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La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia

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Rene, conde de Marbeuf. Nacido en Rennes en el seno de una antigua familia<br />

bretona en el año 1712, había ingresado en el ejército, y después de combatir<br />

valerosamente había alcanzado el grado de brigadier. Como era un hombre<br />

encantador e ingenioso, se convirtió en cortesano y llegó a ser ayudante del rey<br />

Estanislao I, el suegro polaco de Luis XV. Cuando fue designado gobernante virtual<br />

de Córcega, el ministro de Relaciones Exteriores le dijo: «Hágase amar por <strong>los</strong><br />

corsos, y no descuide recurso para conseguir que amen a Francia.» Es<br />

precisamente lo que hizo Marbeuf. Rebajó <strong>los</strong> impuestos a sólo el 5 por ciento de la<br />

cosecha, aprendió la pronunciación corsa del italiano porque deseaba hablar con <strong>los</strong><br />

campesinos, a veces vestía las telas que el<strong>los</strong> tejían y el gorro puntiagudo de<br />

terciopelo; ordenó construir para su propia residencia una hermosa casa cerca de<br />

Corte, y agasajó generosamente, como sin duda podía hacerlo pues recibía un<br />

sueldo de 71.208 libras.<br />

Los bretones y <strong>los</strong> escoceses tienen dos rasgos comunes: las gaitas y el talento<br />

para administrar las colonias. Cuando James Bosweil realizó su gira por Córcega, se<br />

alojó en casa de Marbeuf, y según él mismo dice pasó «de las montañas de<br />

Córcega a las orillas del Sena», y admiró la obra de ese «meritorio y generoso<br />

francés... alegre sin frivolidad y juicioso sin severidad». Bosweil enfermó, y fue<br />

atendido personalmente por Marbeuf sobre la base de una dieta de caldo y libros.<br />

Ciertamente, la bondad de Marbeuf tanto se destaca en Tour de Bosweil que hasta<br />

cierto punto estorba el propósito del libro, que era elogiar a <strong>los</strong> corsos «oprimidos».<br />

Carlo también simpatizó con Marbeuf. Ambos deseaban mejorar la agricultura.<br />

Marbeuf introdujo la patata, y fomentó el cultivo del lino y del tabaco. Ayudó a<br />

Carlo a obtener un subsidio de 6.000 libras con el fin de drenar una marisma salina<br />

cerca de Ajaccio y plantar cebada. Por su parte, Carlo logró que un comerciante de<br />

semillas se trasladase desde Toscana y sembrase ciertas verduras francesas<br />

desconocidas en Córcega:<br />

coles, remolacha, apio, alcachofas y espárragos. Los dos hombres deseaban<br />

recuperar tierras y mejorarlas. Se estableció una amistad entre el<strong>los</strong>, y cuando<br />

Carlo fue a Versalles, en 1766, defendió a Marbeuf contra ciertos críticos de la<br />

corte.<br />

Como tantos bretones, <strong>los</strong> Marbeuf tenían una veta romántica. El padre de<br />

Marbeuf se había enamorado de Louise, hija de Luis XV, y en público depositó un<br />

beso sobre la mejilla de la princesa, y por ese acto una lettre de cachet lo envió a<br />

la cárcel. Marbeuf hijo tuvo que concertar un matrimonio de conveniencia con una<br />

dama mucho mayor que él, y su esposa no lo acompañó a Córcega. Después, él se<br />

enamoró de cierta madame de Varesne, y la tuvo como amante hasta 1776. Allí<br />

terminó la relación. Marbeuf tenía sesenta y cuatro años, pero sus inclinaciones<br />

románticas perduraban. Durante sus fiestas llegó a conocer a Letizia, que ya estaba<br />

en la veintena, y que fue descrita por un testigo ocular francés como «fácilmente la<br />

mujer más notable de Ajaccio». Pronto se enamoró locamente de ella. Fue una<br />

relación platónica, pues Letizia tenía ojos sólo para Carlo, pero determinó una<br />

diferencia muy importante en la suerte del joven <strong>Napoleón</strong>. En lugar de limitarse a<br />

ayudar a Carlo de tiempo en tiempo con sus plantaciones de moreras, Marbeuf se<br />

esforzaba todo lo posible en favor de la bella Letizia y sus hijos.<br />

Marbeuf, sabedor de las dificultades financieras de Carlo, le informó de la<br />

existencia de una disposición en virtud de la cual <strong>los</strong> hijos de <strong>los</strong> nobles franceses<br />

empobrecidos podían recibir educación gratuita. Los varones destinados al ejército<br />

podían asistir a la academia militar y <strong>los</strong> que deseaban ingresar en la Iglesia podían<br />

ir al seminario de Aix, y las jóvenes a la escuela de madame de Maintenon en<br />

Saint-Cyr. Marbeuf tenía que recomendar al candidato, pero si Carlo y Letizia<br />

deseaban aprovechar el plan, podían contar con su apoyo.<br />

Este ofrecimiento fue como la respuesta a una plegaria.<br />

Se procedió a abandonar <strong>los</strong> imprecisos planes que contemplaban convertir en<br />

abogados a <strong>los</strong> dos varones mayores. Debían orientarse hacia la carrera militar o el<br />

sacerdocio. Carlo y Letizia llegaron a la conclusión de que Giuseppe, un joven<br />

tranquilo y bondadoso, tenía las virtudes propias de un sacerdote. No era el caso<br />

