Liturgia Domund - Elizagipuzkoa.org
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Sugerencias para la homilía<br />
• La lectura del profeta Isaías describe una figura llena de enigmas: la del “siervo” que<br />
voluntariamente se ofrece a Dios para cumplir su plan de salvación y, por medio de su<br />
propio sufrimiento, manifestar a todos la gracia divina. El “siervo” se asocia a la culpa<br />
en que todos han caído, pero por su inocencia y su justicia ante Dios, la expía y la borra.<br />
• El alcance de este misterio solamente puede ser plenamente comprendido a la luz del<br />
Nuevo Testamento.<br />
En el salmo pedimos: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo<br />
esperamos de ti; es el grito que sale de la boca del hombre que gime bajo el peso de sus<br />
culpas y que sabe que solamente Dios puede librarle de la situación de angustia en que<br />
vive por causa de su pecado. Sin embargo, muchas veces nuestras mismas culpas nos<br />
impiden descubrir la profundidad de la misericordia de Dios, e incluso algunos dejan de<br />
esperar en su gracia y su perdón. Cristo se entrega “por todos” (Evangelio) y la<br />
universalidad de su salvación es fuente de vida y esperanza en cualquier situación, por<br />
desesperada que parezca a los ojos de los hombres.<br />
• Es más, Cristo es el gran sumo sacerdote “que ha atravesado el cielo” (2ª lectura).<br />
Jesús va a la pasión “voluntariamente aceptada” (Plegaria Eucarística II) para que el<br />
hombre conciba en su corazón la esperanza de que Él siempre se compadece de<br />
nosotros, porque “ha sido probado en todo, como nosotros”; así nos introduce ante “el<br />
trono de gracia” para alcanzar siempre misericordia de parte de Dios.<br />
• El pasaje del Evangelio muestra claramente cuánto nos cuesta entrar en este misterio<br />
de la gracia misericordiosa y salvadora de Dios. Los discípulos no comprenden la<br />
misión de Jesús y están demasiado preocupados por alcanzar grandeza y poder según<br />
los criterios del mundo. Jesús no se escandaliza ni se lo recrimina en modo alguno: les<br />
ofrece la cordial invitación a “beber su cáliz” y a participar de “su bautismo”. Es la<br />
misma invitación que nos dirige a nosotros, sus discípulos de hoy en día, a que<br />
comprendamos que la grandeza está en el servicio.<br />
• Solo la fe puede captar este misterio, y la fuerza que nos da el “mantenernos firmes”<br />
en ella transforma nuestras vidas y nuestro mundo. Manteniéndose firme en la fe es<br />
como el cristiano participa del sacerdocio de Cristo, porque hace de su vida una entrega<br />
total; entrega que es “sacerdotal”, al ofrecerse a sí mismo a Dios y dar testimonio de<br />
Cristo con su vida, lo que también implica dar razón de su esperanza (cf. LG 10). Como<br />
dice el Papa en su Mensaje para esta Jornada: “La fe es un don que se nos ha dado para<br />
ser compartido. [...] Es el don más importante que se nos ha dado en nuestra existencia<br />
y que no podemos guardarnos para nosotros mismos”.<br />
• La cambiante situación del mundo nos exige creatividad para proponer el Evangelio,<br />
como el Papa expresa en su Mensaje: “La cooperación misionera se debe ampliar hoy<br />
con nuevas formas para incluir no solo la ayuda económica, sino también la<br />
participación directa en la evangelización. [...] La celebración del Año de la Fe y el<br />
Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización serán ocasiones propicias para un<br />
nuevo impulso de la cooperación misionera, sobre todo en esta segunda dimensión”.<br />
Oración de los fieles