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Es posible que la excitación y la fatiga soportada en las montañas determinasen que el niño naciese antes de tiempo; en todo caso, no era robusto. Letizia lo amamantó ella misma y además empleó a una robusta campesina como nodriza; era la esposa de un marinero, y se llamaba Camilla Ilari. De modo que el niño no careció de leche. Recibió los cuidados de una madre que ya había perdido dos hijos, y cuando lloraba lo mecía en su cuna de madera. Estas atenciones, unidas al clima saludable de Ajaccio y el aire del mar produjeron el efecto deseado, y el niño que había nacido debilucho empezó a convertirse en un infante robusto. Si Giuseppe, el hermano mayor, era un ser tranquilo y equilibrado, Napoleón siempre se mostró desbordante de energía y curiosidad, de modo que los visitantes acabaron llamándolo Rabulione, «el que se entromete en todo». Tenía una naturaleza generosa y solía compartir los juguetes y las golosinas con otros niños sin pedir nada a cambio, pero siempre estaba dispuesto a pelear. Le gustaba meterse con Giuseppe, que le llevaba diecinueve meses; agarrando cada uno al cuello del otro, y a menudo el hermano menor vencía. Es evidente que Letizia pensaba en el belicoso Napoleón cuando retiró todos los muebles de una habitación, de modo que los días lluviosos los varones podían hacer lo que se les antojaba, incluso ensuciar las paredes. Napoleón creció en una atmósfera de seguridad y afecto. Sus jóvenes padres se amaban, y ambos amaban a los niños. Más tarde, Carlo, precisamente por su condición de corso, tendría derecho de vida y muerte sobre sus hijos, pero en la infancia tocaba a la madre administrar disciplina. Cuando Carlo intentaba disimular las faltas de los varones, Letizia decía: «Déjalos en paz. No es asunto tuyo, sino mío.» Letizia era una mujer escrupulosamente limpia, y obligaba a sus hijos a bañarse todos los días. Napoleón no se oponía al baño, pero sí a la idea de asistir a la misa excesivamente prolongada del domingo. Si intentaba evitarla, recibía un buen azote de Letizia. Los alimentos que tomaba provenían, sobre todo, de la tierra de sus padres; «los Buonaparte —decía orgulloso el archidiácono Lucciano—, nunca pagaron el pan, el vino y el aceite». Se hacía el pan con el trigo molido en el molino que había sido parte de la dote de Letizia. La leche era de cabra, el queso, uno cremoso, también de cabra llamado bruccio. No había mantequilla, pero sí abundancia de aceite de oliva; poca carne pero mucho pescado fresco, incluso atún. Todos los productos eran de buena calidad y nutritivos. Napoleón se interesaba poco por los alimentos, excepto por las cerezas negras que le gustaban muchísimo. Cuando cumplió cinco años, lo enviaron a una escuela diurna mixta dirigida por monjas. Por la tarde llevaban a pasear a los niños, y en esas ocasiones a Napoleón le gustaba cogerse de la mano con una niña llamada Giacominetta. Los otros niños advirtieron el hecho, y también que Napoleón, descuidado en el vestido, siempre tenía caídos los calcetines. De modo que lo seguían gritando: Napoleone di mezza calceta. Fa 1'amore a Giacominetta. Los corsos detestan que se burlen de ellos, y en ese aspecto Napoleón era un corso típico. Recogía palos o piedras, se abalanzaba sobre los burlones, y comenzaba otra riña. De las monjas. Napoleón pasó a una escuela diurna para varones dirigida por el padre Recco. Allí aprendió a leer y escribir en italiano, pues las innovaciones francesas no afectaron a las escuelas. Una de las asignaturas que más le gustaron fue la aritmética. Incluso realizaba sumas fuera de clase, sólo por placer. Cierto día, cuando tenía ocho años, fue en coche con un agricultor local para