La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia

La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia

educabolivia.bo
from educabolivia.bo More from this publisher
17.05.2013 Views

Prefacio Cuando Napoleón pisó por primera vez la cubierta de una nave de guerra inglesa observó a los marineros que recogían el ancla y desplegaban las velas, y le pareció que ese barco era un lugar mucho más tranquilo que una nave francesa. El libro que aquí comienza es más tranquilo que la mayoría de las obras acerca de Napoleón, en el sentido de que hay menos fuego de artillería. Es una biografía de Napoleón, no una historia del período napoleónico, y creo que como biografía debe referirse a los hechos que ilustran el carácter. No todas las batallas de Napoleón satisfacen ese requisito, y el propio Napoleón declaró que en~el campo de batalla él no representaba más que la mitad del asunto: «El ejército es el factor que gana la batalla.» Pero ¿por qué presentamos una nueva biografía? Por dos razones. En primer lugar, desde 1951 ha llegado a conocerse un material nuevo muy importante, no en el sentido de que agregue detalles especiales aquí o allá, sino porque nos obliga a enfocar de un modo esencialmente distinto a Napoleón como hombre. Nos referimos a los Cuadernos de Notas de Alexandre des Mazis, el amigo más íntimo de Napoleón durante su juventud; las cartas de Napoleón a Désirée Clary, la primera mujer de su vida; las Memorias de Louis Marchand, valet de Napoleón; y el diario bosweiliano del general Bertrand en Santa Helena. Salvo la última parte del diario de Bertrand, nada de todo esto ha sido publicado en Inglaterra. También es importante la sección central, que faltó durante mucho tiempo, del relato autobiográfico de Napoleón titulado Clisson et Eugenio, una obra en la cual un frustrado oficial joven de veinticinco años volcó sus aspiraciones, y que se publica aquí por primera vez. La segunda razón es más personal. Se ha escrito mucho acerca de la vida de Napoleón, y aunque parezca presuntuoso, me sentí insatisfecho con la imagen que se ofrece de él. No pude hallar en todo ello a un hombre vivo y real. A mi entender, había evidentes contradicciones de carácter. Tomemos un ejemplo entre muchos. Los biógrafos repiten la frase de Napoleón: «La amistad no es más que una palabra. No profeso amor a nadie.» Pero al mismo tiempo, era obvio, a juzgar por las páginas escritas por el mismo Napoleón, que él tenía muchos amigos íntimos, creo que más que cualquier otro gobernante de Francia, y que sentía por ellos tanto afecto como ellos por Napoleón. Muchos biógrafos se sintieron visiblemente consternados por esta aparente contradicción, y trataron de explicarla diciendo que Napoleón era diferente de otros hombres: «Napoleón fue un monstruo de egoísmo», o «Napoleón fue un monstruo de falsedad». Por una parte, no creo en los monstruos. Como dije, deseaba describir a un Napoleón a quien pudiese representar como un ser vivo y real. Naturalmente, sabía que era lógico esperar la formulación de opiniones muy discrepantes acerca de la vida pública de Napoleón; pero no había motivos para presumir la existencia de divergencias en relación con aspectos de su vida personal. De manera que comencé a examinar las fuentes. Comprobé que un número sorprendente de las fuentes de uso corriente tenían, para decirlo con la mayor discreción posible, un valor dudoso. La frase de Napoleón, «La amistad no es más que una palabra», aparece únicamente en las Memorias de Bourrienne, ex secretario de Napoleón. Ahora bien, Bourrienne estafó medio millón de francos a Napoleón; como castigo fue enviado al extranjero, allí estafó otro millón, y finalmente fue relevado de su cargo. Después de la caída de Napoleón se unió a los Borbones, pero nuevamente hubo que despedirlo por su deshonestidad. Para ayudarse a pagar las deudas contraídas decidió publicar sus Memorias. Pero Bourrienne no las escribió, solamente suministró las notas utilizadas en una pane «Tengo razones para estar seguro...» Buckingham a Grenville, 24 de marzo de 1803, Dropmore Papers V//(1910), 151. Renuencia de Napoleón ante la perspectiva de ir a la guerra: Remacle, 13 de mayo de 1803. 16. EMPERADOR DE LOS FRANCESES. La conspiración de la rué Saint-Nicaise: Archives Nationales F 6271, 6272; Hortense, Mémoiresi, 79; J. Rapp, Mémoires (1896), 81; J. Lorédan. La machine infernóle de la rué Nicaise (1924). La conspiración de Cadoudal: Canas de los agentes ingleses en Munich y Stuttgart en los Liverpool Papers. Duque d'Enghien: A. Boulay de la Meurthe, Les dernieres années du duc d'Enghien (1886). Más tarde, Napoleón argüiría con un inglés: «¿Hice algo más que adoptar el principio de vuestro gobierno, cuando ordenó la captura de la flota danesa, de la que se temía que representara una amenaza para vuestro país?» W. Waeden, Letters written at St. Helena (1816), 148. Los planes de la coronación: A. Marquiset, Napoleón sténographié au conseiíd'Etat(1913). Las hermanas de Napoleón: M. Weiner, The Parvenú Princesses (1964). La coronación: F. Masson, Le sacre et le couronnement de Napoleón (1908). Napoleón convino con Pío VII en que debía coronarse él mismo, como lo demuestra la versión italiana de las Memorie de Consaivi (Roma 1950). La leyenda de que Napoleón «se apoderó» de la corona se basa en la traducción francesa poco fidedigna, 1864. Bajo el Imperio el gobierno continuó a cargo de Napoleón y su Consejo de Estado. Los que afirman que se acentuó el autoritarismo señalan sus instrucciones a Benhier el 14 de febrero de 1806: «Ateneos rigurosamente a las órdenes que os doy... sólo yo sé lo que debo hacer.» Pero esto era una orden excepcional que reflejaba una situación excepcional: Prusia había traicionado la alianza con Francia, Napoleón se proponía marchar sobre Berlín y el secreto era una condición sine qua non del éxito. 17. EL IMPERIO DE NAPOLEÓN. Roma: L. Madelin, La Rome de Napoleón (1906); J. Moulard, Le Comte Camillede Tournon (París 1927-1932). Ñapóles: J. Rambaud, Naples sous Joseph Bonaparte (1911); B. Nabonne, Joseph Bonaparte (1949). España: A. Bigarré, Mémoires (sin fecha). Holanda: F. Rocquain, Napoleón I et le roi Louis: Correspondance (1875); L. Garnier, Mémoires sur la cour de Louis Napoleón (1828); A. Duboscq, Louis Bonaparte en Hollando d'aprés ses Lettres (1911). «Un príncipe que conquista la reputación de tener buen carácter...» Corr. 12.299; véase Lecestre, no. 134. Westfalia: F. M. Kiicheisem, Jovial King (1932). Toscana: E. Rodocanachi, Elisa Baciocchi en Italie (1900); P. Marmottan, LesArtsen Toscane sous Napoleón (1901); S. F. Brulart de Genlis, Madame de Genlis et la Grande Duchesse Elisa 1811-1813. Lettres inéditos (1912). Dalmacia: P. Pisani, LaDalmatiede 1797a 7575(1893). Inglaterra: «El francés vive bajo un cielo despejado...» Pelet de la Lozére, Napoleón in Council (Edimburgo, 1837). En el Instituto, la organización de conocimientos sobre la base europea: Bibliothéque de LInstitut de France, MSS 3260-81. Goethe también observó la capacidad de Napoleón para obtener el máximo de sus administradores. «Bajo su mando los hombres tenían la certeza de alcanzar la meta, del mismo modo que los actores se apegan a un nuevo director que según creen les asignará buenos papeles.» Conversations with Eckermann.

