerdo si era que no había ascensor, o estaba <strong>de</strong>scompuesto; lo<br />

cierto fue que emprendimos la subida <strong>por</strong> <strong>una</strong> empinada escalera, hasta llegar<br />

a un segundo piso, y luego a un tercero, y no recuerdo si a un cuarto, adon<strong>de</strong><br />

penetraba a raudales la luz, <strong>por</strong> gran<strong>de</strong>s ventanales que tiene el salón en <strong>sus</strong><br />

cuatro lados. Éste es el último cuerpo <strong>de</strong>l inmenso pe<strong>de</strong>stal.<br />

Nos sentamos a <strong>de</strong>scansar y a admirar el hermosísimo y dilatado panorama:<br />

acá, el mar con <strong>sus</strong> embarcaciones, que se veían como puntos movibles; más allá,<br />

la franja oscura <strong>de</strong> las costas; y más cerca, la mancha alargada <strong>de</strong> la isla rocosa<br />

don<strong>de</strong> tiene su asiento la gran ciudad <strong>de</strong> los rascacielos.<br />

Yo veía empinarse la estrecha escalera que teníamos que subir hasta el<br />

corazón <strong>de</strong> la estatua, y recordaba que su altura era algo más <strong>de</strong> cien metros.<br />

esto me estremecía. Yo no obstante saqué fuerzas <strong>de</strong> flaqueza, y las emprendí<br />

apoyada en el brazo fuerte <strong>de</strong>l guía. Subimos no sé cuántos pisos y escaleras <strong>por</strong><br />

29 el escultor francés frédéric Auguste Batholdi (1834-1904).<br />

*<br />

42

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!