inspeccionar un molino. Después de que el agricultor le explicara cuánto trigo podía molerse en una hora, Napoleón calculó las cantidades correspondientes a un día y a una increíble buena suerte, no se vio dividido por otros lazos que no fueran los de su familia, y se abrió paso en la vida como un sonámbulo hasta que al fin naufragó en su locura de grandeza... Un anticaballero absolutamente clásico, pero plasmado en escala grandiosa.» Es una interpretación aguda del material «romántico» de Ludwig, pero a mi juicio carece absolutamente de relación con el Napoleón histórico. 4. EL FRACASO EN CÓRCEGA Napoleón pasó cinco períodos de permiso en Córcega: (1) 15 de septiembre de 1786-12 de septiembre de 1787; (2) 1 de enero de 1788-finales de mayo de 1788; (3) septiembre de 1789-febrero de 1791; (4) octubre de 1791-mayo de 1792; (5) octubre de 1792-junio de 1793. Durante el tercer permiso Napoleón enfermó, probablemente de malaria, y se lo atendió, en agosto de 1790, en el hospital de Bastía. El tratamiento consistía en suero con nitrato, que es laxante y diurético, tisanas de achicoria y hierbas, y baños. Costaba veinte libras y diez sueldos. P. Hillemand, Pathologie de Napoleón (1970), 51 n. Después, Napoleón comenzó a extraer notas del Antiguo Testamento, la mayoría de carácter cronológico: B.M. Add. MS. 24.207, f. 47. CanaaTissot, Masson, Napoleón Inconnu, I, 167-169. Ultimas palabras del archidiácono: Joseph, Mémoires (1853-1854), 1,47 y 117. Las actividades políticas de Napoleón en 1791 y 1792: Marcaggi, Chuquet. París en 1792: Bourrienne, Mémoires (1828-30) I; J. Moore, AJournal during a residence in France (1793). Durante este período Napoleón estaba desarrollando su propio y claro estilo de oratoria, El 18 de abril de 1791 escribió a Joseph para criticar uno de los discursos que éste había pronunciado. Joseph había dicho: «Amis de la Constitution, modérateurs de 1'opinion publique, nous sommes les dépositaires de ce palladium sacre de la felicité d'une grande nation...» («Amigos de la Constitución, moderadores de la opinión pública, somos los depositarios de este paladión sagrado de la felicidad de una gran nación...»). Napoleón prefería: «Amis de la liberté, vous étes dépositaires de la felicité d'une grande nation...» (Amigos de la libertad, sois depositarios de la felicidad de una gran nación...»). Revue des Deux Mondes del 15 de diciembre de 1931. Expedición a Maddalena y fracaso en Ajaccio: Marcaggi, Chuquet. 5. SALVANDO LA REVOLUCIÓN Francia en 1793: J. Godechot, La Grande Nation (1956) y Les comissaires aux armées sous le Directoire (1937); R. C. Cobb, LesArmées révolutionnaires (1961- 1963), R. R. Palmer, Tweive who Ruled (Ptinceton 1941). Tolón. Napoleón durmiendo al sereno: F. A. Doppet, Mémoires (Carouge 1797), 205; carta de Napoleón al ministro de la Guerra, para explicar su plan de captura de Tolón, Corr. 8. A. Chuquet, Dugommier (1904). La obra acerca de Tolón es La Frise de Toulon, de Pellet Desbarreaux, ofrecida en Toulouse el año II. En sus órdenes impartidas en Tolón, Napoleón prolonga la cola de la «a» en «Bonaparte» muy por debajo de la línea, para formar el trazo ascendente de la «p.» Esta modalidad se conservaría en la firma imperial en la segunda y tercera letras de «Napoleón». Detención de Napoleón en agosto de 1794: es casi seguro que no fue encarcelado en el Fort Carré, de Antibes. La nota ajunot (Corr. 35) probablemente está falsificada. Napoleón sufrió arresto domiciliario con el conde Laurenri en Niza. Diario inédito dej. Laurenti, citado por A. Thierry, «Un amour inconnu de Bonapane», en Revue des Deux Mondes del 15 de noviembre de 1940. Las actividades de Napoleón en Italia, J. Colín, LEducation militaire de Napoleón (\30Q).

