Diario de los sucesos de la revolución en la Provincia de Antioquia ...

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17.05.2013 Views

Mayo de 1841 Día 1°.—En Pacora a las cinco de la mañana.—Mi ocupación ayer ha sido hacer una blusa para el capitán treewilco. Como a las seis fui con mis hermanos al cuartel de los Sonsoneños para ver a francisco Jaramillo que supe estaba enfermo, y estando allí llegó el comandante Henao, y dio orden de marchar en el momento para Pacora, pues Juan Bautista Villegas había vuelto de Abejorral trayendo una comunicación del Sr. Arango, en la cual dice: que Vezga llegó ayer tarde a aquel lugar con quinientos hombres bien armados, y la mayor parte bien disciplinados, y acompañados del gobernador Manuel Antonio Jaramillo, con varios presos que traen de Rionegro. ¡Qué sobresalto me ha causado esta noticia! Mi pena es mayor que lo que aquí puedo explicar…!Debo figurarme a mi esposo entre los prisioneros! El Sr. félix Henao que vino antes de ayer de Sonsón para seguir a Salamina, ha regresado ayer para el mismo Sonsón a recibir al comandante Pineda que viene por la montaña. Braulio salió a caballo por la tarde, y vio toldos y candeladas en la mitad de la cuesta, y don Gabriel anuncia que Vezga ha tomado el camino de Arma, y que Joaquín Echeverri se ha ofrecido a llevarlo por la Loma del Pito para cortarnos en Aguadas, razón porque había que dejar este punto en el momento, y por lo que a las siete de la noche (con unos pocos que tenían sus caballos cerca), me puse en camino guiada por el señor Marcelino Palacios, uno de los más activos y valientes. La noche era tenebrosa y la tempestad se aumendespués de nuestra salida, el ruido de los truenos, y la repetición de sus diversos ecos eran temibles: la repentina luz de los relámpagos a cada instante * 78

* María Martínez de Nisser nos sorprendía: el viento se hallaba fuertemente agitado y embravecido: la naturaleza toda parece que había reunido sus fuerzas para manifestar su soberano poder; y en medio de espectáculo tan tremendo, y de fenómenos que se suceden rápidamente y de una manera sorprendente llegamos a este pueblo de reciente origen, o de pocos años de fundación. Por consiguiente el camino es muy malo, nada más que una trocha entre montes y rastrojos cubierta de raíces y troncos, y por entre un terreno deleznable y precipitado. Parece que debiéramos haber caminado despacio, tanto por la oscuridad de la noche, como por lo resbaladizo y trabajoso del camino; pero considerando que la lluvia aumentaba a cada instante, y que los ríos que debíamos pasar se pondrían intransitables, apresuramos el paso de nuestros caballos. El sereno, la tormenta, y la agitación me causaron cierto trastorno en el cerebro; pero por fortuna mi caballo me condujo con toda seguridad, cuando los de los demás cayeron varias veces y con frecuencia. Hasta las dos de la mañana llegamos a este pueblo, y nos dirigimos a la casa del Sr. Gregorio Robledo, y la señora nos recibió con afabilidad, y me procuró el descanso que necesitaba; luego comienzan a llegar los demás compañeros, con todas las armas mojadas y llenas de barro, y como en este lugar no hay sino tres o cuatro familias adictas al gobierno, nuestros enemigos se complacen al ver el estado miserable de nuestros soldados, y dicen que venimos derrotados, y que nuestra perdida es infalible. Esta alegría sólo se manifiesta por las mujeres de los facciosos; porque estos se han retirado para recibir después al supremo Vezga. Los distinguidos patriotas Gregorio Robledo y Pedro Jaramillo, juntamente con sus familias, han recibido a los voluntarios con todas las muestras de entusiasmo, y servidoles un buen almuerzo; han descansado un momento los últimos que llegaron, y continuaremos nuestra marcha para Salamina; y como mi caballo está ya ensillado, dejaré la pluma hasta la noche. Día 2. —A la una de la noche en Salamina.—A las cinco de la tarde hemos llegado a este pueblo, después de una marcha penosa, tanto mas cuando nadie había tenido tiempo en Pacora de secar ni sus armas, ni su ropa. A las once dejamos a este miserable lugar, cuando ya había cesado el agua, y como a las dos y media de la tarde llegamos al río Poso que tuvimos que pasar por un mal puente, pues los que quisieron atravesarlo por el agua les costó mucho trabajo. Salamina, este pueblo patriota y raro, donde no hay un solo individuo que no * 79

