La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia
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esa noche y durante la mañana siguiente <strong>los</strong> fatigados soldados franceses cruzaron<br />
el río Elster, mientras una retaguardia apostada en la ciudad vieja contenía al<br />
enemigo. Después que el grueso del ejército hubo cruzado sin tropiezos. <strong>Napoleón</strong>,<br />
que había estado de pie la noche entera y se sentía mortalmente cansado,<br />
consiguió dormir un rato en un molino de la orilla izquierda. Antes de acostarse,<br />
ordenó al coronel Montfort, de <strong>los</strong> ingenieros, que tan pronto apareciese el enemigo<br />
volase el puente. Por cierta razón que nunca llegó a explicarse, Montfort abandonó<br />
su puesto y uno de sus cabos, que quizá confundió a <strong>los</strong> lanceros polacos de<br />
Poniatowski con <strong>los</strong> cosacos, encendió demasiado pronto la mecha, y voló en<br />
pedazos el puente. Veinte mil franceses estaban todavía en la orilla opuesta;<br />
algunos cruzaron a nado el Elster, y muchos más, entre el<strong>los</strong> Poniatowski, se<br />
ahogaron; unos quince mil cayeron prisioneros. En conj unto, la batalla de Leipzig,<br />
la más prolongada que <strong>Napoleón</strong> libró, pues duró cuatro días, costó a <strong>los</strong> franceses<br />
73.000 muertos y heridos, y a <strong>los</strong> aliados 54.000.<br />
<strong>Napoleón</strong> comenzó la retirada hacia el siguiente obstáculo fluvial importante, el<br />
Rin, y ordenó a las guarniciones francesas de Alemania que también se retirasen.<br />
Había perdido una batalla, pero al parecer no había motivos justificados que<br />
determinasen también la pérdida de un Imperio. Sin embargo, eso fue<br />
precisamente lo que entonces comenzó a suceder. Cuando el ejército francés se<br />
retiraba hacia Erfúrt, Hanau y Maguncia, <strong>Napoleón</strong> oyó tras de sí <strong>los</strong> sordos ruidos<br />
que preceden al derrumbe.<br />
¿Por qué <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> del Imperio aprovecharon la derrota de <strong>Napoleón</strong> en<br />
Leipzig para proclamar su independencia? Después de todo, él les había dado un<br />
excelente Código de Leyes, la justicia social y <strong>los</strong> comienzos del gobierno propio.<br />
Hay tres razones principales: en primer lugar, les desagradaba la ocupación militar.<br />
Segundo, durante un período de diez años habían estado aprendiendo patriotismo,<br />
y lo habían aprendido de buenos profesores: <strong>los</strong> franceses. Creían que era mejor<br />
un mal gobierno propio que uno bueno que fuese ajeno. Pero <strong>los</strong> Bonapane jamás<br />
entenderían esto. No habían tenido dificultad cuando llegó el momento de<br />
convertirse en franceses, porque Francia ofrecía ventajas a Córcega, y como<br />
Córcega siempre había sido gobernada desde el exterior, de hecho se limitaban a<br />
cambiar una soberanía por otra.<br />
<strong>La</strong> tercera razón tiene carácter económico. Francia insistía en afirmar que era<br />
«la primera nación europea», y en muchos sentidos en efecto marchaba a la<br />
vanguardia de Europa, pero no desde el punto de vista tecnológico. En ese aspecto<br />
estaba muy rezagada frente a Inglaterra.<br />
Mientras Francia bajo <strong>Napoleón</strong> se destacó en el campo de la ciencia pura —<br />
Monge, Fourier, Geoffroy Saint-Hilaire, Cuvier, <strong>La</strong>marck y <strong>La</strong>place son algunos de<br />
<strong>los</strong> grandes nombres— Inglaterra se destacó en la aplicación práctica de la ciencia.<br />
Un inglés, Humphrey Davy, en 1807 recibió la medalla de oro de <strong>Napoleón</strong>, porque<br />
aisló mediante la electrólisis <strong>los</strong> metales alcalinos, el sodio y el potasio. William<br />
Cockerill, ingeniero de <strong>La</strong>ncashire, fabricó equipos textiles para <strong>los</strong> franceses en<br />
Verviers y Liége. Un escocés, Tennant, de Glasgow, fue el primero que aplicó a la<br />
industria el descubrimiento de Berthollet relacionado con las cualidades<br />
blanqueadoras del cloro. En 1801 William Radcliffe proporcionaba trabajo a más de<br />
mil tejedores, de modo que en la industria inglesa <strong>los</strong> progresos tecnológicos<br />
marcharon de la mano con la producción en gran escala, por consiguiente barata.<br />
John Wiikinson, maestro herrero, que había construido <strong>los</strong> hornos de hierro de Le<br />
Creusot —<strong>los</strong> mismos que <strong>Napoleón</strong> había inspeccionado cuando era teniente<br />
segundo y <strong>los</strong> que luego produj eron cañones para la Grande Armée— era el<br />
propietario de tantos talleres metalúrgicos y hornos de fundición en Inglaterra que<br />
poseía una suerte de estado industrial dentro del Estado, y era mucho más rico que<br />
un gran número de principados italianos y alemanes. <strong>La</strong>s plantas siderúrgicas de<br />
Birmingham eran las más grandes y las mejores del mundo, y <strong>Napoleón</strong> podía<br />
