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Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos

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Isabel Carrasquilla<br />

en estos días que estuvimos allí fueron dos veces Jorge, Margarita y Sofía a<br />

visitarnos, <strong>para</strong> bañarse con nosotros en el mar y tomar vistas <strong>de</strong> los dos Viejos,<br />

en el característico atavío <strong>de</strong> los bañistas, <strong>para</strong> mandarles aquí a los hijos. ¡Y<br />

cómo quedamos <strong>de</strong> lindos! el Viejo con su “pata gurbia” y la Vieja mostrando<br />

las canillas. Cosa que la tal Sofía hizo adre<strong>de</strong>, <strong>por</strong> vengarse <strong>de</strong> mí y reírse <strong>de</strong><br />

nosotros, la muy triscona.<br />

Al cuarto día <strong>de</strong> nuestra permanencia partieron los <strong>viaje</strong>ros <strong>para</strong> europa en<br />

el Pellerin <strong>de</strong> Latouche. fuimos al muelle a <strong>de</strong>spedirlos. ester y Sofía nos instaron<br />

nuevamente <strong>para</strong> que fuéramos al Viejo Mundo a encontrarnos con ellas. Les<br />

prometimos que iríamos si era posible. Nos estuvimos en el extremo <strong>de</strong>l muelle,<br />

viendo alejarse el buque, hasta que se perdió <strong>por</strong> entre la bruma.<br />

el regreso al hotel lo hicimos a pie, <strong>para</strong> comprobar la extensión <strong>de</strong>l muelle;<br />

y en verdad que llegamos bien cansados pues la vista engaña, y no se calcula<br />

todo lo largo que es.<br />

embarcamos al fin con rumbo a Panamá, haciendo escala en Cartagena,<br />

don<strong>de</strong> nos <strong>de</strong>moramos un día. Yo no pu<strong>de</strong> gozar <strong>de</strong> las comodida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l barco<br />

ni <strong>de</strong> la buena comodidad <strong>por</strong>que el mareo me acometió <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento.<br />

Sólo cuando el barco llegó a la bahía y disminuyó el movimiento, pu<strong>de</strong><br />

en<strong>de</strong>rezar la cabeza <strong>para</strong> contemplar los castillos <strong>de</strong> San fernando y Bocachica<br />

que están a la entrada <strong>de</strong> ésta.<br />

el Viejo y los hijos, así como el matrimonio trujillo, no disfrutaron <strong>de</strong> las<br />

dichas <strong>de</strong>l mareo y sí <strong>de</strong> la buena mesa y <strong>de</strong> las comodida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l barco. esto<br />

<strong>de</strong> mi mareo les sirvió <strong>de</strong> diversión, pues <strong>de</strong>bido a la abundante propina que<br />

se le dio al camarero, un joven <strong>de</strong> veinte años muy bien parecido, se <strong>de</strong>dicó a<br />

cuidarme; me sacaba <strong>de</strong>l camarote y me llevaba casi abrazada, me sentaba en<br />

la silla, me quitaba los zapatos y me envolvía los pies en la manta; allí mismo<br />

me servía la comida y me llevaba los libros. estaba, pues, muy festejada; <strong>por</strong> lo<br />

cual me hacían la burla, y <strong>de</strong>cían que yo estaba encantada con mi muchacho.<br />

¡Y, hasta razón tendrían!<br />

el día que nos <strong>de</strong>moramos en Cartagena lo aprovechamos <strong>para</strong> conocer la<br />

ciudad. fuimos primero a la Catedral y luego a la Casa <strong>de</strong> la Inquisición, que<br />

está muy arruinada; y allí, en un salón, curioseamos un museo que tenía un<br />

particular y que era <strong>de</strong> su propiedad. Hay cosas interesantes. entre ellas <strong>una</strong><br />

carta autógrafa <strong>de</strong>l Libertador y <strong>una</strong> estrella que nos enseñó como perteneciente<br />

también a él, <strong>de</strong> oro y <strong>de</strong> diamante, y que llevaba siempre en el pecho. Nos hizo<br />

poner la firma en un libro <strong>de</strong> autógrafos que tenía allí; muy encantado cuando<br />

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