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La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia

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«Murió cubierto de gloria...» Carta a Clarke, acerca de la muerte de Elliot,<br />

sobrino de Clarke, en Arcóle, el 19 de noviembre de 1796, Corr. 1198.<br />

El intento de <strong>Napoleón</strong> de incorporarse a la marina inglesa: W. Fraser, Hic et<br />

Ubique (1893), 5-6. Sir William Fraser, M.R, autoridad en el tema de Wellington y<br />

Waterloo, recogió sus datos «de una persona que disponía de medios apropiados<br />

para saber: me dijo que la carta de Bonapane fue enviada, y que aún existe en <strong>los</strong><br />

archivos del Almirantazgo». <strong>La</strong> colección de cartas a la cual correspondería la<br />

solicitud de <strong>Napoleón</strong> no está en el P.R.O., y aparentemente se perdió, así como el<br />

archivo de entradas del Almirantazgo correspondiente a ese período. Sin embargo,<br />

<strong>los</strong> cuadernos de notas deAlexandre des Mazis aportan nuevas pruebas de la<br />

decisión de <strong>Napoleón</strong> de dedicarse al mar; y el incidente concuerda bien con lo que<br />

sabemos del joven <strong>Napoleón</strong>.<br />

<strong>La</strong> afición de <strong>Napoleón</strong> a Rousseau: Roederer, 165: «<strong>La</strong> Nouvelle Héloíse!]e. l'ai<br />

lúe á neufans. II ma tourné la tete» («¡<strong>La</strong> nueva Eloísaf<strong>La</strong>.<br />

leí a <strong>los</strong> nueve años. Me trastornó»).<br />

Carta de <strong>Napoleón</strong> a su tío: Masson y Biagi 1,79.<br />

<strong>Napoleón</strong> en la escuela Militar: Cuaderno de notas de Alexandre des Mazis, en<br />

P. Bartel, <strong>La</strong>jeunesse inédito de <strong>Napoleón</strong> (1954). A pesar de <strong>los</strong> errores<br />

mencionados por R. <strong>La</strong>ulan en R.I.N. (1956), considero que Des Mazis es un<br />

antecedente importante. <strong>La</strong>s Cases en su Memorial niega el episodio del globo,<br />

pero creo que en este asunto es más probable que Des Mazis acierte.<br />

Masson demuestra en <strong>Napoleón</strong> Inconnu (1895) I, 123 n, que el informe acerca<br />

de <strong>Napoleón</strong> en la Escuela Militar, donde se lo describe como un individuo<br />

«capricieux, hautain, extrément porté a 1'égoísme» («caprichoso, altanero,<br />

sumamente inclinado al egoísmo») es apócrifo.<br />

3. EL JOVEN REFORMADOR<br />

<strong>La</strong> vida de <strong>Napoleón</strong> como subalterno: Des Mazis, en Bartel; y un material a<br />

menudo ignorado, «Lettres de Jeunesse de Bonapane», Revue des Deux Mondes<br />

del 15 de diciembre de 1931. <strong>La</strong>s once cartas abarcan el período 1789-1792. En<br />

una dirigida a su tío el archidiácono, fechada el 28 de marzo de 1789, <strong>Napoleón</strong> le<br />

pide dos veces que escriba en italiano, y afirma que escribirá a su madre en<br />

italiano. Pero una carta a su madre, escrita en Seurre, en abril de 1789, está en<br />

francés: <strong>Napoleón</strong> dice que en Pascua fue invitado a la casa de una familia rica,<br />

pero agrega: «J'aimerais cependant mieux manger le ravioli ou les lasagnes, á<br />

Ajaccio» («Preferiría comer <strong>los</strong> ravioli o las lasañas en Ajaccio»).<br />

El incidente con Belly de Bussy: J. Savant, <strong>Napoleón</strong> a Auxonne (1946).<br />

<strong>La</strong>s notas y escritos tempranos de <strong>Napoleón</strong> están en F. Masson y G. Biagi,<br />

<strong>Napoleón</strong>: Manuscrits Inédits 1786-1791 (1912). Un material sumamente valioso<br />

en referencia al desarrollo intelectual de <strong>Napoleón</strong> pertenece a E G. Healey,<br />

TheLiterary Culture of <strong>Napoleón</strong> (Ginebra 1959).<br />

<strong>La</strong> History en diez volúmenes de Barrow, publicada en 1763 por J. Coote,<br />

impresionó poco en Inglaterra; hay un ejemplar en la Bodleian, pero ninguno en el<br />

B.M. <strong>La</strong> traducción francesa apareció en 1774, Véase H. F. Hall, Napoleoris Notes<br />

onEnglish History (1905).<br />

<strong>Napoleón</strong> trató de encontrar editor para su Historia de Córcega; Daclin de<br />

Besancon la rechazó (Masson y Biagi II, 199n).<br />

<strong>La</strong>s etapas lentas y razonadas del desarrollo intelectual de <strong>Napoleón</strong> culminaron<br />

en su decisión, a <strong>los</strong> veinte años, de dar la bienvenida a la forma moderada de la<br />

Revolución que se expresaba en Mirabeau.<br />

Esto bastaría para desmentir la visión de <strong>Napoleón</strong> como un soñador romántico<br />

que nunca se desarrolló y que confiaba en el destino, un concepto expuesto<br />

brillantemente por Emil Ludwig. <strong>La</strong> biografía de Ludwig fue muy leída en <strong>los</strong> países<br />

de habla alemana, y casi seguramente Freud se refiere al <strong>Napoleón</strong> de Ludwig en<br />

