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120 A Toña, su amiga que tanto le había ayudado, le había llegado la orden de excarcelación con la condición de que se retractara. Toña respondió como ella sabía hacerlo: "No me pueden quitar la dignidad". Toña salió de la cárcel un año después: el 19 de febrero de 1950. La Junta de Disciplina de la Cárcel le hizo pagar por haber participado activamente en la huelga. Para las reclusas la huelga había sido un éxito, pese a las consecuencias brutales. No les dieron comida, les retiraron las toallas, las sábanas, las mantas, las servilletas... Este era el sentimiento de una reclusa en una carta a su familia. perdido". "Con nuestro "ruido", creo que hemos ganado más que hemos Extracto de una Carta de la cárcel de mujeres de Segovia, pp, 3-4. Caja 40, carp. 18.4, ACCPCE. Citado por R. Vinyes en El daño y la memoria. Las prisiones de María Salvo, pág. 161. A pesar de perder las pocas ventajas materiales que tenían, ganaron éticamente reafirmándose en sus convicciones y en el ejercicio de la solidaridad. Toña desde fuera podía ayudar a María. También su hermano Ferran había salido de la Prisión de Burgos. Ambos, que luego se casaron, la visitaron en la cárcel. Maria Salvo estaba cadavérica. Tenía, según el dictamen médico, una tuberculosis intestinal. Buscaron fuera de la cárcel la estreptomicina que necesitaba para medicarse. Antonio desde México seguía mandándole regalos. Mientras tanto, las reclusas que aún quedaban en prisión, necesitaban trabajar para que su tiempo tuviera algún sentido y para reducir sus penas.
“¿Quién amuralla una voz?” Recuperando la voz de los poetas 121 En 1956 las presas políticas del penal de Segovia fueron trasladadas a la cárcel de Alcalá de Henares, convertida ahora en Penal Central de Mujeres. En esa época las presas políticas eran 24 mezcladas con 223 comunes. No fue fácil la convivencia. Ellas habían sido siempre solidarias y estaban muy unidas. Las comunes vivían cada una su vida. En Alcalá las funcionarias eran ayudadas por las Oblatas, con quienes tuvieron que enfrentarse para que no traficasen con su trabajo. Las prendas que confeccionaban eran vendidas por las monjas a un precio más alto. Las presas pidieron mejorar sus condiciones. Por fin (marzo del 57) llegó un nuevo indulto para las llamadas presas posteriores condenadas a penas de 30 años. María era una de ellas. Se le concedió la libertad condicionada con la imposición de destierro. En los cinco años posteriores a la excarcelación no podía vivir a una distancia entre 60 y 250 kilómetros de su residencia habitual. No podía, pues, regresar a Barcelona donde vivían Toña y Ferran. El brazo de la represión era alargado. Hubo miles de desterrados que tuvieron que rehacer sus vidas en lugares aislados, lejos de sus familias. Antes de salir de Alcalá tuvo que soportar las provocaciones de algunas funcionarias con la finalidad de poder retenerlas en caso de desacato. María aguantó las de Amancia, una funcionaria cruel. "Fueron cinco días tensos, terribles, creí que no saldría nunca". 114 Por fin, el 16 de abril de 1957, salió de Alcalá tras dieciséis años ininterrumpidos de reclusión. En la puerta la esperaban sus amigas Consuelo Claudín y Consuelo Alonso. Decidió enterrar la cárcel, no hablar más de ella. Fue recibida por la familia de Antonio, que vivía en Santander, su lugar de destierro. Su cuerpo seguía débil. Tuvo varias hemorragias. Y además sufrió un nuevo mazazo cuando se enteró de que Antonio, que seguía escribiéndola, estaba casado y tenía una hija.
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A Toña, su amiga que tanto le había ayudado, le había llegado <strong>la</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />
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"No me pue<strong>de</strong>n quitar <strong>la</strong> dignidad".<br />
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Para <strong>la</strong>s reclusas <strong>la</strong> huelga había sido un éxito, pese a <strong>la</strong>s consecuencias brutales. No les<br />
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"Con nuestro "ruido", creo que hemos ganado más que hemos<br />
Extracto <strong>de</strong> <strong>una</strong> Carta <strong>de</strong> <strong>la</strong> cárcel <strong>de</strong> mujeres <strong>de</strong> Segovia, pp, 3-4. Caja 40, carp. 18.4, ACCPCE.<br />
Citado por R. Vinyes en El daño y <strong>la</strong> memoria. Las prisiones <strong>de</strong> María Salvo, pág. 161.<br />
A pesar <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r <strong>la</strong>s pocas ventajas materiales que tenían, ganaron éticamente<br />
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Toña <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera podía ayudar a María. También su hermano Ferran había salido <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
Prisión <strong>de</strong> Burgos. Ambos, que luego se casaron, <strong>la</strong> visitaron en <strong>la</strong> cárcel. Maria Salvo estaba<br />
cadavérica. Tenía, según el dictamen médico, <strong>una</strong> tubercu<strong>los</strong>is intestinal. Buscaron fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
cárcel <strong>la</strong> estreptomicina que necesitaba para medicarse. Antonio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> México seguía<br />
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Mientras tanto, <strong>la</strong>s reclusas que aún quedaban en prisión, necesitaban trabajar para que<br />
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