Impresiones de viaje : escritas por una abuela para sus nietos

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17.05.2013 Views

XIII Salimos de Barcelona a las seis de la tarde del 22 de septiembre. Comimos en el coche-restaurante. Llegamos a Cerbera, frontera francesa, a las diez de la noche. Allí hubo una demora para revisar pasaportes y equipajes y cambiar de tren, en el cual estaban los reservados de coche-cama para pasar la noche. esto tan complicado hubiera sido muy dificultoso viajando solos, y no lo fue, porque todo lo hicieron los agentes en poco tiempo; a las diez y media ya estábamos instalados en los reservados, listos para dormir. Las señoras en uno, y los señores en otro que quedaba a continuación. Pero no hubo tal sueño; éste se alejó sin poderlo coger en toda la noche. el ruido, los silbidos del tren, las bruscas paradas en las estaciones, y sobre todo el fuerte movimiento, me tuvieron con los ojos abiertos. Me levanté primero que Sofía y Barbarita cuando vi luz por las ventanillas. Aquellas habían dormido como ángeles toda la noche. Nos arreglamos, desayunamos, rezamos, y el tren avanzaba. La mañana era deliciosa, pues los días del otoño son bellos y apacibles; es la estación más propia para viajar. Yo me sentía tan bien, que no llegué a tener en este viaje una sola indisposición, lo que me mantenía de muy buen ánimo. Al pasar por Marsella, vista de paso, nos mostraron de lejos, a orillas del mar y en la punta de una isla, el castillo de If, donde estuvo preso tantos años edmundo Dantés, protagonista de la popular novela de Alejandro Dumas. ¡Cómo nos entusiasmamos el Viejo y yo! Corrimos a llamar a Sofía y a Barbarita para que salieran a la galería, pero cuando llegaron, el rápido había dado una curva y nada alcanzaron a ver. A las doce del día llegamos a Niza. el guía nos esperaba en la estación para llevarnos al Hotel O’Connor. Nos dieron habitaciones muy confortables * 108

* Isabel Carrasquilla que daban a un jardín. el comedor era en el interior del edificio, muy elegante y bien atendido; todos los criados de casaca, y la vajilla íntegra de plata; allí mismo llevaban las carnes, en unas parillas y aparatos niquelados donde ardían las brasas, para servirlas sin que se enfriaran. Después del baño y de almorzar, nos fuimos a la calle, a la ventura, y guiados por nuestro instinto de “refinados”, desembocamos en el paseo de los ingleses, la playa de moda, donde los dandys y las elegantes de todo el mundo van a lucir su lujo. Yo los miraba con mis ojos curiosos de provinciana, para estudiarlos, como a los actores en escena. Los encontré vestidos con más o menos “chic”, pero no les vi nada raro; las mismas gentes que había visto en todas partes. Al fin de este paseo hay un restaurante avanzado sobre el mar, también para las gentes ricas. Los yates de recreo de los millonarios se balancean atados a la orilla; parecían aves marinas como las había visto en la bahía de Cartagena, que tanto me llamaron la atención, porque se asientan alineadas sobre las aguas, y vuelan del mismo modo sin interrumpir la formación. Muy bonitas y graciosas me parecieron, pero no provoca navegar en esas cascaritas tan frágiles, que deben balancearse muy desagradablemente. Nos paseamos por el Parque Príncipe Alberto; son bonitas las fuentes y jardines. Recorrimos algunas otras partes de la población que se agrupa un poco allí, para luego desparramarse hacia las playas. Los edificios no son grandes, pero sí de elegante y graciosa construcción; sobre todo los que están encaramados en escala, en la cordillera. estas escalas están sembradas de viñedos y de flores, que las hacen muy bonitas. en los picos más altos hay castillos antiguos que debieron ser fortalezas, lo mismo que el de San Honorato, edificado en la playa. La vía férrea y la carretera corren a la orilla del mar sin desviarse de ella. el mar es azul en todos los tonos. Sin duda de allí viene el nombre que les dan a estas costas, con razón tan admiradas. Si no fueran estos lugares tan visitados por los “rastas”, 82 tendrían más encanto, me parece a mí. A la mañana siguiente fuimos de tiendas, para curiosear. 82 “La literatura costumbrista ve prosperar un nuevo personaje, entre ridículo y despreciable: el colombiano que ha viajado a europa y espera convertir a su regreso esta experiencia en fuente de prestigio. […] una novela corta de Soledad Acosta de Samper, publicada en 1869, brinda una descripción parecida [el autor se refiere al personaje central de un viajero de Joaquín Borda] de un político de provincia convertido por un viaje a europa en el más desenfrenado ‘rastacuero’. [...] el tipo del ‘recién desempacado’ comienza entonces un largo itinerario literario. en 1886, francisco de * 109

