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La Sabana de Bogotá - Biblioteca Nacional de Colombia

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;t:LECCION<br />

SAMPER<br />

ORTEGA<br />

TOM..'\S<br />

RUEDA<br />

VARGAS<br />

58<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong><br />

SELECCION SAMPER ORTEGA DE LITERATURA COLOMBIANA<br />

N. 0 58<br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong> <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong><br />

POR<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

TERCERA EDICION<br />

Editorial Minerva, S. A.<br />

BOGOTA-COLOMBIA.


SELECCION SAMPER ORTEGA<br />

DE LITERATURA COLOMBIANA<br />

ENSAYOS<br />

No 58.<br />

LA SABANA DE BOGOTA<br />

POR<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

TERCERA EDICION<br />

Editorial Minerva, S. A.<br />

BOGOTA-COLOMBIA.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


TOMAS RUEDA VARGAS<br />

Los hermanos Samper Brush, en su constante<br />

afán por la reforma educativa en <strong>Colombia</strong> trajeron<br />

en 1909 una familia <strong>de</strong> maestros ingleses para establecer<br />

en la hacienda ·<strong>de</strong> "El Chicó" una escuela<br />

mo<strong>de</strong>rna, la cual, aunque no pudo prosperar, vino<br />

a ser como la semilla <strong>de</strong>l "Gimnasio Mo<strong>de</strong>rno", ins­<br />

tituto que con mejor fortuna fundaron ellos mis­<br />

mos y Agustín Nieto Caballero ..<br />

Nunca olvidaré cierta mañana en que se presentó<br />

al colegio inglés un hombre calvo y pequeño dizque<br />

a dictarnos la clase <strong>de</strong> historia patria. En plática<br />

salpicada <strong>de</strong> gracejos díjonos cómo habían pobla­<br />

do a España los iberos y los celtas Y cómo las dos<br />

razas se habían fundido a la postre en las mesetas<br />

centrales <strong>de</strong> Castilla. Ofreció volver al otro día a<br />

terminar el cuento, que los niños encontrámos muy<br />

interesante, pero no lo vimos más. Andando el tiem­<br />

po, al tratar íntimamente a mi maestro <strong>de</strong> historia<br />

en el curso <strong>de</strong> una amistad fraternal .y en extremo<br />

provechosa para mí, hube <strong>de</strong> convencerrp.e <strong>de</strong> que<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


·LA SABANA DE BOGOTA 9<br />

podido tratar íntimamente al eximio don Miguel<br />

Antonio, y oír <strong>de</strong> sus labios los <strong>de</strong>talles más intere­<br />

santes sobre los sucesos en que el mismo Caro había<br />

sido actor, Y sobre todo, sus apreciaciones sobre los<br />

hombres, sagaces Y finas como pocas, y harto crueles<br />

a veces.<br />

De 1924 a 1926 Tomás sirvió como asesor <strong>de</strong> la<br />

Misión Pedagógica contratada por el general Os­<br />

pina y compuesta por los técnicos alemanes Gloe­<br />

ckner, Eitel y Decker y <strong>de</strong> los colombianos Tomás<br />

Rueda Vargas, Gerardo Arrubla y Emilio Ferrero.<br />

Pero siempre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1917, la base <strong>de</strong> operaciones y<br />

sobre todo, <strong>de</strong> preocupaciones, <strong>de</strong> Rueda Vargas,<br />

ha sido y será el Gimnasio Mo<strong>de</strong>rno, don<strong>de</strong> él y<br />

Agustín Nieto Caballero están realizando una obra<br />

gigantesca.<br />

<strong>La</strong> producción literaria <strong>de</strong> Tomás Rueda Var­<br />

gas, tan escasa como apreciable, se encuentra reunida<br />

en los tomitos intitulados "Vibraciones" y<br />

"Pasando el rato" y en este primoroso ensayo sobre<br />

la <strong>Sabana</strong> <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>, que es <strong>de</strong> lo mejor que se haya<br />

escrito entre nosotros en ese género.<br />

Ultimamente ha publicado otro precioso libro que<br />

intituló "Visiones <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>".<br />

Pero la experiencia misma lo ha hecho escéptico:<br />

don<strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, cegados por el entusiasmo y acaso<br />

por la suficiencia, vemos alguna vez un posible<br />

triunfo, él adivina el fracaso. De allí talvez pro-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA<br />

POR<br />

Tomás Rueda Vargas<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA<br />

A "Santa Ana", a "El Salitre", a "<strong>La</strong>s<br />

Monjitas", campos que con el cariño <strong>de</strong>l<br />

hogar, la luz <strong>de</strong>l amor y el calor <strong>de</strong> la<br />

amistad, me han comunicado si no la comprensión,<br />

sf el sentimiento <strong>de</strong> esta <strong>Sabana</strong><br />

cuya alma quiero unir a la mía en estas<br />

lineas que ofrendan mi trabajo a esos tres<br />

pedazos <strong>de</strong> su tierra que riegan las aguas<br />

<strong>de</strong>l Molino, <strong>de</strong>l Teusacá, <strong>de</strong>l Bojacá.<br />

Cuando los iniciadores <strong>de</strong> estas conferencias<br />

quisieron que yo fuera uno <strong>de</strong> los escogidos,<br />

pensé varios temas: la Patria Boba, la emigración<br />

<strong>de</strong>l año 14, la dictadura <strong>de</strong> Urdaneta. Y<br />

a medida que trataba <strong>de</strong> profundizar el asunto,<br />

tropezaba con la misma enormidad <strong>de</strong> él. Son<br />

tan superficiales los estudios que hacemos, tan·<br />

rápida y. agitada la vida que llevamos todos<br />

aquí; son tan a flor <strong>de</strong> tierra nuestras bases <strong>de</strong><br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


14<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

cultura como los cimientos <strong>de</strong> Chapinero. ¿Por<br />

qué no nos habla usted <strong>de</strong> Obando? Sería muy<br />

interesante. me <strong>de</strong>cía alguno <strong>de</strong>teniéndome en<br />

mitad <strong>de</strong> la calle. Y dos noches me <strong>de</strong>svelaba<br />

yo, encantado con la indicación, mas al cabo<br />

concluía adquiriendo una triste verdad: que yo,<br />

profesor <strong>de</strong> historia en dos colegios <strong>de</strong> lo mejor,<br />

sabía tanto <strong>de</strong>l famoso caudillo como el último<br />

<strong>de</strong> mis discípulos. Y <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la imposibilidad<br />

absoluta <strong>de</strong> llegar en pocos meses a dominar<br />

una siquiera <strong>de</strong> las múltiples fases que presen­<br />

ta la vida romántica, trágica y acci.<strong>de</strong>ntada <strong>de</strong><br />

aquel Atrida, me <strong>de</strong>spedía .con dolor <strong>de</strong> la acariciada<br />

ilusión <strong>de</strong> conmover a un auditorio <strong>de</strong><br />

elección mostrándole con habilidad, mayor o<br />

menor -yo la suponía para mis a<strong>de</strong>ntros, humana<br />

e inmo<strong>de</strong>stamente, siempre mayor que<br />

menor- la figura enormemente atractiva <strong>de</strong><br />

ese expósito acariciado por todos los halagos<br />

y perseguido por todas las <strong>de</strong>sdichas.<br />

¿Verdad que nos va a hablar usted <strong>de</strong> histo­<br />

ria patria? me pregunta una señora en un té al<br />

cual caí yo como <strong>de</strong> las nubes -¿no sería me­<br />

jor que tratara usted· algo relacionado con Na-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 15<br />

poleón? Aventuré tímidamente, pues la elegancia<br />

<strong>de</strong>l medio me <strong>de</strong>sconcertaba mis i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l<br />

momento: (Andaba yo por Berruecos tras el<br />

asesinato <strong>de</strong>l mariscal Sucre). ¡ Alh! correcto,<br />

muy correcto, interrumpió un caballerito a la<br />

última moda, que se arreglaba alternativamente<br />

la raya <strong>de</strong>l pantalón y la <strong>de</strong>l peinado; Sucre, sí,<br />

Sucre, ese negro tan malo que mató a un general<br />

en el Ecuador. Como el mozo había viajado<br />

mucho y se había educado en un colegio<br />

<strong>de</strong> nobles no sé si en Escocia o en el Canadá '<br />

me guardé cobar<strong>de</strong>mente <strong>de</strong> contra<strong>de</strong>cirle.<br />

En fin, una a una fueron muriendo, ya a mis<br />

manos, ya a ajenos golpes y antes <strong>de</strong> nacer siquiera<br />

los pobres hijos que me hacía concebir<br />

ora mi excesiva pretensión, ora la exagerada<br />

i<strong>de</strong>a que <strong>de</strong> mis capacida<strong>de</strong>s suelen tener mis<br />

amigos, y al cerrar el capítulo <strong>de</strong> los proyectos<br />

históricos <strong>de</strong> alto vuelo no pu<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> recordar<br />

una anécdota <strong>de</strong> don Diego Fallon y otra<br />

ele Roberto <strong>de</strong> N arváez.<br />

-Haga usted una oda al Tequendama. ¿Por<br />

qué no compone usted un himno al Sol? y otras<br />

indicacion·es por el estilo, hacía a .don Diego<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


16<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

un buen amigo que le acompañaba en sus paseos<br />

vespertinos. Y a solas dolíase el poeta <strong>de</strong><br />

su incapacidad, hasta que dio en el clavo y <strong>de</strong>s:<br />

cansó exclamando: ¡Ah! si aquel hombre no me<br />

da temas, sino títulos.<br />

A Narváez, artista en toda la extensión <strong>de</strong> la<br />

escala, solían <strong>de</strong>cir en las visitas <strong>de</strong> confianza<br />

la consabida frase: ¿Por qué no nos tocas algo?<br />

¿Pero q1:1é ... ? Pues tocate la Norma.<br />

Así llegué a compren<strong>de</strong>r que, dada la incoherencia<br />

<strong>de</strong> mis estudios y el consiguiente caos<br />

<strong>de</strong> mis conocimientos, en lo cual soy un hijo<br />

legítimo <strong>de</strong> mi tierra, sólo podría acometer con<br />

probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> éxito un tema que excluyera<br />

estudios or<strong>de</strong>nados y especializaciones, y tomé<br />

por el atajo <strong>de</strong> buscar, no ya en mi cabeza, que<br />

se me ahuecaba por momentos, sino en mi vida<br />

y en mi corazón el objeto <strong>de</strong> mi trabajo, y me<br />

encontré con que no conocía el mar ni siquiera<br />

un río gran<strong>de</strong>, y mucho menos los edificios <strong>de</strong><br />

no sé cuantos pisos <strong>de</strong> que oí hablar al pisaver<strong>de</strong><br />

aquel que se figuraba a Sucre ni más ni<br />

menos que un presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Haití, y que había<br />

gastado media fortuna <strong>de</strong> su padre en apren-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 17<br />

<strong>de</strong>r a patinar y a ponerse la corbata; y hallé<br />

que no conozco, si es que la conozco, sino esta<br />

altiplanicie <strong>de</strong> forma irregular que cada mañana,<br />

entre la niebla blanca que anuncia a los<br />

campesinos el verano, o entre la niebla negra<br />

que presagia el invierno, se nos aparece tan bella,<br />

tan nueva siempre, como cuando llevó repentinamente,<br />

<strong>de</strong> un solo golpe y como por una<br />

intuición maravillosa, a la mente <strong>de</strong> Quesada<br />

la más cara y amable <strong>de</strong> las memorias, la memoria<br />

<strong>de</strong> la patria, que es la misma que, guardadas<br />

proporciones, inspira estas palabras para<br />

que sean fecundas, y en la medida <strong>de</strong> mis fuerzas<br />

vengan a engrosar el caudal <strong>de</strong> energías que<br />

por la patria y para la patria han querido encauzar<br />

los espíritus altos y <strong>de</strong>sinteresados <strong>de</strong><br />

los directores <strong>de</strong> Cultura, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta tribuna que<br />

levantó con nobles fines la mano generosa y la<br />

mente comprensiva <strong>de</strong> don Santiago Samper.<br />

*<br />

* . *<br />

Tratemos <strong>de</strong> fijar ante todo lo que se entien<strong>de</strong><br />

por <strong>Sabana</strong> <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>, y para ello no vamos<br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong>-2<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


18<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

al concepto geográfico, que es bien claro y conocido.<br />

Para un calentano o para un individuo que no<br />

sea bogotano, la <strong>Sabana</strong> es toda la extensión <strong>de</strong><br />

la altiplanicie, sin <strong>de</strong>scontar las la<strong>de</strong>ras que se<br />

confun<strong>de</strong>n con la cordillera, y los valles como<br />

el <strong>de</strong> Sopó, <strong>La</strong> Calera y Tabio. Pero un bogotano<br />

no dice: voy a la <strong>Sabana</strong>, sino cuando se dirige<br />

al occi<strong>de</strong>nte, es <strong>de</strong>cir, a la parte más fértil<br />

<strong>de</strong> la planicie, y así parece enten<strong>de</strong>rla en general<br />

el mismo sabanero, para el cual la <strong>Sabana</strong><br />

significa lo que ellos llaman el riñón, lo que<br />

ro<strong>de</strong>a en varias leguas a la redonda a Punza,<br />

la antigua capital .<strong>de</strong> los chibchas; y ciertamente,<br />

en esa región es don<strong>de</strong> las costumbres<br />

sabaneras han estado más caracterizadas y el<br />

tipo <strong>de</strong>l orejón se ha conservado física y mo­<br />

ralmente más fijo. Nosotros preferimos, sin<br />

<strong>de</strong>spreciar este distingo, que tiene su razón <strong>de</strong><br />

ser, aceptar como <strong>Sabana</strong> lo que los <strong>de</strong> fuera<br />

<strong>de</strong> ella entien<strong>de</strong>n por tal, lo que, la visera <strong>de</strong>l<br />

casco y la <strong>de</strong>l espíritu levantadas, abarcó la vis­<br />

ta <strong>de</strong>l gran A<strong>de</strong>lantado; haciendo constar la<br />

distinción sutil e inteligente <strong>de</strong> don Diego Suá-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 19<br />

rez, quien, aludiendo a la belleza <strong>de</strong>l norte con<br />

sus aguas puras, sus arboledas y su variedad<br />

<strong>de</strong> paisajes, y a la <strong>de</strong>sapaci-ble fertilidad <strong>de</strong>l occi<strong>de</strong>nte,<br />

sintetizó, no sin ironía <strong>de</strong> propietario<br />

<strong>de</strong> la primera <strong>de</strong> estas regiones, así: "el norte<br />

para la gente, el occi<strong>de</strong>nte para los animales".<br />

Encuadra en este capítulo otra <strong>de</strong>finición<br />

cuya espiritualidad y precisióa no sorpren<strong>de</strong>rán<br />

a nadie al dar a conocer el autor. Usando<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> lunes inmancable <strong>de</strong> todo buen<br />

sabanero, solía yo concurrir hacia las medias<br />

tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tales días a hacer tertulia a Jorge<br />

Pombo en su libr·ería, un rincón <strong>de</strong> los más bogotanos<br />

<strong>de</strong> este <strong>Bogotá</strong>, que ya no nos <strong>de</strong>jan<br />

saborear los pitos <strong>de</strong> los automóviles. En cierta<br />

ocasión, en medio <strong>de</strong> aquella sensación <strong>de</strong> paz.<br />

especial que sólo dan las bibliotecas, me contó,<br />

riéndose, que era dueño <strong>de</strong> una hacienda por<br />

allá entre Tabio y Tenjo, y que si yo quería tomarla<br />

en arrendamiento. Con esa avi<strong>de</strong>z <strong>de</strong><br />

potreros y más potreros que sin otro objeto que<br />

el <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r dinero y hacer jornadas intermi­<br />

nables, con esa perenne escasez <strong>de</strong> pastos que<br />

aqueja eternamente a todo orejón que se esti-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA<br />

zorro y el venado; <strong>de</strong>l páramo bajan los yugos<br />

.<strong>de</strong> susca, las cabezas y los timones clásicos <strong>de</strong><br />

los arados <strong>de</strong> eh uzo; en los páramos se crían y<br />

se educan los bueyes que no mienten ni por<br />

la pezuña ni por el cacho; por sus pendientes<br />

rueda el humus a enriquecer la planicie, sus<br />

matorrales abrigan las aguas que bajan a fe­<br />

cundarla; al amparo <strong>de</strong> sus breñas dispara el<br />

cazador convertido en guerrillero, el guasca y<br />

el sopó confundidos bajo una misma ban<strong>de</strong>ra<br />

dan caza al que reputan enemigo <strong>de</strong> su fe, con .<br />

el mismo natural compañerismo con que batieron<br />

ayer el monte en persecución <strong>de</strong>l animal<br />

dañino que holló su sembrado o mermó su rebaño.<br />

Los páramos guardan mejor que la lla­<br />

nura la común poesía, las leyendas, la pureza<br />

<strong>de</strong>l idioma, la raza. Allí encontrais <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

una recua <strong>de</strong> mulas la cara fosca <strong>de</strong> un contra­<br />

bandista que os traslada a la aparición <strong>de</strong>l cuar­<br />

to acto <strong>de</strong> Canuen ; en la primera revuelta <strong>de</strong>l<br />

cami no, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un mostrador, se ríen <strong>de</strong><br />

vuestra fi gura unas mozas como aquellas que,<br />

apretando los dientes, calzarán las espuelas a<br />

Don Quijote en la ·consabida venta; más allá<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


22<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

un grupo <strong>de</strong> jayanes que juegan alegremente<br />

al turmequé os recuerdan a los malsines que<br />

mantearon a Sancho. Todo lo mismo en la lla­<br />

nada que en el monte, pero más marcado en<br />

éste por el menor contacto con los centros<br />

gran<strong>de</strong>s. Allí hallamos el idioma como lo <strong>de</strong>jaron<br />

los conquistadores, y es una gloria oír en<br />

pleno cerro que una vieja os saluda con una<br />

salutación castellana <strong>de</strong>l siglo XVI y que usa<br />

verbos como coi'Umbrar, y que el gañán que<br />

guía los bueyes en la huerta habla <strong>de</strong> la besana,<br />

término que ya no vemos sino en poesía tal<br />

cual vez, y llama melgas a los surcos iguales en<br />

don<strong>de</strong> ha <strong>de</strong> caer el trigo, lo mismo que llaman<br />

a los gemelos en Castilla, y que el chino que<br />

pone en zoga al toro le nombra manso como<br />

le dijeron Lope y Cal<strong>de</strong>rón .<br />

•<br />

"' .<br />

¿En qué medida y en qué forma ha inter­<br />

venido la <strong>Sabana</strong> en nuestra vida pública?<br />

El sable conquistador interrumpe bruscamente<br />

la vida chibcha. De la historia <strong>de</strong> ese pue-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 23<br />

blG .. el tercero en or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> civilización pre­<br />

hispánica, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que resta apenas la<br />

parte legendaria, o a lo menos es ésta la que<br />

mejor tenemos por ser la más hermosa. Nadie<br />

ignora su ex91icación <strong>de</strong>l cataclismo prehistórico:<br />

Huitacá, mujer bellísima, genio malo, corrompió<br />

a los hombres, quienes olvidaron las<br />

enseñanzas <strong>de</strong> Bochica, el hombre blanco, <strong>de</strong><br />

larga barba que siglos antes había enseñado<br />

al pueblo a labrar la tierra, a construir casas,<br />

a tejer y teñir las mantas, a trabajar el oro, a<br />

regirse por leyes, a levantar el espíritu. Indignado<br />

por tal <strong>de</strong>svío el dios Chibchacum hizo<br />

crecer los ríos Sopó y Tibitó, inundando la <strong>Sabana</strong>,<br />

que quedó convertida en un inmenso<br />

lago. <strong>La</strong>s gentes huyeron a lo más alto <strong>de</strong> los<br />

montes y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí, hambreados y <strong>de</strong>snudos,<br />

imploraron el auxilio <strong>de</strong> Bochica, quien, compa<strong>de</strong>cido,<br />

apareció una tar<strong>de</strong> sobre el arco iris y<br />

con su largo bordón <strong>de</strong> oro, el creador <strong>de</strong> la ci­<br />

Ja <strong>Sabana</strong> por el poniente y abrió paso a las<br />

aguas que siglos más tar<strong>de</strong> en su eterno correr<br />

y en aquel mismo sitio habían <strong>de</strong> besar tumultuosas<br />

y solemnes, las espuelas <strong>de</strong>l Vengador.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


24<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

<strong>La</strong> conquista <strong>de</strong>spojó a los indios <strong>de</strong> sus propieda<strong>de</strong>s,<br />

la colonia sancionó el <strong>de</strong>spojo <strong>de</strong>clarando<br />

oficialmente realengas las tierras conquistadas,<br />

y en 1590, bajo la presi<strong>de</strong>11cia <strong>de</strong> don<br />

Juan Antonio González, principiaron a otorgar­<br />

se escrituras <strong>de</strong> venta <strong>de</strong> las tierras <strong>de</strong> que el<br />

rey <strong>de</strong> España se hacía here<strong>de</strong>ro por procedimiento<br />

tan inicuo como poco extraño en esa<br />

época ( 1).<br />

Fundáronse las gran<strong>de</strong>s encomiendas; pero<br />

hay que confesar que los monarcas españoles<br />

hicieron cuanto pudieron para proteger a los<br />

indios <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la situación creada por los<br />

acontecimietos y que la Encomienda, a lo menos<br />

en la <strong>Sabana</strong>, fue tornándose con el andar<br />

<strong>de</strong>l tiempo en algo patriarcal.<br />

No pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse que la <strong>Sabana</strong> en sí<br />

prestara un contingente <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>ración a la<br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia; en esto aparece unida a <strong>Bogotá</strong>,<br />

pues los propietarios eran los gran<strong>de</strong>s seña-<br />

(1) Consi<strong>de</strong>ro errónea esta apreciación <strong>de</strong> la primera edi­<br />

ción. El presi<strong>de</strong>nte González quiso precisamente remediar<br />

abusos anteriores. (N. <strong>de</strong>l A.).<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 25<br />

res bogotanos (los Gutiérrez, los Lozanos, etc.).<br />

El pueblo fue indiferente. El orejón gusta poco<br />

<strong>de</strong> salir <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong>. Apenas aparecen unos<br />

cuantos hombres venidos <strong>de</strong> Soacha y Bosa en<br />

los días siguientes al 20 <strong>de</strong> julio, el célebre es­<br />

cuadrón <strong>de</strong> sabaneros mandado por don Pan­<br />

taleón Gutiérrez, señor <strong>de</strong> la Herrera, y luégo<br />

vemos las milicias sabaneras correteando por<br />

las haciendas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>hesa <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong> a la zaga<br />

<strong>de</strong> los brillantes e ineptos caballeros <strong>de</strong> San<br />

Fernando cuando la semirreación realista <strong>de</strong><br />

1814, y esfumarse luégo mayordomos y peones<br />

bajo el terror, mientras sus altivos señores morían<br />

gallardamente en los patíbulos <strong>de</strong> <strong>La</strong> Huer­<br />

ta <strong>de</strong> Jaime y <strong>de</strong> la plazuela <strong>de</strong> San Francisco.<br />

Ciertamente que el campo limpio <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong><br />

no era el más propicio para guerrillear cuando<br />

las mejores tropas <strong>de</strong>l rey lo recorrían sin ce­<br />

sar y dominaban. Mas parece justo suponer que<br />

<strong>de</strong>bió <strong>de</strong> ser esa la época <strong>de</strong> las vacas goraas<br />

para el pancismo orejón. ¡Al fin solos! dirían<br />

los mayordomos, como sintieron los <strong>de</strong>pendientes<br />

<strong>de</strong>l comercio en los días siguientes a la batalla<br />

<strong>de</strong> Boyacá.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 27<br />

aparecer, por las vueltas .<strong>de</strong> la carretera, grupos<br />

<strong>de</strong> emigrantes, en algunos <strong>de</strong> los cuales <strong>de</strong>scubren<br />

familias conocidas <strong>de</strong> amos; señoras, niños,<br />

equipajes, escoltados por una partida armada<br />

en medio <strong>de</strong> la cual, exponente <strong>de</strong> cultura,<br />

<strong>de</strong>mostración viviente <strong>de</strong>l amor no <strong>de</strong>smentido<br />

<strong>de</strong> este pueblo a lo espiritual, a lo intelectual,<br />

va, tallada la figura por el pensamiento, el Presi<strong>de</strong>nte<br />

Madrid. Y en tanto que tras los cerros<br />

<strong>de</strong> oriente se pier<strong>de</strong> la tropa <strong>de</strong> Serviez llevando<br />

en alto-afirmación <strong>de</strong> un anhelo superior-la<br />

imagen <strong>de</strong> la Madre <strong>de</strong> Dios, abajo, por las cuchillas<br />

<strong>de</strong>l poniente, <strong>de</strong>saparece la escolta que<br />

guar.da al Presi<strong>de</strong>nte, y el sol <strong>de</strong> los venados, en<br />

el confín <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong>, parece presagiar la aurora<br />

<strong>de</strong>l Terror.<br />

Luégo las noticias <strong>de</strong> los lejanos campos <strong>de</strong><br />

batalla llegan tardías y apagadas a la <strong>Sabana</strong>,<br />

que vuelve a tomar su fisonomía habitual <strong>de</strong><br />

quietud e indiferencia, hasta que otra tar<strong>de</strong>,<br />

una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> agosto, ventosa y <strong>de</strong>spejada, la carretera<br />

vuelve a animarse súbitamente. A las<br />

haciendas <strong>de</strong> realistas, que son las más, han llegado<br />

postas precipitados a pedir los caballos<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


28<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

<strong>de</strong> los amos. Esta comitiva va menos pobre <strong>de</strong><br />

la que salió en mayo <strong>de</strong> 1816, es más numerosa,<br />

y a medida que avanza, va <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nándose, <strong>de</strong>sconcertándose<br />

hasta ser invadida por el pánico.<br />

El virrey Sámano parece comunicar la intranquilidad<br />

<strong>de</strong> su conciencia turbada a toda<br />

su comitiva.<br />

El presi<strong>de</strong>nte Madrid, <strong>de</strong>sconocido, con un<br />

jirón <strong>de</strong> autoridad apenas, oyendo zumbar a su<br />

alre<strong>de</strong>dor la más dura <strong>de</strong> las palabras, presen­<br />

taba en 1816, en medio <strong>de</strong> su pobre escolta, el<br />

aspecto sereno que trasparenta una vida interior<br />

intensa y levantada; su alma iba rota por<br />

la tristeza, pero su conciencia estaba intacta, su<br />

i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> patriota quedaba en pie.<br />