Para un biógrafo de <strong>Napoleón</strong> <strong>los</strong> nueve autores mencionados antes son, a mi<br />

juicio, fuentes no fidedignas, y <strong>los</strong> he tratado con suma cautela. Normalmente <strong>los</strong><br />

utilizo sólo para recoger enunciados referidos a asuntos en <strong>los</strong> que el<strong>los</strong> no tenían<br />

motivos para falsear la verdad y que están respaldados por pruebas más<br />

imparciales. Felizmente, disponemos de doble número de Memorias que en general<br />

merecen confianza.<br />

Entre <strong>los</strong> miembros de la familia de <strong>Napoleón</strong>, está la reina Hortense, cuyas<br />

Memorias fueron publicadas por el príncipe <strong>Napoleón</strong> en 1927. Fueron comenzadas<br />

durante el invierno de 1816, porque Hortense sintió la necesidad de contestar <strong>los</strong><br />

errores y las calumnias que entonces circulaban. <strong>La</strong>s terminó en 1820. Diez años<br />

más tarde introdujo modificaciones, y hasta su muerte, acaecida en 1837, le<br />

agradaba leer pasajes en un círculo de amigos íntimos. El texto que ha llegado<br />

hasta nosotros es completo, excepto tres frases que no se relacionan con la vida<br />

íntima de <strong>Napoleón</strong>. Hortense era una mujer íntegra y valerosa; escribía en<br />

momentos en que <strong>los</strong> episodios relatados aun eran cercanos, acerca de un hombre<br />

a quien había visto regularmente de 179 5a 1815,y que no tenía por qué inspirarle<br />

particular simpatía, pues se había divorciado de su madre y había concertado el<br />

desgraciado matrimonio de la propia Hortense con Louis. También son dignas de<br />

confianza las Memorias de Joseph, hermano de <strong>Napoleón</strong>; son especialmente útiles<br />

en todo lo que se refiere a <strong>los</strong> años de Córcega.<br />

Entre <strong>los</strong> escritos dejados por <strong>los</strong> criados de <strong>Napoleón</strong>, el más importante es el<br />

de su valet, Louis Marchand. Fue escrito día a día, evidentemente sin pensar en la<br />

posibilidad de la publicación; más aún, las Memorias no fueron publicadas hasta<br />

1955.<br />

Méneval, secretario de <strong>Napoleón</strong>, fue con María Luisa a Viena, y en 1843, siete<br />

años antes de su muerte, publicó <strong>Napoleón</strong> et Marie-Louise, Souvenirs historiques,<br />

un valioso registro de la vida hogareña de <strong>Napoleón</strong>.<br />

Otro secretario, el barón Fain, acompañó al emperador en todas sus campañas<br />

hasta la abdicación de 1814; se retiró a la vida privada bajo el gobierno de <strong>los</strong><br />

Borbones, y falleció en 1837. Entre 1823 y 1827 publicó tres obras,<br />

correspondientes a <strong>los</strong> años 1812 y 1814, que son algunas de nuestras mejores<br />

fuentes.<br />

Otro autor que trabajó en estrecha relación con <strong>Napoleón</strong> fue Louis Francois de<br />

Bausset, prefecto del Palacio Imperial. También él llevó un diario, y lo publicó en<br />

1827, cuando aún vivía, las valiosas Mémoires anecdotiques sur 1'intérieur du<br />

Palais etsur quelques événements de l'Empire, depuis 1805jusqu'au ler mai 1814.<br />

Uno de <strong>los</strong> chambelanes de <strong>Napoleón</strong>, A. M. T. de Thiard, redactó notas durante<br />

sus años de vida pública, y a partir de ellas, en 1843, escribió Souvenirs<br />

diplomatiques et militaires de 1804 a 1806, publicadas en 1900, sobre la base del<br />

manuscrito autógrafo del autor. Thiard riñó con el emperador en 1807 y abandonó<br />

el servicio, de modo que su testimonio favorable es tanto más digno de atención.<br />

Entre <strong>los</strong> que ocuparon cargos en el Imperio, Stanislas de Girardin continuó<br />

ejerciendo como prefecto bajo Luis XVIII, pero mantuvo su independencia y sus<br />

opiniones liberales; su Joumal et Souvenirs fue publicado en 1828, un año después<br />

de su muerte.<br />

Thibaudeau había desempeñado en el Consejo de Estado de <strong>Napoleón</strong> como<br />

prefecto; después de votar en favor de la muerte de Luis XVI, a partir de 1815 tuvo<br />

que vivir exiliado, y escribió una obra imparcial, Mémoirespour le Consulat et<br />

1'Empire de 1799 a 1815, libro publicado cuando él aún vivía.<br />

Antoine Marie de <strong>La</strong>valette, ministro de Correos de <strong>Napoleón</strong>, fue condenado a<br />

muerte después de Waterloo y estuvo detenido en la Conciergene, de donde se<br />

fugó la víspera de la ejecución intercambiando sus ropas con las de su esposa. Sus<br />

Memorias fueron publicadas en 1831, el año siguiente a su muerte.<br />

De <strong>los</strong> hombres que no estuvieron al servicio inmediato de <strong>Napoleón</strong>, el<br />

dramaturgo Arnault es una fuente útil. De ningún modo benévolo en sus opiniones<br />

—alguien escribió sobre su busto: «¡Cuidado..., muerde!»— Arnault trató mucho a<br />

<strong>Napoleón</strong> durante la campaña de Italia y comprendió lo que él intentaba hacer. Se

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