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María Martínez <strong>de</strong> Nisser<br />

nos sorpr<strong>en</strong>día: el vi<strong>en</strong>to se hal<strong>la</strong>ba fuertem<strong>en</strong>te agitado y embravecido: <strong>la</strong><br />

naturaleza toda parece que había reunido sus fuerzas para manifestar su soberano<br />

po<strong>de</strong>r; y <strong>en</strong> medio <strong>de</strong> espectáculo tan trem<strong>en</strong>do, y <strong>de</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os que se suce<strong>de</strong>n<br />

rápidam<strong>en</strong>te y <strong>de</strong> una manera sorpr<strong>en</strong><strong>de</strong>nte llegamos a este pueblo <strong>de</strong> reci<strong>en</strong>te<br />

orig<strong>en</strong>, o <strong>de</strong> pocos años <strong>de</strong> fundación. Por consigui<strong>en</strong>te el camino es muy malo,<br />

nada más que una trocha <strong>en</strong>tre montes y rastrojos cubierta <strong>de</strong> raíces y troncos,<br />

y por <strong>en</strong>tre un terr<strong>en</strong>o <strong>de</strong>leznable y precipitado. Parece que <strong>de</strong>biéramos haber<br />

caminado <strong>de</strong>spacio, tanto por <strong>la</strong> oscuridad <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche, como por lo resba<strong>la</strong>dizo y<br />

trabajoso <strong>de</strong>l camino; pero consi<strong>de</strong>rando que <strong>la</strong> lluvia aum<strong>en</strong>taba a cada instante,<br />

y que <strong>los</strong> ríos que <strong>de</strong>bíamos pasar se pondrían intransitables, apresuramos el<br />

paso <strong>de</strong> nuestros cabal<strong>los</strong>. El ser<strong>en</strong>o, <strong>la</strong> torm<strong>en</strong>ta, y <strong>la</strong> agitación me causaron<br />

cierto trastorno <strong>en</strong> el cerebro; pero por fortuna mi caballo me condujo con<br />

toda seguridad, cuando <strong>los</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>más cayeron varias veces y con frecu<strong>en</strong>cia.<br />

Hasta <strong>la</strong>s dos <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana llegamos a este pueblo, y nos dirigimos a <strong>la</strong> casa <strong>de</strong>l<br />

Sr. Gregorio Robledo, y <strong>la</strong> señora nos recibió con afabilidad, y me procuró el<br />

<strong>de</strong>scanso que necesitaba; luego comi<strong>en</strong>zan a llegar <strong>los</strong> <strong>de</strong>más compañeros, con<br />

todas <strong>la</strong>s armas mojadas y ll<strong>en</strong>as <strong>de</strong> barro, y como <strong>en</strong> este lugar no hay sino tres<br />

o cuatro familias adictas al gobierno, nuestros <strong>en</strong>emigos se comp<strong>la</strong>c<strong>en</strong> al ver el<br />

estado miserable <strong>de</strong> nuestros soldados, y dic<strong>en</strong> que v<strong>en</strong>imos <strong>de</strong>rrotados, y que<br />

nuestra perdida es infalible. Esta alegría sólo se manifiesta por <strong>la</strong>s mujeres <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

facciosos; porque estos se han retirado para recibir <strong>de</strong>spués al supremo Vezga.<br />

Los distinguidos patriotas Gregorio Robledo y Pedro Jaramillo, juntam<strong>en</strong>te con<br />

sus familias, han recibido a <strong>los</strong> voluntarios con todas <strong>la</strong>s muestras <strong>de</strong> <strong>en</strong>tusiasmo,<br />

y servidoles un bu<strong>en</strong> almuerzo; han <strong>de</strong>scansado un mom<strong>en</strong>to <strong>los</strong> últimos que<br />

llegaron, y continuaremos nuestra marcha para Sa<strong>la</strong>mina; y como mi caballo<br />

está ya <strong>en</strong>sil<strong>la</strong>do, <strong>de</strong>jaré <strong>la</strong> pluma hasta <strong>la</strong> noche.<br />

Día 2. —A <strong>la</strong> una <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche <strong>en</strong> Sa<strong>la</strong>mina.—A <strong>la</strong>s cinco <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong> hemos<br />

llegado a este pueblo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una marcha p<strong>en</strong>osa, tanto mas cuando nadie<br />

había t<strong>en</strong>ido tiempo <strong>en</strong> Pacora <strong>de</strong> secar ni sus armas, ni su ropa. A <strong>la</strong>s once<br />

<strong>de</strong>jamos a este miserable lugar, cuando ya había cesado el agua, y como a <strong>la</strong>s<br />

dos y media <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong> llegamos al río Poso que tuvimos que pasar por un mal<br />

pu<strong>en</strong>te, pues <strong>los</strong> que quisieron atravesarlo por el agua les costó mucho trabajo.<br />

Sa<strong>la</strong>mina, este pueblo patriota y raro, don<strong>de</strong> no hay un solo individuo que no<br />

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