«Murió cubierto de gloria...» Carta a Clarke, acerca de la muerte de Elliot, sobrino de Clarke, en Arcóle, el 19 de noviembre de 1796, Corr. 1198. El intento de Napoleón de incorporarse a la marina inglesa: W. Fraser, Hic et Ubique (1893), 5-6. Sir William Fraser, M.R, autoridad en el tema de Wellington y Waterloo, recogió sus datos «de una persona que disponía de medios apropiados para saber: me dijo que la carta de Bonapane fue enviada, y que aún existe en los archivos del Almirantazgo». La colección de cartas a la cual correspondería la solicitud de Napoleón no está en el P.R.O., y aparentemente se perdió, así como el archivo de entradas del Almirantazgo correspondiente a ese período. Sin embargo, los cuadernos de notas deAlexandre des Mazis aportan nuevas pruebas de la decisión de Napoleón de dedicarse al mar; y el incidente concuerda bien con lo que sabemos del joven Napoleón. La afición de Napoleón a Rousseau: Roederer, 165: «La Nouvelle Héloíse!]e. l'ai lúe á neufans. II ma tourné la tete» («¡La nueva EloísafLa. leí a los nueve años. Me trastornó»). Carta de Napoleón a su tío: Masson y Biagi 1,79. Napoleón en la escuela Militar: Cuaderno de notas de Alexandre des Mazis, en P. Bartel, Lajeunesse inédito de Napoleón (1954). A pesar de los errores mencionados por R. Laulan en R.I.N. (1956), considero que Des Mazis es un antecedente importante. Las Cases en su Memorial niega el episodio del globo, pero creo que en este asunto es más probable que Des Mazis acierte. Masson demuestra en Napoleón Inconnu (1895) I, 123 n, que el informe acerca de Napoleón en la Escuela Militar, donde se lo describe como un individuo «capricieux, hautain, extrément porté a 1'égoísme» («caprichoso, altanero, sumamente inclinado al egoísmo») es apócrifo. 3. EL JOVEN REFORMADOR La vida de Napoleón como subalterno: Des Mazis, en Bartel; y un material a menudo ignorado, «Lettres de Jeunesse de Bonapane», Revue des Deux Mondes del 15 de diciembre de 1931. Las once cartas abarcan el período 1789-1792. En una dirigida a su tío el archidiácono, fechada el 28 de marzo de 1789, Napoleón le pide dos veces que escriba en italiano, y afirma que escribirá a su madre en italiano. Pero una carta a su madre, escrita en Seurre, en abril de 1789, está en francés: Napoleón dice que en Pascua fue invitado a la casa de una familia rica, pero agrega: «J'aimerais cependant mieux manger le ravioli ou les lasagnes, á Ajaccio» («Preferiría comer los ravioli o las lasañas en Ajaccio»). El incidente con Belly de Bussy: J. Savant, Napoleón a Auxonne (1946). Las notas y escritos tempranos de Napoleón están en F. Masson y G. Biagi, Napoleón: Manuscrits Inédits 1786-1791 (1912). Un material sumamente valioso en referencia al desarrollo intelectual de Napoleón pertenece a E G. Healey, TheLiterary Culture of Napoleón (Ginebra 1959). La History en diez volúmenes de Barrow, publicada en 1763 por J. Coote, impresionó poco en Inglaterra; hay un ejemplar en la Bodleian, pero ninguno en el B.M. La traducción francesa apareció en 1774, Véase H. F. Hall, Napoleoris Notes onEnglish History (1905). Napoleón trató de encontrar editor para su Historia de Córcega; Daclin de Besancon la rechazó (Masson y Biagi II, 199n). Las etapas lentas y razonadas del desarrollo intelectual de Napoleón culminaron en su decisión, a los veinte años, de dar la bienvenida a la forma moderada de la Revolución que se expresaba en Mirabeau. Esto bastaría para desmentir la visión de Napoleón como un soñador romántico que nunca se desarrolló y que confiaba en el destino, un concepto expuesto brillantemente por Emil Ludwig. La biografía de Ludwig fue muy leída en los países de habla alemana, y casi seguramente Freud se refiere al Napoleón de Ludwig en Letters ofFreud and Zweig (1970), 85: «Ese grandioso y canallesco Napoleón, que permaneció cristalizado en sus fantasías de pubertad, tuvo la bendición de una semana. También calculó el volumen de agua necesario para mover las piedras de moler. Durante las prolongadas vacaciones estivales la familia se trasladaba, llevando consigo sus colchones, a