Tenemos la opinión de una inglesa inteligente acerca de la Francia de Napoleón, un concepto formado sobre la base de tres años de experiencia de vida en ese país. Nos referimos a Anne Plumptre, hija del presidente del Queens College de Cambridge. «Yo gozaba de la misma perfecta libertad que tengo en Inglaterra, me dirigía adonde deseaba ir, y por doquier me recibían con la misma cortesía y hospitalidad como en los tiempos en que aún había paz entre los dos países. «Nunca presencié medidas severas del gobierno, salvo para con los turbulentos y los facciosos; vi por doquier la ejecución de obras de utilidad pública; cómo se alentaba la industria, el comercio y las artes; y no llegué a pensar que el pueblo se sentía infeliz, o que el gobierno era odioso... He comprobado por doquier que la palabra es tan libre en Francia como en Inglaterra. He escuchado a distintas personas manifestar sus sentimientos acerca de Bonapane y su gobierno, y sus opiniones podían ser favorables o desfavorables, y hablaban sin la más mínima reserva; y esto no sólo en grupos de carácter privado, entre amigos que se conocen todos, sino del modo más público, y en los núcleos más heterogéneos, en las diligencias, y en las mesas de los restaurantes, donde nadie podía saber de antemano cuál era el carácter o cuáles los sentimientos de aquellos con quienes departía, y donde uno de los allí presentes podía ser un espía de la policía sin que el resto supiese a qué atenerse, y sin embargo, esa idea no los limitaba.» A Narrativo ofa three years Residence in France... from theyear 1802 to 1805 (1810), III, 324, 400. 14. LA APERTURA DE LAS IGLESIAS. La religión antes del Consulado: A. Mathiez, La Théophilanthropie et le cuite décadaire (\9Q C. F. Dupuis, Abregé (1798). El Concordato: J. Leflon, Etienne-AlexandreBernier(l938);A.. BoulaydelaMeunhe, Documentssurlanégotiationdu Concordat(\89\-\c)07 y 1905); J. Leflon, Lacriserévolutionnaire(\943); E. Consaivi, Mémoires (Roma 1950). Incidente en Clermont-Ferrand: el duque de Fezenzac. Souvenirs militaires(\86l). J. Leflon, Monsieur Emery (1945-1946); L.Adolphe, Portalis et son temps (1936); J. Jauffret, Mémoires Historiques sur lesAffaires Ecciésiastiques de France (1823-1824). 15. ¿PAZ O GUERRA?. Jorge III, Pitt y el partido de la guerra; el duque de Buckingham y Chandos, Memoirs ofthe Courts and Cabinets ofGeorgeni([853-\855); The Windham papers (1913); Conde de Malmesbury, Diaries and correspondence (1844); J. W. Fonescue, British Statesmen ofthe Great war 1793-1814(Oxford 1911); J. H. Plumb, ThefirstfourGeorges(\3). Compromiso de Windham con emigrados: B. M. Add. MSS. 37868-9. Jorge III acerca de «la cana del tirano corso»: The Later correspondence ofGeorge III, III (Cambridge 1967), 308. Política exterior de Napoleón: H. C. Deutsch, The génesis ofNapoleonic Imperialism (Cambridge, Mass. 1938); A. Sorel. LEurope et la Révolutionfrancaise (1885-1904), VI, VII, VIII. «Los insultos vomitados diariamente...». Mary Berry a Mrs. Cholmeley, 2 de enero de 1800 (Journals and correspondence). Whitwonhs mission: O. Browning, England andNapoleón in 1803 (1887); the Liverpool Papers en el B.M. Suiza: documentos en Bonaparte, Talleyrand et Stapfer 1800-1803 (Zürich 1869); iniciativas inglesas en apoyo de la aristocracia suiza: P.R.O., F.O. 74, vols. 24,36 y 38. Insultos de la prensa inglesa dirigidos contra Napoleón: F. J. Maccunn, The contemporary English view of Napoleón (1914); Dawson Warren, Thejournal ofa British Chaplain in París (1913). del trabajo, y la redacción estuvo a cargo de un periodista que simpatizaba con los Borbones. Poco después de la publicación, fue necesario encerrar a Bourrienne en un manicomio. Inmediatamente después de sus Memorias apareció un grupo de hombres que conocían los hechos, y que publicaron un libro de setecientas veinte páginas consagrado totalmente a corregir los errores