Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
*<br />
<strong>Impresiones</strong> <strong>de</strong> <strong>viaje</strong> (<strong>escritas</strong> <strong>por</strong> <strong>una</strong> <strong>abuela</strong> <strong>para</strong> <strong>sus</strong> <strong>nietos</strong>)<br />
tomamos ese día el almuerzo en el tren, como <strong>de</strong> costumbre. Pasamos cerca<br />
<strong>de</strong> Mantua, ferrara, Pisa, Carrara y Padua; allí me acordé <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> San<br />
Antonio; hubiera querido que nos <strong>de</strong>morásemos, <strong>para</strong> visitar su iglesia. en Pisa<br />
pudimos ver la torre inclinada, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su base, pues está al frente <strong>de</strong> <strong>una</strong> bocacalle<br />
don<strong>de</strong> <strong>para</strong> el tren. es mucha su altura y su inclinación; no se compren<strong>de</strong> cómo<br />
está sostenida. Carrara se anuncia antes <strong>de</strong> verse, encaramada como está, sobre<br />
la montaña, <strong>por</strong>que en todas las estaciones y a la orilla <strong>de</strong> la vía blanquean los<br />
bloques <strong>de</strong> mármol, esparcidos, como en las ruinas <strong>de</strong> las antiguas ciuda<strong>de</strong>s. Por<br />
fuertes cables van bajando los bloques <strong>para</strong> que el tren los vaya conduciendo,<br />
<strong>para</strong> repartirlos en todos los mercados <strong>de</strong>l mundo. Se compren<strong>de</strong>, al ver esas<br />
gigantescas e inagotables canteras, <strong>por</strong> qué existen tantos templos, edificios y<br />
monumentos <strong>de</strong> mármol, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempos antiguos, en todas las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Italia<br />
y en muchas <strong>de</strong> europa, teniéndolo en esa abundancia y proximidad.<br />
en este día me sucedieron dos “cachos” 85 que voy a contarles. en la estación<br />
<strong>de</strong> <strong>una</strong> <strong>de</strong> estas ciuda<strong>de</strong>s que les he nombrado, subió al tren un señor italiano,<br />
muy asmático y enfermo el pobre, que miraba con afán, buscando don<strong>de</strong> colocarse<br />
con su maleta.<br />
en nuestro apartamento íbamos cinco personas únicamente; nosotros tres, y<br />
dos señores que venían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Génova. el señor, sin saludar, entró y se acomodó<br />
en un puesto; puso su maleta sobre la red. tosía y <strong>de</strong>sgarraba que era un horror.<br />
Sofía estaba en la galería mirando el paisaje, acompañada <strong>de</strong> los dos <strong>viaje</strong>ros<br />
que se habían salido a fumar. Yo le llamé la atención: “Sofía, ¿no sabes el cliente<br />
que nos ha caído?” ella contestó: “Sí, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí lo estoy oyendo rugir como<br />
león, como <strong>de</strong>cía Cuco <strong>de</strong> Virginia”. Los dos señores, que <strong>de</strong>bían enten<strong>de</strong>r el<br />
español, nos miraron muy sonreídos. el “león” no rugió, pero sí nos miró con<br />
unos ojos <strong>de</strong>safiantes. Yo, aprovechando que los atentos señores estaban afuera,<br />
y acostumbrada al abuso, encendí cigarrillo muy confiada. Pero, ¡qué <strong>sus</strong>to! el<br />
señor, entre toses ahogadas, me dice airado en puro español: “¡Señora! ¿usted<br />
no sabe que está prohibido fumar? ¡Arroje al instante ese pitillo!”. Yo me quedé<br />
aterrada. Apenas pu<strong>de</strong> balbucir: “Señor: también está prohibido el...”. Iba a<br />
<strong>de</strong>cirle <strong>una</strong> palabra muy repugnante, pero Sofía, que las coge al vuelo, me dio<br />
un tirón <strong>de</strong>l vestido y me cortó la frase. Pensó que si yo le <strong>de</strong>cía la palabra hasta<br />
nos pegaba, según la ira que tenía. Los señores se dieron perfecta cuenta, y reían<br />
a todo trapo, lo mismo que nosotros.<br />
85 Cuento corto, anécdota chistosa.<br />
*<br />
114