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La observación atribuida a Napoleón «Conozco a los ... - Educabolivia

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Los meses que precedieron aVendimiario: Bourrienne; cartas de <strong>Napoleón</strong> a su<br />

hermano, en Joseph, Mémoires. El plan de <strong>Napoleón</strong> de ir a Rusia: LeónTolstoi<br />

observó en su diario el 13 de diciembre de 1853: «En 1798 el general Támara<br />

recibió una propuesta de <strong>Napoleón</strong>, que deseaba incorporarse al servicio ruso, pero<br />

no se pusieron de acuerdo, porque <strong>Napoleón</strong> reclamaba el rango de mayor.»<br />

Tolstoys Diary 1853-185 7 (1927), 58. Es evidente que 1798 se trata deun error;<br />

se refiere a 1795, el único año en que <strong>Napoleón</strong> intentó servir en el extranjero.<br />

Plan de <strong>Napoleón</strong> de ir a Turquía: Corr. 61, 65.<br />

6. ENAMORADO<br />

Es posible que Emma haya sido Caroline du Colombier o mademoiselle de<br />

<strong>La</strong>uberie de Saint-Germain, dos damas para las cuales <strong>Napoleón</strong> encontró<br />

ocupaciones en la corte cuando él se convirtió en emperador. <strong>La</strong>s cinco cartas,<br />

antes propiedad de la princesa Charles de Ligne y vendidas en subasta en 1932,<br />

fueron publicadas en <strong>La</strong> Revue Beige (Bruselas, 15 de mayo de 1925). Los<br />

sentimientos de <strong>Napoleón</strong> no fueron correspondidos, y en la última carta pidió a<br />

Emma que le devolviese sus billets-doux. «Puisque vous nen partagez pas les<br />

senuments, je dois les désavouer comme une funeste erreur.<br />

Vous vous étes plus á mhumilier mais vous étes trop bonne pour vouloir que<br />

ees malheureux senriments soit 1'objet de votre dérision...» («Puesto que no<br />

compartís <strong>los</strong> sentimientos, debo considerar<strong>los</strong> como un funesto error. Os inclináis<br />

a humillarme, pero sois demasiado buena para querer que estos desgraciados<br />

sentimientos sean el blanco de vuestra burla...»).<br />

El episodio con la prostituta: F. Masson, <strong>Napoleón</strong> Inconnu, 1,182. <strong>Napoleón</strong><br />

dice que conoce Nantes. Es posible que durante una de las vacaciones en Brienne<br />

fuese a pasar un tiempo con la familia Marbeuf, en Bretaña.<br />

El asunto con Désirée: G. Girad de 1'Ain, Désirée Clary, dapres sa<br />

correspondance inédite avec Bonapane, Bemadotte etsafamille (1959).<br />

El 25 de julio de 1795 <strong>Napoleón</strong> escribió a Joseph: «Je vois que tu fais exprés<br />

de ne pas me parler de Désirée, je ne sais si elle vit encoré» («Veo que te<br />

esfuerzas para no hablarme de Désirée, no sé si aún vive»).<br />

Al día siguiente escribió a cierta mademoiselle Agier de Ginebra, que lo había<br />

atendido durante una indisposición en Lyon, nueve años antes.<br />

Esta misiva y dos fragmentos de otra carta están en la Biblioteca Pública de<br />

Ginebra. <strong>Napoleón</strong> expresa interés en la lucha de <strong>La</strong>usana contra «el despotismo»<br />

de Berna, y el desprecio por <strong>los</strong> placeres sensuales, y agrega:<br />

«le senriment est la logique des gens vertueux» («el sentimiento es la lógica de<br />

las personas virtuosas»).<br />

7. JOSEFINA.<br />

<strong>La</strong> vida temprana de Josefina: Reina Hortense, Mémoires (1927); F. Mossiker,<br />

<strong>Napoleón</strong> andJosephine(\^6':>)•,K. Caste\ot,Josephine(l967).<br />

«Muy pobre y orgul<strong>los</strong>o como un escocés...», Stendhal, Vie de <strong>Napoleón</strong><br />

(1929), II, 91.<br />

<strong>La</strong>s expurgadas Lettres de <strong>Napoleón</strong> djoséphine (1833) fueron durante casi un<br />

siglo la colección más completa utilizable de las cartas de <strong>Napoleón</strong> a su esposa.<br />

Después, llegó la edición de León Cerf, en 1929. En 1941 Jacques Bourgeat elevó a<br />

254 el total de cartas autenticadas. Jean Savant, en <strong>Napoleón</strong> €tfoséphine(l960)<br />

agregó once canas más.<br />

<strong>La</strong> designación de <strong>Napoleón</strong> como comandante en jefe: Carnet, Mémoires<br />

(1861-1864) II, 30; L. M. de la Revelliére-Lépeaux, Mémoires (1895).<br />

El recibo de <strong>Napoleón</strong> por <strong>los</strong> libros retirados de la Bibliothéque Narionale: B.M.<br />

