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Liturgia Domund - Elizagipuzkoa.org

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Saludo<br />

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario<br />

Guión litúrgico – DOMUND 2012<br />

“Misioneros de la fe”<br />

El Espíritu de Jesucristo que envió a sus apóstoles a proclamar el Evangelio<br />

a todos los pueblos, esté con todos vosotros.<br />

Monición de entrada<br />

La misa de cada domingo nos convoca a la comunidad cristiana para celebrar la<br />

entrega de Jesús por cada uno de los hijos de Dios, ya que –como escuchamos en el<br />

Evangelio de la liturgia de hoy– “el hijo del hombre ha venido para dar su vida en<br />

rescate por todos”.<br />

Por eso mismo, cada celebración es una llamada que Jesús nos hace para que su<br />

salvación llegue a todos los hombres. Ser cristiano es ser testigo y ser misionero, para<br />

que la fe en Jesucristo se difunda y alcance a todas las personas y pueblos.<br />

En este domingo, en que celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, la<br />

Obra Pontificia de la Propagación de la Fe nos invita a fijarnos en los misioneros que,<br />

en el mundo entero, son testigos privilegiados y mensajeros de la fuerza del Evangelio;<br />

ellos son “Misioneros de la fe”, como reza el lema de este DOMUND.<br />

En este Año de la Fe convocado por el Papa Benedicto XVI y que acaba de<br />

comenzar, estamos invitados a ser nosotros mismos “misioneros de la fe”. Así se lo<br />

pedimos al Señor para nosotros y para toda la Iglesia.<br />

Acto penitencial<br />

Dios ha enviado a su Hijo Jesucristo a dar su vida en rescate de todos sus hijos<br />

de adopción; por eso invocamos su misericordia con confianza:<br />

- Tú, que no has venido a ser servido sino a servir. Señor, ten piedad.<br />

- Tú, que das la vida por todos. Cristo, ten piedad.<br />

- Tú, que nos envías a ser “misioneros de la fe”. Señor, ten piedad.<br />

Oración colecta<br />

Dios todopoderoso y eterno,<br />

aumenta nuestra fe, esperanza y caridad;<br />

y, para conseguir tus promesas,


concédenos amar tus preceptos.<br />

Por nuestro Señor Jesucristo que contigo vive y reina<br />

en la unidad del Espíritu Santo,<br />

Dios, por los siglos de los siglos.<br />

O: (la Oración para la evangelización de los pueblos)<br />

Oh Dios, que quieres que todos los hombres se salven<br />

y lleguen al conocimiento de la verdad;<br />

mira tu inmensa mies<br />

y envíale operarios<br />

para que sea predicado el Evangelio a toda criatura,<br />

y tu grey, congregada por la palabra de vida<br />

y sostenida por la fuerza de los sacramentos,<br />

camine por las sendas de la salvación y del amor.<br />

Por nuestro Señor Jesucristo que contigo vive y reina<br />

en la unidad del Espíritu Santo,<br />

Dios, por los siglos de los siglos.<br />

I. Lectura: Is 53, 10-11<br />

El profeta Isaías había anunciado con antelación la pasión de Jesús. Él la aceptó<br />

por amor y por su muerte, Dios hace justicia y ofrece la salvación a todos los pueblos.<br />

Salmo responsorial: 32<br />

El salmista nos invita a poner la confianza en Dios y a pedirle su misericordia.<br />

II. Lectura: Heb 4, 14-16<br />

El autor de la carta a los hebreos nos dice que Jesús es el sumo sacerdote que<br />

atravesó los cielos. Al hacerse hombre, fue probado en todo. Por ello, conoce y<br />

comprende nuestra debilidad y se compadece de nosotros.<br />

Evangelio: Mc 10, 35-45<br />

La característica de la vida de Jesús fue el servicio; debe ser también el rasgo de<br />

nuestra propia vida.


Sugerencias para la homilía<br />

• La lectura del profeta Isaías describe una figura llena de enigmas: la del “siervo” que<br />

voluntariamente se ofrece a Dios para cumplir su plan de salvación y, por medio de su<br />

propio sufrimiento, manifestar a todos la gracia divina. El “siervo” se asocia a la culpa<br />

en que todos han caído, pero por su inocencia y su justicia ante Dios, la expía y la borra.<br />

• El alcance de este misterio solamente puede ser plenamente comprendido a la luz del<br />

Nuevo Testamento.<br />

En el salmo pedimos: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo<br />

esperamos de ti; es el grito que sale de la boca del hombre que gime bajo el peso de sus<br />

culpas y que sabe que solamente Dios puede librarle de la situación de angustia en que<br />

vive por causa de su pecado. Sin embargo, muchas veces nuestras mismas culpas nos<br />

impiden descubrir la profundidad de la misericordia de Dios, e incluso algunos dejan de<br />

esperar en su gracia y su perdón. Cristo se entrega “por todos” (Evangelio) y la<br />

universalidad de su salvación es fuente de vida y esperanza en cualquier situación, por<br />

desesperada que parezca a los ojos de los hombres.<br />

• Es más, Cristo es el gran sumo sacerdote “que ha atravesado el cielo” (2ª lectura).<br />

