Descargar Comunicación - Federación Española de Sociología
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El caso <strong>de</strong>l tabaco: La construcción social <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sviación<br />
Susana Rodríguez Díaz<br />
Universidad Nacional <strong>de</strong> Educación a Distancia<br />
srodriguez@madrid.uned.es<br />
Introducción<br />
Des<strong>de</strong> tiempos prehistóricos, el consumo <strong>de</strong> tabaco ha contado con gran variedad <strong>de</strong><br />
usos y significados que han variado en función <strong>de</strong> los diversos contextos culturales. No<br />
sólo se ha consumido el tabaco <strong>de</strong> muy diversas maneras (fumado, aspirado por la nariz,<br />
masticado, comido, bebido o untado sobre el cuerpo), sino que sus aplicaciones han sido<br />
sorpren<strong>de</strong>ntemente variadas: en ceremonias chamánicas, como panacea médica, como<br />
moneda <strong>de</strong> cambio, o formando parte <strong>de</strong> rituales iniciáticos, por citar algunos ejemplos.<br />
El consumo <strong>de</strong> tabaco ha sido tanto una manera <strong>de</strong> establecer vínculos mediante su<br />
regalo, su intercambio y su ingestión en grupo como una forma <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir y expresar<br />
posiciones sociales.<br />
Sin embargo, en las últimas décadas, la mala reputación <strong>de</strong>l hábito <strong>de</strong> fumar ha ido en<br />
aumento y ha estado ligada, por una parte, a la publicación <strong>de</strong> investigaciones<br />
científicas que muestran que el consumo <strong>de</strong> tabaco es una adicción perjudicial para la<br />
salud <strong>de</strong> los que fuman y <strong>de</strong> los que ro<strong>de</strong>an al fumador; y, por otra, a la progresiva<br />
regulación <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong>l tabaco –cuya publicidad y consumo se ha ido restringiendo<br />
cada vez más–, así como a las campañas dirigidas a su abandono. En España, un<br />
momento clave lo constituye la promulgación <strong>de</strong> la Ley 28/2005, <strong>de</strong> 26 <strong>de</strong> diciembre, <strong>de</strong><br />
medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora <strong>de</strong> la venta, el suministro, el<br />
consumo y la publicidad <strong>de</strong> los productos <strong>de</strong> tabaco1, cuya entrada en vigor recibió una<br />
enorme cobertura por parte <strong>de</strong> los principales medios <strong>de</strong> comunicación y suscitó<br />
bastante <strong>de</strong>bate en la calle.<br />
En este proceso <strong>de</strong> construcción <strong>de</strong> una nueva imagen social <strong>de</strong>l tabaco, que lo convierte<br />
en un hábito in<strong>de</strong>seable, distinguiremos cinco dimensiones, proporcionando algunos<br />
ejemplos ilustrativos <strong>de</strong> discursos aparecidos en los últimos años en algunos diarios en<br />
