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La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia

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<strong>La</strong>s notas de <strong>Napoleón</strong> extraídas de Barrow carecen de ese chauvinismo, salvo<br />

quizá la primera: «<strong>La</strong>s Islas Británicas fueron probablemente las primeras pobladas<br />

por colonos ga<strong>los</strong>.» Se salta la invasión de César, probablemente porque ya la<br />

conoce bien. Concedió mucho espacio a Alfredo y a la Cana Magna, y señaló que la<br />

Carta había sido condenada por el Papa. <strong>Napoleón</strong> prestó cuidadosa atención a<br />

todas las luchas constitucionales, por ejemplo la acusación de Eduardo II y la<br />

rebelión de Wat Tyier. Acerca del fin del reinado de Ricardo II <strong>Napoleón</strong> agregó un<br />

comentario personal: «<strong>La</strong> ventaja principal de la Constitución inglesa consiste en el<br />

hecho de que el espíritu nacional conserva siempre toda su vitalidad. Durante<br />

muchos años el rey puede arrogarse más autoridad que la que debería tener, e<br />

incluso puede utilizar su gran poder para cometer injusticias, pero el clamor de la<br />

nación pronto se conviene en trueno, y más tarde o más temprano el rey cede».<br />

<strong>Napoleón</strong> estudió cuidadosamente la Reforma. En un resumen del reinado<br />

dejacobo I, observó: «De aquí en adelante el Parlamento recuperó su predominio.»<br />

<strong>Napoleón</strong> tenía una mediocre opinión de Car<strong>los</strong> I.<br />

Redactó notas acerca de Pym, el primer demagogo parlamentario, pero reservó<br />

su entusiasmo para Simón de Montfon y más tarde para el Protector Somerset, que<br />

había muerto en épocas más sombrías para posibilitar <strong>los</strong> éxitos de Pym y<br />

Cromweil. De Simón de Montfon escribió:<br />

«Allí perece uno de <strong>los</strong> ingleses más grandes, y con él la esperanza que la<br />

nación tenía de ver moderada la autoridad real.» <strong>La</strong> traducción francesa de la<br />

historia de Barrow concluía en 1689, con el triunfo de la monarquía constitucional.<br />

El mensaje de Barrow era claro: sólo una constitución que defendiese <strong>los</strong> derechos<br />

del pueblo podía contener al gobierno arbitrario. A la luz de este mensaje,<br />

<strong>Napoleón</strong> reexaminó la historia de Francia. Llegó a la conclusión de que el gobierno<br />

original de <strong>los</strong> francos era una democracia atemperada por el poder del rey y sus<br />

caballeros. Se designaba al nuevo rey cuando las tropas lo levantaban sobre un<br />

escudo y lo aclamaban. Después, llegaron <strong>los</strong> obispos y predicaron el despotismo.<br />

Antes de recibir la corona, Pepino solicitó la autorización del Papa. Poco a poco la<br />

aureola de la realeza se apoderó de la mente de <strong>los</strong> hombres, y <strong>los</strong> reyes usurparon<br />

una autoridad que inicialmente no se les había otorgado. Ya no gobernaban en<br />

beneficio del pueblo que inicialmente les había otorgado el poder. En octubre de<br />

1788 <strong>Napoleón</strong> se proponía escribir un ensayo acerca de la autoridad real:<br />

analizaría las funciones ilegales asumidas por <strong>los</strong> reyes en <strong>los</strong> doce reinos<br />

europeos. Sin duda, pensaba en el poder de Luis XVI, que con un trazo de la pluma<br />

podía enviar a la Bastilla a un francés.<br />

<strong>Napoleón</strong> llegó a la conclusión de que lo que estaba mal en Francia era que el<br />

poder del rey y sus hombres había llegado a ser excesivo; la reforma ansiada por<br />

<strong>Napoleón</strong> —y este aspecto es importante en vista de su carrera futura— era una<br />

constitución que, al destacar <strong>los</strong> derechos populares, garantizaría que el rey<br />

actuase en defensa del conjunto de <strong>los</strong> intereses de Francia.<br />

Para un observador imparcial de Europa alrededor del año 1785 el hecho<br />

destacado habría sido el éxito de las monarquías inconstitucionales, <strong>los</strong> llamados<br />

despotismos ilustrados. En Portugal, España y Suecia <strong>los</strong> reyes de este tipo estaban<br />

reformando y modernizando el país, y en cambio, en Prusia Federico II y en Rusia<br />

Catalina II estaban gobernando arbitrariamente, pese a lo cual merecían el epíteto<br />

de «Grande». Es interesante señalar que <strong>Napoleón</strong> apartó <strong>los</strong> ojos de sus éxitos<br />

personales, y <strong>los</strong> fijó en el caso más singular: Inglaterra, con su monarquía<br />

limitada por la ley. Procedió así en pane porque era admirador de Rousseau, cuya<br />

teoría del contrato social deriva de Locke, pero incluso más a causa de la tradición<br />

de su familia, que era el respeto a la ley, y de su simpatía personal hacia <strong>los</strong><br />

oprimidos.<br />

Por lo tanto, debe afirmarse que <strong>Napoleón</strong> deseaba la reforma en Francia.<br />

Quería llegar a una monarquía constitucional que gobernase en beneficio del<br />

pueblo. Esta decisión se vio fortalecida por un nuevo sesgo de <strong>los</strong> hechos en<br />

