Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
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Isabel Carrasquilla<br />
La fiesta estaba en su apogeo. Dejamos a Sofía con Pedro y Barbarita. Aún<br />
no me había dormido, cuando se presentó en el camarote <strong>para</strong> cambiarse <strong>de</strong><br />
vestido. Yo la interrogué pero se reía y no confesaba. Comprendí al punto lo que<br />
le había ocurrido: el doctor negro fue el primero en citarla, y... no se pudo negar.<br />
Mucha tira<strong>de</strong>ra le hice. ¡Pobre muchacho! Cuánto hubiera dado <strong>por</strong> <strong>una</strong> cara<br />
blanca, él, tan sabido y “filipichín”, que vivía tan perfumado. el Dr. escobar, que<br />
es muy maleante, <strong>de</strong>cía que él vivía “apestando” a perfume, <strong>por</strong>que el compañero<br />
“ruciaba” <strong>de</strong> noche en el camarote <strong>por</strong> suelo y pare<strong>de</strong>s, y luego se embadurnaba<br />
<strong>de</strong> pomada.<br />
Lo primero que yo hacía <strong>por</strong> la mañana era ir a ver el mapa, don<strong>de</strong> a diario<br />
colocaban la ban<strong>de</strong>rita que señalaba la distancia que el buque había recorrido en<br />
las veinticuatro horas. Gozaba cuando veía que se iban acortando la distancias<br />
y acercándose al continente.<br />
Al cabo <strong>de</strong> doce interminables días anunciaron la llegada a Point-a-Pitre,<br />
en Guadalupe. Apenas Colón en su primer <strong>viaje</strong> se alegraría como yo al tocar<br />
tierra. Me parecía que había llegado a las costas <strong>de</strong> la patria, estando aún tan distantes.<br />
Allí embarcaron, haciendo rumbo hacia Guayana los súbditos franceses.<br />
Al siguiente día llegamos a fort-<strong>de</strong>-france, en la Martinica. Antes habíamos<br />
visto el Peleo, volcán en erupción, que <strong>de</strong>rramaba su lava hacia el mar. en la<br />
Martinica la <strong>de</strong>mora fue larga, <strong>por</strong>que el barco tuvo que aprovisionarse <strong>de</strong> carbón,<br />
operación ésta muy lenta, pues las gran<strong>de</strong>s pilas tenían que ser trans<strong>por</strong>tadas<br />
en canastas a la cabeza <strong>de</strong> negros, hasta vaciarlas <strong>por</strong> las escotillas. Hombres,<br />
mujeres y niños, negros todos, formaban un largo cordón con su carga, como las<br />
hormigas. estuvimos el día sobre cubierta, viendo esta interminable procesión,<br />
que al cabo <strong>de</strong> tanto ir y venir marcó un camino <strong>de</strong> fango negro. Otros negritos<br />
<strong>de</strong>l puerto se botaron al agua <strong>de</strong>snudos, nadando hacia el buque, <strong>para</strong> que los<br />
<strong>viaje</strong>ros les arrojaran monedas, y zambullirse y sacarlas luego en la boca.<br />
Cuando la lluvia cesó resolvimos bajar a conocer la patria <strong>de</strong> la emperatriz<br />
Josefina. Yo les <strong>de</strong>cía a los compañeras que tenía la intuición <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bía existir<br />
allí su estatua o algo referente a ella. Así fue, en efecto. Después <strong>de</strong> caminar <strong>por</strong><br />
<strong>una</strong> larga calle fangosa, llegamos a un parque o manga, fangosa también, sin<br />
edificios, en el centro <strong>de</strong> la cual se levanta la bella figura <strong>de</strong> mármol. Muy triste<br />
se hubiera puesto ella, que fue tan orgullosa, al verse colocada en un lugar tan<br />
solitario, en vez <strong>de</strong> estar cerca al Arco <strong>de</strong>l triunfo. encontramos no lejos <strong>de</strong> allí<br />
un bello monumento al Soldado Desconocido.<br />
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