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Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos

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<strong>Impresiones</strong> <strong>de</strong> <strong>viaje</strong> (<strong>escritas</strong> <strong>por</strong> <strong>una</strong> <strong>abuela</strong> <strong>para</strong> <strong>sus</strong> <strong>nietos</strong>)<br />

salones eran seis, completamente llenos. La espera fue larga. Luego supimos<br />

que era <strong>de</strong>bido a <strong>una</strong> embajada que tuvo que recibir Su Santidad, antes <strong>de</strong> salir<br />

a las audiencias. Nosotros estábamos cargados <strong>de</strong> cuadritos, medallones, cruces,<br />

rosarios, etc. que queríamos fueran benditos <strong>por</strong> el pontífice, <strong>para</strong> llevarles a<br />

nuestros allegados y amigos.<br />

Al fin <strong>de</strong> dos horas <strong>de</strong> espera, fueron apareciendo en la puerta <strong>de</strong>l salón los<br />

car<strong>de</strong>nales que precedían la entrada <strong>de</strong>l Santo Padre. fue el momento emocionante.<br />

entró. estaba Pío XI 87 vestido con su túnica blanca, su soli<strong>de</strong>o y su cruz.<br />

todos nos arrodillamos; tomó hacia la <strong>de</strong>recha, y a cada uno le daba a besar el<br />

anillo y lo ben<strong>de</strong>cía. Al llegar a mi me incliné <strong>para</strong> besarle la mano, pero me<br />

turbé tanto, que no acertaba; dos lágrimas involuntarias me rodaron <strong>por</strong> la cara,<br />

y las tuve que enjugar aprisa <strong>para</strong> no mojarle la mano. el me bendijo. Luego le<br />

presenté mis medallas y rosarios <strong>para</strong> que me los bendijera. Cuando terminó con<br />

el último se dirigió al centro <strong>de</strong>l círculo que formábamos. La blanca figura levantó<br />

la mano y nos bendijo <strong>de</strong> nuevo, diciéndonos unos latines que yo no entendí.<br />

Pasé a la sala siguiente y luego a la última, don<strong>de</strong> estaba Claudino. Lo tuvimos<br />

que esperar largo rato, hasta que salió <strong>de</strong> los últimos. Muy encantado <strong>por</strong>que el<br />

Santo Padre, luego <strong>de</strong> darle la bendición, le había regalado <strong>una</strong> medalla; también<br />

le tocó la plática que les hizo a los peregrinos, <strong>de</strong> la cual sacó mucho fruto, pues<br />

fue en italiano.<br />

Yo salí encantada <strong>de</strong> esta visita que nunca olvidaré. Sofía muy triste <strong>por</strong>que<br />

no se había fijado bien cómo eran las medias que el Papa tenía puestas.<br />

Al salir <strong>de</strong> la audiencia entramos en el almacén don<strong>de</strong> habíamos comprado<br />

las mantillas, <strong>para</strong> comprar figuritas <strong>de</strong> mármol, que eran lindas. Yo escogí buen<br />

número <strong>para</strong> traerles; pero la tal Sofía, al mandarnos las compras <strong>de</strong>l almacén,<br />

me hizo <strong>de</strong>volver más <strong>de</strong> la mitad, <strong>por</strong>que no cabían en las maletas. el Coliseo,<br />

las columnas <strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> Saturno, las <strong>de</strong>l <strong>de</strong> Castor y las <strong>de</strong>l <strong>de</strong> Venus, me<br />

las hizo <strong>de</strong>volver la muy egoistona, <strong>por</strong>que dizque eran pesadas.<br />

en Roma ven<strong>de</strong>n hermosas estatuas <strong>de</strong> mármol, y nos moríamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> comprar, pues nos parecían muy baratas. el Viejo nos hacía las cuentas y<br />

nos probaba lo caras que nos resultarían. Aquí se quedaba la tal Sofía con la<br />

gana <strong>de</strong> botar más plata; ya en París se había comprado el almacén entero <strong>de</strong><br />

La Primavera y los <strong>de</strong>l Hotel Ville.<br />

87 Pío XI fue Papa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1922 hasta 1939.<br />

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