Como las <strong>de</strong> Sancho, las alforjas <strong>de</strong>l virrey<br />

iban bien provistas; sus alabar<strong>de</strong>os y sus cazadores<br />

le respetaban aun; pero el vencedor en la<br />

Cuchilla <strong>de</strong>l Tambo miraba sin cesar hacia<br />

atrás como si los espectros sangrientos <strong>de</strong> sus<br />

víctimas le persiguieran.<br />

<strong>La</strong> creación <strong>de</strong> las milicias <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong> a<br />

raíz <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia fue una<br />

verda<strong>de</strong>ra peste para la república; los orejones,<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


30<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

micírculo entre los pantanos <strong>de</strong> <strong>La</strong> Ramada y<br />

<strong>de</strong> Balsillas, y cuando el frenero grita "¡El Cerrito<br />

!", la curva ha terminado, y el famoso campo<br />

<strong>de</strong> batalla <strong>de</strong> El Santuario se ha cerrado.<br />

Debo ofen<strong>de</strong>r aquí la ilustración <strong>de</strong> muchos<br />

y <strong>de</strong> muchas <strong>de</strong> quienes recorren esa línea y en<br />

quienes estoy seguro no <strong>de</strong>spierta ese nombre<br />

y ese campo ninguna emoción, ninguna curiosi­<br />

dad, al <strong>de</strong>cirles que han <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñado el estudio<br />

<strong>de</strong> las cuestiones vinculadas a la tierra en que<br />

nacieron, a la tierra que les sustenta y que,<br />

cuando, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>jado en el exterior<br />

los cuartillos heredados, vuelven averiados y escépticos,<br />

les cura el alma con el olor acre <strong>de</strong> sus<br />

barbechos y el sano olor <strong>de</strong> los corrales y el<br />

perfume <strong>de</strong> la ruda y la altamisa pisoteada por<br />

el ganado.<br />

Y no es que yo quiera llamar a nadie igno­<br />

rante; no, todos ellos y ellas han recorrido <strong>de</strong>­<br />

votamente los más célebres campos <strong>de</strong> las gue­<br />

rras napoleónicas, a ninguno falta en su vitrina<br />

un retacito, más o menos apócrifo, <strong>de</strong>l conociio<br />

redingote gris. Pero el campo <strong>de</strong> El Santuario,<br />

como el <strong>de</strong> <strong>La</strong> Culebrera que, evocando el lan-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 31<br />

zón <strong>de</strong> N e ira, se presenta sombrío, trágico; un<br />

poco más abajo, a la <strong>de</strong>recha, ambos al alcance<br />

<strong>de</strong> nuestras manos, nos son tan indiferentes,<br />

nos dicen tan poco como el Salto <strong>de</strong> Tequendama<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> cualquier cascadita suiza.<br />

<strong>La</strong> batalla <strong>de</strong> El Santuario, en que culminó<br />

aquella revuelta, no sólo por su escenario, sino<br />

por todos sus aspectos, fue genuinamente saba­<br />

nera. El conocimiento <strong>de</strong>l terreno, el hábil manejo<br />

<strong>de</strong>l caballo y el empleo <strong>de</strong>l rejo <strong>de</strong> enlazar<br />

dieron a los jinetes sabaneros puesto preferente<br />

en aquella función <strong>de</strong> armas. Desgraciadamente<br />

la hidalguía no brilló en aquella ceñuda<br />

tar<strong>de</strong> en las lanzas sabaneras, que se cebaron<br />

cobar<strong>de</strong>mente en los vencidos.<br />

Don José María <strong>de</strong> <strong>La</strong>serna, señor <strong>de</strong>l feudo<br />

<strong>de</strong> Guachancío en el término <strong>de</strong> Zipaquirá, pobló<br />

la mente <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong> con su inquietud<br />

constante, con sus correrías atrevidas en busca<br />

<strong>de</strong> enemigos que levantar contra el presi<strong>de</strong>nte<br />

Santan<strong>de</strong>r. Comprometido en la conjuración <strong>de</strong><br />

Sardá, escapa al banquillo y por más <strong>de</strong> dos<br />

afios constituye la pesadilla <strong>de</strong>l gobierno. Está<br />

su cabeza pregonada; y una noche, en oscura<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 33<br />

es hecho prisionero en los montes <strong>de</strong> Carupa.<br />

"Ayer fue día <strong>de</strong> pelear como caballero, hoy<br />

es día <strong>de</strong> morir como cristiano", <strong>de</strong>bió pensar<br />

este soberbio ejemplar <strong>de</strong> la sangre española<br />

en América, cuando, al salir días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

capilla para el cadalso, estrecharon sus manos<br />

firmes el Cristo <strong>de</strong>l perdón.<br />

Al evocar nosotros en un mismo recuerdo la<br />

gran palabra <strong>de</strong>l comunero Padilla a 1 uan Bra­<br />

vo, su compañero <strong>de</strong> martirio, y la memoria <strong>de</strong><br />

este señor sabanero <strong>de</strong> horca y cuchillo, cuyas<br />

i<strong>de</strong>as están a mil leguas <strong>de</strong> las nuéstras, sólo<br />

hemos querido señalar un ejemplo <strong>de</strong> la unidad<br />

<strong>de</strong> la raza a través <strong>de</strong> las eda<strong>de</strong>s y a pesar<br />

<strong>de</strong> las distancias.<br />

En este tipo <strong>de</strong> hombre, <strong>de</strong>saparecido en la<br />

<strong>Sabana</strong>, con sus errores y sus faltas, dominaba<br />

una po<strong>de</strong>rosa corriente <strong>de</strong> energía que, como<br />

tantas otras en nuestro país se malgastó, falta<br />

<strong>de</strong> dirección y encauce. Pero al fin la había, en<br />

tanto que hoy, lo mismo en este valle <strong>de</strong> los<br />

Alcázares que nos sirve, más que <strong>de</strong> tema, <strong>de</strong><br />

pretexto, que en el resto <strong>de</strong>l país, esa virtud<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong><br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong>-3


34 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

varonil que forjó a nuestra patria en catorce<br />

años <strong>de</strong> duro batallar, y que alcanzó a penetrar<br />

en los primeros revueltos y amargos días<br />

<strong>de</strong> la república, esa virtud va en <strong>de</strong>rrota .<strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong>l viento que sopla <strong>de</strong>l norte, y como por<br />

un anhelo vil <strong>de</strong> servidumbre anticipada, la<br />

gente moza sobre todo, opone a la hermosa fórmula<br />

<strong>de</strong> Descartes: ''Pienso, luego soy", la síntesis<br />

<strong>de</strong> vida pancista que oímos diariamente al<br />

orejón cuando, limpiándose el hirsuto bigote<br />

con el canto <strong>de</strong> la ruana, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l suculento<br />

<strong>de</strong>sayuno, exclama con beatitud: "¡barriga<br />

llena aguanta azote!"<br />

<strong>La</strong> guerra <strong>de</strong>l 40 apenas toca a la <strong>Sabana</strong> con<br />

la batalla <strong>de</strong> Buenavista al pie <strong>de</strong>l cerro <strong>de</strong> <strong>La</strong><br />

Culebrera. Esta revolución presenta un aspecto<br />

más trágico, más adusto que todas las <strong>de</strong>más.<br />

<strong>La</strong> pasión política alcanzó durante ella su tono<br />

más subido. En ninguna <strong>de</strong> nuestras revoluciones<br />

se ha ahorrado menos la sangre <strong>de</strong> los prisioneros.<br />

Contraste curioso hace con ella la revuelta<br />

<strong>de</strong>l 54. En ambos campamentos asumió<br />

ésta un amable carácter <strong>de</strong> juerga, que se mezcló<br />

constantemente a la gravedad inherente a<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


36<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

pu,esto usted con lo que ha hecho?" Y como<br />

el jinete <strong>de</strong>l caballo zaino, <strong>de</strong>sconcertado, tardara<br />

en respon<strong>de</strong>r, .díjole el bohemio: "Si ésta<br />

es una verda<strong>de</strong>ra revolución, regresemos a <strong>Bogotá</strong><br />

ahora mismo a quemar los archivos <strong>de</strong> las<br />

N atarías para hacer una nueva repartición <strong>de</strong><br />

la propiedad, porque la actual no me satisface".<br />

Mas como el general no aceptara la propuesta,<br />

el tronera, que no tenía nada <strong>de</strong> ministro a lo<br />

Rey que rabió, presentó aquel mismo día su<br />

renuncia irrevocable.<br />

El general Melo era, ante todo y sobre todo,<br />

un gran jinete; <strong>de</strong> ahí su popularidad en la <strong>Sabana</strong>.<br />

A nadie cedió él el cuidado <strong>de</strong> sus caballos<br />

y <strong>de</strong> sus arreos. Por no exponerlos a las<br />

plagas <strong>de</strong> las tierras calientes no se movió <strong>de</strong><br />

la altiplanicie en los ocho meses que duró la<br />

guerra, y este amor fue su perdición. Facatativá,<br />

don<strong>de</strong> las aguas y los pastos son buenos,<br />

fue su Capua, y cuando por todos los puntos<br />

le cerraron las tropas constitucionales, apenas<br />

presentó tímidamente sus caballerías renombradas<br />

en los llanos <strong>de</strong> Chamicera. El 4 <strong>de</strong> diciemtre,<br />

al sentirse abandonado, perdido, bajó las<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 37<br />

escaleras <strong>de</strong> su cuartel <strong>de</strong> San Francisco, las<br />

mismas que todas las mañanas subía el zaino<br />

para mirarse en el espejo <strong>de</strong> su amo, y mató a<br />

sus caballos favoritos con su propia mano. Luégo<br />

trepó a la glorieta. Por sobre el humo <strong>de</strong>l<br />

combate echó una última mirada cariñosa y<br />

honda a la <strong>Sabana</strong>, nodriza <strong>de</strong> sus buenos ca­<br />

ballos, sobre cuyo piso blando y elástico se<br />

resorta y se hamaquea el potro fino con la sua­<br />

vidad <strong>de</strong> una berlina, a esa <strong>Sabana</strong> que engarzó<br />

a la corona española un puñado <strong>de</strong> jinetes caballeros<br />

en corceles árabes, acabados <strong>de</strong> aban­<br />

donar por los moros en las <strong>de</strong>hesas <strong>de</strong> la sierra<br />

<strong>de</strong> Córdoba y <strong>de</strong> la vega <strong>de</strong> Granada, antepasados<br />

lejanos <strong>de</strong> su zaino y <strong>de</strong> su overo . .. y li­<br />

bre ya <strong>de</strong>l mayor <strong>de</strong> los temores que aflige a<br />

todo montador <strong>de</strong> sangre: que un chambón pueda<br />

usar <strong>de</strong> sus cabalgaduras, izó ban<strong>de</strong>ra blanca<br />

y se entregó sin condiciones al enemigo.<br />

*<br />

* *<br />

Diví<strong>de</strong>se la <strong>Sabana</strong>, y así ha sido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />

se creó la Encomienda, en tres clases, que <strong>de</strong><br />

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LA SABANA DE BOGOTA .. 39<br />

Todo orejón es sabanero, pero no todo sabanero<br />

es orejón. Este se recluta siemp11e en la<br />

propia <strong>Sabana</strong>, muchas v·eces sale <strong>de</strong> entre la<br />

misma penada. Los ascensos <strong>de</strong> su carrera no<br />

están sometidos a regla alguna, parece que la<br />

tierra misma <strong>de</strong>l barbecho los brotara, cuando<br />

no <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong> una larga línea <strong>de</strong> pequeños<br />

propietarios que arraiga en alguna bastardía <strong>de</strong><br />

encomen<strong>de</strong>ro colonial, y que ha sabido mantener<br />

su equilibrio fiscal a costa <strong>de</strong> sus propias<br />

necesida<strong>de</strong>s, como <strong>de</strong>cía <strong>de</strong> ellos el arzobispo<br />

Mosquera, y su equilibrio social recelando siempre<br />

<strong>de</strong> la letra que mata ... y <strong>de</strong>l espíritu que<br />

vivifica. Cuando el orejón no tiene este origen<br />

tradicional y como nobiliario en su clase, y como<br />

toda clase se renueva por sí misma para no<br />

perecer, entonces surge, apoyado por el amo<br />

en apariencia, por sí mismo y por la opinión<br />

pública en realidad, porque así como la <strong>Sabana</strong><br />

es por ciertos lados completament·e aristocrática,<br />

y a pesar <strong>de</strong> que todos estamos tan convencidos<br />

<strong>de</strong> nuestro po<strong>de</strong>r, la autoridad <strong>de</strong>l amo<br />

que regresa en tren <strong>de</strong> cinco a dormir ·en casa<br />

alumbrada por electricidad, es la nominal, o a<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


40<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

lo menos tiene un <strong>de</strong>scuento consi<strong>de</strong>rable <strong>de</strong>­<br />

lante <strong>de</strong> la peonada que da <strong>de</strong> su seno al ma­<br />

yordomo, en quien resi<strong>de</strong> la efectividad .<strong>de</strong>l<br />

mando. Un muchacho más astuto, más listo se<br />

señala a las miradas <strong>de</strong>l patrón; la peonad:t le<br />

obe<strong>de</strong>ce con facilidad, porque él sabe captársela<br />

primero y hacerse temer <strong>de</strong>spués, cuando ya<br />

está asegurado, y esta facilidad para servir <strong>de</strong><br />

intermediario y el conocimiento que <strong>de</strong>1 amo<br />

ha ido adquiriendo el candidato en las caminatas<br />

en que ha cabalgado a su lado revolviendo<br />

el potro <strong>de</strong> que se espera mucho, le llevan tar<strong>de</strong><br />

o temprano a empuñar el guayacán, símbolo <strong>de</strong><br />

autoridad indiscutible. El mayordomo sale siem­<br />

pre <strong>de</strong>l chalán, porque el caballo goza <strong>de</strong> un<br />

raro privilegio en la <strong>Sabana</strong>; sin su concur5o<br />

no se pue<strong>de</strong> ser nada, el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> usarlo y<br />

<strong>de</strong> tener disposiciones para manejarlo consti­<br />

tuyen los primeros escalones -<strong>de</strong>l futuro encum­<br />

bramiento <strong>de</strong>l chino.<br />

El mayordomo <strong>de</strong>pendiente o in<strong>de</strong>pendizado<br />

es el orejón puro que ha <strong>de</strong> afirmar su posidón<br />

haciendo que su mujer ponga tienda <strong>de</strong> chi··<br />

che ría entre el pueblo y la hacienda, y ¡ay! <strong>de</strong>l<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 41<br />

<strong>de</strong>sgraciado que no consuma allí la fácora. Y<br />

más tar<strong>de</strong>, rubicundo, tierroso, inexpresivo,<br />

cambiaba la silla chocontana por d galápago<br />

poltrón y no montando sino en bestia mansa,<br />

y no tomando sino cerveza <strong>de</strong> cabuya, levan­<br />

tará en la plaza <strong>de</strong>l pueblo una casa <strong>de</strong> dos pi­<br />

sos, <strong>de</strong> un gusto pesado, chillón, toscano, si<br />

toscano viniera <strong>de</strong> tosco como lo aseguraba uno<br />

<strong>de</strong> ellos. Estropeará constantemente el idionm<br />

por hablar fino, llamando matanceros a los car­<br />

niceros, zapatistas a los zapateros, carreros a<br />

los carreteros, dirá auriga por cochero, semanual<br />

por semanal. Si es conservador mandará<br />

un hijo al Seminario, y si liberal, a la Republicana.<br />

Al morir, le harán entierro a toda orquesta<br />

y en cajón <strong>de</strong> agujetero, y seguido por<br />

los hijos y yernos que no verán la hora <strong>de</strong> re­<br />

partirse las hanegas <strong>de</strong> tierras <strong>de</strong> sembradura,<br />

no para comprar libros <strong>de</strong> caballería, sino para<br />

venirse a cachaquear al barrio <strong>de</strong> San Victorino,<br />

bajará a la tumba sobre la cual no sé yo qué<br />

sea más justo grabar, si el conocido epitafio <strong>de</strong><br />

El Mosaico:<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


42<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

¿Pensáis viajero que bajo esta losa<br />

se oculta humana carne, humano hueso?<br />

Pues te engañas, lo que hay es otra cosa,<br />

habas, chicha y ají, turmas y queso.<br />

o la frase que a uno <strong>de</strong> ellos, seducido por la belleza<br />

<strong>de</strong> aquel célebre epitafio: "Yo no estoy<br />

todo aquí", lo hizo parodiar para la suya así:<br />

"Aquí no hay nadie".<br />

Y en esta manera <strong>de</strong> subir la marea en la sociedad<br />

sabanera es la altiplanicie miniatura <strong>de</strong><br />

la colonia, copia <strong>de</strong> su here<strong>de</strong>ra la república.<br />

<strong>La</strong>s gentes <strong>de</strong> las clases altas creen que son la<br />

clase dirigente, como creía el rey <strong>de</strong> España que<br />

sus ór<strong>de</strong>nes se cumplían <strong>de</strong> este lado <strong>de</strong>l Atlántico.<br />

El gamonal, el político profesional que<br />

alternativamente halaga y amedrenta a quienes<br />

forman la carne <strong>de</strong> urna electoral, posee la<br />

realidad <strong>de</strong> la influencia política creando una<br />

especf.e <strong>de</strong> :costra que se interpone entre la<br />

capa superior más ilustrada, mejor intencionada,<br />

pero menos activa, y la inferior, brazo, energía<br />

latente, agua pura que se .<strong>de</strong>sperdicia como<br />

las aguas mal dirigidas en nuestros campos.<br />

Cuando el orejón trata <strong>de</strong> salirse <strong>de</strong> su clase<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 43<br />

para volverse cachaco, pier<strong>de</strong> lo bueno <strong>de</strong>l pri­<br />

mero y gana lo malo <strong>de</strong>l segundo; así como el<br />

sabanero que se orejoniza sólo logra encanaliarse.<br />

Es el fracaso eterno <strong>de</strong> los imitadores,<br />

mientras más ruedan más se <strong>de</strong>bilita su personalidad,<br />

<strong>de</strong> suyo frágil <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego que carece<br />

<strong>de</strong> sello propio. Un orejón inteligente y malicioso<br />

mostró la vani.dad y <strong>de</strong>finió exactamente<br />

la primera <strong>de</strong> estas transiciones así: "Cuando<br />

me pongo cubilete y levita en la capital y salgo<br />

persuadido <strong>de</strong> que nadie me conoce, encuentro<br />

que a los pocos pasos me <strong>de</strong>tienen los ven<strong>de</strong>dores<br />

ambulantes para ofrecerme estribos y<br />

frenos".<br />

El orejón que se sale <strong>de</strong> su clase falseando<br />

el concepto <strong>de</strong> la posición, prostituye su vida<br />

y sacrifica la armonía <strong>de</strong> su hermosa existen­<br />

cia campesina al ídolo <strong>de</strong> barro <strong>de</strong> una posición<br />

ficticia. Mas no todos obran así. Hay otros que<br />

tienen el sentido <strong>de</strong> las proporciones, un instinto<br />

seguro <strong>de</strong> las cosas le sostiene y les guía,<br />

un amor sincero <strong>de</strong>l campo les hace compren<strong>de</strong>rlo<br />

y <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar orgullosamente las intrigas<br />

que se ur<strong>de</strong>n en las calles barrialosas <strong>de</strong> los<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


44<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

villorrios. Orbajosas todas, que recuerdan a la<br />

Orbajosa tipo, que inmortalizó Galdós en Doña<br />

Perfecta. Estos, como los otros a su manera,<br />

se resienten <strong>de</strong> su origen. Han ascendido por<br />

la lealtad, por la honra<strong>de</strong>z son los <strong>de</strong>l sentido<br />

común, los que a cada frase sueltan un refrán,<br />

los que no han maleado el lenguaje ni el alma<br />

en la taberna; los que no reniegan <strong>de</strong> la silla<br />

chocontana, ni usan ruana <strong>de</strong> paño; los que se<br />

alegan cuando los amos vienen a la hacienda,<br />

porque así hay más respeto; los que invocan,<br />

siempre a San Felipe Santiago al poner todas<br />

las mañanas el pie en el estribo, y a la Virgen<br />

<strong>de</strong> Chiquinquirá cuando el caballo tropieza;<br />

los que no cambian el reloj formado por las<br />

constelaciones en las noches, y en el día por la<br />

sombra <strong>de</strong> los árboles sobre el barbecho, por<br />

un juguete <strong>de</strong> metal. Esos, los que se levantan<br />

hasta el último día con el primer canto <strong>de</strong>l ga­<br />

llo que duerme en el cerezo vecino, y se acues­<br />

tan Gon las gallinas, y enyugan cuando en cierta<br />

zona <strong>de</strong>l cielo aparece el Güeyero, que así nom­<br />

bran al lucero <strong>de</strong> la mañana, igual que le nom­<br />

braron millares <strong>de</strong> siglos antes <strong>de</strong> que viniera<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 45<br />

Cristo los pastores cal<strong>de</strong>as. Ellos, los que <strong>de</strong>tienen<br />

en nuestros labios la maldición <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> la cosecha exigua, diciéndonos con piadosa<br />

sabiduría: "Lo que Dios da, bendito está".<br />

Ellos, minoría inconsciente, mantienen la tradición<br />

sana <strong>de</strong> esta llanura y guardan su belleza<br />

y su poesía al lado <strong>de</strong> la mudanza <strong>de</strong> las<br />

ciuda<strong>de</strong>s. Gabino, el que <strong>de</strong> chino llevó las cargas<br />

<strong>de</strong>l último virrey a Honda; Mauricio, el que<br />

perdió el índice cogido entre el rejo y la cabeza<br />

<strong>de</strong> la silla al arcionar un potro latorruno en<br />

pleno llano; y Manuel, y Gregario, y Ambrosio,<br />

y Juan Antonio que se han disputado el toro<br />

en los encierros, y se han cubierto la cabeza,<br />

limpia <strong>de</strong> libros, con el pañuelo rabo <strong>de</strong> gallo<br />

que <strong>de</strong>ja asomar por <strong>de</strong>bl:!jO <strong>de</strong>l jipa dos como<br />

enormes orejas <strong>de</strong> conejo a que <strong>de</strong>ben su apodo<br />

colectivo.<br />

Hay otra manera <strong>de</strong> obrarse la transición <strong>de</strong><br />

que hemos hablado. Acomete esta tentación hacia<br />

sus veinte años a los hijos <strong>de</strong> orejones que<br />

ya han sentado plaza entre los propietarios, y<br />

se <strong>de</strong>sarrolla la ·enfermedad por los meses <strong>de</strong><br />

diciembre y enero cuando al pueblo vecino \


46<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

nen a veranear familias <strong>de</strong>l high <strong>de</strong> la capital.<br />

En la primera salida <strong>de</strong> misa el corazón <strong>de</strong> nues­<br />

tro hombre queda en el sitio. <strong>La</strong> beldad oficial<br />

<strong>de</strong> la comparsa veraneante, la que tiene más<br />

novios, le ha <strong>de</strong>jado, bajo el árbol secular <strong>de</strong><br />

la plaza, más herido que un San Sebastián.<br />

Como en el verso <strong>de</strong> Flórez,<br />

Algo se muere en mí todos los días ...<br />

algo tratará el pobre muchacho <strong>de</strong> matarse en<br />

él todos los días, <strong>de</strong>sd.e aquel instante. Queda<br />

fuera <strong>de</strong> este cuadro el <strong>de</strong>scribir las torturas<br />

que sufre nuestro hombre al pasar <strong>de</strong> su edad<br />

<strong>de</strong> piedra a la <strong>de</strong> bronce. Sólo sabemos que quince<br />

o veinte años <strong>de</strong>spués le encontramos casado<br />

con alguna jamona bogotana, caso <strong>de</strong>sesperado,<br />

que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un trabajo <strong>de</strong> triangulación<br />

<strong>de</strong> seis u ocho diciembres le ha puesto la suave<br />

coyunda y luégo <strong>de</strong> arrastrarlo por todas las ca·<br />

pitales europeas numerado, rotulado, humilla­<br />

do, <strong>de</strong>spués .<strong>de</strong> haber ocultado que es colombia­<br />

no en todos los restaurantes, <strong>de</strong> haberse exhibido<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> todos los rastas <strong>de</strong>l mundo enfundado<br />

en un palet0 que le hace suspirar por<br />

la amplitud <strong>de</strong> movimiento que permite la rua-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 47<br />

na y la diversidad <strong>de</strong> usos a que se presta este<br />

abrigo cuya invención -tan alto así es su origen-<br />

atribuían los chibchas a Bochica. Esa<br />

ruana en que se ingertó el capote <strong>de</strong> monte<br />

castellano y la manta andaluza, y en cada región<br />

<strong>de</strong> nuestra América toma un aspecto peculiar:<br />

en Méjico, el sarape blanco con franjas<br />

azules o rojas, en forma <strong>de</strong> casulla; en el Ecuador,<br />

enorJlle y con fleco <strong>de</strong> un lado, a la manera<br />

<strong>de</strong> las mantas andaluzas; en la Argentina y<br />

Chile, el poncho; en Pasto, la ruana gran<strong>de</strong><br />

pero sin fleco, <strong>de</strong> una trama que resiste todos<br />

los embates, <strong>de</strong> combinaciones <strong>de</strong> colores extravagantes<br />

y fuertes; ligera, pequeña, blanca,<br />

listada <strong>de</strong> rojo, con usos <strong>de</strong> abanico, en las<br />

tierras calientes. En los Llanos, el bayetón que<br />

se echa con garbo a la usanza andaluza y se abre<br />

con presteza, escudo flexible, para hacer frente<br />

al toro que ya toca el anca <strong>de</strong>l potro. Y en<br />

nuestro interior la jerga tasqueña enteriza, teñida<br />

<strong>de</strong> colores oscuros fijados por los indios<br />

con tintas in<strong>de</strong>lebles, y la Samacá, y la Simijaca,<br />

carmelitas o grises al natural, olorosas a<br />

vellón recién esquilado, que tienen su lengua-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 49<br />