una de las casas de labranza que estaban cerca del mar o en las colinas. Allí, Napoleón daba largos paseos con su enérgica tía Geltruda, que no tenía hijos y a quien le agradaba enseñar agricultura al niño. De este modo conoció los rendimientos del cereal, el modo de plantar y podar las viñas, y el daño infligido a los olivos por las cabras del tío Lucciano. Las familias corsas del tipo de los Buonaparte ocupaban una posición social muy peculiar. Tanto Carlo como Letizia eran de noble cuna, es decir, durante 300 años la mayoría de sus antepasados se había casado con iguales, y aunque no había consanguinidad, en cada nueva generación podía esperarse que existiese cierto refinamiento físico y mental. Pero se distinguían del resto de la nobleza europea en que no eran ricos y no tenían privilegios. Pagaban impuestos como todos, y los trabajadores los llamaban por sus nombres de pila. La casa que ocupaban en Ajaccio era más espaciosa que la mayoría, pero no exhibía diferencias esenciales, no había retratos de familia colgados de las paredes, ni lacayos que se inclinasen reverentes. Mientras sus homólogos continentales, excedidos de peso y débiles de carácter, buscaban un mundo de fantasía en las novelas sugestivas y los bailes de máscaras, la nobleza corsa no tuvo más remedio que permanecer cerca de la tierra. Sus miembros eran más sencillos y espontáneos: un pequeño ejemplo es que los miembros de una familia se besaban en la boca. Como carecían de los adornos externos, prestaban más atención a las características interiores de la nobleza. Los Buonaparte creían —y enseñaron a creer a Napoleón— que el honor es más importante que el dinero, la fidelidad más que la autocomplacencia y el valor más que cualquier otra cosa del mundo. Sobre la base de su experiencia, Letizia dijo a Napoleón: «Cuando crezcas, serás pobre. Pero es mejor tener una buena habitación para recibir a los amigos, un buen traje y un hermoso caballo, de modo que tengas una apariencia altiva, aunque tengas que vivir de pan seco.» A veces ordenaba a Giuseppe y a Napoleón que se acostaran sin cenar, no como castigo sino para acostumbrarlos a «soportar la incomodidad sin demostrarlo». En Francia, Italia o Inglaterra, Napoleón habría crecido con unos pocos amigos de su misma categoría social, pero en Córcega todos alternaban en pie de igualdad. Tenía estrechas relaciones con Camila, su nodriza, y sus mejores amigos eran los hijos de Camila. En las calles de Ajaccio y en el campo, jugaba con corsos de todos los niveles. Recibía instrucción, no de un tutor extranjero, sino de corsos. Aunque sólo dos de sus ocho bisabuelos tenían un linaje principalmente corso, Napoleón heredó o adquirió una serie de actitudes y valores corsos. El más importante fue el sentido de justicia. Durante siglos este había sido uno de los principales rasgos en el carácter corso, pues incluso lo mencionan algunos autores clásicos. Tenemos un ejemplo de lo que afirmamos extraído del período en que Napoleón asistía a la escuela. Los varones se dividían en dos grupos: romanos y cartagineses; las paredes de la escuela estaban adornadas con espadas, escudos y estandartes, fabricados con madera o cartulina, y el grupo que había trabajado mejor arrebataba un trofeo al otro. Incluyeron a Napoleón en el grupo de los cartagineses. No sabía mucha historia, pero por lo menos sabía que los romanos habían derrotado a los cartagineses. Deseaba pertenecer al equipo ganador. Sucedió que Giuseppe era romano, y Napoleón finalmente convenció a su tolerante hermano de que cambiasen los lugares. Fue romano, y debería haberse sentido satisfecho. Pero al reflexionar, llegó a la conclusión de que se había mostrado injusto con Giuseppe. Comenzó a sentirse acosado por el remordimiento. Finalmente, habló con su madre, y volvió a tranquilizarse sólo cuando ella lo reconfortó. Otro ejemplo tiene que ver con su padre. A Carlo le agradaba ir de vez en cuando a uno de los cafés de Ajaccio para tomar una copa con sus amigos. A veces jugaba a los naipes por dinero, y si perdía disminuían los recursos que Letizia

