001-344 Goethe y Schiller.qxd:Maquetación 1 - Tusquets Editores
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Shakespeare? Gritan y croan a sus pies, pero él se mantiene impávido,<br />
con su cabeza en las nubes del cielo». 23 En sus clases de<br />
los años siguientes, Abel hará que <strong>Schiller</strong> conozca a este «león».<br />
Para dar un carácter plástico a los conceptos psicológicos acostumbraba<br />
servirse de piezas literarias. En una ocasión esclareció<br />
el problema de los celos con el ejemplo de Otelo, drama del que<br />
leyó algunos pasajes tomados de la traducción de Wieland. Abel<br />
describe así la escena:<br />
<strong>Schiller</strong> era todo oídos, todos los rasgos de su rostro expresaban los<br />
sentimientos de los que estaba henchido y, apenas terminó la lección,<br />
me pidió anhelante el libro. Y a partir de ese momento, lo<br />
leía y estudiaba con celo ininterrumpido. 24<br />
Con los compañeros cambiaba raciones de comida por algunos<br />
tomos de Shakespeare. Su lectura le sobrecogía. Pero entre<br />
el entusiasmo anterior de <strong>Goethe</strong> y el de <strong>Schiller</strong> hay una diferencia<br />
característica. <strong>Schiller</strong> aclaró más adelante este punto en<br />
su obra Poesía ingenua y poesía sentimental. El autor «ingenuo», representado<br />
entre otros por <strong>Goethe</strong>, puede confiarse sin congoja<br />
a la naturaleza, se siente llevado por ella y la expresa. En cambio,<br />
el autor «sentimental», tal como <strong>Schiller</strong> pretende serlo, reflexiona<br />
y dispone las cosas según le conviene antes de dejar que<br />
éstas lleguen a él. No quiere exponerse a la violencia de la naturaleza<br />
inmediata. Pero Shakespeare, escribe <strong>Schiller</strong>, producía<br />
en él el efecto de una naturaleza inmediata. Lo admiraba, pero<br />
también lo temía. <strong>Schiller</strong> escribirá más adelante, recordando sus<br />
primeras impresiones de Shakespeare: «Todavía no era capaz de<br />
entender la naturaleza de primera mano, sólo podía soportar la<br />
imagen sometida a reflexión a través del entendimiento y compuesta<br />
a través de las reglas». 25 Por tanto, la «naturaleza» pura de<br />
Shakespeare todavía resultaba excesiva para el joven <strong>Schiller</strong>. El<br />
caso de <strong>Goethe</strong> era diferente. Éste tenía un hambre insaciable de<br />
naturaleza pura, y cuando descubrió a Shakespeare exclamó: «¡Naturaleza!,<br />
¡naturaleza!, nada contiene tanta naturaleza como los<br />
hombres de Shakespeare». 26<br />
Pero el Sturm und Drang y los que idolatraban a <strong>Goethe</strong>, ¿qué<br />
25