El blanco y el negro - Ataun
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criados, que le seguían, unos a pie y otros montados en el elefante. Apenas se vio sobre el asno, cuando este animal se dirige hacia Kabul en vez de seguir el camino de Cachemira. Aunque su amo tira de la brida, le da sacudidas, aprieta las rodillas, le clava las espuelas, arroja la brida, tira hacia sí, le azota a derecha y a izquierda, el terco animal sigue corriendo en dirección a Kabul. Rustán sudaba, se agitaba, se desesperaba, cuando encontró a un mercader de camellos que le dijo: . —Señor, vais montado en un asno muy ladino que os lleva adonde no queréis ir; si queréis cedérmelo, yo os daré a cambio cuatro de mis camellos que vos mismo elegiréis. Rustán dio gracias a la Providencia por haberle proporcionado un trato tan ventajoso. —Topacio se equivocaba por completo — dijo— cuando me anunciaba que mi viaje sería desgraciado. Montó en el más hermoso de los camellos y
los otros tres le siguieron; y volvió a reunirse con su caravana, viéndose ya en el camino de su dicha. Apenas habían andado cuatro parasangas cuando les cortó el paso un torrente profundo, ancho e impetuoso que arrastraba grandes rocas blanqueadas de espuma. Las dos orillas eran horribles precipicios que deslumbraban los ojos y helaban el corazón; ningún medio de cruzar, ninguna manera de ir a la derecha o a la izquierda. —Empiezo a temer —dijo Rustán— que Topacio estaba en lo cierto al desaconsejarme que hiciera este viaje, y que cometí un grave error al emprenderlo; si al menos le tuviese a mi lado, podría darme algún buen consejo. Si tuviera a Ebano, él me consolaría y encontraría alguna solución; pero todo me faltaba. La consternación que se había apoderado de sus criados aumentaba su turbación; había oscurecido por completo y pasaron la noche lamentándose. Por fin, la fatiga y el abatimiento
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criados, que le seguían, unos a pie y otros<br />
montados en <strong>el</strong> <strong>el</strong>efante.<br />
Apenas se vio sobre <strong>el</strong> asno, cuando este<br />
animal se dirige hacia Kabul en vez de seguir <strong>el</strong><br />
camino de Cachemira. Aunque su amo tira de<br />
la brida, le da sacudidas, aprieta las rodillas, le<br />
clava las espu<strong>el</strong>as, arroja la brida, tira hacia sí,<br />
le azota a derecha y a izquierda, <strong>el</strong> terco animal<br />
sigue corriendo en dirección a Kabul.<br />
Rustán sudaba, se agitaba, se desesperaba,<br />
cuando encontró a un mercader de cam<strong>el</strong>los<br />
que le dijo: .<br />
—Señor, vais montado en un asno muy ladino<br />
que os lleva adonde no queréis ir; si queréis<br />
cedérm<strong>el</strong>o, yo os daré a cambio cuatro de<br />
mis cam<strong>el</strong>los que vos mismo <strong>el</strong>egiréis.<br />
Rustán dio gracias a la Providencia por haberle<br />
proporcionado un trato tan ventajoso.<br />
—Topacio se equivocaba por completo —<br />
dijo— cuando me anunciaba que mi viaje sería<br />
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Montó en <strong>el</strong> más hermoso de los cam<strong>el</strong>los y