En la ruana vieja <strong>de</strong> la casa se envuelve al<br />

recién nacido <strong>de</strong> preferencia:<br />

Nace uno chiquitico,<br />

feo como una rana,<br />

y <strong>de</strong>l primer tacazo<br />

lo envuelven en la ruana,<br />

dice un cantar sabanero.<br />

Si en una hacienda hay a media noche peligro<br />

<strong>de</strong> ladrones, o la tierra tiembla, por ejemplo, al<br />

día siguiente al referir el caso no dice el campesino:<br />

me puse los pantalones y salí o me levanté<br />

y tomé uq arma, sino simplemente: me<br />

puse la ruana y salí; y no hay más, ya está el<br />

hombre completo, ya pue<strong>de</strong> verlo toda la <strong>Sabana</strong><br />

sin que su reputación pa<strong>de</strong>zca mengua. Y es<br />

que la última operación que ejecuta el orejón en<br />

el día es ten<strong>de</strong>r con amor, con <strong>de</strong>leite, bien <strong>de</strong>sdoblada,<br />

la ruana sobre las cobijas, y luégo sí se<br />

mete en la cama, y ya no hay frío, ni peligros, ni<br />

mala noche; en la ruana han quedado y le acompañan<br />

en la noche todas las sensaciones <strong>de</strong>l ,día.<br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong>-4<br />

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50<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

Se vuelve para un lado, y le viene el olor acre<br />

<strong>de</strong>l barbecho; para el otro, y el sudor <strong>de</strong>l potro<br />

que resistió <strong>de</strong> sol a sol bajo la silla, sin achajuanarse,<br />

y al llegar a la casa por la tar<strong>de</strong>, entra<br />

con más brío que con el que saliera en la maña­<br />

na . .. Y se duerme hasta que el toque <strong>de</strong>l cacho<br />

que anuncia el o<strong>de</strong>ño le <strong>de</strong>spierta ...<br />

Todo esto se agolpaba a la mente <strong>de</strong> nuestro<br />

pobre orejón <strong>de</strong>squiciado por una beldad bogo­<br />

tana al salir <strong>de</strong> la misa parroquial en una ma­<br />

ñana soleada <strong>de</strong> diciembre. j Ah! y su cuerpo ya<br />

entrado en la obesidad, lastimado por los fluces<br />

hechos sobre medidas, no podía <strong>de</strong>scansar a gusto<br />

en aquel catre <strong>de</strong> hotel parisiense. El sobretodo<br />

en que le tenían metido hasta las dos <strong>de</strong> la<br />

mañana oyendo mala música en cualquier café<br />

<strong>de</strong> mala muerte, no se pue<strong>de</strong> echar sobre el tendido<br />

porque se <strong>de</strong>f0rma y porque no abriga; y<br />

porque es mal visto . .. y porque apesta a nafta­<br />

lina y a perfumes baratos; pero nada <strong>de</strong> ruda, ni<br />

<strong>de</strong> altamisa, ni <strong>de</strong> poleo ...<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 51<br />

•<br />

• •<br />

Todo orejón es sabanero, pero no todo sabanero<br />

es orejón, dijimos arriba. El sabanero tampoco<br />

ha sido siempre enteramente el mismo, y<br />

presenta sus varieda<strong>de</strong>s y sus matices. Hay sí<br />

un fondo común <strong>de</strong> preocupaciones que abarca<br />

a toda la sociedad sabanera, en todas las épocas,<br />

que culmina en la madre <strong>de</strong> todas: el tiempo.<br />

El invierno y el verano; el último verano<br />

ha sido siempre el más largo, el más <strong>de</strong>sastroso<br />

<strong>de</strong> cuantos se han visto, el que tiene caracteres<br />

más alarmantes, no faltando quienes lleguen a<br />

negar la primacía al famoso <strong>de</strong>l 69. De allí se<br />

<strong>de</strong>rivan todas las <strong>de</strong>más preocupaciones: la plaza,<br />

la oferta y la <strong>de</strong>manda <strong>de</strong>l ganado <strong>de</strong> levan­<br />

te; las cosechas. Y como no hay estaciones, y<br />

como al <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> los más expertos en cada época,<br />

"están ahora muy variadas", el empirismo<br />

que conoce <strong>de</strong> cuándo va a llover, y si la lluvia<br />

es <strong>de</strong> invierno o <strong>de</strong> verano, y si el viento <strong>de</strong>l<br />

norte es el más seguro, y si va a seguir "eso"<br />

o no, todo esto viene a ser una ciencia muy<br />

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52<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

estimable y quienes la poseen alcanzan una superioridad<br />

incontestable.<br />

Es muy raro que un sabanero que no haya<br />

tenido origen en el orejón lleg ue a obtener lo<br />

que pudiéramos llamar diploma <strong>de</strong> experto en<br />

esta meteorología silvestre; y el intentar, como<br />

lo han hecho sabaneros leídos <strong>de</strong> la clase alta,<br />

reducir la atmósfera <strong>de</strong> la altiplanicie a leyes<br />

científicas basadas en observaciones minucio­<br />

sas, y en cálculos matemáticos, se traduce para<br />

éstos en consi<strong>de</strong>rable merma <strong>de</strong> prestigio <strong>de</strong>­<br />

lante <strong>de</strong> la orejonada clásica y <strong>de</strong> los sabane­<br />

ros orejonizantes. Así, el pluviómetro y el ba­<br />

rómetro son aparatos tan mal mirados por es­<br />

tos elementos, como los .dromedarios <strong>de</strong> don<br />

'.':rso Piedrahita por los caballos <strong>de</strong> Anapoima.<br />

(Bien distintos <strong>de</strong> los célebres caballos <strong>de</strong> Er­<br />

berfeld).<br />

Admite la clase alta sabanera, no dirigente<br />

porque la que realmente dirige es la media, la<br />

clasificación siguiente: el sabanero puro que<br />

mantiene la tradición y el equilibrio <strong>de</strong> su cla­<br />

se; el orejonizante, el neófito y el práctico, que<br />

llamaremos intruso.<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 53<br />

En el primer grupo se encuentran rara vez<br />

hombres menores .<strong>de</strong> cuarenta años, como diría<br />

el poeta,<br />

Allí no van los vanos.<br />

Generalmente integran este grupo quienes han<br />

pasado previamente por alguna <strong>de</strong> las crisis<br />

que suelen presentarse en los primeros· años .<strong>de</strong><br />

la carrera, y dotados <strong>de</strong> una personalidad fuerte,<br />

acaban tras ligeras <strong>de</strong>sviaciones por marcar<br />

un norte certero, sentando pie en el justo medio<br />

y formar siempre el núcleo <strong>de</strong> una minoría<br />

caballerosa y tradicional, sin pujos aristocráticos.<br />

Saben éstos distinguir entre las reformas<br />

utópicas y disparatadas y las racionales y factibles;<br />

entre el snobismo y el buen gusto. Ellos<br />

. no <strong>de</strong>rriban los cedros y nogales centenarios<br />

que hacen fondo a su heredad para ven<strong>de</strong>r tercios<br />

<strong>de</strong> leña; no cambian ellos el nombre <strong>de</strong> al­<br />

gún San Cayetano, San Cristóbal, San Vicente,<br />

varones que aparecen <strong>de</strong>svanecidos en el san­<br />

toral mo<strong>de</strong>rno, que llevaron tras <strong>de</strong> sí la fer­<br />

viente <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> los abuelos, y que distinguen<br />

la hacienda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempo inmemorial, por<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


TOMAS RUEDA VARGAS<br />

rótulos evocadores <strong>de</strong> batallas europeas, o, lo<br />

que es aún más edificante, <strong>de</strong> garitos interna­<br />

cionales; saben alzar lo bueno <strong>de</strong> lo artificial<br />

sobre la base inconmovible <strong>de</strong> lo natural, y<br />

adaptar lo a<strong>de</strong>cuado <strong>de</strong> lo extranjero a lo bue­<br />

no <strong>de</strong> lo raizal; guían el agua para dar fertilidad<br />

a su campo, fuerza a su molino, luz a su<br />

casa, sin fincar su ganancia en la ruina <strong>de</strong>l vecino.<br />

Dicen la verdad en perjuicio propio, en­<br />

señan objetivamente en su huerta cómo se me­<br />

joran los cultivos, y en su campo cómo se le­<br />

vantan las razas; el caballo que los llevó va­<br />

lientemente en su lozanía, muere en el potre­<br />

r.; <strong>de</strong> ceba antes que ser con<strong>de</strong>nado a la ver­<br />

güenza pública bajo la silla <strong>de</strong> un gitano. Mi­<br />

noría que tien<strong>de</strong> a <strong>de</strong>saparecer arrollada por<br />

la ola <strong>de</strong> un snobismo disfrazado <strong>de</strong> progresismo,<br />

ella guarda la tradición <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong> señorial,<br />

hospitalaria y magnífica, cuya síntesis,<br />

ausente <strong>de</strong> todo egoísmo, esculpiera un día so­<br />

bre la portada <strong>de</strong> Hato-Gran<strong>de</strong> el Benjamín <strong>de</strong><br />

los presi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>, en esta frase <strong>de</strong> la<br />

más pura sencillez latina : "Del general Santan­<br />

<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> sus amigos".<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 55<br />

Estos fueron muchos, casi todos, cuando Vergara<br />

y Vergara, en su primoroso artículo El<br />

Ultimo Abencerraje, trazaba lo que podríamos<br />

llamar la parábola <strong>de</strong>l buen sabanero en estas<br />

líneas·.<br />

"Cansado ya <strong>de</strong> poseer caballos indignos, me<br />

dirigí al señor Aquilino Quijano, dueño <strong>de</strong> San<br />

José, y le abrí mi corazón. Contéle todas mis<br />

cuitas, y le rogué que me vendiera un potro<br />

sin ninguna <strong>de</strong> las cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mis siete caballos:<br />

que no se cansara, que no diera salticos,<br />

que no fuese ni viejo ni mozo, ni tuviera<br />

mal <strong>de</strong> perros, ni fuese pasador, ni espantador,<br />

· ni alto, ni chico, ni castaño, ni moro, ni rucio,<br />

ni sogamoseño.<br />

"El me hizo ver una recogida <strong>de</strong> cien potros,<br />

y entre ellos un peceño, cuya figura parecía,<br />

como el clima <strong>de</strong> Popayán, inventada por los<br />

poetas. Ofrecí ciento cincuenta pesos; pero el<br />

dueño no quiso dármelo sino por ciento, y tuve<br />

que tomárselo por este precio. En seguida me<br />

exigió que se lo <strong>de</strong>jara allí para que lo amansara<br />

su chalán, y que no lo llevara hasta que no<br />

estuviera perfectamente manso y arreglado, y<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA<br />

tiempo", entendían por lealtad y por amístad:<br />

"Yo era un muchacho cuando estaba en la guerrilla<br />

<strong>de</strong> G:tasca q!.te mandaba el indio Manuel<br />

O bando; tras un reñido .encuentro hicimos<br />

buen número :le prisioneros. El coronel, como<br />

<strong>de</strong> costumbre, or<strong>de</strong>nó ponerles a todos la ca­<br />

chupina; me interesé por un joven Zornosa Cú­<br />

ya familia era amiga <strong>de</strong> la nuéstra, y el jefe<br />

consintió en <strong>de</strong>jarlo en cierta libertad en el<br />

campamento, bajo palabra <strong>de</strong> que no se fugaría;<br />

días <strong>de</strong>spués hicimos una entrada a <strong>Bogotá</strong>,<br />

aquélla en que nos sacamos la corona que re­<br />

galaron al Libertador en el Perú; a Zornosa le<br />

mataron en la plaza <strong>de</strong> Bolívar la yegua que<br />

montaba. Su familia vivía en la ciudad, estaba<br />

entre sus copartidarios, sin embargo, se sen­<br />

tía ligado por su palabra, y en lo alto <strong>de</strong> Guadalupe,<br />

con la montura a cuestas, se presentó<br />

al cabecilh nuevamente. Este, que tenía alma<br />

<strong>de</strong> sol:tado, le abrazó y le <strong>de</strong>spidió libre.<br />

"Pasó la guerra. Un día un caballero, herido<br />

en lo más íntimo <strong>de</strong> su ser, atacó en las calles<br />

<strong>de</strong> la capital al general Mosquera; el atentado<br />

se frustró. Mi primo Luis, que acompañaba a<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong><br />

57


58<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

Roberto, se abrió paso, peinilla en mano, y en el<br />

Gua.characo, el mejor caballo <strong>de</strong> mi padre, llegó<br />

prontamente a Monserrate, y por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los<br />

cerros estuvo al anochecer en nuestra casa; antes<br />

<strong>de</strong> aclarar salí a escon<strong>de</strong>rle. Al ir a inter­<br />

narnos en una cañada, divisámos en las alturas<br />

las ban<strong>de</strong>rolas <strong>de</strong> la partida <strong>de</strong> caballería que<br />

el dictador, con certero instinto, enviaba a la hacienda<br />

<strong>de</strong> mi padre. Zornosa, nuestro antiguo<br />

prisionero, mandaba la escolta que <strong>de</strong>jó afuera,<br />

y mirando fijamente a Su merced, le dijo, dán­<br />

dole un expresivo tirón <strong>de</strong> la ruana: don Juan,<br />

¿rondo, o hago rondar? Haga rondar, fue la<br />

respuesta . . . Así se paga, añadió el viejo, mien­<br />

tras con un ligero golpe <strong>de</strong> la rienda llamaba<br />

al paso a su caballo, <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>generado<br />

<strong>de</strong> zaino Guacharaco, que hizo en lejano día<br />

las <strong>de</strong>licias <strong>de</strong> Su merced".<br />

El sabanero que echa por el atajo <strong>de</strong>l orejonismo<br />

logra prontamente encanallarse, sin con­<br />

seguir tomar <strong>de</strong>l ·tipo que lo atrae y a quien<br />

convierte en mo<strong>de</strong>lo, nada <strong>de</strong> lo que, naciendo<br />

con aquél, le da el encanto <strong>de</strong> lo natural, la<br />

simpatía <strong>de</strong> lo que encuadra en el origen, el<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 59<br />

medio y el momento. De antigua fam1lia que<br />

ha trabajado en el campo por lo alto y ha vivido<br />

en la ciudad con holgura y que posee en<br />

el vecindario <strong>de</strong> un poblacho finca gran<strong>de</strong> .<strong>de</strong><br />

aquellas que llevan a la mente <strong>de</strong>l niño la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong> lo infinito, y a la <strong>de</strong>l joven la <strong>de</strong> lo inagotable,<br />

rehúye el estudio a que su padre, hombre<br />

bueno pero <strong>de</strong> entendimiento enmohecido en<br />

. el <strong>de</strong>suso, quiere llevarle, porque, no obstante<br />

lo repleto <strong>de</strong> sus graneros y lo gordo <strong>de</strong> sus<br />

ganados, una secreta inquietud le agita, como<br />

si presintiera el fin, quizá no <strong>de</strong> su raza, sino<br />

<strong>de</strong> algo que le es más caro: <strong>de</strong> su fortuna. Frustra<br />

igualmente las aspiraciones <strong>de</strong> la madre,<br />

mujer <strong>de</strong> superior educación y <strong>de</strong> gustos <strong>de</strong>licados,<br />

que con sus manos blancas juntas <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong>l altar o trabadas sobre la vacía frente <strong>de</strong>l<br />

mozo, intenta <strong>de</strong>tener el rápido <strong>de</strong>scenso por<br />

don<strong>de</strong> su sangre nacida <strong>de</strong> alta cima corre por<br />

entre los jarales <strong>de</strong> la incultura hacia los abismos<br />

<strong>de</strong> todas las miserias. ¿Qué pue<strong>de</strong>n sus palabras,<br />

sabias pero tímidas, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la ava- .<br />

-lancha <strong>de</strong> gruesos aforismos sin base, <strong>de</strong> paradojas<br />

callejeras, <strong>de</strong> mentiras convencionales,<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


60<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

que son <strong>de</strong> uso y recibo, cuando se quiere ha­<br />

lagar a quienes tiene ya medio cegados el va­<br />

ho <strong>de</strong>l dinero?<br />

N o es la tierra, no; no es Rhéa la fecunda<br />

madre que ro<strong>de</strong>aron <strong>de</strong> leyendas y coronaron<br />

<strong>de</strong> encina los primeros griegos, la que le llama<br />

con irresistible voz; es algo bien diferente,<br />

es el suelo, el polvoriento o enlodado suelo que<br />

circunda la venta, estuche mugriento <strong>de</strong> la ca­<br />

jera rubicunda, el suelo en que la noble bravu­<br />

ra <strong>de</strong> los gallos divierte a una chusma, más que<br />

plebeya, aplebeyada. Que na,da importaría si la<br />

que le atrajera fuera la tierra ver<strong>de</strong>cida, punteada<br />

por las flores blancas <strong>de</strong>l carretón y las<br />

amarillas <strong>de</strong> la chisacá, o abierta por el arado<br />

y fecundada por el sol y la lluvia, o la que corona<br />

ya la mies, o la limpia <strong>de</strong> la era en don<strong>de</strong><br />

se echa la parva y el viento serrano separa el<br />

trigo <strong>de</strong> la cizaña, entre los cantos <strong>de</strong> la peo­<br />

nada que con largas horquetas asidas fuerte-<br />

mente, semeja celebrar algún rito sagrado, en­<br />

tonando un himno a la tierra que ha dado ese<br />

trigo, que mañana sustentará el cuerpo <strong>de</strong> to-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 61<br />

dos y dará forma imperceptible al refugio <strong>de</strong> lo s<br />

que "trabajan y están cansados".<br />

A su regreso <strong>de</strong>l sanalotodo que es para las<br />

familias bogotanas el "viajecito a Europa",<br />

vuelve con la cara lavada y el interior intacto,<br />

apariencia que hace concebir esperanzas <strong>de</strong><br />

reacción En la casa bosteza sin término, reniega<br />

<strong>de</strong> que la cocinera sea incapaz <strong>de</strong> sazonar los<br />

menjurjes que a horas fijas <strong>de</strong>be comer el pe­<br />

rro que representa el valor <strong>de</strong> un potrero . ..<br />

pero al cabo ha olvidado la venta por el club,<br />

ha cambiado el rústico hueso por la baraja in­<br />

glesa, aunque sin olvidar la práctica <strong>de</strong> llenar la<br />

pobreza <strong>de</strong> su léxico con maldiciones nacionales<br />

que logró enriquecer y cruzar con juramentos<br />

franceses. "Esto era lo que yo quería", repite<br />

satisfecho el mal psicólogo que es su padre<br />

: "que el muchacho aprendiera a calaverear<br />

<strong>de</strong>centemente". Como si la calidad <strong>de</strong>l guante<br />

que oculta la gangrena poseyera alguna virtud<br />

curativa.<br />

Buen partido, en concepto <strong>de</strong> una sociedad<br />

<strong>de</strong>masiado pagada <strong>de</strong> exteriorida<strong>de</strong>s, hacia los<br />

treinta consiente en dar su mano a una mu-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


62<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

chacha .<strong>de</strong> su clase, y tras una luna <strong>de</strong> miel en<br />

que el champaña disculpa muchas patanadas y<br />

cubre a los ojos extrafíos hartas pequeñas miserias,<br />

tenemos el problema estudiado por Emilio<br />

Cuervo en <strong>La</strong> Ráfaga.<br />

<strong>La</strong> distancia entre marido y mujer se acentúa<br />

día por día. Valver<strong>de</strong> retroce<strong>de</strong> a ojos vistas.<br />

Teresa busca todos los puntos sensibles que<br />

puedan levantar al que va perdiendo hora por<br />

hora la capa <strong>de</strong> barniz que le pusiera el contac­<br />

to leve con una civilización que él estaba inca­<br />

pacitado para compren<strong>de</strong>r, gustar y aprovechar.<br />

"Su luna <strong>de</strong> miel -dice el autor- en<br />

verdad duró breves días. Luégo vivieron alejados,<br />

como si les separase alguna instintiva<br />

repulsión moral o física. Al principio ella quiso<br />

interesado conversando <strong>de</strong> pintura, a propósito<br />

<strong>de</strong> las hermosas acuarelas firmadas por<br />

Baudry, que había traído <strong>de</strong> Europa y que <strong>de</strong>co­<br />

raban el salón; pero él no quiso hablar <strong>de</strong> pin­<br />

tura. Luégo le habló <strong>de</strong> viajes, pero él respondió<br />

con monosílabos".<br />

El neófito es el niño chiquito <strong>de</strong> la familia<br />

sabanera. Inofensivo, candoroso, en hs carnes<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 6'3<br />

blancas <strong>de</strong> su ingenuidad se ceba la muy relativa<br />

honra<strong>de</strong>z orejona; chusear a un sabanero<br />

novel no es pecado <strong>de</strong> que se acuse en este jardín<br />

ameno <strong>de</strong> los zipas ningún hombre que<br />

quiera conservar su reputación <strong>de</strong> vivo. Para él<br />

las tierras pobres <strong>de</strong> humus y ricas <strong>de</strong> belleza;<br />

para él las vacas viejas y las yeguas corvonas,<br />

los caballos coleado res y los pollinos retraídos;<br />

la semilla <strong>de</strong> papa morada y la <strong>de</strong> maíz gorgojeado.<br />

Meter un clavo a uno <strong>de</strong> estos benditos<br />

es <strong>de</strong>lito que no está catalogado en el <strong>de</strong>recho<br />

consuetudinario <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong>. ¿Habéis leído <strong>La</strong><br />

carrera <strong>de</strong> mi Sobrino, uno <strong>de</strong> los mejores artículos<br />

<strong>de</strong> qon Manuel Marroquín? Allí está <strong>de</strong><br />

cuerpo entero este espécimen. Solamente que<br />

Isidro Campos es el tipo <strong>de</strong> neófito <strong>de</strong> hace<br />

treinta años, y el <strong>de</strong> hoy, aunque conservando<br />

caracteres <strong>de</strong> aquél, presenta noveda<strong>de</strong>s apreciables.<br />

El campo le produce una especie <strong>de</strong> borrachera,<br />

que se traduce en un ir y venir, tan incesante<br />

como estéril, y que nada tiene que ver<br />

con el <strong>de</strong>venir <strong>de</strong> Renán. Compra cuanto le<br />

forecen, cambalacha, trata y <strong>de</strong>strata sin más<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 65<br />

sible que hayan oído en algún tren relatar a<br />

cualquier hacendado <strong>de</strong>l valle <strong>de</strong> Ubaté los pro­<br />

di gios que se operan en aquel Canaán, y pedir<br />

por sus caballos como quien le pi<strong>de</strong> a Dios. Y<br />

es que en ese privilegiado pedazo <strong>de</strong> tierra que<br />

fertilizó la sangre <strong>de</strong> los guerreros chibchas en<br />

millares <strong>de</strong> combates y en don<strong>de</strong> se oye crecer<br />

la hierba, acontece algo muy parecido al fenómeno<br />

que se obraba en Tarascón; "Allí no se<br />

mentía, dice Dau<strong>de</strong>t, era que se engañaban. <strong>La</strong><br />

mentira <strong>de</strong>l mediodía no es mentira, es una especie<br />

<strong>de</strong> miraje. El único embustero que hay<br />

allí, si hay alguno, es el sol. i Cuanto toca, lo<br />

agranda!"<br />

Sea ésta la causa, o la -muy justa envidia que<br />

<strong>de</strong>spierta en un hombre entumecido <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

un escritorio, o fatigado <strong>de</strong> contemplar dolen­<br />

cias, o <strong>de</strong> lidiar contradicciones, el ver pasar por<br />

la angosta calle para el campo a un amigo que<br />

lleva en la cara la embriaguez que da el montar<br />

un buen caballo, y a quien se le grita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

oficina con cierta cariñosa inquina: i Adi6s!<br />

Paseando siempre, ¿no? ¡Qué vidita!; es el he-<br />

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<strong>La</strong> Sapana-5


66<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

cho qúe las famosas cuentas, o una dispepsia<br />

<strong>de</strong> mostrador acaba por llevarles al campo. Algunos,<br />

tras costoso noviciado, logran echar raíces<br />

y fundar dinastía·; éstos generalmente víenen<br />

<strong>de</strong> alguna línea campesina interrumpida por<br />

reveses <strong>de</strong> fortuna, pero que ha conservado el<br />

instinto <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong> su antiguo oficio; otros,<br />

como el Isidro Campos, se ven obligados a batirse<br />

en retirada, pensando siempre en volver,<br />

"tan eficaz y tan misterioso -dice el señor Ma­<br />

rroquín- es el atractivo que encierra la vida<br />

<strong>de</strong>l campo para quien una vez lo ha probado,<br />

mayormente si ha gozado <strong>de</strong> ella en esta bendita<br />

<strong>Sabana</strong> <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>, por más que uno la<br />

haya regado en vano con el sudor <strong>de</strong> su frente".<br />

Mas los neófitos, pertenezcan a la una o a la<br />

otra variedad, son siempre simpáticos, y no <strong>de</strong>­<br />

jan <strong>de</strong> traer a la <strong>Sabana</strong> aire .<strong>de</strong> fuera que re­<br />

fresca y mueve el muerto ambiente rutinario.<br />

Cuántas veces no han contribuído a una refor­<br />

ma saludable, o han restaurado alguna finca<br />

que se caía a pedazos <strong>de</strong> entre las manos <strong>de</strong><br />

cualquier fin<strong>de</strong>casta averiado y vicioso.<br />

Pero la última clase que hemos <strong>de</strong> estudiar,<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 67<br />

la que encarna el tipo que llamaremos el intru­<br />

so, es la que menos <strong>de</strong>ja, y la que <strong>de</strong>slustra y<br />

empaña el conjunto bellamente armonioso <strong>de</strong><br />

este valle <strong>de</strong> los alcázares. Viene el intruso generalmente<br />

