La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia
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<strong>La</strong> fatiga determinó que <strong>Napoleón</strong> fuese un hombre más irritable que de<br />
costumbre. Durante un encuentro nocturno la caballería de la Guardia permitió que<br />
dos cañones cayesen en manos del enemigo. <strong>La</strong> pérdida de cañones siempre<br />
enfurecía al artillero <strong>Napoleón</strong>. Recibió la noticia mientras se calentaba en el fuego<br />
de un vivaque entre Montmirail y Meaux; con <strong>los</strong> ojos enrojecidos a causa de la<br />
fatiga e hirviendo de furia, convocó al general Guyot.<br />
«¡En el sagrado nombre de Dios, usted merece que lo flagelen!», gritó<br />
<strong>Napoleón</strong>, arrojando su sombrero al suelo, y descargando sobre la cabeza del<br />
general una lluvia de insultos y palabras malsonantes. «Usted fue el responsable de<br />
que perdiéramos la batalla de Brienne, es decir, si en efecto la perdí. Usted<br />
abandonó la artillería del pobre Marin y dejó que la capturasen. Usted manda la<br />
caballería pesada de la Vieja Guardia. Día y noche debería estar conmigo, pero<br />
nunca está cuando lo necesito... Ordeno a un oficial que lo busque y me dice que<br />
está comiendo. —<strong>Napoleón</strong> abrió mucho la boca, de modo que la frase sonase<br />
despectiva—. Está comiendo. Mientras yo estoy en primera línea.<br />
El otro día en Champaubert me rodearon <strong>los</strong> cosacos, y ¿dónde estaba la<br />
caballería?, comiendo... ¡En el nombre de Dios! ¡Permitir la captura de mi artillería!<br />
Joder! ¡Usted no mandará más mi caballería!» Ahí mismo reemplazó a Guyot por el<br />
general Exelmans. Pero al día siguiente, como sucedía a menudo después de un<br />
acceso de furia, <strong>Napoleón</strong> recordó las excelentes cualidades de Guyot, consideró<br />
que se había mostrado injusto, y le asignó un puesto que era tan honroso como el<br />
anterior: el mando de <strong>los</strong> cuatro escuadrones del cuerpo de protección imperial.<br />
Como resultado de sus cuatro victorias en nueve días, <strong>Napoleón</strong> volvió a entrar<br />
en Troyes el 24 de febrero. Los aliados se sentían tan desalentados que pidieron un<br />
armisticio. <strong>Napoleón</strong>, que deseaba mantener<strong>los</strong> en fuga, no lo concedió, y en<br />
cambio escribió a Francisco, proponiendo concertar la paz sobre la base de las<br />
«fronteras naturales» de Francia: <strong>los</strong> Alpes y el Rin, incluyendo Bélgica.<br />
Mientras esperaba la respuesta de <strong>los</strong> aliados, <strong>Napoleón</strong> orientó su atención<br />
hacia la moral francesa. En Montereau había ordenado que se arrojasen al Sena<br />
centenares de morriones capturados, de modo que flotasen río abajo y fuesen<br />
vistos por <strong>los</strong> parisienses. Elegía cuidadosamente cada palabra utilizada en sus<br />
boletines, con el fin de elevar la moral, e informó a Savary de que <strong>los</strong> diarios<br />
estaban consiguiendo que Francia pareciese ridicula. «Primero, frases pomposas,<br />
después dicen que estamos armados con escopetas, más tarde que estamos bien<br />
armados, y luego que cien hombres llegaron al frente... Cuando hay sólo cien<br />
hombres, ¿para qué especificar el número?» Con respecto a María Luisa, <strong>Napoleón</strong><br />
le escribía una carta tras otra para animarla, y ella también tenía sus propias<br />
victorias que informar: El rey de Roma «me dijo que te explicase que se comió<br />
todas sus espinacas... ¡una noticia impresionante para ti!» y le envió además una<br />
caja de dulces con el retrato del niño arrodillado mientras rezaba.<br />
A <strong>Napoleón</strong> le agradó el retrato, y vio que también él podía elevar la moral.<br />
«Deseo que ordenes grabarlo con la leyenda: "Ruego a Dios que salve a mi padre y<br />
a Francia".» Cuando María Luisa replicó que la tarea de grabar la ilustración<br />
tardaría dos meses, <strong>Napoleón</strong> replicó que podía hacerse en treinta y seis horas, y<br />
que «una copia bien terminada puede realizarse en dos minutos. Ordena que se<br />
produzca este material y se venda en París en un plazo de cuarenta y ocho horas».<br />
Denon ordenó que se realizase el trabajo, pero considerando que la palabra<br />
«salve» era inoportuna, lo tituló: «Dios proteja a mi padre y a Francia.» <strong>Napoleón</strong><br />
no se sintió satisfecho; aunque había desautorizado <strong>los</strong> Misereres y una procesión<br />
de <strong>los</strong> huesos de santa Genoveva, ahora quería la palabra «ruego», y cambió de<br />
nuevo la leyenda: «Ruego a Dios por mi padre y por Francia.» El grabado apareció<br />
a su tiempo con la leyenda y, tal como <strong>Napoleón</strong> había previsto, fue inmensamente<br />
popular; millares de familias francesas compraron copias para colgarlas de sus<br />
paredes.<br />
<strong>Napoleón</strong> incluso ordenó que se enviase una al cuartel general austríaco, donde<br />