Es posible que la excitación y la fatiga soportada en las montañas determinasen<br />

que el niño naciese antes de tiempo; en todo caso, no era robusto. Letizia lo<br />

amamantó ella misma y además empleó a una robusta campesina como nodriza;<br />

era la esposa de un marinero, y se llamaba Camilla Ilari. De modo que el niño no<br />

careció de leche. Recibió <strong>los</strong> cuidados de una madre que ya había perdido dos hijos,<br />

y cuando lloraba lo mecía en su cuna de madera. Estas atenciones, unidas al clima<br />

saludable de Ajaccio y el aire del mar produjeron el efecto deseado, y el niño que<br />

había nacido debilucho empezó a convertirse en un infante robusto.<br />

Si Giuseppe, el hermano mayor, era un ser tranquilo y equilibrado, <strong>Napoleón</strong><br />

siempre se mostró desbordante de energía y curiosidad, de modo que <strong>los</strong> visitantes<br />

acabaron llamándolo Rabulione, «el que se entromete en todo». Tenía una<br />

naturaleza generosa y solía compartir <strong>los</strong> juguetes y las go<strong>los</strong>inas con otros niños<br />

sin pedir nada a cambio, pero siempre estaba dispuesto a pelear. Le gustaba<br />

meterse con Giuseppe, que le llevaba diecinueve meses; agarrando cada uno al<br />

cuello del otro, y a menudo el hermano menor vencía. Es evidente que Letizia<br />

pensaba en el belicoso <strong>Napoleón</strong> cuando retiró todos <strong>los</strong> muebles de una<br />

habitación, de modo que <strong>los</strong> días lluviosos <strong>los</strong> varones podían hacer lo que se les<br />

antojaba, incluso ensuciar las paredes.<br />

<strong>Napoleón</strong> creció en una atmósfera de seguridad y afecto. Sus jóvenes padres se<br />

amaban, y ambos amaban a <strong>los</strong> niños. Más tarde, Carlo, precisamente por su<br />

condición de corso, tendría derecho de vida y muerte sobre sus hijos, pero en la<br />

infancia tocaba a la madre administrar disciplina. Cuando Carlo intentaba disimular<br />

las faltas de <strong>los</strong> varones, Letizia decía: «Déja<strong>los</strong> en paz. No es asunto tuyo, sino<br />

mío.» Letizia era una mujer escrupu<strong>los</strong>amente limpia, y obligaba a sus hijos a<br />

bañarse todos <strong>los</strong> días. <strong>Napoleón</strong> no se oponía al baño, pero sí a la idea de asistir a<br />

la misa excesivamente prolongada del domingo. Si intentaba evitarla, recibía un<br />

buen azote de Letizia.<br />

Los alimentos que tomaba provenían, sobre todo, de la tierra de sus padres;<br />

«<strong>los</strong> Buonaparte —decía orgul<strong>los</strong>o el archidiácono Lucciano—, nunca pagaron el<br />

pan, el vino y el aceite». Se hacía el pan con el trigo molido en el molino que había<br />

sido parte de la dote de Letizia. <strong>La</strong> leche era de cabra, el queso, uno cremoso,<br />

también de cabra llamado bruccio.<br />

No había mantequilla, pero sí abundancia de aceite de oliva; poca carne pero<br />

mucho pescado fresco, incluso atún. Todos <strong>los</strong> productos eran de buena calidad y<br />

nutritivos. <strong>Napoleón</strong> se interesaba poco por <strong>los</strong> alimentos, excepto por las cerezas<br />

negras que le gustaban muchísimo.<br />

Cuando cumplió cinco años, lo enviaron a una escuela diurna mixta dirigida por<br />

monjas. Por la tarde llevaban a pasear a <strong>los</strong> niños, y en esas ocasiones a <strong>Napoleón</strong><br />

le gustaba cogerse de la mano con una niña llamada Giacominetta. Los otros niños<br />

advirtieron el hecho, y también que <strong>Napoleón</strong>, descuidado en el vestido, siempre<br />

tenía caídos <strong>los</strong> calcetines. De modo que lo seguían gritando:<br />

Napoleone di mezza calceta.<br />

Fa 1'amore a Giacominetta.<br />

Los corsos detestan que se burlen de el<strong>los</strong>, y en ese aspecto <strong>Napoleón</strong> era un<br />

corso típico. Recogía pa<strong>los</strong> o piedras, se abalanzaba sobre <strong>los</strong> burlones, y<br />

comenzaba otra riña.<br />

De las monjas. <strong>Napoleón</strong> pasó a una escuela diurna para varones dirigida por el<br />

padre Recco. Allí aprendió a leer y escribir en italiano, pues las innovaciones<br />

francesas no afectaron a las escuelas. Una de las asignaturas que más le gustaron<br />

fue la aritmética. Incluso realizaba sumas fuera de clase, sólo por placer. Cierto<br />

día, cuando tenía ocho años, fue en coche con un agricultor local para inspeccionar<br />

un molino. Después de que el agricultor le explicara cuánto trigo podía molerse en<br />

una hora, <strong>Napoleón</strong> calculó las cantidades correspondientes a un día y a una<br />

increíble buena suerte, no se vio dividido por otros lazos que no fueran <strong>los</strong> de su<br />

familia, y se abrió paso en la vida como un sonámbulo hasta que al fin naufragó en<br />

su locura de grandeza... Un anticaballero absolutamente clásico, pero plasmado en<br />

escala grandiosa.» Es una interpretación aguda del material «romántico» de<br />

Ludwig, pero a mi juicio carece absolutamente de relación con el <strong>Napoleón</strong><br />

histórico.<br />

4. EL FRACASO EN CÓRCEGA<br />

<strong>Napoleón</strong> pasó cinco períodos de permiso en Córcega: (1) 15 de septiembre de<br />