de hecho de Bourrienne. Reconocemos que éste es un ejemplo extremo, pero hay ocho memorias más que no serían aceptadas como pruebas razonables por el jurado de un tribunal inglés; sin embargo, han sido utilizadas insistentemente por los biógrafos. Mientras continuaba mi evaluación crítica de las fuentes —que aparece en el Apéndice— pude aclarar muchas de las contradicciones que me habían desconcertado. Pero en el curso de este proceso, comprobé que tenía que modificar mi opinión anterior de Napoleón. Comenzaron a perfilarse cualidades y defectos distintos, y entonces llegué a la conclusión de que intentaría escribir una nueva biografía de Napoleón, una de las primeras que se basarían en una evaluación crítica de las fuentes, y que también combinaría el nuevo material al que me he referido antes. Se ocuparía más de las cuestiones civiles que de las militares, porque el propio Napoleón consagró más tiempo a los temas civiles. Incluso cuando era teniente segundo, Napoleón se ocupaba más de los progresos sociales en su país que de las conquistas en el exterior, y aunque las circunstancias lo forzaron a combatir durante la mayor parte de su reinado, siempre insistió en que él era esencialmente un estadista. Al describir la labor constructiva de Napoleón, e incluso sus intenciones frustradas, he aprovechado, siempre que me fue posible, los diarios o las Memorias de los hombres que lo conocieron mejor: como Desaix en Italia, Roerderer durante el Consulado o Caulaincourt durante los últimos años del Imperio. Napoleón soñó cierta vez que un oso lo devoraba. Éste, y dos sueños más —en uno se ahogaba y el otro se refería a Josefina— es todo lo que sabemos acerca de su vida onírica. Pero entre otras cosas Napoleón era una rata de biblioteca. Durante sus momentos de ocio, fuese en Malmaison o en campaña, generalmente podía vérselo enfrascado en un libro, y sabemos exactamente cuáles eran los libros y las obras teatrales que lo conmovían. Examino esta cuestión con cierto detalle, en la creencia de que, a semejanza de los sueños, iluminan los anhelos y los temores de nuestro personaje. He utilizado los siguientes manuscritos pertenecientes a colecciones públicas: en la Bibliothéque Thiers la abundante colección formada por Frédéric Masson, que incluye el diario del doctor James Verling, que vivió en Longwood de julio de 1818 a septiembre de 1819, y el ejemplar original del diario de Gourgaud: ambos materiales suministran valiosos detalles acerca de la salud y la moral de Napoleón; en el Instituí de France, los papeles de Cuvier, que revelan de qué modo Napoleón organizó la educación; en la Public Record Office, los despachos de Lowe a lord Bathurst y los documentos del Foreign Office relacionados con Suiza, que aclaran la ruptura del Tratado de Amiens; en el Museo Británico, dos breves autógrafos de Napoleón; los papeles Windham, que revelan la estrecha relación entre la clase gobernante inglesa y los emigrados franceses; y los papeles Liverpool, sobre todo Add. MS. 38.569, el volumen de cartas cifradas de Drake, en Munich, a Hawkesbury, para mantenerlo al tanto de la conspiración destinada a detrocar a Napoleón; y el diario y los informes del capitán Nicholls, en Santa Helena. Deseo agradecer la generosa ayuda del doctor Frank G. Healey, del doctor Paúl Arrighi, de monsieur Etienne Leca, Conservateur de la Bibliothéque Municipale deAjaccio, de monsieur J. Leblanc del Musée de Ajaccio, del señor Nigel Samuel, que amablemente me permitió utilizar su manuscrito de parte de Clisson et Eugénie, de madame L. Hautecoeur de la Bibliothéque del Instituí de France, de mademoiselle Héléne Michaud de la Bibliothéque Thiers, de la señorita Banner del Royal College ofMusic, de la señora Barbara Lowe, que dactilografió el libro; y en relación con una serie de detalles acerca de la vida de Napoleón, a mi amigo el señor Basil Rooke-Ley.

