Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
*<br />
Isabel Carrasquilla<br />
fueran fuertes en las criptas, y hasta nocivos; pero el sacristán nos dijo que<br />
no temiéramos; al contrario, en el invierno no se sentía frío, aunque no había<br />
calefacción. Así, bajamos <strong>por</strong> <strong>una</strong> escalera que arranca a la <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l altar<br />
mayor y que tiene rejas a la calle. Las criptas son varias. Allí están enterrados los<br />
personajes notables que le han dado gloria a francia. Así lo dice la inscripción<br />
<strong>de</strong>l frontis. Nombres gloriosos están esculpidos en las lápidas. Víctor Hugo y<br />
emilio Zola duermen su sueño <strong>de</strong> gloria en <strong>una</strong> misma cripta. Las recorrimos<br />
todas, pero imposible recordar los nombres. Cuando salimos aún llovía.<br />
en nuestro apartamento <strong>de</strong>l hotel todas las mañanas había comedia. el Viejo<br />
se levantaba antes que yo; tocaba el timbre, abría. el camarero se presentaba, y,<br />
con <strong>una</strong> cortesía exagerada, <strong>de</strong>cía:<br />
Camarero: —Monsieur.... a vos ordres...<br />
Viejo: —¡Le petit déjeuner!...<br />
Camarero: —Que voulez-vous, monsieur?<br />
Viejo: —Orange jus.... du café au lait.... <strong>de</strong>s oeufs a la coque....<br />
Yo me <strong>de</strong>smayaba <strong>de</strong> risa, y hubiera querido que las hijas lo oyeran. A poco<br />
entraba Sofía, en kimono, en busca <strong>de</strong> baño. Se informaba <strong>de</strong>l <strong>por</strong>qué <strong>de</strong> mi<br />
risa. Había cambio <strong>de</strong> escena; ya era en español “puro”.<br />
Sofía:—Ah, ¡Viejo “pinchao”! ¿Con que estás “reventando” mucho francés?<br />
¿Por qué nu’hablás <strong>de</strong>lante mí <strong>para</strong> reírme?<br />
Viejo: —¿Reírte?... ¿Vos que no sabés hablar ni castellano, que parecés <strong>una</strong><br />
tripa rota? ...<br />
Sofía: —¡tan vulgar!... este Viejo.... (empujón).<br />
estas o parecidas escenas se repetían todas las mañanas. el Viejo y la sobrina<br />
se entendían a maravilla, como mala ley que son ambos, y se apandillaban contra<br />
mí <strong>para</strong> regañarme a cada momento y <strong>para</strong> hacerme “tira<strong>de</strong>ra” <strong>por</strong> todo.<br />
Aunque los días eran malos no <strong>de</strong>jábamos <strong>por</strong> eso <strong>de</strong> salir; íbamos <strong>por</strong> los<br />
Campos elíseos, el Bosque <strong>de</strong> Bolonia o los Bulevares. el paseo preferido era<br />
el <strong>de</strong> Montmartre. Hay en él muchos restaurantes y cabarets, como el Moulin<br />
Rouge, tan mentado. Pero “¡Azarosos!”, como <strong>de</strong>cimos, <strong>por</strong> ser frecuentados <strong>por</strong><br />
gentes <strong>de</strong> mal vivir. La calle, habitada <strong>por</strong> gentes pobres es estrecha y pendiente,<br />
hasta terminar frente al templo <strong>de</strong>l Sagrado Corazón. tiene <strong>una</strong> vista muy bella<br />
sobre París. <strong>una</strong> tar<strong>de</strong>, al subir, tropezamos con un carro <strong>para</strong>do. Nuestro chofer<br />
en lugar <strong>de</strong> se<strong>para</strong>rse metió el carro, que se atrancó, encaramado en la acera. Aquí<br />
<strong>de</strong> los insultos y <strong>de</strong> las palabrotas que se gritaban los dos choferes. La calle se<br />
llenó <strong>de</strong> curiosos; la granujería y las gentes brotaban <strong>de</strong> las casas. estos insultos,<br />
*<br />
155