ANTOLOGÍA - Aula Avatares

CUENT UENT UENT UENTO UENT
G
TRES RES GGOLPES
GOLPES
OLPES
Un haz de luz se cuela por una hendija entre mis párpados
asestando violentamente el amanecer sobre mi rostro. Cuando
reacciono al aire pesado y somnoliento, descubro las cenizas
del escenario; la mesa abrazada por el mantel de seda roja, el
candelabro sosteniendo pequeños cadáveres de cera, la botella
de Malbec irguiéndose orgullosa aunque vacía. Me levanto
con una dificultad casi rutinaria que alberga un dolor insobornable
ante mis años. Otra vez falló. Nuevamente falló.
Junto los restos de pollo que yacen sobre un plato, extirpo
el mantel desnudando toda la vulgaridad de la mesa. ¿Qué
está pasando? Antes no fallaba nunca. ¿Será la mano burlona
de los años? Acordarme de los años que pesan me llena de
nostalgia por el pasado, cuando ella solía reírse de mis ocurrencias
y yo forzaba mi imaginación para ser estudiadamente
espontáneo. Ella daba tres golpes en la puerta como señal
inequívoca, yo abría mi alma al destino, deslizando mis sueños
por el camino aterciopelado de su vestido azul, de su piel resplandeciente
de fulgores. La música danzaba a nuestro ritmo
de pájaros ansiosos y cuerpos impacientes. El mantel era más
rojo, las velas ardían como pensamientos, el Malbec era una
excusa cómplice, compartida. Y la madrugada era una intrusa
que solía divertirnos hasta desfallecer dormidos.
Ya la geografía de la habitación ha vuelto a su paisaje
habitual, iluminada por un sol añejo como mi memoria.
Camino torpemente hacia el aparador de roble que se apoya
en una de las paredes amarillentas carcomida por la humedad.
Aprieto entre mis manos temblorosas el vestido de terciopelo
azul y una pulsera dorada, últimas pertenencias que me
fueron entregadas una noche tristemente oscura.