La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia
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Mientras la multitud se reunía alrededor del Elíseo gritando «¡Viva el<br />
emperador!», <strong>los</strong> representantes del pueblo debatían la petición de <strong>Napoleón</strong>. El<br />
principal pensamiento en todos era la paz; y <strong>los</strong> aliados rehusaban concertar la paz<br />
mientras <strong>Napoleón</strong> permaneciese en el poder. Por lo tanto, <strong>Napoleón</strong> debía irse. Un<br />
consejero privado llevó el mensaje de la Asamblea a <strong>Napoleón</strong>: o abdicaba, o se lo<br />
depondría.<br />
Disponía de una hora para decidir.<br />
<strong>Napoleón</strong> se irritó, como le sucedía siempre ante un ultimátum.<br />
«Debería haber denunciado y disuelto a la asamblea.» Lucien lo exhortó a<br />
hacerlo ahora; es decir, le propuso repetir el 19 Brumario. Pero <strong>Napoleón</strong> advirtió<br />
que eso era imposible, que <strong>los</strong> tiempos habían cambiado muy radicalmente.<br />
Regnault destacó que al abdicar <strong>Napoleón</strong> salvaría el trono para su hijo. «Querrá<br />
decir para <strong>los</strong> Borbones. Por lo menos el<strong>los</strong> no son prisioneros en Viena.» Pero la<br />
posición constitucional era clara, y <strong>Napoleón</strong> siempre había sentido un profundo<br />
respeto por las formas constitucionales. «No puedo hacer nada por mí mismo»,<br />
murmuró.<br />
De pronto, adoptó su decisión. «Príncipe Lucien, escribe lo siguiente:<br />
"Franceses, cuando comencé la guerra con el fin de defender la independencia<br />
de nuestro país, conté con que habría un esfuerzo unificado, una voluntad unida, y<br />
la ayuda de todos <strong>los</strong> que ejercen poder... A mi juicio, las circunstancias han<br />
cambiado. Estoy sacrificándome al odio de <strong>los</strong> enemigos de Francia... Mi vida<br />
política ha concluido, y proclamo a mi hijo <strong>Napoleón</strong> II emperador de <strong>los</strong><br />
franceses"».<br />
Tres días después, <strong>Napoleón</strong> se retiró a Malmaison. Continuaba abrigando la<br />
esperanza de que la Asamblea mostrara un poco de fibra, y ofreció desempeñarse<br />
como un general común y corriente a la cabeza de uno de <strong>los</strong> ejércitos franceses.<br />
Su oferta fue rechazada por Fouché, presidente del gobierno provisional, que ya<br />
había escrito a Luis XVIII para decirle que él estaba trabajando por su retorno.<br />
Después, el 30 de junio, Wellington llegó frente a París; en ausencia del zar, el<br />
vencedor de Waterloo era quien dirigía <strong>los</strong> acontecimientos políticos. Wellington<br />
informó a la Asamblea que un cambio de dinastía sería un acto revolucionario que<br />
implicaría el desmembramiento de Francia. <strong>La</strong> Asamblea entendió, y no se oyó<br />
hablar más de <strong>Napoleón</strong> II.<br />
En Malmaison, <strong>Napoleón</strong> se preguntaba adonde iría. Los prusianos avanzaban<br />
deprisa, destruyendo todo lo que encontraban a su paso, como observó con<br />
desaprobación un dragón inglés, incluso <strong>los</strong> muebles, «desde el costoso espejo de<br />
cuerpo entero hasta la vulgar taza de café»; y Blücher había dicho que si capturaba<br />
a Bonaparte, ordenaría fusilarlo. <strong>Napoleón</strong> decidió buscar asilo en Estados Unidos.<br />
Como <strong>los</strong> ingleses estaban bloqueando el Canal, partiría de un puerto de la<br />
bahía de Vizcaya.<br />
<strong>Napoleón</strong> estuvo cinco días en Malmaison. María Walewska llegó con su hijo<br />
para despedirse, y rogó que él le permitiera seguirlo al exilio.<br />