Add. MS. 35.394 f. 170.<br />

8. LA CAMPAÑA DE ITALIA.<br />

Rotondo, mientras Carlo dirigía a sus hombres contra <strong>los</strong> franceses. A veces, ella<br />

salía para mirar: «<strong>La</strong>s balas, silbaban junto a mis oídos, pero yo confiaba en la<br />

protección de la Virgen María, a quien había consagrado mi hijo aún no nacido.»<br />

Los corsos lucharon tenazmente. Ese año y el precedente mataron o hirieron por lo<br />

menos a 4.200 franceses. Pero la desventaja numérica era excesiva, y el 9 de<br />

mayo Paoli fue derrotado decisivamente en Ponte Nuovo. Carlo continuaba<br />

ofreciendo resistencia en Monte Rotondo cuando dos semanas después llegó un<br />

oficial francés portando una bandera blanca. Dijo a Carlo que Corte estaba en<br />

poder de <strong>los</strong> franceses, y que la guerra había terminado. Paoli había decidido<br />

exiliarse en Inglaterra. Si Carlo y sus camaradas regresaban a sus hogares no se<br />

<strong>los</strong> molestaría.<br />

Carlo y Letizia fueron a Corte. Allí, el conde de Vaux, que había llegado a sentir<br />

un saludable respeto por <strong>los</strong> corsos, les aseguró que <strong>los</strong> franceses venían, no como<br />

opresores, sino como amigos. Carlo afrontaba una decisión difícil: ¿debían él y<br />

Letizia exiliarse con Paoli? Después de todo, él mismo era uno de <strong>los</strong> lugartenientes<br />

de confianza de Paoli.<br />

Quizá <strong>los</strong> ingleses <strong>los</strong> ayudarían a conquistar la libertad, a pesar de que las<br />

apelaciones a Inglaterra no habían logrado que <strong>los</strong> apoyase en esa guerra. ¿O<br />

debían aceptar la nueva situación? A diferencia de Paoli, Carlo era un hombre de<br />

familia, y comprendió que ganarse la vida en el extranjero como abogado sería<br />

muy difícil. Paoli era un idealista «sobrehumano» por su consagración a la libertad,<br />

pero Carlo tenía un sesgo más práctico. Dos veces había arriesgado la vida en<br />

defensa de la libertad de Córcega. Era suficiente. Permanecería en Ajaccio. Pero se<br />

separó cordialmente de Paoli y íiie a Bastía para despedirlo cuando se embarcó en<br />

un buque de guerra inglés con otros trescientos cuarenta corsos que preferían el<br />

exilio antes que el dominio francés.<br />

Con el corazón oprimido, Carlo y Letizia reanudaron la vida en Ajaccio. <strong>La</strong><br />

nueva guarnición francesa arrió la bandera corsa—una cabeza de moro con una<br />

cinta ciñéndole la frente sobre fondo de plata— e izó su bandera azul con flores de<br />

lis blancas. El francés fue el nuevo idioma oficial, y mientras Carlo comenzaba a<br />

aprenderlo, Letizia esperaba al niño que, como consecuencia de la decisión de<br />

Carlo, nacería no como un corso en Londres, sino como un francés en Ajaccio. Julio<br />

dejó paso a agosto, un mes de calor agobiante en el pequeño puerto de mar<br />

protegido de las brisas. El 15 de agosto es la fiesta de la Asunción, y Letizia, tan<br />

devota de la Virgen María, insistió en ir a la catedral para asistir a misa. <strong>La</strong> misa<br />

había comenzado cuando sintió las primeras señales del parto. Con la ayuda de su<br />

eficiente cuñada, Geltruda Paravicini, regresó a su casa, a un minuto de camino. No<br />

tuvo tiempo de subir a la planta alta para acostarse y se echó en el sofá de la<br />

planta baja mientras Geltruda llamaba al médico.<br />

En el sofá, poco antes del mediodía y casi sin dolor, Letizia dio a luz un varón.<br />

Nació con una membrana amniótica —es decir, parte de la membrana le cubría la<br />

cabeza—, y eso en Córcega, lo mismo que en muchos lugares, es interpretado<br />

como un signo de buena suerte.<br />

Más tarde, llegó un sacerdote de la catedral para bautizar al niño.<br />

Seguramente esperaba que incluiría entre sus nombres el de María, pues Letizia<br />

lo había consagrado a la Virgen María, y el pequeño había nacido precisamente<br />

cuando se celebraba la festividad principal de la Virgen; además era bastante usual<br />

agregar el nombre de María al principal:<br />

por ejemplo, Carlo era Carlo María. Pero <strong>los</strong> padres no se sintieron inclinados<br />

hacia nada que representase un toque femenino. El niño a quien Letizia había<br />

llevado gallardamente en su seno, al lado de su marido guerrero, tendría un solo<br />

npmbre. <strong>Napoleón</strong>, por uno de <strong>los</strong> tíos de Letizia que había combatido a <strong>los</strong><br />

franceses y fallecido poco antes.<br />

Inicialmente, <strong>Napoleón</strong> era el nombre de un mártir egipcio que murió en<br />

Alejandría durante el régimen de Diocleciano. Letizia lo pronunciaba con una «o»<br />

corta, pero en la mayoría de <strong>los</strong> labios corsos sonaba como Nabullione.

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