Córcega. Allí, <strong>los</strong> franceses habían invertido por completo su política. En septiembre<br />

once muertos y más de quinientos heridos, ¡y la ironía de llamar al lugar Peterloo!<br />

También <strong>los</strong> franceses habían atrasado una generación el reloj, y en 1820 se<br />

aprobó la ley que asignaba dos votos en lugar de uno a <strong>los</strong> electores acaudalados.<br />

<strong>La</strong> reacción de <strong>Napoleón</strong> fue doble. En primer lugar, destacó que aún persistía<br />

su obra constructiva: el Código Civil, <strong>los</strong> caminos alpinos, <strong>los</strong> diques de Cherburgo<br />

y Amberes, y muchas otras cosas. Cuando <strong>los</strong> Borbones retornaron a Ñapóles, se<br />

apresuraron a examinar las mejoras incorporadas a sus palacios por <strong>los</strong> franceses.<br />

Se dice que uno de <strong>los</strong> jóvenes príncipes dijo al rey, después de admirar la<br />

elegante villa de Portíci:<br />

«Padre, ojalá hubiéramos permanecido ausentes diez años más.» <strong>La</strong> segunda<br />

reacción de <strong>Napoleón</strong> frente a <strong>los</strong> ultraconservadores de Europa fue una actitud de<br />

serena confianza. Estaba seguro de que <strong>los</strong> derechos del hombre con el tiempo<br />

prevalecerían, incluso en <strong>los</strong> países gobernados por monarquías absolutas; y<br />

también de que <strong>los</strong> italianos y <strong>los</strong> alemanes alcanzarían la unidad nacional.<br />

Depositaba grandes esperanzas en su hijo, y creía que llegaría el momento en que<br />

<strong>los</strong> franceses lo llamarían a ocupar el trono. En la paz, <strong>Napoleón</strong> II aplicaría <strong>los</strong><br />

principios que su padre había impuesto con la espada. Deseaba que Joseph y<br />

Lucien ayudasen a su hijo. Joseph, que vivía en Estados Unidos, debía desposar a<br />

sus hijas con descendientes de Washington o de Jefferson, y después retornar a<br />

Europa; Lucien tenía que casar a sus hijos con miembros de las familias<br />

principescas de Roma, con la esperanza de que un día produciría un cardenal o un<br />

papa que sería útil para el joven <strong>Napoleón</strong>. Aunque parezca extraño, uno de <strong>los</strong><br />

nietos de Lucien en efecto se convirtió en cardenal. Pero la principal esperanza de<br />

<strong>Napoleón</strong> naufragaría a causa de la mala salud del joven <strong>Napoleón</strong>, que había<br />

heredado la tendencia de su madre a la consunción, y que falleció en 1832 a la<br />

edad de veintiún años.<br />

<strong>Napoleón</strong> también era optimista en el área de la política mundial.<br />

Predijo que India y todas las colonias inglesas conquistarían la independencia.<br />

«El sistema colonial está acabado.» En Santa Elena tuvo un conocimiento directo<br />

del problema del color, y aunque advirtió sus dificultades, pensaba que podía ser<br />

resuelto permitiendo que cada hombre tuviese dos esposas, con la condición de<br />

que fuesen de diferente color. «Los hijos de ambas, criados bajo el mismo techo, y<br />

sobre la misma base, desde la infancia aprenderán a verse como iguales, y en <strong>los</strong><br />

víncu<strong>los</strong> del parentesco a olvidar las diferencias de color.» Rusia continuaba siendo<br />

el único temor de <strong>Napoleón</strong>. «Si Rusia organiza a Polonia —dijo a lord Amherst—,<br />

será imparable».<br />

<strong>Napoleón</strong> se encontraba en una posición especial, porque había acumulado una<br />

amplia experiencia, tenía una mediana edad, y por lo tanto no se le había agriado<br />

el carácter, y disponía de tiempo para madurar sus opiniones acerca de muchos<br />

temas. A propósito de la guerra, podía ofrecer escasas conclusiones generales: «He<br />

librado sesenta batallas, y le aseguro que en ninguna de ellas he aprendido nada<br />

que no supiera en la primera.» Esta afirmación ilustra la idea de que se perdió<br />

Waterloo porque la táctica de <strong>Napoleón</strong> continuó siendo la misma, y ya era<br />

conocida por sus antagonistas.<br />

Acerca de Inglaterra tenía mucho que decir. Consideraba que <strong>los</strong> ingleses eran<br />

el pueblo más valeroso de Europa, y su Parlamento «una excelente institución, lo<br />

único que sobrevivirá en su régimen actual».<br />

Pero después de leer a Hume llegó a la conclusión de que era «una raza feroz».<br />

«Recuerden que Enrique VIII desposó a lady Seymour al día siguiente de la<br />

decapitación de Ana Bolena. Jamás habríamos hecho una cosa semejante en<br />

Francia. Nerón nunca cometió tales crímenes. ¡Y la reina María!» Sin duda<br />

recordaba a Barrow y sus lecturas tempranas.<br />

Finalmente, de un aspecto del modo de vida inglés <strong>Napoleón</strong> dijo lo siguiente:<br />

«Si yo fuese una mujer inglesa, me sentiría muy desconcertada al verme obligada<br />

por <strong>los</strong> hombres a esperar dos o tres horas mientras el<strong>los</strong> beben su vino».<br />

<strong>La</strong>s mujeres figuraban a menudo en la conversación de <strong>Napoleón</strong>.

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