ANTOLOGÍA - Aula Avatares
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98 MABEL SPINELLI los tallos, hasta dejar la preciosa carga de color al descubierto y la mira como algo de mucho valor: piedras preciosas, un tesoro. Se endereza y fijando la vista dice: –¿Y vos quién sos? – Martina –le responde y sacude suavemente el mentón de Francis con una caricia, enseguida ella abre la mano y le dice: –¡Mirá! –El niño intrigado se acerca y observa: Martina tiene allí los mismos frutos. El cielo se nubla apenas un sol transparente se filtra, las nubes chocan entre sí por el viento. La mamá de Francis se suma a la escena, sube sus lentes oscuros hasta dejarlos en la cabeza: –¡Son frutos!, ¿Qué extraños? Tan rojos, tan brillantes – balbucea y sin darse cuenta ahora ella los tiene en las manos y los hace girar. Su cara ha cambiado, la piel se ve lisa y los ojos serenos brillan. En silencio las miradas se unen. El viento sigue sacudiendo los vestidos y cabellos. Francis olfatea los frutos y los aprieta. Los ojos se abren más aún y la frente se ensancha. La boca incrédula va de un lado a otro como si quisiera despegar un chicle adherido en los dientes. Martina pregunta: –¿Te gustan mis frutos? Yo los colecciono. Si querés te los regalo… La mano extendida espera. El pequeño no responde, permanece callado unos segundos mirando hasta que dice: –¡Me gustan los míos! ¿Ves? –y los muestra– Son más grandes –agrega seguro. Se unen tres sonrisas, pensamientos y miradas. La mamá toma al niño de la mano y se alejan. Martina sigue su camino, aprieta los frutos secos…El viento se ha vuelto más intenso y cuesta caminar. Martina ve como las hojas y los frutos secos ruedan… saca las semillas del bolsillo y las deja ir… libres.
AVATARES II 99 TEHUEL EHUEL EHUELCHE EHUEL HE La maestra escribe en el centro del pizarrón ¡Todos los perros van al cielo! Debajo con tizas de vivos colores anota una canción corta «Las maripositas vuelan por el campo y al volar agitan sus lindas alitas» En la pared en ángulo recto con el pizarrón, la silueta de un sol de cartulina radiante y feliz hace de marco. A su alrededor varias nubes amarillas, nubes verdes, nubes rosas, nubes violetas. Se escucha el chirrido de la puerta del jardín, cuidadosamente alguien entra y cierra. –Buenos días señorita –saluda con voz grave y amable. La maestra responde moviendo la cabeza mientras sonríe suavemente. –Buenos días señor. El director mira el pizarrón, lee... observa y exclama sorprendido. –¡Nubes amarillas! verdes, no entiendo. Señorita ¿No cree que haya una equivocación? –Señor, acaso ¿Usted no ha visto nunca un atardecer antes de la lluvia? Tiempo después. Una tarde se oyó sonar la campana del patio. ¡Tan... tan... tan...! Se había levantado viento y el cielo dejó ver nubes hermosas. Nubes amarillas, nubes verdes, nubes rosas, nubes violetas que parecían ovejas de colores jugando en el cielo. Los niños detuvieron sus juegos y entraron muy calladitos al salón. Allí en un profundo silencio, todos los ojos se concentraban en el tierno gesto de la maestra. Era la hora del cuento.
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MABEL SPINELLI<br />
los tallos, hasta dejar la preciosa carga de color al descubierto<br />
y la mira como algo de mucho valor: piedras preciosas, un<br />
tesoro. Se endereza y fijando la vista dice:<br />
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– Martina –le responde y sacude suavemente el mentón de<br />
Francis con una caricia, enseguida ella abre la mano y le dice:<br />
–¡Mirá! –El niño intrigado se acerca y observa: Martina tiene<br />
allí los mismos frutos.<br />
El cielo se nubla apenas un sol transparente se filtra, las<br />
nubes chocan entre sí por el viento. La mamá de Francis se<br />
suma a la escena, sube sus lentes oscuros hasta dejarlos en la<br />
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–¡Son frutos!, ¿Qué extraños? Tan rojos, tan brillantes –<br />
balbucea y sin darse cuenta ahora ella los tiene en las manos y<br />
los hace girar. Su cara ha cambiado, la piel se ve lisa y los ojos<br />
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En silencio las miradas se unen. El viento sigue sacudiendo<br />
los vestidos y cabellos. Francis olfatea los frutos y los aprieta.<br />
Los ojos se abren más aún y la frente se ensancha. La boca<br />
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–¿Te gustan mis frutos? Yo los colecciono. Si querés te los<br />
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–¡Me gustan los míos! ¿Ves? –y los muestra– Son más<br />
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Se unen tres sonrisas, pensamientos y miradas. La mamá<br />
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