1 En a<strong>de</strong>lante, Ley 28/2005.
papel y digitales, que abarcan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los más oficiales hasta foros y artículos <strong>de</strong> opinión.<br />
Por una parte, po<strong>de</strong>mos diferenciar una patologización en términos médicos, que hace<br />
<strong>de</strong>l fumador un enfermo –en virtud <strong>de</strong> su condición <strong>de</strong> adicto–, así como una persona<br />
propensa a contraer enfermeda<strong>de</strong>s, en virtud <strong>de</strong> la nocividad <strong>de</strong>l tabaco para la salud. En<br />
segundo lugar, pue<strong>de</strong> hablarse <strong>de</strong> una segregación <strong>de</strong>l fumador, que implica la<br />
reduccción <strong>de</strong>l ámbito en el que éste pue<strong>de</strong> ejercer su condición <strong>de</strong> consumidor <strong>de</strong><br />
tabaco, que va, progresivamente, abarcando todos los espacios públicos cerrados e,<br />
incluso, algunos al aire libre. Pue<strong>de</strong> también hablarse <strong>de</strong> una estigmatización <strong>de</strong>l hábito<br />
<strong>de</strong> fumar, que lleva implícita la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> que el tabaco constituye una amenaza<br />
para la pureza <strong>de</strong>l cuerpo individual y social, así como a su utilización como chivo<br />
expiatorio. A<strong>de</strong>más, se aplican al fumador medidas <strong>de</strong> tipo bélico, lo que conlleva su<br />
criminalización, al haberse convertido el tabaquismo en enemigo que hay que<br />
exterminar. Por último, el fumador es consi<strong>de</strong>rado como un <strong>de</strong>sviado en términos<br />
sociales, lo que supone la inversión valorativa <strong>de</strong> la costumbre <strong>de</strong> fumar, que se va<br />
convirtiendo en algo minoritario, molesto, anormal y mal consi<strong>de</strong>rado.<br />
1. La patologización <strong>de</strong>l tabaquismo<br />
En las socieda<strong>de</strong>s llamadas avanzadas, se ha ido extendiendo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que adoptando<br />
hábitos sanos, como no fumar, se están minimizando importantes riesgos, creándose así<br />
cierta sensación <strong>de</strong> seguridad; apartándose, a<strong>de</strong>más, la atención <strong>de</strong> otros posibles riesgos<br />
que se siguen corriendo y que son consecuencia <strong>de</strong> la civilización industrial (Beck,<br />
2002). La <strong>de</strong>mostración, mediante argumentos científicos, <strong>de</strong> que el tabaco es el<br />
máximo factor <strong>de</strong> riesgo para la salud <strong>de</strong> los que lo toman y <strong>de</strong> las personas que éstos<br />
tienen a su alre<strong>de</strong>dor justifica la producción <strong>de</strong> numerosas campañas y leyes para limitar<br />
su consumo, así cómo, en términos generales, su caracterización como enemigo social.<br />
Como mostró Michel Foucault (1992, 1999, 2000), la normalización <strong>de</strong> los ciudadanos<br />
ha sido esencial para el funcionamiento <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s capitalistas, así como la<br />
disciplinarización y el control <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sviados. Dado que existen grupos sociales que<br />
tienen capacidad para imponer sus normas a otros grupos sociales, la cuestión <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>sviación <strong>de</strong> las normas es un problema <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r. Bajo esta luz es más fácil<br />
compren<strong>de</strong>r titulares como el que sigue: “El Gobierno fomentará con una ley los hábitos<br />
sanos” (El País.com, 10/III/2009). Al parecer, se consi<strong>de</strong>ra que así la Sanidad Pública se<br />
ahorrará recursos. En una parte <strong>de</strong>l artículo se afirma lo siguiente: “Los españoles
tenemos que apren<strong>de</strong>r a cuidar nuestra salud2 y esforzarnos para adquirir nuevos<br />
hábitos <strong>de</strong> vida y practicarlos”. Entre tales hábitos se incluyen cuidar la alimentación,<br />
hacer ejercicio físico y evitar el tabaco. Esta preocupación por <strong>de</strong>jar atrás la tradición y<br />
abrazar hábitos mo<strong>de</strong>rnos conecta con las i<strong>de</strong>as higienistas y liberales acerca <strong>de</strong> la salud<br />