Prefacio<br />

Cuando <strong>Napoleón</strong> pisó por primera vez la cubierta de una nave de guerra<br />

inglesa observó a <strong>los</strong> marineros que recogían el ancla y desplegaban las velas, y le<br />

pareció que ese barco era un lugar mucho más tranquilo que una nave francesa.<br />

El libro que aquí comienza es más tranquilo que la mayoría de las obras acerca<br />

de <strong>Napoleón</strong>, en el sentido de que hay menos fuego de artillería. Es una biografía<br />

de <strong>Napoleón</strong>, no una historia del período napoleónico, y creo que como biografía<br />

debe referirse a <strong>los</strong> hechos que ilustran el carácter. No todas las batallas de<br />

<strong>Napoleón</strong> satisfacen ese requisito, y el propio <strong>Napoleón</strong> declaró que en~el campo<br />

de batalla él no representaba más que la mitad del asunto: «El ejército es el factor<br />

que gana la batalla.» Pero ¿por qué presentamos una nueva biografía? Por dos<br />

razones. En primer lugar, desde 1951 ha llegado a conocerse un material nuevo<br />

muy importante, no en el sentido de que agregue detalles especiales aquí o allá,<br />

sino porque nos obliga a enfocar de un modo esencialmente distinto a <strong>Napoleón</strong><br />

como hombre. Nos referimos a <strong>los</strong> Cuadernos de Notas de Alexandre des Mazis, el<br />

amigo más íntimo de <strong>Napoleón</strong> durante su juventud; las cartas de <strong>Napoleón</strong> a<br />