<strong>de</strong> alguno <strong>de</strong> esos tráficos que, co­<br />

mo antiguamente el <strong>de</strong> la trata <strong>de</strong> esclavos, es­<br />

terilizan el alma <strong>de</strong> quien los practica y marcan<br />

eternamente su persona y sus cosas con un co­<br />

mo estigma <strong>de</strong> reprobación.<br />

Andrés Rendón era <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> los que<br />

habían "regado en vano la <strong>Sabana</strong> con el sudor<br />

<strong>de</strong> su frente". Pérdidas mayores le obligaban a<br />

<strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> una porción <strong>de</strong> su hacienda<br />

para salvar el resto y ver <strong>de</strong> rehacerse. Su criterio,<br />

más sentimental que mercantil, le llevó<br />

a sacrificar la parte baja, la mejor, y reservarse<br />

la alta.<br />

Aquel día iba a entregar los pantanos, los<br />

que había cautivado su bisabuelo, al comprador<br />

don J ason, cincuentón a quien veinte años<br />

antes había conocido él siendo estudiante, dando<br />

dinero sobre finca en los bajos <strong>de</strong> su casa<br />

solariega ... y hoy, piensa tres veces antes <strong>de</strong><br />

resolverse a aceptar una curul en el Congre-<br />

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TOMAS RUEDA VARGAS<br />

so ... "son tan <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cidos los pueblos, que<br />

al fin se cansa uno <strong>de</strong> servirles -<strong>de</strong>cía a los<br />

electores hambreados que le instaban ... - pero<br />

haremos lo posible para concurrir, al menos<br />

cuando se traten cuestiones <strong>de</strong> cierta importancia".<br />

Ya se. compren<strong>de</strong>rá lo que nuestro indiano<br />

reputa <strong>de</strong> importancia.<br />

-¿Qué tienen en esos cerros? pregunta don<br />

J ason mirando hacia el ramal <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s en<br />

don<strong>de</strong> se crían las aguas que refrescan y fertilizan<br />

.la <strong>Sabana</strong>.<br />

-N a da, señor: ¿qué se pue<strong>de</strong> tener ahí?<br />

-¿Qué? Pues un rebafio <strong>de</strong> diez a veinte<br />

mil cabras, que se van multiplicando, mientras<br />

crecen los cien mil eucaliptos que <strong>de</strong>bían ya estar<br />

sembrados allí mismo. ¿Ignora usted acaso<br />

el precio actual <strong>de</strong> los cueros en Rusia?<br />

-Lo que no ignoro, señor, es la distancia<br />

que nos separa <strong>de</strong> Rusia y el estado <strong>de</strong> cuasibloqueo<br />

en que estamos, y sé también que antes<br />

<strong>de</strong> llegar a los tres años los arbolitos han<br />

dado sus raíces con la roca que forma ese cerro<br />

y se han secado, si es que por un milagro, nun-<br />

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70<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

1 a son, le interrumpió bruscamente diciéndole:<br />

¿Y quién cuida las cabras <strong>de</strong> los pastores?¿ No<br />

ha leído usted el coloquio <strong>de</strong> los perros <strong>de</strong> Cer­<br />

vantes?<br />

-No, a mí no me queda tiempo para eso, yo<br />

no leo sino cosas prácticas, revistas comerciales,<br />

estadística, mucha estadística; este país, mi<br />

amigo, se pier<strong>de</strong> no por falta <strong>de</strong> (<strong>de</strong> lógica,<br />

murmuró Andrés) ... eso es, sino <strong>de</strong> estadística.<br />

. . ¿Pero novelas? 1 a más he leído esos novelones<br />

<strong>de</strong> que usted me habla. Time is money.<br />

Eso es lo que los mata a uste<strong>de</strong>s. Se acabó el<br />

or<strong>de</strong>ño, y a leer san<strong>de</strong>ces escritas por locos ociosos;<br />

que si hubiera existido siempr,e una buena<br />

ley <strong>de</strong> vagos, como la que rige actualmente en<br />

el Estado <strong>de</strong> Minneápolis, otro gallo nos cantara,<br />

habría en el mundo unos cuantos kilómetros<br />

más <strong>de</strong> rieles tendidos.<br />

Han entrado en los potreros que aun conser­<br />

va Andrés y que prece<strong>de</strong>n a los pantanos vendidos.<br />

Su inteligencia fina se abisma pensando<br />

en lo que hubiera sido la humanidad si en el<br />

cuerpo <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> Argamasilla hubiera animado<br />

el sentido práctico <strong>de</strong> nuestro publicano.<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 71<br />

Qué limpias <strong>de</strong> basura y bien pavimentadas ha­<br />

brían estado las calles <strong>de</strong>l pueblecito manchego,<br />

¡y cómo se hubiera loado <strong>de</strong> progresistas a<br />

los regidores! Y piensa en fray Luis escribiendo<br />

Los N ornbres <strong>de</strong> Cristo en la cárcel <strong>de</strong> Valladolid,<br />

y en Dostoyersky y sus Recuerdos, y en<br />

Wil<strong>de</strong> y su De Profundis, y al llegar aquí, una<br />

frase <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> las audaces paradojas le<br />

hiere la mente y -Verónica invisible y com­<br />

pasiva- le enguja el hondo sufrir <strong>de</strong>l espíritu y<br />

súbitamente le consuela, le absuelve <strong>de</strong> los cargos<br />

que a sí mismo se hace en horas <strong>de</strong> <strong>de</strong>specho:<br />

"No ser hombre práctico, ya es ser<br />

mucho".<br />

-N o ve, hombre, ¿y para qué mantiene en<br />

tan buen pasto caballos viejos y dañados como<br />

ése? grita la voz dura <strong>de</strong> don J ason, que se<br />

empeña en aconsejar, porque es uno <strong>de</strong> sus vicios<br />

el complacerse en nombrar a cuantos ha<br />

sacado a<strong>de</strong>lante con sus máximas, y cuantos se<br />

han ahogado por <strong>de</strong>soírlas.<br />

Andrés, hablando más con el castaño, que<br />

respondiendo al antiguo comprador <strong>de</strong> nóminas,<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA<br />

licioso artículo Sillas <strong>de</strong> montar apellidó <strong>de</strong> los<br />

Pontífices. Cada región tiene el suyo, y <strong>de</strong> entre<br />

ellos alguncs vienen a ser como prímados.<br />

Ellos lo saben todo y no tienen necesidad <strong>de</strong><br />

dar explicación .<strong>de</strong> nada; hablan, en el sitio <strong>de</strong><br />

tertulia, o en don<strong>de</strong> caiga, no por parábolas,<br />

como los orientales, sino por cachos. <strong>La</strong> previsión<br />

es uno <strong>de</strong> sus distintivos. Así tenía que su­<br />

ce<strong>de</strong>r. Ya yo lo había dicho. ¿No se lo dije?<br />

Ellos son el eje <strong>de</strong> cuanto ha sucedido, suce<strong>de</strong><br />

y suce<strong>de</strong>rá en la eternidad <strong>de</strong> los siglos, entre<br />

el cielo azul y la tierra parda <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong>. Al<br />

don <strong>de</strong> profecía unen, entre otros, el <strong>de</strong> sabiduría.<br />

Un chalán atraviesa la plaza quebrantando<br />

un potro. Ese es hijo <strong>de</strong>l Chulo, dice uno. No<br />

sea chambón, le grita el Pontífice; ¿no ve que<br />

es careto y el Chulo no dio un solo hijo careto?<br />

otra vez que se le ofrezca piense un poco antes<br />

<strong>de</strong> hablar. Todos asienten; ni la misma madre<br />

<strong>de</strong>l potro se atrevería a levantar la voz aunque<br />

fuera <strong>de</strong> por medio su honor. ¿Quién les<br />

nombra? Nadie y todos. Ellos surgen. Recogen<br />

la tradición; explican el por qué <strong>de</strong> todas las cosas:<br />

<strong>de</strong> la pérdida <strong>de</strong> las cosechas, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ge-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA<br />

precisos en la mente <strong>de</strong> los hombres, ni llevará<br />

el espíritu <strong>de</strong> ellos a la contemplación interior<br />

<strong>de</strong> lo mucho que hay en la hondura <strong>de</strong>l pasado<br />

y en el misterio <strong>de</strong>l porvenir.<br />

¿Qué valdría nuestro páramo <strong>de</strong> Pisba si el<br />

estrépito <strong>de</strong> las armas libertadoras no hubiera<br />

interrumpido el silencio <strong>de</strong> su vivir solitario?<br />

¿Qué sería <strong>de</strong> la llanura manchega sin la som­<br />

bra <strong>de</strong>l Hidalgo y la sombra <strong>de</strong>l Escu<strong>de</strong>ro, sin<br />

el rocín flaco y el galgo corredor?<br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong> <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>, corno lo hemos visto<br />

<strong>de</strong> ligero, es más que rica en historia. Al ha­<br />

blar <strong>de</strong> música y <strong>de</strong> pintura, no hemos <strong>de</strong> aven­<br />

turarnos mucho, pobres profanos, que para no<br />

callar <strong>de</strong>l todo sólo diremos que hallamos en<br />

Emilio Murillo sugestivas reminiscencias <strong>de</strong> los<br />

hombres que bajan <strong>de</strong> las tierras altas con la<br />

jaula a la espalda o arreando el caballejo que<br />

se pier<strong>de</strong> agobiado por la carga <strong>de</strong> carbón; se<br />

ve la niebla enredada en las barbas <strong>de</strong> los ca­<br />

lerunos; se oye en la alta noche el grito agudo<br />

que finaliza los cantos semiindígenas, semiandaluces<br />

<strong>de</strong> las gentes que tornan <strong>de</strong>l mercado<br />

<strong>de</strong> la urbe a la escondida estancia.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong><br />

75


76<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

Casi todos nuestros pintores contemporáneos<br />

han trabajado con éxito en la interpretación <strong>de</strong><br />

la <strong>Sabana</strong>, mas el temor <strong>de</strong> olvidar alguno en<br />

mi ignorancia, y el hecho <strong>de</strong> que la mayoría<br />

ha picado en ese tema apenas inci<strong>de</strong>ntalmente,<br />

hace que me limite a citar dos nombres: el <strong>de</strong><br />

don Ramón Torres Mén<strong>de</strong>z y el <strong>de</strong> don Roberto<br />

Páramo. En la observación <strong>de</strong> los tipos sabaneros<br />

llegó el primero a un grado <strong>de</strong> perfección<br />

no superado hasta hoy, y en el apunte <strong>de</strong>licado<br />

y verídico, alcanza el señor Páramo, en<br />

mi indocto concepto, la nota más feliz al con­<br />

<strong>de</strong>nsar en sus preciosas miniaturas la serenidad<br />

<strong>de</strong> nuestros paisajes sabaneros.<br />

Cuál más, cuál menos, los poetas bogotanos<br />

han sentido el influjo .<strong>de</strong> la llanura <strong>de</strong> las Rocas<br />

<strong>de</strong> Suesca y <strong>de</strong> la Fuente <strong>de</strong> Torca, y sería un<br />

bello libro el que reuniera pulcramente editadas,<br />

las poesías que ha inspirado este pedazo<br />

<strong>de</strong> tierra en don<strong>de</strong> <strong>de</strong>scansó la espada y se mo-<br />

·vió la pluma <strong>de</strong> don Gonzalo Jiménez.<br />

Mas en ninguno se encuentra una mayor comprensión<br />

<strong>de</strong> nuestros tipos y paisajes que en<br />

don José Joaquín Casas; ninguno ha enredado<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 77<br />

mejor en la fi na malla .<strong>de</strong> sus versos a esos<br />

"rudos patriarcas <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a", tomados por él<br />

<strong>de</strong>l natural cuando niños bajaron la ma<strong>de</strong>ra por<br />

la rastra, cuando mozos revuelven el gallardo<br />

potro el día <strong>de</strong> fiestas en la plaza <strong>de</strong>l pueblo,<br />

cuando se inclinan hacia la tierra cercanos a en­<br />

tregar a Dios "las duras, calladas, inocentes<br />

vidas".<br />

Algo se entretuvieron los costumbristas <strong>de</strong><br />

El Mosaico en la sabana que tan bellamente en­<br />

marca y complementa su ciudad querida, pero<br />

entre ellos y por sobre escritores <strong>de</strong> todas las<br />

épocas, don Eugenio Díaz y don José Manuel<br />

Marroquín, la miraron más <strong>de</strong> cerca. Para ambos<br />

fue el amor <strong>de</strong> sus amores, mas en la presenta,ción<br />

<strong>de</strong> la obra hay diferencia capital. <strong>La</strong><br />

prosa <strong>de</strong> don Eugenio es trigo trillado en era,<br />

trigo y muy trigo, eso sí moreno y no exento<br />

<strong>de</strong> vallico; el grano <strong>de</strong> don Manuel, sin haber<br />

perdido nada <strong>de</strong>l color que da el pleno sol, está<br />

limpio, como salido <strong>de</strong> la más mo<strong>de</strong>rna máquina.<br />

Muelen ambos, sí, en molino <strong>de</strong> piedra; nin­<br />

guna <strong>de</strong> estas dos prosas huele a aceite, a in­<br />

dustria harinera, en ambas suena seco y puro<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


78<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

el golpe <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> la toma sobre el duro guijarro<br />

<strong>de</strong> la rueda.<br />

Don Eugenio mezcla a cada paso con bellas<br />

<strong>de</strong>scripciones, alusiones políticas infantilmente<br />

actuales. <strong>La</strong> psicología que preten<strong>de</strong> hacer el<br />

señor .<strong>de</strong> Puertagran<strong>de</strong> toma sus apuntes con el<br />

mismo lápiz romo con que lleva la lista <strong>de</strong> los<br />

peones.<br />

Don Manuel ha leído los clásicos bajo <strong>de</strong> los<br />

alisos <strong>de</strong> Calahorra, <strong>de</strong> <strong>La</strong> Mana, <strong>de</strong>l Rincón,<br />

mientras su sembrado se pier<strong>de</strong> y los indios roban<br />

su monte. De ahí la adquisición <strong>de</strong> esa superioridad<br />

que, como diría Boissier, "hace <strong>de</strong><br />

un campesino un artista sin quitarle nada <strong>de</strong> lo<br />

campesmo . " .<br />

"Permítame, señor Marroquín, le bendigo<br />

esta sementera, que es una gloria", le dice una<br />

mañana <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la misa el párroco <strong>de</strong> Chía ...<br />

Don Manuel le <strong>de</strong>tiene con un a<strong>de</strong>mán. "Señor<br />

. cura, más bien maldígame las <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más".<br />

El bogotano acababa <strong>de</strong> explicar y <strong>de</strong>finir lo<br />

que llenaría tres gruesos capítulos <strong>de</strong> Economía<br />

en que se disertara sobre estadística, con-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 79<br />

sumos, vías <strong>de</strong> comunicación, y <strong>de</strong>más platos <strong>de</strong><br />

pesada digestión y peor sabor.<br />

Hay un pequeño libro, En Familia, que el cas­<br />

tellano <strong>de</strong> Yerbabuena tuvo el buen gusto <strong>de</strong><br />

entregar solamente al reducido público <strong>de</strong> su;;<br />

íntimos. Quiero alejar por un momento a mis<br />

oyentes <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>steñida prosa, y darles a catar<br />

las líneas en que don Manuel hace con el barro<br />

<strong>de</strong> un tosco mayordomo <strong>de</strong> su feudo un melladón<br />

imperece<strong>de</strong>ro:<br />

"Torres era <strong>de</strong> pequeña estatura, rehecho y<br />

esforzado; tenía los ojos pequeños y claros y<br />

prominente y pareja la parte <strong>de</strong> la cara inferior<br />

a la nariz; llevaba pañuelo en la cabeza, y yo no<br />

le llegué a ver el pelo, que era entrecano, sino<br />

cuando estaba oyendo misa. Torres era hombre<br />

íntegro a carta cabal, fiel y diligente en el <strong>de</strong>sempeño<br />

<strong>de</strong> su cargo; poseía todos los conocimientos<br />

que podía tener un campesino <strong>de</strong> su<br />

tiempo, y se pintaba solo para sangrar animales,<br />

para sacarle el haba o un hormiguillo a una<br />

bestia, para hacerle llave a un rejo y para todas<br />

las cosas manuales <strong>de</strong>l mismo género. Cifraba<br />

su vanidad (y la tenía gran<strong>de</strong>) en dichas habi-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


80 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

lida<strong>de</strong>s; en ser gran jinete y gran vaquero: en<br />

saber entrar un caballo; en saber gobernar su<br />

casa y criar a sus hijos, a los cuales, según él<br />

mismo <strong>de</strong>cía, había castigado muchas veces con<br />

el zurriago por haberse <strong>de</strong>jado tumbar <strong>de</strong> un<br />

caballo o por haber errado un lazo; en saber '<br />

pre<strong>de</strong>cir si llovería o haría bueno, en que su<br />

silla no sólo no m2taba sino que curaba a los<br />

caballos matados, y en que sus rejos no se r·eventaban<br />

nunca. Con todo, Torres no era fanfarrón;<br />

lo pagado que estaba <strong>de</strong> sí y <strong>de</strong> sus cosas<br />

lo daba a conocer más bien con el modo, <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cir y hasta <strong>de</strong> callar. Cuando era día <strong>de</strong> ir al<br />

páramo a recoger el ganado para darle sal o a<br />

dar vuelta, había en sus preparativos cierta solemnidad;<br />

madrugaba más que <strong>de</strong> ordinario, se<br />

ponía montera y varias ruanas, ataba tras la<br />

silla la gran ruana <strong>de</strong> cuero, que era uno <strong>de</strong> los<br />

arreos <strong>de</strong> que más se ufanaba; llevaba un sombrero<br />

pequeño, <strong>de</strong> ala extendida y forrado en<br />

badana, llenaba los cojinetes <strong>de</strong> provisiones,<br />

entre las que figuraba principalmente la panela,<br />

pues Torres no tomaba chicha y se vanagloriaba<br />

<strong>de</strong> ello; ataba uno <strong>de</strong> sus gran<strong>de</strong>s rejos <strong>de</strong> en-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


82.<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

al Ají y al Canelo, tres <strong>de</strong> esos personajes <strong>de</strong><br />

la especie caballar".<br />

El Moro es la obra capital en relación con la<br />

<strong>Sabana</strong>, y uno <strong>de</strong> los libros más bellos, completos<br />

y armoniosos <strong>de</strong> la literatura nacional,<br />

al cual las pasiones políticas amontonadas sobre<br />

la cabeza <strong>de</strong> su amable autor, si no han<br />

llegado hasta negarle mérito, sí han logrado<br />

hacerle pasar por cosa <strong>de</strong> poca monta, y al fin<br />

ha venido a quedar en la penumbra hostil <strong>de</strong><br />

un malévolo olvido. En El Moro no falta nada<br />

<strong>de</strong> lo que constituye la esencia <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong>.<br />

Sin que el escritor apele a ningún recurso forzado,<br />

sin violentar ninguna nota, sin exce<strong>de</strong>-rse<br />

en <strong>de</strong>talles, ni faltar a los precisos, corre allí<br />

toda la mansa vida sabanera, sobre la serena<br />

gravedad <strong>de</strong> nuestra llanura. Toman puesto en<br />

la escena, en su traje, con su carácter propio<br />

los hombres <strong>de</strong> nuestros campos y sus compañeros<br />

<strong>de</strong> labor, los animales, con la misma natural<br />

<strong>de</strong>senvoltura con que Geroncio y Damián se<br />

horquetean sobre la silla chocontana para do­<br />

mar el moro y el cervuno.<br />

¡Lástima fue que aquel gran señor, enjuto <strong>de</strong><br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA 'SABANA DE BOGOTA 83<br />

carnes y seco <strong>de</strong> rostro, que en lo físico y en lo<br />

intelectual recuerda tanto a los clásicos <strong>de</strong>l si­<br />

glo <strong>de</strong> oro, no hubiera consagrado todas sus ac­<br />

tivida<strong>de</strong>s a las letras!<br />

El hijo mayor <strong>de</strong> don José Manuel, don Lorenzo,<br />

conservó, en medio <strong>de</strong> un vivir agitado<br />

y cosmopolita, el gusto por las cosas <strong>de</strong>l campo,<br />

y así como <strong>de</strong> sus entradas fugaces a la <strong>Sabana</strong><br />

nos quedan un castillo <strong>de</strong>l más auténtico<br />

buen gusto, que realza austero la clásica belleza<br />

<strong>de</strong>l Puente <strong>de</strong>l Común, y una venta en que el<br />

espléndido mayorazgo quiso recordar aquella<br />

en que armaron caballero a don Quijote, <strong>de</strong> sus<br />

pasos por el campo literario conservamos la visión<br />

<strong>de</strong> una madrugada sabanera, presentada<br />

con envidiable maestría.<br />

Cuando al abrir <strong>de</strong> par en par vuestra venta­<br />

na, en un caserón sabanero, el viento helado<br />

<strong>de</strong> la mañana os golpea la frente y el inmenso<br />

horizonte os invita a la acción; cuando al salir<br />

al corredor ancho en que se dieron vuestros<br />

primeros pasos y en que vuestro padre o vuestro<br />

abuelo dieron quizá los últimos, se a<strong>de</strong>lanta<br />

a saludaros el perro favorito que empapado y<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


TOMAS RUEDA VARGAS<br />

ja<strong>de</strong>ante vuelve <strong>de</strong>l or.<strong>de</strong>ño; cuando al sentir<br />

vuestras pisadas el caballo que os espera en la<br />

ramad2, torna la cabeza y tasca el bocado <strong>de</strong>l<br />

suesca o <strong>de</strong>l tenjo mientras el mayordomo<br />

aprieta la cincha tejida en Guachetá -¡oh madre<br />

A:rabia !-<strong>de</strong> pelo <strong>de</strong> mujer, y con un movimiento<br />

rápido <strong>de</strong>scolgáis el manatí que pen<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> un cuerno <strong>de</strong> venado, y el caballo al sentir.<br />

la presión <strong>de</strong>l jinete va moviéndose con impaciencia<br />

contenida, en tanto que el amo da los<br />

últimos toques ora al zamarro, ya a una ación<br />

y_ue quedó larga o corta, ya a las crines <strong>de</strong>l chucuano,<br />

o <strong>de</strong>l canogüero, en que fincáis orgullo<br />

y alegría, entonces el espíritu se abre a todas<br />

las esperanzas, a todas las aspiraciones genero­<br />

_,as, y veis clara la obra <strong>de</strong> Dios en el sol que<br />

.1ace, y en la niebla que huye, en el hombre que<br />

"e apresta al trabajo y en la tierra <strong>de</strong>sgarrada<br />

por ·el arado, y en la felicidad que soñáis para<br />

la novia y en la madre que, envuelta en su pañolón,<br />

espera en el corredor <strong>de</strong> la casona vuestro<br />

regreso <strong>de</strong> dar vuelta, para repren<strong>de</strong>ros sua.<br />

vemente por el daño que pueda haceros el montar<br />

"tan temprano y en animal tan brioso . . . "<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 85<br />

Venga en esos momentos a vuestro recuerdo<br />

la figura <strong>de</strong> aquel mayorazgo bogotano, fastuoso<br />

y <strong>de</strong>sventurado, irónico y piadoso, que escribió<br />

. esta página imborrable que tiene todo el<br />

fervor <strong>de</strong> una oración y todo el entusiasmo <strong>de</strong><br />

un himno:<br />

"Roberto abrió la puerta <strong>de</strong> su cuarto, salió<br />

al corredor y echó una mirada hacia el corralón<br />

<strong>de</strong> la hacienda. Le dio en el rostro el frío<br />

cortante .<strong>de</strong> la madrugada, y al través <strong>de</strong> la neblina<br />

le llegaron el bramido <strong>de</strong>sesperado <strong>de</strong> una<br />

vaca, el olor <strong>de</strong> los doncenones y <strong>de</strong> las violetas<br />

<strong>de</strong>l jardín. En la ramada se sentía un trajín <strong>de</strong><br />

monturas y el choque <strong>de</strong> los estribos, al mismo<br />

tiempo que las pisadas secas y duras <strong>de</strong> la<br />

Alondra contra el pe<strong>de</strong>rnal <strong>de</strong> la pesebrera.<br />

Antes <strong>de</strong> verlo, sintió al perrazo Maratón que<br />

le ponía las manos en el pecho, y que con un<br />

gruñido afectuoso le colocaba la cabeza sobre<br />

el hombro; Roberto se la apr·etó contra la mejilla<br />

y sintió el ardor <strong>de</strong> la oreja <strong>de</strong>l perro que<br />

rozaba la suya helada. Ro<strong>de</strong>ó el cuello <strong>de</strong>l animal<br />

con el brazo y <strong>de</strong>slizó la mano a lo largo<br />

<strong>de</strong>l espinazo nervudo y lleno.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


88<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

entre los mogotes removidos <strong>de</strong> la víspera. Uv­<br />

cen, echan a andar, trepida la mano <strong>de</strong> los mozos<br />

en las manceras, muer<strong>de</strong>n las rejas en la<br />

tierra resistente, tiemblan los cogotes <strong>de</strong> los<br />

bueyes, chirrían las coyundas, y con un <strong>de</strong>sgarramiento<br />

<strong>de</strong> raíces van retorciéndose y cayen­<br />

do largas tajadas <strong>de</strong> césped.<br />

"Un estruendo <strong>de</strong> voces broncas, <strong>de</strong> voces<br />

agudas <strong>de</strong> muchachos, <strong>de</strong> silbidos, <strong>de</strong> impreca­<br />

ciones, rompe el silencio <strong>de</strong> la llanura, puebla<br />

el aire, <strong>de</strong>spierta los ecos <strong>de</strong> los peñones que, ·<br />

repercutiendo sílaba por sílaba, acento por<br />

acento la gritería, parecen entablar un diálogo<br />

grotesco con los gañanes, quienes, con vociferaciones<br />

<strong>de</strong> aliento, <strong>de</strong> reproche, <strong>de</strong> cariño,<br />

azuzan los bueyes que a<strong>de</strong>lantan por el barbecho,<br />

sacudiendo con las trepidaciones <strong>de</strong> la<br />

reja, la cornamenta.<br />

"Roberto seguía tras <strong>de</strong> los arados para as­<br />

pirar <strong>de</strong> cerca y con avi<strong>de</strong>z el reguero oloroso<br />

que <strong>de</strong>jaban el aliento <strong>de</strong> los bueyes y las emanaciones<br />