confiaba en que sería vista por papa Fran¡ois. «Escribe a tu padre —dijo a María<br />
austríaco desde su base de Alejandría, en la montaña. Después, podía ascender<br />
desde el mar y aprovechar el paso Cadibona-Carcare, que separaba <strong>los</strong> Alpes de <strong>los</strong><br />
Apeninos. Una vez allí, descargaría sus golpes sobre un ejército aliado que, al tratar<br />
de proteger a Genova, habría extendido peligrosamente sus líneas. A través del<br />
paso entraría en Piamonte. En lugar de cruzar <strong>los</strong> Alpes, <strong>los</strong> rodearía.<br />
<strong>Napoleón</strong> comenzó pidiendo a <strong>los</strong> senadores de Genova que lo autorizaran a<br />
atravesar el territorio genovés para ir en busca de <strong>los</strong> austríacos; sabía que el<strong>los</strong><br />
informarían a Beaulieu, el flamenco de setenta y un años que mandaba el ejército<br />
austríaco. Entonces <strong>Napoleón</strong> dividió su ejército en tres cuerpos: una división al<br />
mando de Massena, otra dirigida por Augereau, y una tercera a las órdenes de<br />
Sérurier. Una pequeña fuerza de tareas mandada por <strong>La</strong> Harpe fue despachada por<br />
<strong>Napoleón</strong> a Voltri, a unos veintidós kilómetros de Genova, con el propósito de que<br />
sirviese como carnada. Beaulieu descendió rápidamente desde las alturas con diez<br />
mil hombres. El 10 de abril atacó a <strong>La</strong> Harpe, y lo empujó hacia Voltri, mientras el<br />
colega de Beaulieu, Argenteau, venía por otro camino con la esperanza de cortar la<br />
retirada de <strong>La</strong> Harpe.<br />
El 11 de abril <strong>Napoleón</strong> entró en acción. Rápidamente retiró a las fuerzas de <strong>La</strong><br />
Harpe hacia el paso de Cadibona-Carcare, y trasladó al mismo sector a la división<br />
de Massena. Desplazó su tercera división hacia el extremo del paso, para impedir<br />
que <strong>los</strong> piamonteses prestasen ayuda.<br />
Entre tanto, el general austríaco Argenteau había entrado en el paso y estaba<br />
lanzando ataques sobre el señuelo de <strong>Napoleón</strong>: el fuerte de tierra de Montenotte,<br />
defendido por 1.200 soldados franceses seleccionados.<br />
En la mañana del día 12, <strong>Napoleón</strong> ordenó a <strong>La</strong> Harpe que atacase por el frente<br />
a Argenteau, y a Massena que lo atacase por el flanco y la retaguardia. Había<br />
impuesto la norma de que <strong>los</strong> generales debían redactar sus mensajes hora a hora,<br />
y no día a día; esta actitud obedecía al hecho de que su táctica, como ahora,<br />
dependía de la sincronización exacta. El ataque perfectamente coordinado<br />
sorprendió a Argenteau. A trescientos metros de altura, entre afloramientos de<br />
esquisto gris, <strong>Napoleón</strong> dirigió las operaciones desde un risco cercano, y observó<br />
cómo sus 16.000 hombres mal alimentados y mal equipados, con sus uniformes<br />
azules, atacaban con fuego de mosquete y cargas a la bayoneta a 10.000<br />
austríacos con uniformes blancos, que no carecían de nada. Con pérdidas<br />
despreciables, mataron e hirieron a 1.000 austríacos y capturaron 2.500<br />
prisioneros.<br />
Montenotte, un combate librado bajo una fría lluvia, fue la primera victoria de<br />
<strong>Napoleón</strong>.<br />
<strong>Napoleón</strong> ascendió rápidamente por el paso para atacar a <strong>los</strong> piamonteses<br />
antes de que Beaulieu tuviese tiempo de reunirse con el<strong>los</strong>.<br />
El ejército piamontés estaba dividido en dos partes, una en Ceva, y la otra en<br />
Millesimo a las órdenes del general Provera. <strong>Napoleón</strong> ordenó a Sérurier que<br />
lanzase ataques fingidos sobre Ceva, mientras él, a la cabeza de las divisiones de<br />
Massena y Augereau, marchaba sobre Millesimo. <strong>La</strong> batalla de ese nombre fue<br />
librada el día 14, y nuevamente, gracias a sus rápidas marchas, <strong>Napoleón</strong> contó<br />
con la ventaja del número, en la proporción de dieciséis a diez.<br />
Esta vez su victoria fue todavía más aplastante, y capturó la totalidad del<br />
cuerpo de Provera. El mismo día, después de dejar a Augereau frente a Ceva con la<br />
orden de ayudar a Sérurier, <strong>Napoleón</strong> dirigió dos divisiones contra 6.000 austríacos<br />
en Dego y obtuvo su tercera victoria. Al día siguiente derrotó a otros 6.000<br />
austríacos enviados por Beaulieu para ayudar a <strong>los</strong> piamonteses.<br />
Durante noventa y seis horas casi sin detenerse <strong>Napoleón</strong> había llevado su<br />
ejército arriba y abajo por las empinadas laderas de <strong>los</strong> Alpes, a través de pasos y<br />
desfiladeros, y lo había comprometido en cuatro batallas importantes. Había<br />
dibujado círcu<strong>los</strong> alrededor del enemigo de un modo que no se había visto antes.<br />
Ahora el enemigo estaba disperso y dividido. Mientras <strong>los</strong> austríacos retrocedían<br />
para proteger su base de Pavía, la mitad sobreviviente de la fuerza piamontesa se<br />
afirmó a orillas del río Tanaro.