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Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos

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Isabel Carrasquilla<br />

jardines. Dijérase <strong>una</strong> pequeña población. Los americanos saben ro<strong>de</strong>arse <strong>de</strong><br />

todas las comodida<strong>de</strong>s. Allí tienen <strong>sus</strong> campos <strong>de</strong> tenis y <strong>de</strong> otros juegos; lo<br />

mismo que salones <strong>de</strong> cine y restaurantes. ellos son gran<strong>de</strong>s trabajadores, pero<br />

son también gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong><strong>por</strong>tistas.<br />

en la torre central <strong>de</strong> las exclusas hay a todo lo largo <strong>de</strong>l salón <strong>una</strong> mesa<br />

don<strong>de</strong> está representado en miniatura todo el Canal, con <strong>sus</strong> exclusas, <strong>sus</strong><br />

compuertas y <strong>sus</strong> torres <strong>de</strong> vidrio, como especie <strong>de</strong> termómetro, <strong>por</strong> don<strong>de</strong> sube<br />

<strong>una</strong> columna <strong>de</strong> agua graduada, <strong>para</strong> saber la altura <strong>de</strong> ellas. esto siendo así es<br />

el eje que mueve todos los mecanismos <strong>de</strong>l Canal. Cuando a lo lejos se ve un<br />

barco que se acerca, mueven un botón eléctrico y con eso solo se van abriendo<br />

las gran<strong>de</strong>s compuertas <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro Canal, y luego las exclusas y en seguida<br />

las puertas <strong>de</strong> salida. esto lo habíamos visto en <strong>una</strong> excursión que habíamos<br />

hecho a conocerlas. el ingeniero electricista, <strong>por</strong> galantería, hace que las señoras<br />

aprieten los botones <strong>de</strong> gobierno.<br />

Por último, pasamos las exclusas <strong>de</strong> Gatún y entramos al Atlántico. el<br />

mareo fue mi fiel compañero en esta travesía. el mar es fuerte en las costas <strong>de</strong><br />

México. Dos días hacía que no me levantaba ni tomaba alimento; únicamente<br />

té, café y zumo <strong>de</strong> naranja; estaba <strong>de</strong>bilitada y nerviosa. <strong>una</strong> tar<strong>de</strong> me puse a<br />

rezar acostada, e invocaba el alma <strong>de</strong>l padre Ángel María Gómez, cura que fue<br />

<strong>de</strong> Santo Domingo, mi pueblo natal. Yo lo consi<strong>de</strong>raba santo <strong>por</strong> <strong>sus</strong> virtu<strong>de</strong>s,<br />

pues era verda<strong>de</strong>ro apóstol <strong>de</strong> bondad y caridad. Le pedí que nos ayudara a salir<br />

bien; que no fuéramos a perecer en el mar <strong>por</strong> algún acci<strong>de</strong>nte. De repente oigo<br />

como su voz, que me dice: “¡Quién te manda a ser novelera!...”. Y luego su risa.<br />

el terror me acometió; me tiré <strong>de</strong>l catre, me puse el vestido, que estaba colgado<br />

<strong>de</strong> la percha; me envolví en un chal, me introduje los zapatos, y prendida <strong>de</strong> las<br />

pare<strong>de</strong>s, cayéndome aquí y levantándome allá, salí hasta el puente, don<strong>de</strong> estaba<br />

Claudino. Él al verme se sorprendió. Yo le dije que <strong>por</strong> qué me había <strong>de</strong>jado<br />

sola tanto rato, que me estaba muriendo allá abajo; luego le conté lo que me<br />

había pasado, <strong>de</strong> lo cual él se rió, y me dio la explicación lógica, que yo acepté.<br />

era que estaba traspuesta, y como me hallaba <strong>de</strong>bilitada <strong>por</strong> la mala alimentación,<br />

y excitada <strong>por</strong> el abuso <strong>de</strong>l té y <strong>de</strong>l café, había tenido <strong>una</strong> alucinación.<br />

Así <strong>de</strong>bió ser, en efecto; pero la alucinación fue perfecta: oí la voz y la risa <strong>de</strong>l<br />

Padre Gómez, como si realmente me hablara y <strong>sus</strong> palabras tan suyas; pues él<br />

era muy chancero con <strong>sus</strong> amigos y personas <strong>de</strong> confianza. esto me sirvió <strong>para</strong><br />

mejorarme un poco, pues ya no me quedaba sola en la cabina, <strong>de</strong> miedo, sino<br />

que me subía a cubierta, y allí el aire libre me fue favorable. De manera que<br />

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