<strong>de</strong> savia <strong>de</strong> la tierra revolcada. Andando<br />

y aspirando ese olor, acre y sano, observaba<br />

con curiosidad la sorpresa <strong>de</strong> millares <strong>de</strong><br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 89<br />

insectos, que Uenos <strong>de</strong> pavor, tiemblan en los<br />

cortes <strong>de</strong> los cespedones, se retuercen en el fondo<br />

<strong>de</strong>l surco al sentir el cataclismo <strong>de</strong> su mundo,<br />

sacado <strong>de</strong> pronto a una luz <strong>de</strong>sconocida.<br />

"Después <strong>de</strong> organizar los trabajos, <strong>de</strong> lanzar<br />

reprimendas a los mozos, <strong>de</strong> ajustar perfectamente<br />

los arados, Casanova, en su potro, siguió<br />

a dar vuelta a la hacienda y Roberto regresó<br />

a la casa.<br />

"<strong>La</strong>s señoras, envueltas en los pañolones,<br />

sonrosadas las mejillas por el frío, salieron al<br />

corredor a saludarlo.<br />

"-Pero, hijo-observó doña Ana con aire<br />

<strong>de</strong> aprehensión y <strong>de</strong> reproche- tan temprano.<br />

. . ¡en ese animal tan brioso! ... "<br />

•<br />

• •<br />

Hará cosa <strong>de</strong> tres años el gobernador <strong>de</strong> Cundinamarca<br />

pasó una circular a los pueblos <strong>de</strong><br />

su mando pidiendo datos estadísticos. Los <strong>de</strong><br />

Engativá, lugar al cual llevan innumerables<br />

caminos pero al que no se llega nunca, no satisficieron<br />

a la gobernación sencillamente por-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


!)0<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

que no <strong>de</strong>cían nada, y requirió nuevamente al<br />

alcal<strong>de</strong>. <strong>La</strong> respuesta, que tuve casualmente a<br />

la vista y que parecía una página arrancada a<br />

Quevedo, venía firmada por un chico bogotano<br />

agudo y aleznado a quien una seca <strong>de</strong>masiado<br />

prolongada <strong>de</strong>bió llevar <strong>de</strong> escribanía en escribanía<br />

hasta aquella humil<strong>de</strong> oficina rural. Disculpábase<br />

el tronera con el más acabado ingenio<br />

<strong>de</strong> no haber podido satisfacer los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l superior<br />

y terminaba resumiendo la imposibilidad<br />

<strong>de</strong> indicar el movimiento <strong>de</strong> población en la al<strong>de</strong>a,<br />

así: "porque ha <strong>de</strong> saber Usía que en este<br />

pueblo ni se nace, ni se vive, ni se muere".<br />

Durante el tiempo en que he venido traba­<br />

jando en amontonar palabras para esto que la<br />

prensa ha dado en llamar pomposamente conferencia,<br />

no ha <strong>de</strong>jado un momento <strong>de</strong> taladrarme<br />

la frase <strong>de</strong>l calavera <strong>de</strong> marras. Ciertamente<br />

lo que él apuntaba <strong>de</strong> paso para el pueblo<br />

<strong>de</strong> su jurisdicción es una verdad que pue<strong>de</strong>, por<br />

extensión, aplicarse seguramente a la <strong>Sabana</strong><br />

y quizá a la república. No se nace, ni se vive,<br />

ni se muere. ¿Y por qué? Porque no se vive.<br />

Porque le huímos a la tierra y estamos siem-<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 91<br />

pre <strong>de</strong> viaje, y así llegará el día en que más parezcamos<br />

agrupaciones gitanas acampadas a la<br />

vera <strong>de</strong> los caminos que una nación con un co­<br />

mún pasado y comunes y <strong>de</strong>finidas aspiracio­<br />

nes. Pero vamos por partes y no nos alejemos<br />

mucho <strong>de</strong> los cercados <strong>de</strong>l Zipa. <strong>La</strong> <strong>Sabana</strong> es<br />

un muerto, como la apariencia <strong>de</strong> su río <strong>de</strong><br />

aguas amarillentas que al mirarle no sabemos<br />

si corre para arriba o para abajo, muerto espiritualmente,<br />

que es la peor <strong>de</strong> las muertes.<br />

¿Quién pue<strong>de</strong> resucitarlo? Nosotros, mejor di­<br />

cho, vosotras.<br />

Doña Jerónima <strong>de</strong> Orrego y Olalla fue la<br />

mujer más bella <strong>de</strong> su tiempo; la bella santa­<br />

fereña la llamaron. A ella <strong>de</strong>be su existencia<br />

nuestra ·gran carretera <strong>de</strong> occi<strong>de</strong>nte. Para lle­<br />

gar más pronto a verla a Techo, o al Novillero,<br />

y para ahorrarle tropiezos, el Oidor Anuncibay<br />

hizo abrir la calzada sin pararse en gastos. Por<br />

eso, porque la abrió el amor, quedó más amplia<br />

y dura<strong>de</strong>ra que si hubiera sido hecha con el fin<br />

inmediato <strong>de</strong> que pasaran los indios, doblados<br />

bajo el peso <strong>de</strong>l oro que se les robaba.<br />

Restaurad los viejos caserones coloniales que<br />

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92<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

se <strong>de</strong>sploman injuriados por el olvido; vuelva<br />

el oratorio adon<strong>de</strong> hoy está el granero; alégrese<br />

la sala inmensa con los preparativos <strong>de</strong> la<br />

comedia, con los aprestos <strong>de</strong> la Navidad como<br />

en los buenos tiempos <strong>de</strong> Yerbabuena, <strong>de</strong> Aposentos,<br />

<strong>de</strong> <strong>La</strong> Conejera, <strong>de</strong>l Salitre, <strong>de</strong> Hato­<br />

Gran<strong>de</strong>, rompa la niebla el ronco clamor <strong>de</strong>l<br />

cuerno <strong>de</strong> caza como en las bellas madrugadas<br />

gozosas <strong>de</strong> Tequendama, <strong>de</strong> Chamicera, <strong>de</strong> Qui­<br />

roga, <strong>de</strong> Canoas, <strong>de</strong>l Tinta!. Tiempos románti­<br />

cos cuando los hombres usaban barba y eran<br />

galantes, y las mujeres les acompañaban a caballo<br />

con su larga falda oscura, cubierta la rizada<br />

cabeza por el cubilete pequeño, como el <strong>de</strong><br />

Eugenia <strong>de</strong> Montijo; cuando la figura recia y<br />

varonil <strong>de</strong> Alejandro Urdaneta embrujaba la<br />

<strong>Sabana</strong> -nuevo Bochica- con la vara mágica<br />

<strong>de</strong> su esplendi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> gran señor; cuando mo­<br />

chuelos y alcanfores partían su sol, y luégo,<br />

clavadas las lanzas en el suelo y confundidas<br />

las ban<strong>de</strong>rolas azules y blancas con las rojas<br />

y amarillas, <strong>de</strong>scansaban bailando toda la noche<br />

para tornar a separarse al amanece1 a recomen­<br />

zar la lucha caballeresca y brava.<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 93<br />

Señoras doñas Jerónimas <strong>de</strong> Orrego y Ola­<br />

Ha, no os pido <strong>de</strong>masiado al pediros que volváis<br />

la vida a esta <strong>Sabana</strong> en don<strong>de</strong> hoy no se nace,<br />

ni se vive, ni se muere; simplemente habilitándola,<br />

recorriéndola, conociéndola, que lo <strong>de</strong>más,<br />

el amor, vendrá por añadidura.<br />

Y que para disuadiros <strong>de</strong> complacerme, no<br />

os digan lo perezosos que somos los hombres;<br />

no hay que hacer caso a ese reaccionario; ése<br />

es un rezagado <strong>de</strong>l siglo XVI.<br />

Yo no os pido retroceso, sino restauración,<br />

rehabilitación <strong>de</strong> lo propio. He encontrado un<br />

bien oculto y aquí os lo <strong>de</strong>nuncio sin cobrar<br />

<strong>de</strong>rechos, así me perdone el Fisco el frau<strong>de</strong><br />

que hago a las rentas.<br />

Siembren vuestras manos en los frentes <strong>de</strong><br />

las históricas mansiones que hoy cubren la zarza<br />

y la ortiga las últimas varieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las plantas<br />

más mo<strong>de</strong>rnas; pero al <strong>de</strong>splazar la maleza<br />

no permitáis que se <strong>de</strong>rriben los cerezos y nogales<br />

que dieron sombra a tres generaciones<br />

<strong>de</strong> abuelos, ni que algún jardinero <strong>de</strong>masiado<br />

urbano haga figuritas y ponga letreros con las<br />

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94<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

ramas <strong>de</strong> los pinos venerables. ¿Es · esto pedir<br />

la regresión al oscuro coloniaje?<br />

Pero como medida previa, hay que prindpiar<br />

por rehabilitar el caballo, el <strong>de</strong> paso, se en­<br />

tien<strong>de</strong>.<br />

El tren y el automóvil están muy bien para<br />

recorrer gran<strong>de</strong>s distancias o para mandar por<br />

el confesor o por el médico. Mas si se quiere<br />

empren<strong>de</strong>r una obra social <strong>de</strong> penetración, <strong>de</strong><br />

comprensión, que proporcione al propio tiempo<br />

esparcimiento en una llanura que sólo es<br />

posible compren<strong>de</strong>r, penetrar y lograr <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el lomo <strong>de</strong> algún remoto <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>l rucio<br />

Chacón, <strong>de</strong>l zaino Pulido, <strong>de</strong>l Templario, <strong>de</strong>l<br />

Leoncito, <strong>de</strong>l Mico, <strong>de</strong>l Cachito, <strong>de</strong>l Delirio, <strong>de</strong>l<br />

<strong>La</strong>urel, es imprescindible la colaboración <strong>de</strong><br />

éstos que merecieron, no <strong>de</strong> bárbaros, sino <strong>de</strong><br />

dos civilizados <strong>de</strong> primera magnitud, el doctor<br />

Salvador Ca macho Roldán y el doctor Juan <strong>de</strong><br />

Dios Carrasquilla, el siguiente elogio :<br />

"Le suce<strong>de</strong> al que monta un caballo sabanero<br />

puro <strong>de</strong> la casta <strong>de</strong> Chacón, por ejemplo, algo<br />

parecido a lo que le suce<strong>de</strong> al que lee un capítulo<br />

<strong>de</strong>l Quijote; la sensación que se experi-<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 95<br />

menta en ambos casos es in<strong>de</strong>finible; nadie pue<strong>de</strong><br />

explicar en qué consiste el mérito <strong>de</strong> esa<br />

lectura, ni el <strong>de</strong> un buen caballo, aunque enumere<br />

una por una todas sus cualida<strong>de</strong>s; libros<br />

mejores que el Quijote los habrá, caballos mejores<br />

que los sabaneros acaso todos lo sean, según<br />

el criterio con que se los juzgue; pero ni<br />

el literato experimenta la misma sensación leyendo<br />

las otras obras, ni el jinete montando en<br />

los otros caballos".<br />

Ahora, tienen la palabra los <strong>de</strong> los tocones<br />

<strong>de</strong> patas <strong>de</strong> reno y cuello <strong>de</strong> jirafa. Que hablen<br />

los alumnos <strong>de</strong>l manege Clément-Lyon!<br />

De importancia social hemos llamado el movimiento<br />

que lleve a las clases dirigentes bogotanas<br />

a <strong>de</strong>sarrollar, sobre esta planicie, jardín<br />

<strong>de</strong> su ciudad, una acción intensa y permanente,<br />

porque levantaría el <strong>de</strong>caído ánimo <strong>de</strong> quienes<br />

la integran y a diario repiten que aquí la vida<br />

es imposible, y que no encuentran lo que <strong>de</strong>jaron·<br />

chez Marguerite, chez Paquin, chez Maxim;<br />

ni chez nadie. Y lo que no encuentran en<br />

chez nous.<br />

De i_nterés social porque en el ojeo frecuente<br />

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96<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

Y pausado <strong>de</strong> la comarcia que fue asiento <strong>de</strong><br />

una civilización <strong>de</strong>nsa y original, sobre la cual<br />

se sobrepuso otra <strong>de</strong> que somos en gran medida<br />

here<strong>de</strong>ros, encontraremos muchas miserias que<br />

aliviar, muchas reformas trascen<strong>de</strong>ntales que<br />

intentar, y podremos dar al fin, con un inteligente<br />

y real cuidado <strong>de</strong> nuestras gentes, a la<br />

palabra encomienda su verda<strong>de</strong>ro significado, el<br />

que quiso imprimirle y no logró que tuviera el<br />

alto espíritu <strong>de</strong> doña Isabel <strong>de</strong> Castilla.<br />

Señoras <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> virreyes, <strong>de</strong> oidores,<br />

<strong>de</strong> capitanes y <strong>de</strong> encomen<strong>de</strong>ros, el noble<br />

intento <strong>de</strong> la Reina Católica está por cumplirse.<br />

En los tiempos prehispánicos los jeques<br />

ofrendaban al Sol, sobre las graves rocas <strong>de</strong><br />

Suesca, sobre los agrios riscos <strong>de</strong> Guatavita, la<br />

sangre <strong>de</strong> los mejores mancebos <strong>de</strong> la tribu.<br />

Hoy sus <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong>spojados esperan en<br />

el cercado <strong>de</strong>l Zipa, que se extien<strong>de</strong> a nuestros<br />

pies, que la luz <strong>de</strong> vuestros ojos vaya a iluminar<br />

su opaco espíritu.<br />

Recorred nuevamente la <strong>Sabana</strong> como lo hicieran<br />

enantes vuestras abuelas, vosotras, más<br />

afortunadas que ellas, pues que el a<strong>de</strong>lanto <strong>de</strong><br />

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LA SABANA DE BOGOTA 97<br />

los tiempos os da mayores medios para levan­<br />

tar el nivel <strong>de</strong> las gentes que la Provi<strong>de</strong>ncia<br />

os ha encomendado.<br />

Habitad la <strong>Sabana</strong>, y a veustro paso como al<br />

<strong>de</strong> la bella santafereña, se abrirán las avenidas,<br />

se ampliarán las calzadas, se ten<strong>de</strong>rán los<br />

puentes.<br />

Señoras doñas Jerónimas <strong>de</strong> Orrego y Ola­<br />

Ha, hasta mañana.<br />

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<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong>--1


CAMPESINAS<br />

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LA EXPOSICION PECUARIA DE 1928<br />

<strong>La</strong>. exposición pecuaria nacional ha venido<br />

a alborotar el fondo <strong>de</strong> mi naturaleza rural y<br />

a inducirme a sacar a la superficie, con perjuicio<br />

<strong>de</strong>l' público lector, algunas i<strong>de</strong>as que la inevitable<br />

corriente <strong>de</strong>l tiempo ha ido · <strong>de</strong>positando<br />

en lo que cualquier sicólogo criollo apelaría mi<br />

subconciencia.<br />

Hecho este pequeño introito, al que nadie<br />

sabrá negar cierto sabor p_oético con ten<strong>de</strong>ncias<br />

ci.entíficas, paso a exponer con llaneza campesina<br />

y s!n las menores pretensiones docentes,<br />

algo .<strong>de</strong> lo que he visto y pensado mirando<br />

pacer ora mi pequeño rebaño, ora a los muy<br />

numerosos <strong>de</strong> mis amigos, vecinos y relaeionados,<br />

dur.ante los años que he soñado, y adquirido<br />

<strong>de</strong>udas bajo el picante-sol <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong>·<br />

y al relente <strong>de</strong> la teñida llovizna que viene <strong>de</strong>l<br />

páramo.<br />

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102 TOMAS "RUEDA VARGAS<br />

Ha llamado especialmente mi atención lo fu­<br />

gaz, lo inestable, casi pudiéramos <strong>de</strong>cir, lo inútil<br />

<strong>de</strong>l esfuerzo que en uno u otro sector <strong>de</strong> la gana<strong>de</strong>ría<br />

o <strong>de</strong> la agricultura se hace en la <strong>Sabana</strong><br />

.<strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>, campo a que limitaré por hoy mis<br />

observaciones; y vayan -ejemplos.<br />

No han faltado aquí gana<strong>de</strong>ros inteligentes<br />

y amigos <strong>de</strong> gastar sin miedo el dinero en la<br />

mejora <strong>de</strong> las razas. Si fuéramos a historiar el<br />

<strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la industria pecuaria en la altiplanicie<br />

hallaríamos que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> poco <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia principiaron<br />

a importarse, por los hacendados, costosos ejemplares<br />

<strong>de</strong> lo mejor que en Inglaterra, en Francia<br />

y en Holanda se producía en ganados <strong>de</strong> carne y<br />

leche; en ovejas, en caballos <strong>de</strong> tiro pesado co­<br />

mo los pen.:herones, <strong>de</strong> ligero como los Cleve­<br />

land1 árabes, andaluces y pura sangre inglesa<br />

para silla y para carrera, y cerdos <strong>de</strong> todos los<br />

colores, gorduras y estaturas, burros <strong>de</strong> todos<br />

los pelajes, aficiones, condiciones, aberraciones<br />

y nacionalida<strong>de</strong>s; aves <strong>de</strong> corral <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las más<br />

pacíficas e inofensivas ponedoras, hasta los terribles<br />

gallos <strong>de</strong> pelea, solaz y orgullo .<strong>de</strong> los afi-<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 105<br />

records se explotan sin la cría; y no era <strong>La</strong> Vio­<br />

leta una excepción en aquel hato. Vencido por<br />

la edad, y teniendo que entregar la tierra <strong>de</strong> su<br />

arriendo, vendió el señor Navas su hato poco<br />

antes <strong>de</strong> su muerte. Tres meses <strong>de</strong>spués no en­<br />

contraba nadie una novilla <strong>de</strong> ese fierro, honra<br />

y prez <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong>, perdiéndose así para la riqueza<br />

nacional, el inteligente y tenaz esfuerzo<br />

<strong>de</strong> un ciudadano benemérito, que en otro pueblo<br />

menos <strong>de</strong>scuidado habría gozado <strong>de</strong> la consi<strong>de</strong>ración<br />

pública.<br />

Aquí hemos visto en menos <strong>de</strong> cincuenta<br />

años aparecer y <strong>de</strong>saparecer como si hubieran<br />

ocurrido tres o cuatro diluvios (sin arca y sin<br />

Noé), multitud <strong>de</strong> razas importadas a gran cos­<br />

to y sostenidas mediante ingentes sumas.<br />

Se dirá que obe<strong>de</strong>ce este fenómeno a nues­<br />

tra inconstancia. Pero esto está contradicho por<br />

la constancia <strong>de</strong>mostrada en cien casos por los<br />

campesinos importadores y criadores <strong>de</strong> aquellas<br />

mismas razas. Lo que hay, a mi juicio, es<br />

qu e faltan centros a<strong>de</strong>cuados <strong>de</strong> educación para<br />

los jóvenes aficionados, y faltan estímulos<br />

bien encaminados para el <strong>de</strong>sarrollo y sosteni-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


106 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

miento <strong>de</strong> esa misma afición. Un padre <strong>de</strong> familia<br />

que con estudio personal y a fuerza <strong>de</strong><br />

experiencia logra levantar su rebaño a cierta<br />

altura, carece <strong>de</strong>l tiempo y <strong>de</strong> los conocimientos<br />

indispensables, siquiera para trasmitir a sus hijos<br />

los conocimientos adquiridos, y como el Estado<br />

(un Estado que se obliga a mantener cin­<br />

co universida<strong>de</strong>s enclenques), ha sido incapaz<br />

en cien años <strong>de</strong> crear la escuela <strong>de</strong> agricultura<br />

en sus diferentes grados, tenemos que la agri­<br />

cultura y la gana<strong>de</strong>ría, en un país agrícola y ga­<br />

na<strong>de</strong>ro, están en permanente riesgo <strong>de</strong> caer en<br />

manos <strong>de</strong> ricos diletantis que ni las conocen ni<br />

las aJilan, o <strong>de</strong> ser conocidas como profesiones<br />

inferiores en categoría social, y entonces los<br />

muchachos <strong>de</strong> tradición campesina van <strong>de</strong>ser­<br />

tando hacia las universida<strong>de</strong>s a aumentar la <strong>de</strong>­<br />

plorable congestión <strong>de</strong> doctores más o menos<br />

fracasados .. .<br />

Ahora bien, concretando nuestras observacio­<br />

nes sobre la exposición <strong>de</strong>l 12 <strong>de</strong> octubre último,<br />

sin per<strong>de</strong>r <strong>de</strong> vista el problema general<br />

que estas cosas entrañan, .<strong>de</strong>bemos preguntar<br />

si ella significa un progreso efectivo y apre-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 107<br />

ciable en la gana<strong>de</strong>ría <strong>de</strong> la altiplanicie. No vacilamos<br />

en respon<strong>de</strong>r que la mayoría <strong>de</strong> los<br />

ejemplares presentados revelan un a<strong>de</strong>lanto<br />

consi<strong>de</strong>rable en nuestra industria pecuaria. El<br />

ganado Durharn exhibido por los señores Ruperto<br />

Restrepo e hijos, fruto <strong>de</strong> cuarenta años<br />

<strong>de</strong> labor inteligentísima, luciría aun en país <strong>de</strong><br />

mayor tradición gana<strong>de</strong>ra. Es <strong>de</strong> lamentarse que<br />

las evi<strong>de</strong>ntes incomodidad/es <strong>de</strong>l improvisado<br />

campo que se eligió para la exposición, hubieran<br />

retraído a otros criadores <strong>de</strong> traer sus ganados<br />

<strong>de</strong> carne, lo que habría permitido hacer<br />

un estudio comparativo <strong>de</strong> provecho.<br />

Nuevas razas, como la Lincoln, importada<br />

por don Manuel Antonio Cortés y por los señores<br />

Acosta; la Guernesey, <strong>de</strong>l señor Vaughan<br />

se presentaron en esta ocasión, y se notó también<br />

consi<strong>de</strong>rable mejora en otra, como la Holstein,<br />

la Red-Poli, la Devon y la Normanda. En<br />

cuanto a caballos <strong>de</strong> pura sangre inglesa, es<br />

ésta la primera vez que se presentan tantos y<br />

tan buenos ejemplares. Los percherones, el<br />

hackney, el .<strong>de</strong> sangre y los pollinos importados<br />

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108<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

por el ministerio <strong>de</strong> industrias, son excelentes,<br />

pero no pudimos compren<strong>de</strong>r qué objeto tuvo<br />

en mira el gobierno, al traer un caballote <strong>de</strong><br />

color bronceado, anunciado como <strong>de</strong> paso, y que<br />

sólo creemos útil para que los· alumnos <strong>de</strong> la escuela<br />

<strong>de</strong> veterinaria, estudien en él las razas<br />

antediluvianas, y luégo le priven piadosamente<br />

<strong>de</strong> la facultad <strong>de</strong> reproducirse. Delante <strong>de</strong>l ganado<br />

vacuno importado <strong>de</strong>l Canadá por el gobierno,<br />

queremos callar por consi<strong>de</strong>raciones a<br />

esos buenos e inofensivos súbditos <strong>de</strong> su Majestad<br />

Británica, y por temor a expresar cualquier<br />

concepto que pudiera suscitar la intervención<br />

<strong>de</strong> la misma augusta majestad.<br />

Queremos insistir, para terminar, en la necesidad.<br />

<strong>de</strong> que, dándose cumplimiento a la ley<br />

Uribe· Echeverri <strong>de</strong>l año 26, se organicen las<br />

escuelas <strong>de</strong> agricultura. Debe principiarse mo<strong>de</strong>stamente,<br />

pero con base sólida, sin querer<br />

fundar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer día todos los institutos<br />

proyectados. Y en cuanto a exposiciones, que<br />

se proceda a planear y levantar en campo a<strong>de</strong>cuado<br />

los pabellones permanentes, para que<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 109<br />

cada año se verifiquen allí, en época fija, los<br />

concursos, y puedan así los campesinos prepararse<br />

<strong>de</strong> antemano. Sólo así habrá estímulo<br />

efectivo; en la forma actual apenas se logra fo­<br />

mentar el <strong>de</strong>saliento y hacer gastos perfecta­<br />

roen te in ú ti! es.<br />

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LA COLONIZACION DE LAS RIBERAS<br />

DEL MAGDALENA<br />

Señor director <strong>de</strong> "El Tiempo".<br />

Abril 14 <strong>de</strong> 1932.<br />

Entiendo que uno <strong>de</strong> los fenómenos más frecuentes<br />

en épocas <strong>de</strong> miseria pública, es el <strong>de</strong><br />

la superproducción <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as en las mentes, por<br />

otros lados ociosas <strong>de</strong> los ciudadanos. Pues<br />

bien, querido director, al fin ha llegado mi turno<br />

en esta danza sin cesar creciente <strong>de</strong> los proyectos<br />

salvadores, <strong>de</strong> las medidas drásticas e<br />

inaplazables. No ha nacido felizmente en mi<br />

cerebro un plan económico, ni fiscal. He leído<br />

cuantos se han presentado <strong>de</strong> dos años a esta<br />

parte a la consi<strong>de</strong>ración pública por todos los<br />

ingenios: chicos, medianos y gran<strong>de</strong>s, y esta<br />

lectura a la que no estaba habituado, ha secado<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 113<br />

selva don<strong>de</strong> el machete ha marcado los lin<strong>de</strong>ros<br />

<strong>de</strong> una estancia.<br />

En el fondo el rancho en medio <strong>de</strong>l platanal.<br />

A mirar el paso <strong>de</strong>l buque se arriman a la orilla<br />

cuatro o cinco chiquillos, panzudos, <strong>de</strong>scoloridos,<br />

inexpresivos, <strong>de</strong>vorados por el paludismo.<br />

A<strong>de</strong>ntro la mujer prepara la comida. Como<br />

la gasolina acabó con el leñateo, el buque ya<br />

no amarra en el bohío, y por tanto no se ve al<br />

hombre esperando la llegada para que le compre<br />

el combustible; ha vuelto a la pesca, o espera<br />

resignado la cosecha. Vino hace años <strong>de</strong>l fon­<br />

do <strong>de</strong> Antioquia, <strong>de</strong>l Quindío, <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r,<br />

<strong>de</strong> Boyacá, para conquistarse unos palmos <strong>de</strong><br />