Désirée Clary, la primera mujer de su vida; las Memorias de Louis Marchand, valet<br />

de <strong>Napoleón</strong>; y el diario bosweiliano del general Bertrand en Santa Helena. Salvo la<br />

última parte del diario de Bertrand, nada de todo esto ha sido publicado en<br />

Inglaterra. También es importante la sección central, que faltó durante mucho<br />

tiempo, del relato autobiográfico de <strong>Napoleón</strong> titulado Clisson et Eugenio, una obra<br />

en la cual un frustrado oficial joven de veinticinco años volcó sus aspiraciones, y<br />

que se publica aquí por primera vez.<br />

<strong>La</strong> segunda razón es más personal. Se ha escrito mucho acerca de la vida de<br />

<strong>Napoleón</strong>, y aunque parezca presuntuoso, me sentí insatisfecho con la imagen que<br />

se ofrece de él. No pude hallar en todo ello a un hombre vivo y real. A mi entender,<br />

había evidentes contradicciones de carácter. Tomemos un ejemplo entre muchos.<br />

Los biógrafos repiten la frase de <strong>Napoleón</strong>: «<strong>La</strong> amistad no es más que una<br />

palabra. No profeso amor a nadie.» Pero al mismo tiempo, era obvio, a juzgar por<br />

las páginas escritas por el mismo <strong>Napoleón</strong>, que él tenía muchos amigos íntimos,<br />

creo que más que cualquier otro gobernante de Francia, y que sentía por el<strong>los</strong><br />

tanto afecto como el<strong>los</strong> por <strong>Napoleón</strong>. Muchos biógrafos se sintieron visiblemente<br />

consternados por esta aparente contradicción, y trataron de explicarla diciendo que<br />

<strong>Napoleón</strong> era diferente de otros hombres: «<strong>Napoleón</strong> fue un monstruo de<br />

egoísmo», o «<strong>Napoleón</strong> fue un monstruo de falsedad».<br />

Por una parte, no creo en <strong>los</strong> monstruos. Como dije, deseaba describir a un<br />

<strong>Napoleón</strong> a quien pudiese representar como un ser vivo y real.<br />

Naturalmente, sabía que era lógico esperar la formulación de opiniones muy<br />

discrepantes acerca de la vida pública de <strong>Napoleón</strong>; pero no había motivos para<br />

presumir la existencia de divergencias en relación con aspectos de su vida<br />

personal. De manera que comencé a examinar las fuentes. Comprobé que un<br />

número sorprendente de las fuentes de uso corriente tenían, para decirlo con la<br />

mayor discreción posible, un valor dudoso. <strong>La</strong> frase de <strong>Napoleón</strong>, «<strong>La</strong> amistad no<br />

es más que una palabra», aparece únicamente en las Memorias de Bourrienne, ex<br />

secretario de <strong>Napoleón</strong>. Ahora bien, Bourrienne estafó medio millón de francos a<br />

<strong>Napoleón</strong>; como castigo fue enviado al extranjero, allí estafó otro millón, y<br />

finalmente fue relevado de su cargo. Después de la caída de <strong>Napoleón</strong> se unió a <strong>los</strong><br />

Borbones, pero nuevamente hubo que despedirlo por su deshonestidad. Para<br />

ayudarse a pagar las deudas contraídas decidió publicar sus Memorias. Pero<br />

Bourrienne no las escribió, solamente suministró las notas utilizadas en una pane<br />

«Tengo razones para estar seguro...» Buckingham a Grenville, 24 de marzo de<br />

1803, Dropmore Papers V//(1910), 151.<br />

Renuencia de <strong>Napoleón</strong> ante la perspectiva de ir a la guerra: Remacle, 13 de<br />

mayo de 1803.<br />

16. EMPERADOR DE LOS FRANCESES.<br />

<strong>La</strong> conspiración de la rué Saint-Nicaise: Archives Nationales F 6271, 6272;<br />