Letters ofFreud and Zweig (1970), 85: «Ese grandioso y canallesco <strong>Napoleón</strong>, que<br />

permaneció cristalizado en sus fantasías de pubertad, tuvo la bendición de una<br />

semana. También calculó el volumen de agua necesario para mover las piedras de<br />

moler.<br />

Durante las prolongadas vacaciones estivales la familia se trasladaba, llevando<br />

consigo sus colchones, a una de las casas de labranza que estaban cerca del mar o<br />

en las colinas. Allí, <strong>Napoleón</strong> daba largos paseos con su enérgica tía Geltruda, que<br />

no tenía hijos y a quien le agradaba enseñar agricultura al niño. De este modo<br />

conoció <strong>los</strong> rendimientos del cereal, el modo de plantar y podar las viñas, y el daño<br />

infligido a <strong>los</strong> olivos por las cabras del tío Lucciano.<br />

<strong>La</strong>s familias corsas del tipo de <strong>los</strong> Buonaparte ocupaban una posición social muy<br />

peculiar. Tanto Carlo como Letizia eran de noble cuna, es decir, durante 300 años<br />

la mayoría de sus antepasados se había casado con iguales, y aunque no había<br />

consanguinidad, en cada nueva generación podía esperarse que existiese cierto<br />

refinamiento físico y mental. Pero se distinguían del resto de la nobleza europea en<br />

que no eran ricos y no tenían privilegios. Pagaban impuestos como todos, y <strong>los</strong><br />

trabajadores <strong>los</strong> llamaban por sus nombres de pila. <strong>La</strong> casa que ocupaban en<br />

Ajaccio era más espaciosa que la mayoría, pero no exhibía diferencias esenciales,<br />

no había retratos de familia colgados de las paredes, ni lacayos que se inclinasen<br />

reverentes. Mientras sus homólogos continentales, excedidos de peso y débiles de<br />

carácter, buscaban un mundo de fantasía en las novelas sugestivas y <strong>los</strong> bailes de<br />

máscaras, la nobleza corsa no tuvo más remedio que permanecer cerca de la<br />

tierra. Sus miembros eran más sencil<strong>los</strong> y espontáneos: un pequeño ejemplo es<br />

que <strong>los</strong> miembros de una familia se besaban en la boca. Como carecían de <strong>los</strong><br />

adornos externos, prestaban más atención a las características interiores de la<br />

nobleza. Los Buonaparte creían —y enseñaron a creer a <strong>Napoleón</strong>— que el honor es<br />

más importante que el dinero, la fidelidad más que la autocomplacencia y el valor<br />

más que cualquier otra cosa del mundo. Sobre la base de su experiencia, Letizia<br />

dijo a <strong>Napoleón</strong>: «Cuando crezcas, serás pobre. Pero es mejor tener una buena<br />

habitación para recibir a <strong>los</strong> amigos, un buen traje y un hermoso caballo, de modo<br />

que tengas una apariencia altiva, aunque tengas que vivir de pan seco.» A veces<br />

ordenaba a Giuseppe y a <strong>Napoleón</strong> que se acostaran sin cenar, no como castigo<br />

sino para acostumbrar<strong>los</strong> a «soportar la incomodidad sin demostrarlo».<br />

En Francia, Italia o Inglaterra, <strong>Napoleón</strong> habría crecido con unos pocos amigos<br />

de su misma categoría social, pero en Córcega todos alternaban en pie de igualdad.<br />

Tenía estrechas relaciones con Camila, su nodriza, y sus mejores amigos eran <strong>los</strong><br />

hijos de Camila. En las calles de Ajaccio y en el campo, jugaba con corsos de todos<br />

<strong>los</strong> niveles. Recibía instrucción, no de un tutor extranjero, sino de corsos. Aunque<br />

sólo dos de sus ocho bisabue<strong>los</strong> tenían un linaje principalmente corso, <strong>Napoleón</strong><br />

heredó o adquirió una serie de actitudes y valores corsos.<br />

El más importante fue el sentido de justicia. Durante sig<strong>los</strong> este había sido uno<br />

de <strong>los</strong> principales rasgos en el carácter corso, pues incluso lo mencionan algunos<br />

autores clásicos. Tenemos un ejemplo de lo que afirmamos extraído del período en<br />

que <strong>Napoleón</strong> asistía a la escuela. Los varones se dividían en dos grupos: romanos<br />

y cartagineses; las paredes de la escuela estaban adornadas con espadas, escudos<br />

y estandartes, fabricados con madera o cartulina, y el grupo que había trabajado<br />

mejor arrebataba un trofeo al otro. Incluyeron a <strong>Napoleón</strong> en el grupo de <strong>los</strong><br />

cartagineses. No sabía mucha historia, pero por lo menos sabía que <strong>los</strong> romanos<br />

habían derrotado a <strong>los</strong> cartagineses. Deseaba pertenecer al equipo ganador.<br />

Sucedió que Giuseppe era romano, y <strong>Napoleón</strong> finalmente convenció a su tolerante<br />

hermano de que cambiasen <strong>los</strong> lugares.<br />

Fue romano, y debería haberse sentido satisfecho. Pero al reflexionar, llegó a la<br />

conclusión de que se había mostrado injusto con Giuseppe.<br />

Comenzó a sentirse acosado por el remordimiento. Finalmente, habló con su<br />

madre, y volvió a tranquilizarse sólo cuando ella lo reconfortó.<br />

Otro ejemplo tiene que ver con su padre. A Carlo le agradaba ir de vez en<br />

cuando a uno de <strong>los</strong> cafés de Ajaccio para tomar una copa con sus amigos. A veces<br />

jugaba a <strong>los</strong> naipes por dinero, y si perdía disminuían <strong>los</strong> recursos que Letizia

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