Hcrra que le <strong>de</strong>n un poco <strong>de</strong> in<strong>de</strong>pe<strong>de</strong>ncia, y<br />

procuren a sus hijos un porvenir mejor.<br />

Son muchas las estancias dispersas que representan<br />

siempre un núcleo <strong>de</strong> población completamente<br />

abandonado a su propia suerte bajo<br />

las inclemencias <strong>de</strong> una naturaleza hostil.<br />

:Aquello que en ese estado no pasa <strong>de</strong> ser una<br />

serie <strong>de</strong> esfuerzos truncados, podría llegar a<br />

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<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong>-s


LA SABANA DE BOGOTA 115<br />

labor apostólica, el abogado tomando datos para<br />

llegar a sanear o a establecer el título <strong>de</strong>i<br />

poseedor; el agrónomo <strong>de</strong>jando semillas, herramientas<br />

y lecciones, naturalmente sin per<strong>de</strong>r<br />

el sentido <strong>de</strong> las proporciones, ni la visión <strong>de</strong>l<br />

lugar en que halle y <strong>de</strong> las gentes a qui·eneS, ha­<br />

bla. Se me dirá que falta el maestro. Este no <strong>de</strong>be<br />

ir mientras una tarea previa, que no es <strong>de</strong><br />

días ni <strong>de</strong> meses, no haya puesto el material<br />

humano que ha <strong>de</strong> constituir su clientela, en<br />

estado material <strong>de</strong> asimilar una enseñanza continua<br />

y metódica.<br />

En el curso <strong>de</strong> un año, o algo menos, <strong>de</strong> un<br />

trabajo inteligente y tenaz se pue<strong>de</strong> hacer mucho<br />

por inspirar confianza, por prestar apoyo,<br />

por disminuir la soledad <strong>de</strong> gentes heroicas en<br />

su iniciativa, constantemente combatidas, y al<br />

fin vencidas por la inclemencia <strong>de</strong> los elementos,<br />

por la incuria <strong>de</strong>l Estado, por la incuria <strong>de</strong><br />

la sociedad en general.<br />

Inspirar confianza, he dicho, y es ésta la base<br />

<strong>de</strong> la labor que se emprenda, pues no hay<br />

que olvidar que aquella gente ha salido casi<br />

siempre, <strong>de</strong>l pueblo o <strong>de</strong> la hacienda, en huí-<br />

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116<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

da, no siempre inmotivada, <strong>de</strong> la vara <strong>de</strong>l señor<br />

alcal<strong>de</strong>, <strong>de</strong>l celo excesivo <strong>de</strong>l recaudador, <strong>de</strong> la<br />

codicia <strong>de</strong>l patrón, <strong>de</strong> la injuria <strong>de</strong>l mayordomo.<br />

Hay que tranquilizar a esos hombres que han<br />

preferido venir a enten<strong>de</strong>rse día y noche con<br />

los tigres que llegan hasta la puerta <strong>de</strong>svencijada<br />

<strong>de</strong> la choza, con la culebra que les mata<br />

los hijos y los pollos, que han preferido esto<br />

y mucho más, a continuar en su al<strong>de</strong>a una lucha<br />

<strong>de</strong>sigual e interminable con el papel sella­<br />

do eh todas sus formas.<br />

Hay que principiar por persuadidos que el<br />

buque que atraca por primera vez frente al bohio<br />

no lleva a bordo enemigos suyos; que les<br />

trae la medicina, el consuelo, el consejo, que el<br />

capitán está listo a llevar al puerto vecino, junto<br />

con el dueño, la carga <strong>de</strong> plátanos o <strong>de</strong> maíz<br />

que produjo la estancia, y que el buque que sube<br />

lo recoge para el regreso con la sal, las velas,<br />

y lo <strong>de</strong>más que necesite para su vida en el<br />

rancho. Pero mucho cuidado, eso sí, con ir a<br />

inscribirlos para el servicio militar, o hacerlos<br />

materia <strong>de</strong> nuevos impuestos. Ya llegará el día,<br />

cuando los hijos <strong>de</strong> sus hijos sean ciudadanos<br />

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118 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

las dimensiones <strong>de</strong> esta carta y por los i.nvoluntarios<br />

ultrajes que en ella haya podido inferir<br />

a la gramática, y al buen sentido, quedo su afectísimo.<br />

Tomás Rueda Vargas<br />

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EL CREDITO CAMPESINO<br />

Señor gerente <strong>de</strong> la Caja <strong>de</strong> Crédito Agrario:<br />

Perdone usted, mi querido amigo, que le haga<br />

víctima <strong>de</strong> mis inofensivos disparos 'literarios.<br />

No he respondido y hace ya tres semanas que<br />

recibía los cuestionarios que me plantea la Caja<br />

<strong>de</strong> Crédito Agrario sobre dos campesinos que<br />

solicitan el auxilio <strong>de</strong> esa institución para mover<br />

sus pequeñas empresas.<br />

No es la pereza -que tampoco me falta <strong>de</strong>l<br />

todo- lo que ha <strong>de</strong>morado; es la convicción<br />

<strong>de</strong> que en el día <strong>de</strong> hoy, ni yo ni nadie pue<strong>de</strong><br />

respon<strong>de</strong>r siquiera con relativa aproximación,<br />

sobre las preguntas, muy justas por otra parte,<br />

<strong>de</strong> los banqueros.<br />

<strong>La</strong>s circunstancias han variado totalmente,<br />

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120 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

y si ayer esos formularios usados en todos los<br />

bancos eran conducto eficaz <strong>de</strong> información,<br />

hoy no sirven a su objeto, y menos en una ins·<br />

titución que tiene <strong>de</strong>lante una clientela <strong>de</strong> gentes<br />

tímidas que vacilan horas y horas antes <strong>de</strong><br />

resolverse a entrar por la boca negra <strong>de</strong>l ascensor.<br />

Ya usted ha dado un gran paso con poner<br />

las oficinas al nivel <strong>de</strong>l asfalto. Dé usted el<br />

otro que falta, y aumentará en poco tiempo la<br />

clientda <strong>de</strong> esa Caja, puesta afortunadamente<br />

en sus manos ágiles ;e inteligentes. Queme<br />

usted sin lástima los formularios rosados que<br />

son hoy la pesadilla <strong>de</strong> los pequeños campesinos,<br />

y prescinda <strong>de</strong>finitivamet·e <strong>de</strong> la información<br />

<strong>de</strong> las "personas honorables" <strong>de</strong> mi estilo que,<br />

inspiradas unas en un criterio caritativo contestan<br />

siempre favorablemente al peticionario,<br />

temerosas otras, asesinan a mansalva las esperanzas<br />

<strong>de</strong>l prestamista, y sumen todas al <strong>de</strong>sgraciado<br />

gerente en un mar <strong>de</strong> perplejida<strong>de</strong>s y<br />

<strong>de</strong> dudas inevitables. Y mientras las juntas van<br />

y vienen, se paran las yuntas en los barbechos,<br />

se · van los gañanes a la venta a jugar al dado<br />

el último jornal, y toma el estanciero el cami-<br />

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122<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

Agraria las zonas altas <strong>de</strong> Boyacá y Cundinamarca<br />

con un solo inspector asesorado por uno<br />

o dos ayudantes, siempre ·eso sí, que lo busque<br />

estas líneas, tan pedantes como bien intenciocon<br />

el mismo acertado criterio que empleó por<br />

ejemplo, en la elección <strong>de</strong> Luis Iregui para los<br />

cafetales <strong>de</strong> Cundinamarca.<br />

<strong>La</strong> crisis ha puesto a disposición <strong>de</strong> las empresas<br />

muchas gentes aptas que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una<br />

situación <strong>de</strong> holgura no se habrían <strong>de</strong>jado jamás<br />

asalariar. Para el caso encontraría usted<br />

fácilmente mozos que perecerían <strong>de</strong> tedio en<br />

una oficina, pero que puestos en movimiento<br />

por los campos que conocieron en el tiempo <strong>de</strong><br />

bonanza, y que han lidiado <strong>de</strong>sesperadamente<br />

en los dos años que llevamos corridos <strong>de</strong> la crisis<br />

brava, darían un resultado asombroso para<br />

el fin principal que se propone la Caja Agraria,<br />

que no es otro que el muy laudable <strong>de</strong> facilitar<br />

el trabajo y evitar la ruina <strong>de</strong> la clase<br />

campesina.<br />

Se requiere, eso sí, para esta tarea <strong>de</strong> intermediarios<br />

entre la alta y muy idónea dirección<br />

<strong>de</strong> ese banco, y el elemento sobre el cual va a<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 123<br />

ejercer su acción, gentes que hayan visto trigo<br />

en partes distintas <strong>de</strong> los monumentos <strong>de</strong> J u eves<br />

Santo, y <strong>de</strong> los óleos <strong>de</strong> Barrero o <strong>de</strong> Zamora.<br />

Que en el ir y venir <strong>de</strong> los trenes, en la<br />

charla <strong>de</strong> los car.ros <strong>de</strong> primera, segunda o tercera,<br />

en las ferias <strong>de</strong> los pueblos, en las galleras<br />

mismas, hayan adquirido el hondo y certero<br />

conocimiento <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong>l oficio; algo <strong>de</strong><br />

lo que oí una vez <strong>de</strong>finir a un pastor, que <strong>de</strong>bía<br />

ser un poeta, con el nombre <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong> la<br />

tierra.<br />

Para po<strong>de</strong>r juzgar en un momento dado <strong>de</strong><br />

la capacidad económica y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>nsidad <strong>de</strong> honra<strong>de</strong>z<br />

<strong>de</strong> don An,tonio, don Martiniano, o don<br />

J acabo, hay que haber mordido, al pie <strong>de</strong> la<br />

trilladora, mientras almuerzan los peones, y<br />

vuelven las yuntas <strong>de</strong> beber, <strong>de</strong> la misma lon­<br />

ja <strong>de</strong> carne que acaba <strong>de</strong> mor<strong>de</strong>r don Drigelio,<br />

don Pepe, don Cosme o don Bias.<br />

Y volviendo a lo primero, es <strong>de</strong>Cir, al objeto<br />

<strong>de</strong> esta carta, que ha <strong>de</strong>bido ser privada, y que<br />

el apremio <strong>de</strong> un compromiso editorial con el<br />

director <strong>de</strong> "El Espectador", ha convertido ,en<br />

pública, diré a usted que los dos solicitantes<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


124 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

<strong>de</strong> dinero que me consulta, repr·esentan, en mi<br />

opinión, el tipo clásico <strong>de</strong>l campesino que neoesita<br />

y merece el apoyo <strong>de</strong> la Caja Agraria.<br />

Temo solamente que los libros, el urbanismo y<br />

la pedagogía, hayan enturbiado mi antes <strong>de</strong>spejada<br />

visión <strong>de</strong> los hombres y las cosas, así<br />

como me han llevado a importunar a usted con<br />

estas líneas tan pedantes como bien intencionadas,<br />

que le ruego perdonar en gracia <strong>de</strong> la<br />

buena amistad que le profesa su afectísimo,<br />

Tomás Rueda Vargas<br />

("El Espectador", junio 7 <strong>de</strong> 1932.)<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


128 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

fue, son tapias caídas iguales a las <strong>de</strong> los potreros<br />

<strong>de</strong> su pueblo, para cuantos ignoran la historia<br />

<strong>de</strong> los que en ella se encerraron cuando,<br />

erectas y vivas, <strong>de</strong>safiaron alegremente al tiempo<br />

y a la muerte. Para nosotros ·en aquel momento<br />

tenían esas ruinas un fuerte po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

evocación. No conocimos la Ferrería en actividad,<br />

pero la sentimos en nuestra infancia, en<br />

nuestra juventud, ·a través <strong>de</strong> las cálidas relaciones<br />

maternas. Ellas nos dijeron que a Pacho<br />

iban en julio y en diciembre bulliciosas cabalgatas<br />

<strong>de</strong> familias bogotanas; que a la orilla<br />

d.e ese río, que ruidoso corre a mis pies, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong>l baño se entonaron bambucos con música<br />

<strong>de</strong> Fallon y letra <strong>de</strong> Carlos Sáenz Echeverría<br />

y <strong>de</strong> Roberto Narváez; nos relataron mil<br />

veces lo que fue aquel edén perfumado por azahares<br />

y jazmines, en que dominaba a ratos la<br />

voz <strong>de</strong>l río, ·el golpe seco y duro <strong>de</strong> los martillos<br />

·enormes que esgrimían cíclopes británicos<br />

tiznados y rubios. Subimos la loma y Uegámos<br />

a. la casa <strong>de</strong> la hacienda, ya se sabe cuál es. Quizá<br />

no hay en los campos <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong> una casa<br />

que, a través <strong>de</strong> su abandono actual, revele ma-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 129<br />

yor gusto, mayor comprensión <strong>de</strong> lo confortable,<br />

<strong>de</strong> la intención <strong>de</strong> establecerse en un lugar,<br />

en quienes or<strong>de</strong>naron su construcción, que esta<br />

enorme y <strong>de</strong>liciosa mansión en don<strong>de</strong> el señor<br />

Bunch, aquel hidalgo inglés a quien aun mU· ·<br />

chos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte acompaña la<br />

simpatía <strong>de</strong> las gentes, reunía a sus amigos;<br />

morada en que hizo centro a los artistas e intelectuales<br />

<strong>de</strong> la época, do ña Isabel Bunch, cuya<br />

gracia y distinción hicieron raya en aquel<br />

tiempo, en que las mujer·es <strong>de</strong> la clase alta tenfan<br />

preocupaciones superiores al flirt y al cutdado<br />

externo <strong>de</strong> sus per2_onas.<br />

Con un eco extraño y que a mí, preocupado<br />

po r la evocación <strong>de</strong>l lejano pasado, me par·ece<br />

lúgubre, resuenan en la soledad <strong>de</strong> las amplias<br />

y numerosas estancias las_ pisadas y las vooes<br />

<strong>de</strong> quienes visitamos en esta clara tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> abril<br />

la inmensa casona <strong>de</strong> la hacienda, <strong>de</strong>sierta <strong>de</strong><br />

habitantes, poblada <strong>de</strong> rumores. De afuera nos<br />

llegan las voces <strong>de</strong> una bandada <strong>de</strong> muchachas<br />

y <strong>de</strong> jóvenes, que se nos separaron a la entrada,<br />

y entre risas y gritos se empeñan en bajar na-<br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong>-9<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


132<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

el fresco, la <strong>de</strong> cantar los bambucos y bailar los<br />

pasillos, la <strong>de</strong>l amor y las promesas, también<br />

en la que baja la melancolía a las almas soñadoras<br />

... y que tanto lo eran las <strong>de</strong> aquellos románticos<br />

<strong>de</strong> la fe<strong>de</strong>ración! <strong>La</strong>s ocho <strong>de</strong> la no­<br />

. che <strong>de</strong> un día domingo <strong>de</strong> julio que, con diciembre,<br />

comparte las épocas <strong>de</strong>l veraneo bogotano.<br />

Sin duda aquella tar<strong>de</strong> llegaron <strong>de</strong> la capital,<br />

conduciendo a sus dueños que vienen a ver a las<br />

novias, los alazanes tostados y los bayos oscuros,<br />

los moros azules y los rucios rodados. ¡ Cómo<br />

<strong>de</strong>bieron <strong>de</strong> latir los corazones cuando hacia<br />

el crepúsculo s-e sintió por el rumbo <strong>de</strong> la empedrada<br />

cuesta crecer el ruido que hacen, mezclado<br />

con el <strong>de</strong> las herraduras sobre los guijarros,<br />

el tintineo <strong>de</strong> las espuelas al chocar con­<br />

tra los estribos moriscos.<br />

Sonado ya d toque <strong>de</strong> oración nos retiramos<br />

por- entre los naranjos r los limos, preguntándo­<br />

nos cuál <strong>de</strong> aquéllos fue el que se sembró el<br />

día <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> doña Isabel, y que consagró<br />

el poeta en esta estrofa:<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


136<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

cen ciegos <strong>de</strong> tanto mirar la planicie in<strong>de</strong>finida,<br />

en sus puertas <strong>de</strong> golpe chirriadoras y secas,<br />

la memoria <strong>de</strong> muchas tristes vidas <strong>de</strong> damas<br />

sacrificadas por años y años al egoísmo sórdido<br />

<strong>de</strong> maridos cargados <strong>de</strong> apellidos ilustres y <strong>de</strong><br />

taras vulgares.<br />

Ya don José Manuel Marroquín, el escritor<br />

que mejor comprendió nuestros campos y la<br />

psicoJogía <strong>de</strong> sus .gentes, <strong>de</strong>jó en su primorosa<br />

historia <strong>de</strong> Yerbabuena un ejemplo que mues­<br />

tra hasta dón<strong>de</strong> pue<strong>de</strong> enaltecer el arte un ob­<br />

jeto que en sí mismo parece no dar tema alguno<br />

a filigranas intelectuales, y el prlesbítero<br />

García trazó no hace mucho una elegante silueta<br />

<strong>de</strong> la vetusta "Fusca" <strong>de</strong> los Tamayos.<br />

Sin tiempo para ahondar el tentador asunto,<br />

ni capacida<strong>de</strong>s para seguir a tan altos mo<strong>de</strong>­<br />

!')s, intentaré complacer al artista amigo, y complacerme<br />

a mí mismo dando una vuelta por las<br />

lomas y potreros por don<strong>de</strong> corrieron semisalvajes<br />

las yeguadas <strong>de</strong> don Pepe y <strong>de</strong> sus hijos.<br />

Canoas tiene en su misma situación geográ­<br />

fica una <strong>de</strong>fensa contra la vulgarización, que<br />

no posee quizá ninguna otra finca <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong>.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 137<br />

El río que la circunda, los cerros que la respaldan,<br />

el bosque espeso, cria<strong>de</strong>ro fecundo <strong>de</strong><br />

venados, <strong>de</strong> niebla y <strong>de</strong> leyendas; el grito sor­<br />

do y continuado <strong>de</strong>l Tequendama. Y en diverso<br />

or<strong>de</strong>n, -el inevitable puente <strong>de</strong> entrada que encallejona<br />

el pensamiento <strong>de</strong>l que se encamina<br />

a la adusta mansión por el rastro <strong>de</strong> tradiciones<br />

duras, medioevales, inexorables; la capilla colonial,<br />

cuidada a veces por mujer·es <strong>de</strong>licadas<br />

como aquella Nuncha <strong>de</strong> "Los Pazos <strong>de</strong> Ulloa",<br />

que aterido el cuerpo por el frío <strong>de</strong>l páramo, y<br />

estropeada el alma por la ru<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l medio, por<br />

la tosca familiaridad <strong>de</strong> mayordomos consentidos<br />

por -el patrón, y <strong>de</strong> perros <strong>de</strong> cacería más<br />

mimados que los hijos, se refugia ·en la penumbra<br />

<strong>de</strong>l oratorio y pasa los largos días .<strong>de</strong> soledad<br />

en quitar telarañas a los retablos, entre los<br />

cuales no faltan Vásquez y Figueroas; en pre­<br />

parar una primera comunión <strong>de</strong> las chicas <strong>de</strong>l<br />

vecindario, en fin, en restaurar el culto, olvidado<br />

por caballeros muy católicos, mucho, pero<br />

a quienes las exigencias <strong>de</strong> la cosecha que pi<strong>de</strong><br />

la <strong>de</strong>shierba; la anegada que se viene encima<br />

porque el río está gran<strong>de</strong>; un bando <strong>de</strong> picho-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


138 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

nas que se levanta en la Chucua, o en Terreros,<br />

o en Puerta Gran<strong>de</strong>; una estrepitosa riña <strong>de</strong> gallos<br />

en Soacha, que ha traído aficionados hasta<br />

<strong>de</strong> tierra caliente; la guerra que se prepara para<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la fe; en suma todo lo que atrae la<br />

actividad d.el caballero cruzado <strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong><br />

antigua, le han impedido acercarse a la capilla,<br />

y a veces también ha guardado allí contra<br />

el altar el tamo para el ganado, o ha amarrado<br />

el potro <strong>de</strong> las vigas don<strong>de</strong> anidan las lechuzas.<br />

Canoas daría tema para mucha historia, y<br />

aun más, para mucha leyenda. <strong>La</strong> poseyó hacia<br />

el segundo cuarto <strong>de</strong>l siglo pasado don Sabas<br />

Uricoechea, quien -la vendió a don Pepe Urdaneta.<br />

Dicen que, roto ya .el trato <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> discutido<br />

largamente ·en las casas <strong>de</strong> la hacienda,<br />

montó don Pepe para regresar a la ciudad; a<br />

las pocas cuadras notó síntomas seguros <strong>de</strong> próxima<br />

lluvia, y comprendiendo que el aguacero<br />

que se acercaba salvaría el trigal que parecía<br />

perdido, volvió riendas y cerró el negocio en las<br />

condiciones propuestas por don Sabas. El aguacero<br />

cayó esa misma tar<strong>de</strong> y don Pepe pagó la<br />

finca con el producto <strong>de</strong>l trigal.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


140<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

los curas sean ilustrados, y una buena escuela<br />

militar; todo lo <strong>de</strong>más estorba . . . la política, mi<br />

joven amigo, añadía con la voz un tanto turbia,<br />

es un gallinero. Usted está muy chino y no compren<strong>de</strong><br />

bien esto .. . ; unos suben y otros bajan;<br />

todos roban; los que vamos a pelear sólo servimos<br />

<strong>de</strong> escalera para que roben otros; ¿no es<br />

cierto, indio Inacio ?", añadía pasando la copa<br />

al viejo Ignacio Sánchez, su compañero <strong>de</strong> guerrilla.<br />

Reminiscencias artísticas tampoco faltan. Alli<br />

quedaron las huellas <strong>de</strong> lujo, <strong>de</strong> buen gust0,<br />

<strong>de</strong> gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> Alejandro; las caricaturas y los<br />

esbozos <strong>de</strong> Alberto; el eco <strong>de</strong> las rimas <strong>de</strong> tantos<br />

camaradas joviales que gozaron <strong>de</strong> aquel<br />

singular mecenado. Chepe salió <strong>de</strong> allá directamente<br />

a sepultarse en la Cartuja <strong>de</strong> Miraflores . .<br />

Los recuerdos trágicos, alegres, fastuosos, sangrientos,<br />

todo menos cómicos o triviales, perduran<br />

en aquella mansión impermeable a lo mo<strong>de</strong>rno,<br />

no obstante su bomba eléctrica <strong>de</strong> regadío<br />

y sus sementales <strong>de</strong> pura sangre inglesa.<br />

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142 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

giere a diario su cada día más difícil dig·estión<br />

<strong>de</strong> ese campo que han solicitado más por capncho<br />

que por amor. Felizmente la tierra es muy<br />

celosa, y sólo se entrega a quienes la aman ocveras.<br />

¡Y qué bien conoce ella a sus enamorados!<br />

Sólo quienes hemos vivi.do en su callada<br />

intimidad sabemos qué tan leal es para los suyos,<br />

qué tan indiferente, tan irónica también,<br />

para los otros.<br />

Tuvo don Antonio la tradición, el gusto, la<br />

vocación <strong>de</strong>l campo, y con ningún otro oficio o<br />

profesión, compartió el suyo. Dotado <strong>de</strong> fino y<br />

natural sentido artístico, embelleció sus campos<br />

respetando la naturaleza, cuidó <strong>de</strong> sus ganados,<br />

sus caballos y sus arreos con tan nimia<br />

preocupación, que hubiera parecido pueril si no<br />

fuera encantadora. Cualquier árabe refinado<br />

por el perpetuo compañerismo con el <strong>de</strong>sierto<br />

y con las bestias nobles, hubiera envidiado su<br />

inteligente y estética manera <strong>de</strong> criar sus re.<br />

baños, <strong>de</strong> escoger sus caballos <strong>de</strong> su silla, <strong>de</strong> pre.<br />

sidir las menores faenas <strong>de</strong> su campo. Estética<br />

hemos dicho; así, era y así <strong>de</strong>be ser. Para conciliar<br />

las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la agricultura y la ga-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


144<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

dota, la reminiscencia, tomaban en sus labios<br />

un sabor especial lleno <strong>de</strong> atractivo. Fue notorio<br />

su espíritu público, que se ejerció principalmente<br />

en el ramo <strong>de</strong> caminos, al que sirvió<br />

<strong>de</strong>sinteresa.da y eficazmente durante muchos<br />

años. Ni en su persona, ni en sus cosas aceptó<br />

<strong>de</strong> la moda sino aquello que encontró razonable.<br />

Original e in<strong>de</strong>pendiente en todo, cuando le<br />

veíamos aparecer por los arenosos callejones <strong>de</strong><br />

Bosa en al guna <strong>de</strong> sus yeguas briosas, erguido,<br />

gallardo, montado a la antigua usanza, cubierta<br />

la cabeza entrecana, con el suaza, al cuello<br />

el pañuelo blanco anudado en una forma especial<br />

<strong>de</strong> corbatón, la ruana gris, nos venía in­<br />

voluntariamente la memoria <strong>de</strong> una lejana<br />

lectura, .<strong>de</strong> aquel cuento sujestivo y hondo <strong>de</strong><br />

Leopoldo Alas: "El sombrero <strong>de</strong>l señor cura" ...<br />

¿lo recordáis? un indiano opulento entretiene<br />

a sus invitados <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l almuerzo en su suntuoso<br />

palacio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cuya terraza se divisan las<br />

olas <strong>de</strong>l Cántabro. De pronto anuncian que por<br />

la avenida <strong>de</strong>l parque sube trabajosamente el<br />

señor cura <strong>de</strong>l pueblo vecino. El burgués toma<br />

pie para contar burlescamente cómo el cura ha.;;<br />

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' , . .. LA SABANA DE BOGOTA<br />

ce no sé qué tantos años no cambia la forma <strong>de</strong><br />

su sombrero, e incita a sus comensales a reir<br />

cuando puedan ellos verificar la verdad <strong>de</strong> sus<br />

observaciones espesas y <strong>de</strong>snudas <strong>de</strong> gracia.<br />