Jesús va a la pasión “voluntariamente aceptada” (Plegaria Eucarística II) para que el<br />

hombre conciba en su corazón la esperanza de que Él siempre se compadece de<br />

nosotros, porque “ha sido probado en todo, como nosotros”; así nos introduce ante “el<br />

trono de gracia” para alcanzar siempre misericordia de parte de Dios.<br />

• El pasaje del Evangelio muestra claramente cuánto nos cuesta entrar en este misterio<br />

de la gracia misericordiosa y salvadora de Dios. Los discípulos no comprenden la<br />

misión de Jesús y están demasiado preocupados por alcanzar grandeza y poder según<br />

los criterios del mundo. Jesús no se escandaliza ni se lo recrimina en modo alguno: les<br />

ofrece la cordial invitación a “beber su cáliz” y a participar de “su bautismo”. Es la<br />

misma invitación que nos dirige a nosotros, sus discípulos de hoy en día, a que<br />

comprendamos que la grandeza está en el servicio.<br />

• Solo la fe puede captar este misterio, y la fuerza que nos da el “mantenernos firmes”<br />

en ella transforma nuestras vidas y nuestro mundo. Manteniéndose firme en la fe es<br />

como el cristiano participa del sacerdocio de Cristo, porque hace de su vida una entrega<br />

total; entrega que es “sacerdotal”, al ofrecerse a sí mismo a Dios y dar testimonio de<br />

Cristo con su vida, lo que también implica dar razón de su esperanza (cf. LG 10). Como<br />

dice el Papa en su Mensaje para esta Jornada: “La fe es un don que se nos ha dado para<br />

ser compartido. [...] Es el don más importante que se nos ha dado en nuestra existencia<br />

y que no podemos guardarnos para nosotros mismos”.<br />

• La cambiante situación del mundo nos exige creatividad para proponer el Evangelio,<br />

como el Papa expresa en su Mensaje: “La cooperación misionera se debe ampliar hoy<br />

con nuevas formas para incluir no solo la ayuda económica, sino también la<br />

participación directa en la evangelización. [...] La celebración del Año de la Fe y el<br />

Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización serán ocasiones propicias para un<br />

nuevo impulso de la cooperación misionera, sobre todo en esta segunda dimensión”.<br />

Oración de los fieles


Cristo nos abre el acceso confiado a la presencia de Dios; por eso presentamos a<br />

nuestro Padre nuestra oración confiada:<br />

- Por el Papa y la Iglesia universal, para que manifiesten con su misión el valor de<br />

la vida de Cristo, entregada “por todos”, y fomenten la misión ad gentes.<br />

Roguemos al Señor.<br />

- Por los obispos, sacerdotes y todos los agentes de pastoral, para que cuiden de la<br />

fe del pueblo de Dios y siembren en él la preocupación por la evangelización.<br />

Roguemos al Señor.<br />

- Por la Asamblea del Sínodo de los Obispos, para que la nueva evangelización dé<br />

frutos de renovación eclesial y aumente el impulso misionero. Roguemos al<br />

Señor.<br />

- Por los misioneros y misioneras en todo el mundo, que con su vida y palabra<br />

manifiestan la caridad de Cristo por todos los hombres y pueblos, para que se<br />

mantengan firmes en la fe. Roguemos al Señor.<br />

- Por los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, para que la fe en Cristo les lleve<br />

a ofrecer sus sufrimientos por la salvación del mundo. Roguemos al Señor.<br />

- Por todos nosotros, para que la escucha de la palabra de Dios y la celebración de<br />

la eucaristía nos hagan verdaderos “misioneros de la fe”. Roguemos al Señor.<br />

Acoge, Padre de bondad, las peticiones que te presentamos por medio de tu Hijo<br />

Jesucristo, que vive para siempre e intercede por nosotros. Por el mismo Cristo, nuestro<br />

Señor.<br />

Monición al ofertorio<br />

La Jornada Mundial de las Misiones nos ofrece la oportunidad de hacer la<br />

ofrenda de los dones que van a servir para la celebración eucarística –el pan y el vino–,<br />

con la conciencia de que, al igual que Cristo se ofrece por nosotros, nosotros en estos<br />

dones nos ofrecemos a Cristo y a los demás. Cristo sacerdote nos hace partícipes de su<br />

sacerdocio y su misión.<br />

Al mismo tiempo, llevamos ante el altar la colecta que se acaba de realizar con<br />

motivo del DOMUND, como plasmación de nuestro compromiso, en esta Jornada y<br />

siempre, para que la fe en Jesucristo se difunda, arraigue e irradie en todo el mundo por<br />

medio de los misioneros.<br />

Oración después de la comunión<br />

Te rogamos, Señor,<br />

que nos santifique la participación en tu mesa


y haz que todas las gentes reciban con gozo,<br />

la salvación que tu Hijo Unigénito<br />

realizó con su muerte en la cruz.<br />

Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.<br />

Oración sobre el pueblo y bendición<br />

Dios, Padre santo,<br />

que en el bautismo nos ha iluminado<br />

con la luz de la fe en tu Hijo, muerto y resucitado,<br />

haz que la escucha de tu Palabra<br />

y la participación en tus sacramentos<br />

nos impulse a ser luz para todos<br />

los que han sido redimidos por su Sangre.<br />

Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.<br />

- El Señor esté con vosotros.<br />

- Que la bendición de Dios,<br />

Padre, Hijo y Espíritu Santo, os acompañe.<br />

- Podéis ir en paz.

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