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Isabel Carrasquilla<br />

que daban a un jardín. el comedor era en el interior <strong>de</strong>l edificio, muy elegante<br />

y bien atendido; todos los criados <strong>de</strong> casaca, y la vajilla íntegra <strong>de</strong> plata; allí<br />

mismo llevaban las carnes, en <strong>una</strong>s parillas y a<strong>para</strong>tos niquelados don<strong>de</strong> ardían<br />

las brasas, <strong>para</strong> servirlas sin que se enfriaran.<br />

Después <strong>de</strong>l baño y <strong>de</strong> almorzar, nos fuimos a la calle, a la ventura, y guiados<br />

<strong>por</strong> nuestro instinto <strong>de</strong> “refinados”, <strong>de</strong>sembocamos en el paseo <strong>de</strong> los ingleses,<br />

la playa <strong>de</strong> moda, don<strong>de</strong> los dandys y las elegantes <strong>de</strong> todo el mundo van a lucir<br />

su lujo. Yo los miraba con mis ojos curiosos <strong>de</strong> provinciana, <strong>para</strong> estudiarlos,<br />

como a los actores en escena. Los encontré vestidos con más o menos “chic”,<br />

pero no les vi nada raro; las mismas gentes que había visto en todas partes.<br />

Al fin <strong>de</strong> este paseo hay un restaurante avanzado sobre el mar, también <strong>para</strong><br />

las gentes ricas. Los yates <strong>de</strong> recreo <strong>de</strong> los millonarios se balancean atados a la<br />

orilla; parecían aves marinas como las había visto en la bahía <strong>de</strong> Cartagena, que<br />

tanto me llamaron la atención, <strong>por</strong>que se asientan alineadas sobre las aguas, y<br />

vuelan <strong>de</strong>l mismo modo sin interrumpir la formación. Muy bonitas y graciosas<br />

me parecieron, pero no provoca navegar en esas cascaritas tan frágiles, que <strong>de</strong>ben<br />

balancearse muy <strong>de</strong>sagradablemente.<br />

Nos paseamos <strong>por</strong> el Parque Príncipe Alberto; son bonitas las fuentes y<br />

jardines. Recorrimos alg<strong>una</strong>s otras partes <strong>de</strong> la población que se agrupa un poco<br />

allí, <strong>para</strong> luego <strong>de</strong>sparramarse hacia las playas. Los edificios no son gran<strong>de</strong>s, pero<br />

sí <strong>de</strong> elegante y graciosa construcción; sobre todo los que están encaramados<br />

en escala, en la cordillera. estas escalas están sembradas <strong>de</strong> viñedos y <strong>de</strong> flores,<br />

que las hacen muy bonitas. en los picos más altos hay castillos antiguos que<br />

<strong>de</strong>bieron ser fortalezas, lo mismo que el <strong>de</strong> San Honorato, edificado en la playa.<br />

La vía férrea y la carretera corren a la orilla <strong>de</strong>l mar sin <strong>de</strong>sviarse <strong>de</strong> ella. el mar<br />

es azul en todos los tonos. Sin duda <strong>de</strong> allí viene el nombre que les dan a estas<br />

costas, con razón tan admiradas.<br />

Si no fueran estos lugares tan visitados <strong>por</strong> los “rastas”, 82 tendrían más encanto,<br />

me parece a mí. A la mañana siguiente fuimos <strong>de</strong> tiendas, <strong>para</strong> curiosear.<br />

82 “La literatura costumbrista ve prosperar un nuevo personaje, entre ridículo y <strong>de</strong>spreciable: el<br />

colombiano que ha viajado a europa y espera convertir a su regreso esta experiencia en fuente <strong>de</strong><br />

prestigio. […] <strong>una</strong> novela corta <strong>de</strong> Soledad Acosta <strong>de</strong> Samper, publicada en 1869, brinda <strong>una</strong><br />

<strong>de</strong>scripción parecida [el autor se refiere al personaje central <strong>de</strong> un <strong>viaje</strong>ro <strong>de</strong> Joaquín Borda] <strong>de</strong> un<br />

político <strong>de</strong> provincia convertido <strong>por</strong> un <strong>viaje</strong> a europa en el más <strong>de</strong>senfrenado ‘rastacuero’. [...] el<br />

tipo <strong>de</strong>l ‘recién <strong>de</strong>sempacado’ comienza entonces un largo itinerario literario. en 1886, francisco <strong>de</strong><br />

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