El anciano ha llegado a la terraza y da vueltas,<br />

mientras habla, al sombrero <strong>de</strong>l cuento en<br />

medio <strong>de</strong>l estupor <strong>de</strong> los circunstantes. ¿Qué<br />

ha sucedido?, sencillamente que el sombr-ero,<br />

que es realmente el mismo <strong>de</strong>scrito por el cacique,<br />

se ·halla <strong>de</strong> moda; el tiempo ha pasado,<br />

los caprichos han dado mil vueltas, el ala y la<br />

copa <strong>de</strong> los sombreros han cambiado lo mismo<br />

que las i.<strong>de</strong>as, muchas veces, sin que el cura se<br />

haya preocupado <strong>de</strong> ello, manteniéndose <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> la recta <strong>de</strong> la razón y el buen sentido, y tenemos<br />

que la moda, la voluble majestad <strong>de</strong> los<br />

necios, ha tornado a caer sobre el cubrecabeza<br />

<strong>de</strong>l pobre cura <strong>de</strong> al<strong>de</strong>a, y en aquel momento en<br />

que el burgués relataba la especie a sus comensales,<br />

el sombrero <strong>de</strong>l cuento estaba a la rigurosa<br />

<strong>de</strong>l día.<br />

Quienes como don Antonio, colocados a la vera<br />

<strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> la vida, realizan en su persa­<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong><br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong>-lO


146--<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

na y en sus cosas obra <strong>de</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia personal<br />

y <strong>de</strong> sentido común, el menos común <strong>de</strong><br />

los sentidos, según se ha dicho, no son indiferentes<br />

al bien general <strong>de</strong> la sociedad a la cual<br />

sirven, mostrando todos los días con el ejemplo,<br />

cómo se pue<strong>de</strong> exhibir superioridad en<br />

cualquier sector <strong>de</strong> la existencia, sin necesidad<br />

<strong>de</strong> barajarse con la <strong>de</strong>nsa muchedumbre <strong>de</strong> los·<br />

necios, sujetos a la ley <strong>de</strong> la imitación servil <strong>de</strong><br />

lo extranjero y <strong>de</strong> lo exótico.<br />

Descanse en paz el sentido caballero en el<br />

seno <strong>de</strong> la tierra que labraron sus manos con<br />

tan cariñoso esmero.<br />

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LA INFLUENCIA DEL CAMPO EN<br />

VERGARA Y VERGARA<br />

No conocí a Vergara y Vergara. Mal podía<br />

conocerlo si él se había marchado <strong>de</strong> este valle<br />

<strong>de</strong> lágrimas mucho antes <strong>de</strong> que yo llegara. Sin<br />

embargo, le conocí muy temprano y muy ínti·<br />

mamente a través <strong>de</strong> un viejo libro con que topé<br />

<strong>de</strong> niño en una .<strong>de</strong> mis incursiones ·en la biblioteca<br />

.<strong>de</strong> mi casa. El libro <strong>de</strong> pasta violeta con rayas<br />

negras en la primera cara, que tiene un letre·<br />

ro dorado que di-ee: "Artículos Literarios <strong>de</strong><br />

ergara y Vergara", fue uno <strong>de</strong> mis mejores com·<br />

pafieros <strong>de</strong> mi infancia. "Los Buitres", "El<br />

Viento", "El Ultimo Abecerraje", eran mis favoritos.<br />

Y cuando mucho más tar<strong>de</strong> he venido<br />

a repasar con ojos cansados por la vida el tomo<br />

<strong>de</strong> la edición <strong>de</strong> Londres, he vuelto a encontrar<br />

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148 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

en ellos la misma fresca impresión <strong>de</strong> la primera<br />

lectura y he .dado en meditar ·en la influencia<br />

profunda que tuvo enVergara su vivir<br />

campesino <strong>de</strong> los primeros años.<br />

Cierto, ciertísimo que en su formación literaria<br />

y en su manera <strong>de</strong> ser espiritual, hallamos<br />

fácilmente la huella <strong>de</strong> sus escapadas a las rocas<br />

<strong>de</strong> "<strong>La</strong> Letra", cuando pasaba horas enteras<br />

·expiando el vuelo <strong>de</strong> las águilas, tratando<br />

<strong>de</strong> adivinar en el ojo quieto y duro <strong>de</strong>l buitre<br />

la intención <strong>de</strong>l vuelo que preparaba sobre los<br />

corrales <strong>de</strong> Casablanca. Fueron tantas las veces<br />

que subió el chico a las empinadas peñas,<br />

que los buitres, los gavilanes, las lechuzas y<br />

todos los extraños habitantes <strong>de</strong> las grietas y<br />

barranc?s <strong>de</strong> aquellas lomas, lejos . <strong>de</strong> huírle le<br />

veían v·enir sin temor y parece como que se ·<br />

hubieran familiarizado con su presencia. Quizá,<br />

quizá -él no lo cuenta-le esperaron las aves<br />

impacientes y nostálgicas en las tar<strong>de</strong>s cuandiJ<br />

la aprensión o el castigo maternos, o el afán <strong>de</strong><br />

r·educir al chiquero ·en la hora bulliciosa <strong>de</strong>l encierro<br />

a un ternero retozón, <strong>de</strong>moraron en la<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 149<br />

casa o en la manga al hidalguete moreno y avispado.<br />

El viento, rey caprichoso, que en esa región<br />

<strong>de</strong> la <strong>Sabana</strong> tiene una gama <strong>de</strong> sonorida<strong>de</strong>s<br />

especialmente variada y múltiple, le <strong>de</strong>jó un recuerdo<br />

y le inspiró una filosofía, que acampafían<br />

e influencian su obra simpática a todo lo<br />

largo <strong>de</strong> su vida esencialmente bondadosa y<br />

efectiva.<br />

Simpática hemos dicho y ésa es la palabra<br />

que cuadra con todo lo que a la persona <strong>de</strong> Vergara<br />

se refiere. <strong>La</strong> simpatía fue el don <strong>de</strong> su<br />

existencia, y ha sido el amuleto que ha <strong>de</strong>fendido<br />

su memoria <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la crítica suspicaz<br />

<strong>de</strong> las generaciones que se han sucedido en el<br />

redon<strong>de</strong>l .<strong>de</strong> nuestras letras <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que sus<br />

fieles compañeros <strong>de</strong>l "Mosaico" acomodaron<br />

con mimo fraternal en el atúd la cabeza <strong>de</strong> su<br />

patrono y fundador empali<strong>de</strong>cida por la muerte.<br />

"Desconocía casi todas las ciencias y ni sus<br />

creencias ni sus i<strong>de</strong>as eran razonadas. Unas y<br />

otras le venían <strong>de</strong>l sentimiento" ... "Vergara<br />

no tenía en política sino un programa elemen­<br />

tal y sencillo: <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r al vencido". En ·estas<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


152<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

sando por las manos <strong>de</strong> las mujeres, únicas que<br />

saben <strong>de</strong>scubrir y aprisionar los veneros sentimentales<br />

a las manos y a los corazones <strong>de</strong> los<br />

hijos. Así se ha salvado para la <strong>Colombia</strong> positivista<br />

y Unitaria <strong>de</strong> nosotros este libro encantador<br />

que trae con flores disecadas enrre sus<br />

páginas a la usanza vieja, el aromado r·ecuerdo<br />

<strong>de</strong> la <strong>Colombia</strong> romántica y fe<strong>de</strong>ra] <strong>de</strong> nues-<br />

. tros padres.<br />

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FIESTA GALANTE<br />

Des<strong>de</strong> que se celebró en la casa solariega <strong>de</strong><br />

"Yerbabuena", hace años, el matrimonio <strong>de</strong> las<br />

hermanas Marroquín, doña María y doña Inés,<br />

no había memoria en esta altiplanicie <strong>de</strong> otra<br />

fiesta nupcial <strong>de</strong>splegada a pleno aire, entre<br />

la raya amarillenta y quieta' <strong>de</strong>l Funza y las peladas<br />

colinas que cierran la <strong>Sabana</strong> por el oriente,<br />

hasta este 18 <strong>de</strong> agosto en que monseñor<br />

Emilio Valenzuela bendijo, en la vieja capilla <strong>de</strong><br />

Canoas, la unión <strong>de</strong> doña Isabel Gómez Tanca,<br />

<strong>de</strong> los Gómez <strong>de</strong> Casa-Blanca y <strong>de</strong> la Calle<br />

Real, con don Gustavo Santos, <strong>de</strong> los Santos <strong>de</strong><br />

"El Tiempo" y <strong>de</strong> San Gil, artista <strong>de</strong> alto bor­<br />

do que así interpreta en el piano a los compli­<br />

cados maestros mo<strong>de</strong>rnos, como la arma contra<br />

las pintores que no le parecen; hombre suave<br />

y <strong>de</strong>licado en la palabra, una dama en d trato<br />

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LA SABANA DE BOGOTA 155<br />

amartillan los ojos redondos <strong>de</strong> rolliza Maritornes.<br />

A la izquierda, en la confusa lejanía, calada<br />

hasta las cejas la montera <strong>de</strong> niebla, el histórico<br />

cerro <strong>de</strong> "Mochuelo" guarda <strong>de</strong>nso tesoro<br />

<strong>de</strong> recuerdos <strong>de</strong> aquellos cachacos <strong>de</strong>sprendidos<br />

y alegres que, en remoto día, interrumpieron<br />

su silencio con el estampido <strong>de</strong> sus carabinas,<br />

y alumbraron su soledad con la lumbre<br />

<strong>de</strong> sus fogatas.<br />

Por un puente rústico cruzamos el Aguas­<br />

claras bajo la mirada indiferente <strong>de</strong> una turba<br />

<strong>de</strong> chiquillos que musulmanamente llenan <strong>de</strong><br />

agua los barriles cargados por asnos más musulmanes<br />

aún .. Hemos entrado en la herradura que<br />

hace el camino al acercarse al Funza, en don<strong>de</strong><br />

los sauces ponen la nota viva <strong>de</strong> su ver<strong>de</strong> sobre<br />

la monótona ari<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l paisaje. Pasamos el<br />

puente <strong>de</strong> Canoas; estamos ya en el antiguo feu­<br />

do <strong>de</strong> los Urdanetas, poblado <strong>de</strong> leyendas. Allí<br />

don Pepe y don Sabas discutieron el trato <strong>de</strong><br />

la hacienda que, según unos, <strong>de</strong>cidió la suer­<br />

te; según otros, rota ya la negociación y ha­<br />

biendo don Pepe llegado a <strong>La</strong>s Huertas, vio<br />

ciertas nubes en el hnri 7.onte que hicieron pre-<br />

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156 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

sagiar a su ojo seguro <strong>de</strong> campesino que el invierno<br />

se acercaba y con él la salvación <strong>de</strong>l<br />

inmenso trigal que se moría <strong>de</strong> sed en los potreros,<br />

y volviendo el caballo cerró el negocio<br />

y quedó sellada la prosperidad <strong>de</strong> su familia y<br />

unido al nombre <strong>de</strong> Canoas el apellido <strong>de</strong> Urdaneta.<br />

De allí salió don Carlos a vencer en el<br />

Cerro <strong>de</strong> la Cruz al diablo que le robaba sus<br />

ganados; <strong>de</strong> allí salió para la Trapa Chepe el<br />

cartujo; allí se dieron cita en torno <strong>de</strong> la "Mamá",<br />

la famosa escopeta <strong>de</strong> .don Alejandro, los<br />

más diestros tiradores en veinte leguas a la redonda;<br />

el lápiz <strong>de</strong> Alberto ilustró allí también<br />

las improvisaciones <strong>de</strong> los trece galantes caballeros<br />

<strong>de</strong> la "Empresa". Aquel nido <strong>de</strong> locas y fastuosas<br />

aventuras <strong>de</strong> <strong>de</strong>scabellados proyectos,<br />

<strong>de</strong> conspiraciones románticas, cuyos protagonistas<br />

<strong>de</strong> corte medioeval cubre la sombra <strong>de</strong> la<br />

muerte, ha obsesionado seguidamente la mente<br />

<strong>de</strong> los creadores <strong>de</strong> belleza. Marroquín y Rivas<br />

toman <strong>de</strong> allí al soberbio y simpático Alejandro<br />

<strong>de</strong> su "Pax"; Emilio Cuervo encuadra en sus<br />

contornos el escenario <strong>de</strong> la "Ráfaga", y José<br />

Asunción Silva cincela sobre la recia corteza<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


CONFIDENCIAS CAMPESINAS<br />

Amable lector, caro lector, buen lector, bella<br />

lectora. Así os llamaban antes, hasta fines <strong>de</strong>l<br />

siglo pasado y comienzos <strong>de</strong> éste, cuando aun<br />

no había llegado d radio a <strong>de</strong>sviar este monólogo<br />

tranquilo <strong>de</strong> la pluma que comunicaba importancia<br />

al escritor y le llenaba <strong>de</strong> orgullo.<br />

Pues bien, amable lector, bella lectora, es muy<br />

antipático esto <strong>de</strong> hacer girar en torno nuéstro<br />

lo que <strong>de</strong>cimos; mas a pasados los cincuenta se<br />

adquieren ciertos <strong>de</strong>rechos, y entre ellos se encuentra<br />

el <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r usar <strong>de</strong> la primera persona<br />

con algún <strong>de</strong>sembarazo, y el anexo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />

nimieda<strong>de</strong>s que a los muchachos ,están vedadas.<br />

Hecha esta jaculatoria, y espantado el miedo<br />

al público, voy a referir aquí para complacer<br />

al redactor <strong>de</strong> esta hoja, tirano como todo<br />

periodista, algunas cosas que no tienen otro<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


160<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

mérito, que el <strong>de</strong> haber sido vistas, oidas y sentidas<br />

por quien las relata, y que pue<strong>de</strong>n servir,<br />

y ojalá sirvan, <strong>de</strong> dato o documento a quienes<br />

hoy se ocupan -con cariño e inteligencia unos,<br />

con sospechosa alharaca y notorio <strong>de</strong>sconocimiento<br />

otros- <strong>de</strong> estas cosas <strong>de</strong> la tierra y <strong>de</strong><br />

los hombres que la trabajan y la viven.<br />

Para aprovechar el viento favorable que se<br />

presentaba a fines <strong>de</strong>l· último diciembre, y siguiendo<br />

el consejo <strong>de</strong> Evaristo, viejo zorro <strong>de</strong><br />

estos montes, a quien nadie disputa en la comarca<br />

el campeonato en lo que a ajetreo <strong>de</strong>l<br />

trigo se. refiere, me -encaminé a uno <strong>de</strong> los molinos<br />

que hay por el lado <strong>de</strong> San Victorino con<br />

el fin <strong>de</strong> que me prestaran unos costales; ·ya<br />

que, dócil a la palabra <strong>de</strong> Evaristo, <strong>de</strong>bía echar<br />

la parva al día siguiente, a la manera antigua<br />

porque las máquinas no arriman a las eras <strong>de</strong><br />

los cosecheros menores.<br />

Hallábame sentado en la oficina <strong>de</strong>l molino,<br />

mientras muy cortésmente se <strong>de</strong>spachaba mi<br />

asunto, cuando entró un mozo alto, moreno,<br />

<strong>de</strong>spabilado, que en su manera <strong>de</strong> vestir limpia<br />

y clara, <strong>de</strong>lataba a nuestro campesino <strong>de</strong><br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


TOMAS RUEDA VARGAS<br />

fue los que mataron en la semana anterior ni<br />

hay sospechas.<br />

-¿De dón<strong>de</strong> es usted?, le pregunté.<br />

- De la Paz, en el Valle <strong>de</strong> Jesús María.<br />

Sonreímos tristemente el señor <strong>de</strong>l molino y<br />

yo ante aquellos nombres tan dulces - <strong>La</strong> Paz,<br />

Jesús, María-, puestos a lugares don<strong>de</strong> se ceba<br />

la matanza fraterna.<br />

-¿Y por qué se matan, por política?<br />

-No sé, replicó el mozo, con estoica indife-<br />

rencia. Cuando uno ha trabajado y tiene alguna<br />

cosa le cogen envidia y lo matan.<br />

-¿Eran liberales los muertos?<br />

-No sé, señor, en los últimos meses han<br />

muerto siete; dicen que uno ·era liberal y los<br />

otros conservadores, pero yo no sé, es que a<br />

uno, repitió como un ritornello, le cogen envi- ·<br />

dia cuando ha ganado algo, y lo matan. Y o no<br />

sé qué sería <strong>de</strong> mi compadre Marcos ni <strong>de</strong> Emilio,<br />

ni <strong>de</strong> Antonio ... ¿Está completa?, cuéntela,<br />

señor, añadió el arriero, entregando los bi-<br />

lletes al caJero.<br />

Volví al Capitolio don<strong>de</strong> tengo mi curul; don­<br />

<strong>de</strong> hago con otros muchos la felicidad <strong>de</strong> ese<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 163<br />

pueblo que sigue matándose oscuramente en<br />

las veredas al<strong>de</strong>anas. En el sagrado recinto,<br />

tratan do <strong>de</strong> dominar d moscardoneo <strong>de</strong> los colegas,<br />

un joven orador exponía entusiasmado<br />

las causas y los resultados <strong>de</strong> la revolución moscovita.<br />

Me provocaba interrumpirlo y gritar lo<br />

que acababa <strong>de</strong> oír allá abajo, en un sector <strong>de</strong><br />

trabajo noble y fecundo, en un molino. <strong>La</strong>s conveniencias<br />

políticas, y las reglas <strong>de</strong> la buena<br />

educación parlamentaria me sellaron los labios.<br />

Horas <strong>de</strong>spués llegué a mi casa. El radio hacía<br />

un ru ido terrible. Era que trasmitía la sesión<br />

<strong>de</strong>l honorable senado <strong>de</strong> la república. Una tempestad<br />

<strong>de</strong> injurias estremecía el aparato. Se trataba<br />

<strong>de</strong> planear y sentar las bases <strong>de</strong> una nueva<br />

matanza, <strong>de</strong> una épica matanza, <strong>de</strong> una gran<br />

Chaéo en la frontera sur.<br />

Ya no podrán ir a ella ni el compadre Mar­<br />

cos, ni Emilio, ni Antonio ... ni Jesús, ni Roque,<br />

ni Pedro, ni Rubén. Por liberal·es o por<br />

conservadores los mataron en la oscura vereda<br />

<strong>de</strong> su pueblo; en la fecunda vereda aforada<br />

en tantos o cuantos votos.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


164 TOMAS RUEDA VARGAS ' 1<br />

•<br />

• •<br />

Como me cuesta ya un poco <strong>de</strong> esfuerzo el<br />

hacer literatura, y como me he comprometido<br />

con el redactor <strong>de</strong> turno <strong>de</strong> esta hoja, señor<br />

Arciniegas, a darle algo para este número, pasando<br />

al papel conversaciones tenidas en entreactos<br />

parlamentarios o en cualquiera otra ocasión<br />

los lectores habrán <strong>de</strong> perdonar que yo no<br />

vista hoy traje <strong>de</strong> luces y que por tanto este escrito<br />

lleve el tono intermitente y <strong>de</strong>scosido <strong>de</strong><br />

lo que hablamos cualquier día sin la preocupación<br />

<strong>de</strong> que se está prestando atención especial<br />

a lo que <strong>de</strong>cimos.<br />

Anoche no más, en una visita <strong>de</strong> pésame vine<br />

a quedar ocasionalmente aliado <strong>de</strong>l hijo <strong>de</strong> un<br />

campesino integral que consagró su vida con<br />

inteligente laboriosidad a la aclimatación <strong>de</strong> una<br />

raza <strong>de</strong> ganado, y campesino él mismo hasta la<br />

medula <strong>de</strong> los huesos, quien se dolía conmigo<br />

<strong>de</strong>l fracaso que acompaña en nuestra <strong>Sabana</strong><br />

a todo esfuerzo persistente por bien dirigido<br />

que sea.<br />

"Ninguna hacienda, comentábamos una vez<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 165<br />

más, permanece siquiera por dos generaciones<br />

en una misma familia. Cada cierto tiempo van<br />

pasando <strong>de</strong> los campesinos netos a los agiotistas,<br />

a los comerciantes, y sigue dando la vuelta<br />

sin que jamás se forme entre nosotros una v,erda<strong>de</strong>ra<br />

clase campesina. Recordaba yo la observación<br />

<strong>de</strong> René Pinon en la revista <strong>de</strong> "Ambos<br />

Mundos" cuando ocurrió la crisis <strong>de</strong> 1929 que<br />

afectó tan sensiblemente a los americanos. ·'<strong>La</strong><br />

tormenta que se ha <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nado sobre Wall<br />

Street, <strong>de</strong>cía Pinon, muestra cuán inestable es<br />

todavía la riqueza <strong>de</strong> los Estados Unidos. Son<br />

menester siglos para formar un campesino; la<br />

Unión Americana tiene granjeros, agricultores,<br />

que son al mismo tiempo especuladores,<br />

pero ese país no tiene propiamente clase campesma<br />

.<br />

Nosotros tenemos la raíz <strong>de</strong>l campesino, pero<br />

no hemos sabido darle un cultivo apropiado, <strong>de</strong><br />

continuo la estropeamos, y precisamente ahora<br />

que es cuando hemos dado todos en hablar más<br />

<strong>de</strong> ello, y en ocuparnos <strong>de</strong> ellos con insistencia,<br />

sincera sin duda, pero <strong>de</strong>scaminada en muchos<br />

puntos, ahora es cuando me inspira más serios<br />

. ,<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


166 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

temores la suerte <strong>de</strong> quienes llevamos muy mezclada<br />

con la sangre la noble afición a las cosas<br />

<strong>de</strong>l agro.<br />

"<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong> (y al <strong>de</strong>cir la <strong>Sabana</strong> pensábamos<br />

en relación al campo colombiano en general),<br />

es mal negocio", <strong>de</strong>cíamos anoche. "Quien la<br />

trabaja, se arruina. No hay que olvidar lo<br />

que <strong>de</strong>cía el otro: la <strong>Sabana</strong> sólo sirve para empobrecernos,<br />

embrutecemos y ennegrecemos".<br />

-¿Será verdad? He vivido rechazando este<br />

apotegma criollo, que como toda ironía contiene<br />

una fuerte dosis <strong>de</strong> amargura, mas es lo cierto<br />

que los hechos se encargan <strong>de</strong> confirmarlo.<br />

Continuamente topamos por estas calles <strong>de</strong><br />

Dios con mozos hasta ayer campesinos y surgidos<br />

<strong>de</strong> vieja cepa campesina, que andan a caza<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>stinos públicos. No se les pue<strong>de</strong> culpar.<br />

Ninguno <strong>de</strong> ellos ha soltado sin honda pena la<br />

propia yunta con que trabajaba el campo <strong>de</strong> sus<br />

mayores. Beatus ille ...<br />

Hará cosa <strong>de</strong> dos o tres años, al pasar en la<br />

mañana por frente a la iglesia <strong>de</strong> Chapinero, vi<br />

gente conocida que salía con un entierro. Da­<br />

. ni el Gaitán, leí en la cinta <strong>de</strong>l carro. ¡ A 1h! era<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 167<br />

don Daniel, <strong>de</strong> los Gaitán <strong>de</strong> Bosa, el hijo <strong>de</strong> don<br />

Norberto, hermano <strong>de</strong> don Elías. Nos sorprendimos<br />

los acompañantes al vernos reunidos.<br />

¡Nacía tanto que nos habíamos dispersado! Y a<br />

poco andar pudimos verificar con amargura que<br />

cuál más, cuál menos, habíamos abandonado la<br />

tierra -la tierra que nos había sido infiel-,<br />

andábamos por caminos para nosotros extraños<br />

e ingratos, y sólo teníamos la posibilidad <strong>de</strong> vol­<br />

ver a ella, íntegramente a ella, cuando como el<br />

buen don Daniel hiciéramos por pies ajenos la<br />

última salida.<br />

<strong>La</strong> mañana estaba clara y <strong>de</strong>spejada como<br />

tantas otras que habíamos sentido <strong>de</strong> ida al<br />

or<strong>de</strong>ño o <strong>de</strong> vuelta <strong>de</strong>l barbecho; el cementerio,<br />

incipiente tocaba sus lin<strong>de</strong>s con los potreros, no<br />

habían intervenido todavía el ladrillo y el cemento.<br />

Este comienzo <strong>de</strong> necrópolis <strong>de</strong> barrio,<br />

era aún un camposanto al<strong>de</strong>ano, en cuyas ca­<br />

llejas enyerbadas, sepultureros improvisados<br />

amarraban sus ovejas a los palos <strong>de</strong> las cruces.<br />

Regresámos haciendo r·eminiscencias alegres<br />

en apariencia, amargas en el fondo, y envidian­<br />

do la suerte <strong>de</strong>l hijo <strong>de</strong> don Norberto que, por<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 169<br />

Cuando regresé <strong>de</strong>l exterior se había borrado<br />

<strong>de</strong>l paisaje sabanero aquel motivo que encerraba<br />

tan fuerte sabor terrígeno. Los sobrevivi·entes<br />

<strong>de</strong>l grupo fantástico <strong>de</strong> árabes, vegetaban<br />

tristemente en la ciudad.<br />

Enredadas en papeles, una a una se fueron<br />

<strong>de</strong> sus manos las fincas hechas, cultivadas, redon<strong>de</strong>adas<br />

con el sudor <strong>de</strong> la frente.<br />

Zaran<strong>de</strong>ados por la Santa Hermandad <strong>de</strong> los<br />

acreedores, entraron y salieron por diversas oficinas,<br />

pusieron lenta, temerosamente, muchas<br />

veces en gruesos caracteres su firma honradota<br />

y leal, don<strong>de</strong> les señalaba el índice <strong>de</strong> un empleado<br />

bien vestido. Y al fin, sin saber ellos cómo,<br />

ni por qué, se encontraron <strong>de</strong>smontados,<br />

ambulando por las calles grises <strong>de</strong> la parroquia<br />

gran<strong>de</strong>. Muchas veces les vi senta.dos en los<br />

bancos <strong>de</strong> los parques encasquetado el coco hasta<br />

las cejas, haciendo con la punta <strong>de</strong>l paraguas<br />

burgués, dibujos sobre la arena pulida <strong>de</strong>l<br />

sen<strong>de</strong>ro artificial.<br />

Y no se piense que yo formo entre quienes<br />

creen que los Bancos tienen el propósito <strong>de</strong>liberado<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>vorar a sus clientes induciéndolos a<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 171<br />

hablo aquí. que eso, sensibilidad social, es lo<br />

que se necesitaría para mover eficazmente aquellas<br />

instituciones. Yo supongo que la tal sensibilidad<br />

será esa especie <strong>de</strong> contacto, <strong>de</strong> comunicación<br />

a fondo, comprensiva <strong>de</strong> cada hombre<br />

y <strong>de</strong> cada caso, que venga a abrir los canales<br />

<strong>de</strong> la confianza <strong>de</strong>l campesino necesitado<br />

<strong>de</strong> ilustración, <strong>de</strong> dinero, en fin, <strong>de</strong> apoyo, que<br />

ha <strong>de</strong> favorecerlo en una u otra forma.<br />

*<br />

* *<br />

Fue en Ouchy, a orillas <strong>de</strong>l lago Leman,<br />

don<strong>de</strong> leí algún día un artículo <strong>de</strong> Maurice Be<strong>de</strong>l<br />

publicado en la "Gazzete <strong>de</strong> <strong>La</strong>ussane",<br />

que llamó vivamente mi atención, y me puso<br />

a pensar en cosas <strong>de</strong> mi tierra.<br />

Preguntábase el autor quién sería más feliz,<br />

si un miembro <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> Inscripciones<br />

y Letras o un pastor <strong>de</strong> las pendientes <strong>de</strong>l Aveyrón.<br />