1786-12 de septiembre de 1787; (2) 1 de enero de 1788-finales de mayo de 1788;<br />

(3) septiembre de 1789-febrero de 1791; (4) octubre de 1791-mayo de 1792; (5)<br />

octubre de 1792-junio de 1793.<br />

Durante el tercer permiso <strong>Napoleón</strong> enfermó, probablemente de malaria, y se lo<br />

atendió, en agosto de 1790, en el hospital de Bastía. El tratamiento consistía en<br />

suero con nitrato, que es laxante y diurético, tisanas de achicoria y hierbas, y<br />

baños. Costaba veinte libras y diez sueldos. P. Hillemand, Pathologie de <strong>Napoleón</strong><br />

(1970), 51 n. Después, <strong>Napoleón</strong> comenzó a extraer notas del Antiguo Testamento,<br />

la mayoría de carácter cronológico: B.M. Add. MS. 24.207, f. 47.<br />

CanaaTissot, Masson, <strong>Napoleón</strong> Inconnu, I, 167-169.<br />

Ultimas palabras del archidiácono: Joseph, Mémoires (1853-1854), 1,47 y 117.<br />

<strong>La</strong>s actividades políticas de <strong>Napoleón</strong> en 1791 y 1792: Marcaggi, Chuquet. París<br />

en 1792: Bourrienne, Mémoires (1828-30) I; J. Moore, AJournal during a residence<br />

in France (1793). Durante este período <strong>Napoleón</strong> estaba desarrollando su propio y<br />

claro estilo de oratoria, El 18 de abril de 1791 escribió a Joseph para criticar uno de<br />

<strong>los</strong> discursos que éste había pronunciado. Joseph había dicho: «Amis de la<br />

Constitution, modérateurs de 1'opinion publique, nous sommes les dépositaires de<br />

ce palladium sacre de la felicité d'une grande nation...» («Amigos de la<br />

Constitución, moderadores de la opinión pública, somos <strong>los</strong> depositarios de este<br />

paladión sagrado de la felicidad de una gran nación...»). <strong>Napoleón</strong> prefería: «Amis<br />

de la liberté, vous étes dépositaires de la felicité d'une grande nation...» (Amigos<br />

de la libertad, sois depositarios de la felicidad de una gran nación...»). Revue des<br />

Deux Mondes del 15 de diciembre de 1931.<br />

Expedición a Maddalena y fracaso en Ajaccio: Marcaggi, Chuquet.<br />

5. SALVANDO LA REVOLUCIÓN<br />

Francia en 1793: J. Godechot, <strong>La</strong> Grande Nation (1956) y Les comissaires aux<br />

armées sous le Directoire (1937); R. C. Cobb, LesArmées révolutionnaires (1961-<br />

1963), R. R. Palmer, Tweive who Ruled (Ptinceton 1941).<br />

Tolón. <strong>Napoleón</strong> durmiendo al sereno: F. A. Doppet, Mémoires (Carouge 1797),<br />

205; carta de <strong>Napoleón</strong> al ministro de la Guerra, para explicar su plan de captura<br />

de Tolón, Corr. 8. A. Chuquet, Dugommier (1904). <strong>La</strong> obra acerca de Tolón es <strong>La</strong><br />

Frise de Toulon, de Pellet Desbarreaux, ofrecida en Toulouse el año II.<br />

En sus órdenes impartidas en Tolón, <strong>Napoleón</strong> prolonga la cola de la «a» en<br />

«Bonaparte» muy por debajo de la línea, para formar el trazo ascendente de la<br />

«p.» Esta modalidad se conservaría en la firma imperial en la segunda y tercera<br />

letras de «<strong>Napoleón</strong>».<br />

Detención de <strong>Napoleón</strong> en agosto de 1794: es casi seguro que no fue<br />

encarcelado en el Fort Carré, de Antibes. <strong>La</strong> nota ajunot (Corr. 35) probablemente<br />

está falsificada. <strong>Napoleón</strong> sufrió arresto domiciliario con el conde <strong>La</strong>urenri en Niza.<br />

Diario inédito dej. <strong>La</strong>urenti, citado por A.<br />

Thierry, «Un amour inconnu de Bonapane», en Revue des Deux Mondes del 15<br />

de noviembre de 1940.<br />

<strong>La</strong>s actividades de <strong>Napoleón</strong> en Italia, J. Colín, LEducation militaire de <strong>Napoleón</strong><br />

(\30Q).

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