Hortense, Mémoiresi, 79; J. Rapp, Mémoires (1896), 81; J. Lorédan. <strong>La</strong> machine<br />

infernóle de la rué Nicaise (1924).<br />

<strong>La</strong> conspiración de Cadoudal: Canas de <strong>los</strong> agentes ingleses en Munich y<br />

Stuttgart en <strong>los</strong> Liverpool Papers. Duque d'Enghien: A.<br />

Boulay de la Meurthe, Les dernieres années du duc d'Enghien (1886).<br />

Más tarde, <strong>Napoleón</strong> argüiría con un inglés: «¿Hice algo más que adoptar el<br />

principio de vuestro gobierno, cuando ordenó la captura de la flota danesa, de la<br />

que se temía que representara una amenaza para vuestro país?» W. Waeden,<br />

Letters written at St. Helena (1816), 148.<br />

Los planes de la coronación: A. Marquiset, <strong>Napoleón</strong> sténographié au<br />

conseiíd'Etat(1913). <strong>La</strong>s hermanas de <strong>Napoleón</strong>:<br />

M. Weiner, The Parvenú Princesses (1964).<br />

<strong>La</strong> coronación: F. Masson, Le sacre et le couronnement de <strong>Napoleón</strong> (1908).<br />

<strong>Napoleón</strong> convino con Pío VII en que debía coronarse él mismo, como lo demuestra<br />

la versión italiana de las Memorie de Consaivi (Roma 1950). <strong>La</strong> leyenda de que<br />

<strong>Napoleón</strong> «se apoderó» de la corona se basa en la traducción francesa poco<br />

fidedigna, 1864.<br />

Bajo el Imperio el gobierno continuó a cargo de <strong>Napoleón</strong> y su Consejo de<br />

Estado. Los que afirman que se acentuó el autoritarismo señalan sus instrucciones<br />

a Benhier el 14 de febrero de 1806: «Ateneos rigurosamente a las órdenes que os<br />

doy... sólo yo sé lo que debo hacer.» Pero esto era una orden excepcional que<br />

reflejaba una situación excepcional: Prusia había traicionado la alianza con Francia,<br />

<strong>Napoleón</strong> se proponía marchar sobre Berlín y el secreto era una condición sine qua<br />

non del éxito.<br />

17. EL IMPERIO DE NAPOLEÓN.<br />

Roma: L. Madelin, <strong>La</strong> Rome de <strong>Napoleón</strong> (1906); J. Moulard, Le Comte<br />

Camillede Tournon (París 1927-1932).<br />

Ñapóles: J. Rambaud, Naples sous Joseph Bonaparte (1911); B. Nabonne,<br />

Joseph Bonaparte (1949).<br />

España: A. Bigarré, Mémoires (sin fecha).<br />

Holanda: F. Rocquain, <strong>Napoleón</strong> I et le roi Louis: Correspondance (1875); L.<br />

Garnier, Mémoires sur la cour de Louis <strong>Napoleón</strong> (1828); A. Duboscq, Louis<br />

Bonaparte en Hollando d'aprés ses Lettres (1911).<br />

«Un príncipe que conquista la reputación de tener buen carácter...» Corr.<br />

12.299; véase Lecestre, no. 134.<br />

Westfalia: F. M. Kiicheisem, Jovial King (1932).<br />

Toscana: E. Rodocanachi, Elisa Baciocchi en Italie (1900); P. Marmottan,<br />

LesArtsen Toscane sous <strong>Napoleón</strong> (1901); S. F. Brulart de Genlis, Madame de<br />

Genlis et la Grande Duchesse Elisa 1811-1813. Lettres inéditos (1912).<br />

Dalmacia: P. Pisani, <strong>La</strong>Dalmatiede 1797a 7575(1893).<br />

Inglaterra: «El francés vive bajo un cielo despejado...» Pelet de la Lozére,<br />

<strong>Napoleón</strong> in Council (Edimburgo, 1837).<br />

En el Instituto, la organización de conocimientos sobre la base europea:<br />

Bibliothéque de LInstitut de France, MSS 3260-81.<br />

Goethe también observó la capacidad de <strong>Napoleón</strong> para obtener el máximo de<br />

sus administradores. «Bajo su mando <strong>los</strong> hombres tenían la certeza de alcanzar la<br />

meta, del mismo modo que <strong>los</strong> actores se apegan a un nuevo director que según<br />

creen les asignará buenos papeles.» Conversations with Eckermann.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!