Y andando por esta senda en la que buscaba<br />

la relación ·entre el saber y la felicidad, llegó<br />

a surcir bellamente el relato atrayente <strong>de</strong> un<br />

almuerzo a que habría sido invitado a la finca<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


172<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

<strong>de</strong> un pequeño propietario danés durante el<br />

invierno anterior.<br />

Este campesino, "uno <strong>de</strong> los más mo<strong>de</strong>stos<br />

<strong>de</strong>l cantón <strong>de</strong> Slagelse", que apenas poseía siete<br />

vacas, dos marranas, unas tres docenas <strong>de</strong> gallinas<br />

y unas pocas hectáreas <strong>de</strong> tierra en prados<br />

naturales, estaba muy bien instalado, con<br />

aparato <strong>de</strong> radio, teléfono y una biblioteca muy<br />

bien provista. Se expresaba el anfitrión muy<br />

convenientemente sobre temas literarios, y su<br />

mujer mientras hacía con perfecta <strong>de</strong>cencia los<br />

honores <strong>de</strong> la mesa, comentaba con gran pro­<br />

pied::;d los t rozos <strong>de</strong> música que trasmitía el<br />

radio. En fin, al rematar el cuadro con la relación<br />

<strong>de</strong> una sobremesa <strong>de</strong>liciosa, observaba Be<strong>de</strong>l,<br />

que este dueño <strong>de</strong> tan reducido número <strong>de</strong><br />

semovientes, hablaba como cualquier suscrip­<br />

tor a la Revista <strong>de</strong> Ambos Mundos, y parecía<br />

feliz en su apacible instalación.<br />

No .<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>r a nuestro autor lo que<br />

veía en aquella pareja campesina que sin per­<br />

<strong>de</strong>r el sentido <strong>de</strong> su mo<strong>de</strong>sta posición, aliaba<br />

con tan armoniosa perfección el arte y las letras.<br />

y el uso bien entendido <strong>de</strong> una vida <strong>de</strong>cen-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SAB.(\NA DE BOGOTA 177<br />

Consi<strong>de</strong>rando que, por hoy al menos, he cumplido<br />

<strong>de</strong> sobra con mi oficio <strong>de</strong> colaborador ocasional<br />

<strong>de</strong> "El Tiempo", suspendo aquí sin otro<br />

particular.<br />

Estancia <strong>de</strong> "Santa Ana" (Usaquén), ene­<br />

ro <strong>de</strong> 1935.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong><br />

<strong>La</strong> llabana-12


PROLOGO (1)<br />

No ha sido la menos grata <strong>de</strong> las impresiones<br />

que he tenido en este verano, la lectura <strong>de</strong> unas<br />

páginas íntimas escritas por Daniel Samper Ortega<br />

en ratos <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> sus trabajos comerciales.<br />

Contienen ellas una serie <strong>de</strong> cuadros<br />

<strong>de</strong> costumbres <strong>de</strong> nuestros campos, tratados<br />

con el · cariño <strong>de</strong> quien ha vivido en estrecho<br />

contacto con los seres y las cosas <strong>de</strong> esta <strong>Sabana</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>, y que ha sabido, en plena juventud,<br />

apreciar en todo su valor lo que, generalmente,<br />

no llega a compren<strong>de</strong>rse sino en el retiro obligado<br />

<strong>de</strong> la ancianidad.<br />

Allí volverán los lectores a oler monte y a<br />

escuchar el eco <strong>de</strong> los villancicos <strong>de</strong> Nochebue­<br />

na; a entreoír el chirrido <strong>de</strong> las ruedas resecas<br />

(l) De la primera edición <strong>de</strong> "EA el Cerezal", por Daniel<br />

Samper Ortega.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


180 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

<strong>de</strong> los carros y el frote <strong>de</strong> las coyundas contra<br />

las cornamentas <strong>de</strong>sgastadas <strong>de</strong> los bueyes; a<br />

sentir los estrujones <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los carromato"<br />

que llevan la familia al paseo, y os arrojan<br />

bruscamente <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> la novia a la ca<strong>de</strong>ra<br />

<strong>de</strong> la cocinera, y <strong>de</strong> allí, a poner en peligro la<br />

olleta <strong>de</strong>l chocolate, en medio <strong>de</strong> las risotadas<br />

que tanto pequeño percance <strong>de</strong>sarrolla en el<br />

reducido bloque <strong>de</strong> mundo que se concentra en<br />

una hacienda sabanera, en esos días brillantes<br />

<strong>de</strong> diciembre, <strong>de</strong> esos diciembres nuéstros qu e<br />

yo veo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta vieja casa <strong>de</strong> mis abuelos,<br />

don<strong>de</strong> hoy faltan tantos <strong>de</strong> los míos, como algo<br />

que va perdiéndose en la lejanía <strong>de</strong> mi pasado,<br />

como ese tren tan bellamente evocado por Sam­<br />

per Ortega en una <strong>de</strong> sus páginas.<br />

¿Y el caballo favorito que lleva al oficial <strong>de</strong><br />

diez y ocho años con sus ilusiones y sus amores<br />

en busca <strong>de</strong> la novia gentil a la casona tradi­<br />

cional?. . . ¡Cómo vienen a mí en las pisadas<br />

<strong>de</strong> Alarico, sobre el duro empedrado <strong>de</strong> El Cerezal,<br />

los alados días <strong>de</strong> mi juventud campesina<br />

y libre!<br />

Y ¡cómo le agra<strong>de</strong>zco a este amigo que me<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 1S1<br />

haya consi<strong>de</strong>rado en el número <strong>de</strong> los íntimos<br />

a quienes ha pasado el manuscrito en que ha<br />

recogido un haz <strong>de</strong> impresiones <strong>de</strong> juventud,<br />

escritas con correcta sencillez y sentidas con<br />

hondo cariño <strong>de</strong> hijo <strong>de</strong> esta tierra!<br />

<strong>La</strong>s letras que no están <strong>de</strong>stinadas a una publicidad<br />

inmediata, tienen un encanto especial,<br />

bien distinto <strong>de</strong> aquel que acompaña a las que<br />

van en busca <strong>de</strong>l favor <strong>de</strong>l gran público. Es el<br />

pan que se amasa en el horno propio para el<br />

gasto <strong>de</strong> la casa.<br />

No la vanidad, ni el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> lucro, ni siquiera<br />

la noble aspiración a la gloria, manchan la<br />

pureza <strong>de</strong> su intención ni empañan el quieto<br />

brillo <strong>de</strong> su luz. En memoria <strong>de</strong> los que fueron,<br />

para solaz y ejemplo <strong>de</strong> los que vienen, han si­<br />

do trabajadas estas líneas, sobre la dura corteza<br />

<strong>de</strong> unos árboles que sombrean y embellecen<br />

una heredad, en que el autor ha grabado con su<br />

librito, quizá sin saberlo, aquella sentida frase<br />

<strong>de</strong> Flaubert: "Hay rincones <strong>de</strong> tierra que quisiéramos<br />

estr-echar contra nuestro corazón".<br />

El presente es un librito íntimo, que <strong>de</strong>be ir<br />

a la biblioteca familiar, a ser el primero <strong>de</strong> una<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 183<br />

Calvo, simpático utopista bogotano, turbar d<br />

viejo Funza, padre <strong>de</strong> leyendas chibchas, con<br />

el silbato <strong>de</strong>l Quimbarck, buquecito que hizo<br />

por unos meses travesía entre Puente Gran<strong>de</strong><br />

y El Común, y que si excitó la maleante vena<br />

bogotana en la producción <strong>de</strong> centenares <strong>de</strong><br />

anécdotas, ni <strong>de</strong>sarrolló el comercio, ni promovió<br />

industria alguna, ni pudo hacer competencia<br />

a los juncos <strong>de</strong> los Fetecuas, y sólo aumentó<br />

la riqueza <strong>de</strong> su dueño en chistosas memorias<br />

y en el incurable déficit que sonriendo<br />

aceptamos todos los hijos <strong>de</strong> la altiplanicie, en<br />

cierto inevitable momento <strong>de</strong> nuestra dislocada<br />

carrera mercantil.<br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong> tiene una importancia <strong>de</strong>finida<br />

como complemento <strong>de</strong> la capital. Es un remanso<br />

y un crisol. Su quietud, sin embargo, no ·es<br />

inútil, ni estéril su ·estancamiento. <strong>Bogotá</strong>, ciudad<br />

con características precisas, que trasforma<br />

y convierte en su seno a los hombres y a las<br />

cosas que a ella llegan; que <strong>de</strong>fine y clasifica,<br />

y en última instancia <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> <strong>de</strong> lo sucedido y<br />

<strong>de</strong> lo por suce<strong>de</strong>r en la vasta extensión <strong>de</strong>l país,<br />

no sería lo que es, ni podría ejercer su papel<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


184 TOMAS RUEDA VARGAS<br />

<strong>de</strong> cabeza <strong>de</strong> la república, si no tuviera a sus<br />

pies esa tranquila llanura que <strong>de</strong>jaron las aguas,<br />

al retirarse hacia el sur movidas por el mágico<br />

conjuro <strong>de</strong> Bochica.<br />

<strong>Bogotá</strong> ha podido ser el gran hogar intelec­<br />

tual <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>, porque sus hombres (y al<br />

<strong>de</strong>cir esto no me refiero solamente a los nacidos<br />

en ella, sino a cuantos en ella trabajan),<br />

han podido reposar la vista fatigada por la ob­<br />

servación, y los nervios puestos en tensión por<br />

el <strong>de</strong>bate político, sobre la superficie silenciosa<br />

y serena <strong>de</strong> este Valle <strong>de</strong> los Alcázares, que<br />

que otearon los jinetes <strong>de</strong> Pedro Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong><br />

Valenzuela, en busca <strong>de</strong> asiento para la urbe<br />

futura.<br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong>, con su resistencia natural al progreso,<br />

con la repugnancia <strong>de</strong> sus gentes a salir,<br />

con su castellano arcaico, con el caudal <strong>de</strong> sus<br />

refranes, controla y equilibra, poniéndola en su<br />

justo lugar y en su preciso momento, la inquie- ·<br />

tud <strong>de</strong>l habitante <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong> por viajar, su sno­<br />

bismo disolvente; y al circundado con sus pastos<br />

y sus sembrados y sus rebaños, le fija un<br />

ta nto, le llama a la meditación, a la observa-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 185<br />

ción, y <strong>de</strong> ahí el que nuestros salones <strong>de</strong> bellas<br />

artes, los anaqueles <strong>de</strong> nuestras bibliotecas y<br />

las cuerdas y los cobres <strong>de</strong> nuestras orquestas,<br />

se vayan enriqueciendo con obras propias, en<br />

que el espíritu nacional va <strong>de</strong>fendiéndose y calando,<br />

hasta que logre triunfar al fin <strong>de</strong>l cosmopolitismo<br />

invasor.<br />

Muestra <strong>de</strong> ello, pequeña y brillante como<br />

una gota <strong>de</strong> rocío, es la novelita a que prece<strong>de</strong>n<br />

estas pálidas líneas, <strong>de</strong> quien no tiene otro título<br />

para poner aquí su nombre, que el <strong>de</strong> haber<br />

sentido muy hondamente aquellas palabras<br />

con que don José Manuel Marroquín cierra uno<br />

<strong>de</strong> los capítulos <strong>de</strong> El Moro:<br />

''Dichosos todos los vivientes a quienes ha<br />

tocado habitar en la <strong>Sabana</strong> <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>".<br />

Estancia <strong>de</strong> Santa Ana (Usaquén), ll <strong>de</strong> enero<br />

<strong>de</strong> 1921.<br />

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EN LOS CORRALES DE PAIBA<br />

<strong>La</strong> anterior exposíción agropecuaria tuvo lu­<br />

gar en 1928 en el Bosque Cal<strong>de</strong>rón Tejada. A<br />

propósito <strong>de</strong> ella escribimos álgunas observaciones,<br />

y fue la primera para indicar la conveniencia<br />

<strong>de</strong> que estos certámenes se verifiquen<br />

<strong>de</strong> manera periódica y fija por ser éstas las condiciones<br />

precisas que les dan su verda<strong>de</strong>ro valor<br />

<strong>de</strong> estímulo y su exacto sentido.<br />

Para que un campesino pueda escoger y pre­<br />

parar convenientemente sus ejemplares, nece­<br />

sita ante todo, <strong>de</strong> tiempo. <strong>La</strong> ausencia absoluta<br />

<strong>de</strong> productos agrícolas en nuestras exposiciones<br />

<strong>de</strong>muestra la verdad <strong>de</strong> esta observación. Mal<br />

pue<strong>de</strong> un hacendado o estanciero exhibir una<br />

muestra <strong>de</strong> sus productos cuando ha recibido<br />

el aviso apenas con me"'es o semanas <strong>de</strong> antici-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


188<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

pación. Los oficios <strong>de</strong>l campo son obra <strong>de</strong> paciencia<br />

y <strong>de</strong> cuidado, reñidos siempre con la<br />

improvisación. Y la improvisación es lo normal<br />

en nuestras exposiciones. Si el Estado quiere<br />

comunicar a éstas toda su eficacia <strong>de</strong>be <strong>de</strong>cir<br />

que cada año en tal mes se hará siempre la exposición<br />

nacional <strong>de</strong> agricultura y gana<strong>de</strong>ría,<br />

bajo <strong>de</strong>terminadas reglas y según un programa<br />

general acordado por el ministerio <strong>de</strong>l ramo.<br />

Facilita ahora esta reglamentación la magnífica<br />

plaza <strong>de</strong> ferias que acaba <strong>de</strong> inaugurar<br />

el municipio <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>, porque allí, lo mismo<br />

que en la <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín, instalada hace varios<br />

años, se pue<strong>de</strong>n hacer las exhibiciones con comodidad<br />

y economía imposibles <strong>de</strong> obtener<br />

cuando había que acudir a armar barracas ina<strong>de</strong>cuadas<br />

en terrenos <strong>de</strong> particulares.<br />

Signo también <strong>de</strong> la precipitud e intermitencia<br />

que anotamos, es que siempre la mayoría<br />

<strong>de</strong> lo que se exhibe está representada por los<br />

ejemplares importados, y se nota, en cambio,<br />

lo escaso en número <strong>de</strong> los productos criollos<br />

obtenidos por una larga selección, y en parte<br />

con el concurso <strong>de</strong> aquellos mismos reproduc-<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 191<br />

inteligente iniciativa <strong>de</strong> Carlos Uribe Echeverri.<br />

En el año 29 tuve ocasión <strong>de</strong> visitar, con el<br />

mejor <strong>de</strong> los guías, don Alejandro López, la<br />

Royal Exhibition que se celebró entonces en<br />

Harrongate. Me pareció notar allí que el eJe sobre<br />

que giran estos certámenes .es el <strong>de</strong> pres­<br />

tar igual intensidad <strong>de</strong> importancia a cada una<br />

<strong>de</strong> las activida<strong>de</strong>s campesinas. De aquí resulta<br />

que cada criador, cada cultivador, por pequeña<br />

que sea la escala en que ·ejercita su trabajo, se<br />

sienta igualmente estimulado y atendido por el<br />

Estado y por la sociedad en general; y cada uno<br />

<strong>de</strong> ellos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el rey que nunca falta con sus<br />

gana-dos, hasta el más mo<strong>de</strong>sto avicultor, mues­<br />

tran en sus caras requema-das y lustrosas, la sa­<br />

tisfacción .<strong>de</strong> hallarse congregados en una reunión<br />

que ha llegado a tener los caracteres <strong>de</strong><br />

una gran fiesta nacional.<br />

Ninguna variedad <strong>de</strong> razas se consi<strong>de</strong>ra allí<br />

<strong>de</strong>spreciable. Al lado <strong>de</strong> los toros Durham tienen<br />

su sitio los humil<strong>de</strong>s Highland que, pequeños,<br />

cachones, lanudos y <strong>de</strong>smedrados van en<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


192<br />

roMAS RUEDA . VA!tGAS<br />

busca <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>coración prometida a su frugalidad.<br />

Sólo cuando se haya <strong>de</strong>mocratizado en esta<br />

fl amante república la i<strong>de</strong>a y la práctica <strong>de</strong> estas<br />

exposiciones,· tendrán ellas su verda<strong>de</strong>ro carácter;<br />

su altísimo significado, su incalculable alcance<br />

socia!. Es preciso llevar al estanciero la<br />

convicción <strong>de</strong> que su sufrioo, su noble, su impon<strong>de</strong>rable<br />

buey Quirgüa pue<strong>de</strong> · hombrearse<br />

con el po<strong>de</strong>roso Devon, con el fuerte Normando.<br />

Debemos atraer al gachetuno y al saboyá,<br />

premiarles sus mejores ejemplares, probarles<br />

que para sus tierras no hay nada mejor, como<br />

es la verdad, y evitar que las varieda<strong>de</strong>s hechas<br />

al suelo nuéstro, a las condiciones <strong>de</strong> vida nuéstras,<br />

<strong>de</strong>saparezcan, lo que significaría un perjuicio<br />

enorme para multitud <strong>de</strong> regiones que<br />

no pue<strong>de</strong>n alimentar razas <strong>de</strong> mayor tamaño y<br />

m'ás <strong>de</strong>licada complexión.<br />

Y en esto <strong>de</strong> razas nuéstras viene una cuestión<br />

<strong>de</strong> mucha importancia, y cuya atención es<br />

<strong>de</strong> carácter urgente, si no queremos lamentarnos<br />

luégo, cuando ya no podamos reaccionar.<br />

Me refiero a los caballos <strong>de</strong> paso, llamados con<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


194<br />

TOMAS RUEDA VARGAS<br />

su informe relativo a la exposición verificada<br />

en Serrezuela en 1893, traen esta <strong>de</strong>finición que<br />

confirma nuestras palabras, y apoya nuestro<br />

anhelo: "Nuestro caballo <strong>de</strong> silla es una espe­<br />

ci alidad, es sui generis, es propio <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>;<br />

se ha fo rmado en nuestro suelo, acaso sin. que<br />

nadie haya obrado, conscientemente, ·en esta<br />

creación, y no <strong>de</strong>bemos per<strong>de</strong>rlo con cruzamientos,<br />

no <strong>de</strong>bemos mestizado, si es que lo estimamos<br />

tal como ha existido y existe aún, y lo<br />

juzgamos digno <strong>de</strong> ser conservado. Tiene entre<br />

otras cosas que lo distinguen <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, una<br />

nerviosidad excepcional, una impresionabilidad<br />

tan exquisita como no la tiene ninguna otra<br />

raza <strong>de</strong> caballos en el mundo; parece que los<br />

centros nerviosos se hubieran modificado en<br />

el sentido <strong>de</strong> hacerse más susceptible <strong>de</strong> reobrar<br />

enérgicamente contra los estímulos, <strong>de</strong> hacer<br />

los reflejos nerviosos prepon<strong>de</strong>rantes." Y más<br />

a<strong>de</strong>lante agregan: "Sea cual fuere la causa <strong>de</strong><br />

las mo.dificaciones que el caballo <strong>de</strong> silla. ha<br />

sufrido en nuestro país, lo cierto es que ha llegado<br />

a ser único en su clase." Para cerrar su<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 195<br />

informe los dos ilustres amateurs, estampan este<br />

párrafo, que <strong>de</strong>muestra cómo entonces no<br />

andaban reñidas las letras y el arado: "Le suce<strong>de</strong><br />

al que monta un caballo sabanero puro, <strong>de</strong><br />

la casta <strong>de</strong> Chacón, por ejemplo, algo parecido<br />

a lo que le suce<strong>de</strong> a quien lee un capítulo <strong>de</strong>l<br />

Quijote: la sensación que experimente en am­<br />

bos casos es in<strong>de</strong>finible; nadie pue<strong>de</strong> explicar<br />

en qué consiste el mérito <strong>de</strong> esa lectura, ni el<br />

<strong>de</strong> un buen caballo, aunque enumere una por<br />

una todas sus cualida<strong>de</strong>s; libros mejores que el<br />

Quijote los habrá, caballos mejores que los sa­<br />

baneros acaso todos lo sean, según el criterio<br />

con que se les juzgue; pero ni el literato expe­<br />

rimenta la misma sensación leyendo las otras<br />

obras, ni el jinete montando los otros caballos."<br />

Pero me haría interminable tratando este<br />

tema. y daría por otra parte, lugar a que r:>i<br />

buen amigo el pedagogo Germán Arciniegas,<br />

tuviera que repetir por tercera vez aquel concepto<br />

suyo, <strong>de</strong> que parece enamorado, sobre mi<br />

concepción <strong>de</strong>l universo mirado por el ojo <strong>de</strong><br />

la ruana; concepto que yo recojo, aprovechando<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


196 '"OMAS RUEDA VARGAS .<br />

esta ocasión, como el mayor y más simpático<br />

aplauso que se haya hecho a mi mo<strong>de</strong>sta labor<br />

<strong>de</strong> amante empe<strong>de</strong>rnido <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong> mi tie­<br />

rra.¿ Que, como el campesino <strong>de</strong>l cll'ento <strong>de</strong> Go­<br />

gol refería todo al episodio <strong>de</strong> su encuentro<br />

con el zar, lo refiero yo todo a los ajetreos <strong>de</strong>l<br />

agro? Es verdad. Y qué bella loa he merecido<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong> la Mesa Redonda . . . Mirar el mundo a<br />

través <strong>de</strong> las pequeñas cosas que viven en el<br />

rincón <strong>de</strong> tierra en que nacimos, ha sido manía<br />

<strong>de</strong> hombres a quienes no podría yo abrochar<br />

la hebilla <strong>de</strong>l zapato, y mucho menos compararme<br />

con ellos. Pero usted lo ha querido, terco<br />

y bonachón Germán. ¿No ve acaso que eso fue<br />

lo que hizo la gloria <strong>de</strong> Mistral en Prov,enza,<br />

<strong>de</strong> Juan Maragall en Cataluña, y quizá, quizá<br />

subiendo muy alto la <strong>de</strong>l divino Manco al <strong>de</strong>s­<br />

bordar <strong>de</strong> la llanura castellana sobre el mundo<br />

<strong>de</strong> todos los tiempos? Y a ve usted, hombre <strong>de</strong><br />

Dios, cómo me ha obligado cuando menos lo<br />

pensaba, a presentarme en público con una inmo<strong>de</strong>stia<br />

digna <strong>de</strong> cualquier escritor último,<br />

penúltimo o antepenúltimo.<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 197<br />

Pudo notarse en esta exposición el impul­<br />

so tomado por la raza Red-Poll, <strong>de</strong> la cual pre­<br />

sentaron hermosos grupos los señores Hurta­<br />

dos, don Luis Vargas y don Luis Eduardo Díaz.<br />

Los normandos estuvieron muy bien representados<br />

por ejemplares proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> las haciendas<br />

<strong>de</strong>l doctor Julio Z. Torres, don Pedro María<br />

Ortega, don Senén Rodríguez y don Andrés<br />

Pombo. <strong>La</strong>s condiciones generales <strong>de</strong> esta raza<br />

parecen ser las más apropiadas a nuestras necesida<strong>de</strong>s;<br />

la producción <strong>de</strong> carne y leche y la<br />

rusticidad <strong>de</strong> este ganado le hacen especialmente<br />

recomendable. De gana.do Holstein llevaron<br />

los señores Izquierdo y Uribe un magnífico grupo<br />

<strong>de</strong> vacas lecheras, y otro también excelente,<br />

don .Joaquín Castro, don Manuel V. Hurtado,<br />

don Heliodoro Díaz el lote que ya mencionamos;<br />

los señores Cubillos, <strong>de</strong> su hacienda <strong>de</strong><br />

Potrerogran<strong>de</strong>, un torete que llamó vivamente<br />

la atención <strong>de</strong> los conocedores, lo mismo que<br />

los ejemplares <strong>de</strong> los señores Ricaurtes, Cuéllar<br />

y Puyana hermanos. Se observa, como en<br />

el normando, un progreso notable en el ganado<br />

©<strong>Biblioteca</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Colombia</strong>


LA SABANA DE BOGOTA 199<br />

Mucho se nos queda entre el tintero; y que<br />

nos perdonen el olvido, que no es por mala intención,<br />

sino por mala memoria. Y hasta la otra<br />

exposición, que ya se va haciendo tar<strong>de</strong> para<br />

encerrar los terneros, y ha.ce rato que las galli­<br />

nas se están acomodana.o en el cerezo viejo <strong>de</strong><br />

la huerta.<br />

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IN DI C E<br />

Págs.<br />

Tomás Rueda Vargas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5<br />

<strong>La</strong> <strong>Sabana</strong> . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13<br />

<strong>La</strong> exposición pecuaria <strong>de</strong> 1928 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101<br />

<strong>La</strong> colonización <strong>de</strong> las orillas <strong>de</strong>l Magdalena . . . . . . . . . . 111<br />

El crédito campesino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119<br />

De los sitios evocadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125<br />

Canoas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135<br />

Antonio María Díaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141<br />

<strong>La</strong> influencia <strong>de</strong>l campo en Vergara y Vergara . . . . . . . . 147<br />

Fiesta galante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153<br />

Confi<strong>de</strong>ncias campesinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159<br />

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179<br />

En los corrales <strong>de</strong> Paiba 187<br />

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