La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia
La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia
La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
que habían destruido su enramada y pisoteado sus arbustos, <strong>Napoleón</strong> cogió una<br />
azada, se abalanzó sobre <strong>los</strong> intrusos y <strong>los</strong> expulsó.<br />
Estos tres episodios sin duda fueron recordados porque muestran a un niño<br />
serio que defiende sus derechos o afirma su personalidad en una medida poco<br />
usual. Pero eran ocasiones excepcionales, y no debe pensarse que <strong>Napoleón</strong> se<br />
mostraba severo, o rebelde, o que era insociable.<br />
Todo lo contrario. Cuando el caballero de Kéralio, inspector de escuelas<br />
militares, visitó Brienne en 1783, dijo lo siguiente de <strong>Napoleón</strong>, que entonces tenía<br />
catorce años: «obediente, afable, franco y agradecido».<br />
<strong>Napoleón</strong> tuvo dos amigos en la escuela. Uno era un beCarlo que tenía un año<br />
más que <strong>Napoleón</strong>: Charles Le Lieur de Ville-sur-Arce, que como <strong>Napoleón</strong> era<br />
bueno en matemáticas, y que defendía al corso cuando se burlaban de él. El otro<br />
era Pierre Francois <strong>La</strong>ugier de Bellecour, hijo del barón de <strong>La</strong>ugier. Era un alumno<br />
de pago con un rostro agraciado. Nacido en Nancy, comenzó a mostrar signos de<br />
convertirse en afeminado, o para usar la jerga de Brienne, en una «ninfa».<br />
Pierre Francois iba un año por detrás de <strong>Napoleón</strong>, y éste, al advertir esos<br />
signos un día lo llevó aparte. «Estás alternando con gente que no me agrada. Tus<br />
nuevos amigos están corrompiéndote. De modo que elige entre el<strong>los</strong> y yo.» «No he<br />
cambiado —replicó Pierre Francois—, y considero que eres mi mejor amigo.»<br />
<strong>Napoleón</strong> se satisfizo con esta explicación, y continuaron manteniendo buenas<br />
relaciones.<br />
<strong>Napoleón</strong> tuvo dos amigos adultos. Uno fue el portero, el marido de la<br />
impulsiva madame Hauté, y el otro el padre Charles, cura de Brienne.<br />
Éste preparó a <strong>Napoleón</strong> para su primera comunión a la edad de once años, y la<br />
vida sencilla y santa del cura dejó una impresión perdurable en el alumno.<br />
Más importantes que estas amistades fueron <strong>los</strong> valores asimilados por<br />
<strong>Napoleón</strong>. Ciertamente, no eran <strong>los</strong> valores de París. Los espíritus burlones y<br />
sarcásticos de <strong>los</strong> salones parisienses. Beaumarchais, Holbach y el resto, si en<br />
realidad eran conocidos, importaban poco en Brienne.<br />
Escondida en las profundidades de la campiña, pertenecía a una Francia más<br />
antigua y menos superficial, que nunca había jugado a <strong>los</strong> pastores y las pastoras<br />
en el Trianón, y jamás había acompañado a Watteau en el viaje de Cythera.<br />
De acuerdo con su fundador, el ministro de la Guerra Saint-Germain, el<br />
propósito de Brienne era plasmar una élite en un marco de heroísmo. Los cadetes<br />
debían adquirir «un gran celo para servir al rey, no con el fin de labrarse una<br />
carrera exitosa, sino para cumplir un deber impuesto por la ley de la naturaleza y<br />
la ley de Dios». El eje mismo de la enseñanza era el servicio militar para el rey,<br />
como una expresión de Francia y la grandeza de su rey.<br />
De ahí la importancia de la historia. <strong>Napoleón</strong> aprendió que «Alemania solía ser<br />
parte del Imperio francés». Estudió una Guerra de <strong>los</strong> Cien Años sin victorias<br />
inglesas: «En las batallas deAzincourt, Crécyy Poitiers el rey Juan y sus caballeros<br />
sucumbieron frente a las falanges gasconas.» Observó la historia viviente en la<br />
aldea, donde la familia Brienne estaba reconstruyendo su castillo ancestral. Jean de<br />
Brienne había luchado en la cuarta Cruzada, gobernado Jerusalén de 1210 a 1225,<br />
y después todo el Imperio latino de Oriente; otros miembros de la familia, Gautier<br />
V y GautierVÍ, habían sido duques de Atenas. ¡Cuan lejos habían viajado <strong>los</strong><br />
franceses, cuántas tierras habían gobernado! Se prestaba menos atención a las<br />
derrotas recientes que a las victorias pasadas, y la burla dirigida contra las<br />
instituciones francesas, el derrotismo y la decadencia, que eran un rasgo tan<br />
acentuado de la vida intelectual francesa, no tenían cabida en Brienne. Allí,<br />
<strong>Napoleón</strong> aprendió a tener fe en Francia.<br />
Aunque la mayoría de <strong>los</strong> condiscípu<strong>los</strong> de <strong>Napoleón</strong> provenía de familias de<br />
militares, y por lo tanto tendía a reforzar aún más este enclave del patriotismo, en<br />
religión solían discrepar con <strong>los</strong> buenos franciscanos.<br />
Durante su prolongada disputa con <strong>los</strong> jansenistas, <strong>los</strong> jesuítas habían<br />
reservado sectores importantes de la vida para el funcionamiento de la razón, el<br />
derecho natural y el libre albedrío, es decir áreas en las cuales el hombre en<br />
De modo que no hubo discurso, ni tampoco se grabó una inscripción sobre la<br />
piedra blanca que cubría la tumba: Bertrand deseaba grabar únicamente la palabra<br />
«<strong>Napoleón</strong>», pero Lowe insistió en <strong>Napoleón</strong> Bonaparte, y Bertrand no lo aceptó.<br />
Ya era mediodía. A una señal de Lowe, se tensaron las cuerdas, como<br />
preparación para el descenso del ataúd, mientras <strong>los</strong> soldados disparaban tres<br />
andanadas de mosquetería. Como lo relata el informe de Montholon en su seco<br />
lenguaje militar: «El ataúd fue bajado a la tumba, entre <strong>los</strong> estampidos de las<br />
salvas de artillería de <strong>los</strong> fuertes y <strong>los</strong> barcos del escuadrón. Después, rellenaron la<br />
tumba y la aseguraron con manipostería en nuestra presencia. Junto a ella quedó<br />
una guardia de honor.»