«Veremos», contestó <strong>Napoleón</strong>. No deseaba complicar más una situación de por<br />
sí compleja. Llegó también un enviado de Lucien, pero con un propósito distinto;<br />
Lucien necesitaba dinero. <strong>Napoleón</strong> estaba corto de fondos, pero envió a Lucien<br />
doscientos mil francos en efectivo, y bonos de <strong>los</strong> bosques del Estado.<br />
<strong>La</strong> tarde del 29 de junio, sobre el telón de fondo de <strong>los</strong> cañones prusianos que<br />
se acercaban, <strong>Napoleón</strong> se despidió por última vez de su madre y de Hortense. A<br />
las cinco salió de Malmaison. Entró por el camino que, a través de Vendóme, Niort<br />
y Poitiers llega a la costa de Vizcaya. Hacía calor; se detuvo una vez para comprar<br />
varias libras de cerezas, y las comió durante el viaje. El 3 de julio llegó a Rochefort,<br />
y descubrió que el puerto estaba bloqueado por un buque de guerra inglés, el<br />
Bellerophon, y por dos naves más pequeñas. Era otra vez Acre, con un ropaje<br />
distinto. Siempre <strong>los</strong> ingleses, «dondequiera que haya agua para botar un barco».<br />
<strong>Napoleón</strong> afrontó un dilema. ¿Debía tratar de burlar el bloqueo, quizás oculto<br />
en la carga de un barco neutral, y dirigirse a Estados Unidos? Le desagradaba la<br />
idea; según dijo, se parecía mucho a una fuga. El otro camino era aceptar la nueva<br />
favor de Francia; pero el consejo replicó que, aunque favorables a la República, no<br />
querían saber nada con Saliceti, porque era el enemigo de Paoli. Sólo treinta y un<br />
hombres de Ajaccio se acercaron a las naves francesas. <strong>Napoleón</strong> había juzgado<br />
mal la actitud popular, y como la ciudadela continuaba resistiendo, sería necesario<br />
regresar. De todos modos, se registró un pequeño triunfo. Algunos habitantes de<br />
Ajaccio habían trepado a <strong>los</strong> árboles que estaban al lado del puerto y se burlaban<br />
de <strong>los</strong> franceses. <strong>Napoleón</strong> cargó silenciosamente uno de sus cañones ligeros,<br />
apuntó con cuidado y disparó. El disparo quebró la rama que sostenía a uno de <strong>los</strong><br />
burlones, el hombre cayó como una piedra y el resto, desternillándose de risa,<br />
procedió a dispersarse.<br />
El 3 de junio, en Caivi, <strong>Napoleón</strong> se reunió con su madre, tres hermanos y dos<br />
hermanas. Lucien estaba en Tolón. Había fracasado en su esfuerzo por impedir una<br />
ruptura entre Paoli y <strong>los</strong> franceses, y también había fracasado en su ofensiva<br />
contra Ajaccio. No sólo él sino toda su familia eran proscritos, pues seis días antes<br />
la asamblea corsa había condenado a <strong>los</strong> Buonaparte a «execración e infamia<br />
perpetuas».<br />
También estaban arruinados, pues <strong>los</strong> partidarios de Paoli habían saqueado la<br />
casa Buonaparte, se habían apoderado de todo el cereal, el aceite y el vino, y<br />
destruido el molino y tres casas rurales. Hasta donde <strong>Napoleón</strong> podía ver, nada<br />
tenían que hacer en Córcega. Y en una isla desgarrada por la guerra civil, ¿cuánto<br />
tiempo estarían seguras su madre y sus hermanas? Así como había salvado del<br />
Terror a Marie Anne, debía rescatar de <strong>los</strong> partidarios de Paoli a la familia entera.<br />
Consiguió pasaportes para rodos —Letizia aparece descrita como costurera— y una<br />
semana después obtuvo pasajes para el<strong>los</strong> en un barco de municiones que<br />
regresaba a Francia. El 10 de junio de 1793, sin dinero ni posesiones, salvo las<br />
ropas que llevaban puestas, <strong>los</strong> Buonaparte partieron para Francia.