apreciar el hecho todas las mañanas mientras se afeitaba con su navaja de mango<br />
de madreperla.<br />
«Saliceti tiene la reputación de ser el sinvergüenza más descarado del ejército,<br />
y Garrau es ineficiente. Ninguno de <strong>los</strong> dos es apropiado para el Ejército de Italia».<br />
Cuando leyeron el informe de Clarke, <strong>los</strong> directores llegaron a la conclusión de<br />
que sus sospechas acerca de <strong>Napoleón</strong> eran infundadas.<br />
Le prometieron rodo su apoyo, y en sus cartas y órdenes exhibieron renovada<br />
confianza en las decisiones que él pudiese adoptar. Esta ratificación de confianza<br />
fue muy oportuna, pues <strong>Napoleón</strong> afrontaba la amenaza más grave. Después de<br />
derrotar al ejército de Beaulieu y a <strong>los</strong> dos ejércitos austrohúngaros de Wurmser,<br />
se avecinaba el ataque de un cuarto y un quinto ejército.<br />
A principios de 1797 la posición estratégica era la siguiente: <strong>los</strong> austríacos<br />
habían sido expulsados de Italia septentrional, pero aún se aferraban a la ciudad de<br />
Mantua, rodeada de lagunas. En su interior había 20.000 austríacos que se<br />
alimentaban con carne de caballo, y se debilitaban lentamente retrasando la<br />
rendición. Un ejército austríaco de 28.000 hombres mandados por el talentoso<br />
general Alvinzi descendía por el valle del Adigio, y simultáneamente otro ejército de<br />
17.000 hombres, a cargo del general Provera, enfilaba hacia Verona. El propósito<br />
de ambos era auxiliar a Mantua, y tenían grandes posibilidades de lograr su<br />
propósito, pues el ejército de <strong>Napoleón</strong> estaba muy debilitado.<br />
Unos 4.000 hombres retenían ciudades importantes; 9.000 asediaban Mantua,<br />
y el mismo número estaba enfermo de fiebre, contraída en las lagunas saturadas<br />
de miasmas de la región. Había sólo 20.000 soldados franceses para enfrentarse a<br />
45.000.<br />
<strong>Napoleón</strong> decidió atacar primero Alvinzi. Durante <strong>los</strong> combates anteriores, había<br />
prestado atención a la meseta de Rívoli, circundada por montañas, entre <strong>los</strong> ríos<br />
Tasso y Adigio. No sólo era la llave del camino entre Garda y Verona, en un terreno<br />
de gargantas y montañas, sino que ofrecía un paisaje desusadamente llano, donde<br />
un general tenía espacio para maniobrar tropas y cañones; y <strong>Napoleón</strong> ya había<br />
anotado mentalmente que el lugar sería un excelente campo de batalla.<br />
<strong>Napoleón</strong> envió 10.000 hombres a Rívoli, al mando de Joubert, y por su parte<br />
llegó a la meseta poco antes de la una de la madrugada del 14 de enero. Massena,<br />
con 8.000 hombres, debía llegar poco después del alba, y Rey con 4.000 más por la<br />
tarde. A la luz de la luna <strong>Napoleón</strong> observó <strong>los</strong> fuegos de <strong>los</strong> cinco cuerpos de<br />
ejército de Alvinzi, acampados en las colinas que se levantan alrededor de la<br />
meseta. <strong>Napoleón</strong> decidió volcar la totalidad de sus tropas contra cada uno de el<strong>los</strong><br />
sucesivamente.<br />
Comenzó el alba atacando al más fuerte, mandado por Quasdanovich; incluía<br />
todos <strong>los</strong> cañones y la caballería. Después de una encarnizada lucha, el flanco<br />
izquierdo de <strong>Napoleón</strong> retrocedió, y la situación parecía grave. Todo dependía de la<br />
coordinación. Felizmente para <strong>Napoleón</strong>, Massena demostró que merecía completa<br />
confianza, y realizó su marcha nocturna de treinta y dos kilómetros exactamente<br />
en el tiempo estipulado.<br />
A la cabeza de las tropas de Massena, <strong>Napoleón</strong> restableció su maltrecha ala<br />
izquierda. Después, repitió el ataque contra el cuerpo de Quasdanovich, lo quebró,<br />
se volvió, destruyó el segundo cuerpo, e inmediatamente realizó un giro y descargó<br />
otro ataque casi temerario sobre un tercer cuerpo mandado por Lusignan, que<br />
había sorprendido a su retaguardia. Entonces llegó Rey, atrapó a Lusignan con<br />
fuego cruzado, y capturó la totalidad de su cuerpo. <strong>Napoleón</strong> observó que sus<br />
banderas habían sido bordadas por la propia emperatriz. El resto de <strong>los</strong> austríacos<br />
se retiró, dejando ocho mil muertos, heridos o capturados. Hacia las cinco de la<br />
tarde, después de perder varios cabal<strong>los</strong> baleados por el enemigo, <strong>Napoleón</strong> pudo<br />
considerarse victorioso. Había sido una batalla notable, porque pese a que de<br />
hecho estaba rodeado en el campo, mediante su rapidez y sus brillantes<br />
movimientos de flanqueo, <strong>Napoleón</strong> había aplastado a un ejército superior en<br />
número.<br />
Antes de que se disipara el humo de la batalla, <strong>Napoleón</strong> condujo hacia Mantua<br />
a su fatigado ejército. <strong>La</strong> división de Massena que había marchado la noche entera<br />
y combatido doce horas en Rívoli, marchó toda la noche y la totalidad del día