<strong>de</strong> la población como riqueza (Álvarez-Uría y Varela, 1989).<br />
En ocasiones, la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> que el fumador es más susceptible <strong>de</strong> enfermar ha<br />
estado acompañada <strong>de</strong> actos discriminatorios, como negarle asistencia médica. Un caso<br />
llamativo fue el <strong>de</strong> Harry Elphick, que murió <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que los médicos <strong>de</strong> un hospital<br />
<strong>de</strong> Manchester se negaran a efectuarle un chequeo por ser fumador. Tras este caso, se<br />
<strong>de</strong>scubrió la discriminación sanitaria que existía en el Reino Unido hacia obesos,<br />
ancianos y bebedores. En otros países, como Alemania, el Gobierno llegó a proponer un<br />
incremento <strong>de</strong> la Seguridad Social para los fumadores, por consi<strong>de</strong>rar que este colectivo<br />
pone en peligro su salud.<br />
Un titular enormemente explícito, aparecido en la edición digital <strong>de</strong> El País<br />
(11/V/2007), pone en evi<strong>de</strong>ncia algunos extremos a los que llega el actual culto a la<br />
salud: “Ni gordos, ni gays, ni fumadores. La Organización Internacional <strong>de</strong>l Trabajo<br />
alerta sobre las nuevas formas <strong>de</strong> discriminación”. A continuación se aña<strong>de</strong> lo siguiente:<br />
“El estilo <strong>de</strong> vida <strong>de</strong> la persona y, más concretamente, el estilo <strong>de</strong> vida sano, se está<br />
convirtiendo, según la OIT, en otro factor <strong>de</strong>terminante para la obtención o la pérdida<br />
<strong>de</strong> un puesto <strong>de</strong> trabajo. Tener sobrepreso, fumar o sufrir hipertensión pue<strong>de</strong> ser una<br />
<strong>de</strong>sventaja en algunos países industrializados”. De hecho, la Organización Mundial <strong>de</strong><br />
la Salud, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 1 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 2005, no contrata a personas que consuman tabaco.<br />
La marginación <strong>de</strong>l fumador se pone también <strong>de</strong> manifiesto en el hecho <strong>de</strong> que algunas<br />
compañías ofrezcan seguros más baratos para los que no fuman. Así, Zurich Vida y<br />
British Life, <strong>de</strong> acuerdo con la Asociación <strong>Española</strong> contra el Cáncer acordaron una<br />
reducción <strong>de</strong> las primas a los no fumadores, pues “arriesgan menos su salud” (El País,<br />
5/XII/1993). Otras dos compañías aseguradoras españolas, filiales <strong>de</strong> sendos grupos<br />
extranjeros –Umes XXI, <strong>de</strong> origen portugués y ITT Ercos, subsidiaria <strong>de</strong> la<br />
estadouni<strong>de</strong>nse ITT Hanfort–, lanzaron pólizas <strong>de</strong> seguros <strong>de</strong> vida que incorporaban un<br />
<strong>de</strong>scuento para los no fumadores. Acciones como estás contribuyen a afianzar la<br />
i<strong>de</strong>ntificación entre la seguridad y el no fumar.<br />
2 Como norma general, la cursiva que aparece <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los pasajes citados es nuestra.
Junto con el argumento <strong>de</strong> la nocividad para la salud <strong>de</strong>l que fuma y los que ro<strong>de</strong>an al que fuman se<br />
solapa, a menudo, el cálculo <strong>de</strong> los costes que, para la sociedad, supone el fumador, lo que constituye un<br />
buen argumento a la hora <strong>de</strong> caracterizar a éste como antisocial. Así, con motivo <strong>de</strong> la promulgación <strong>de</strong> la<br />
Ley 28/2005, Rodrigo Córdoba, Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Comité Nacional <strong>de</strong> Prevención <strong>de</strong>l Tabaquismo, firmaba<br />
un artículo <strong>de</strong> tribuna <strong>de</strong> El País titulado “La otra cara <strong>de</strong> la economía <strong>de</strong>l tabaco” (23/IV/2005), en el que<br />
argumentaba <strong>de</strong>l siguiente modo: “Hablemos alguna vez <strong>de</strong> los costes económicos que genera el consumo<br />
<strong>de</strong>l tabaco, costes impuestos no sólo a los fumadores, sino al conjunto <strong>de</strong> la sociedad. El coste en salud se<br />
traduce en que uno <strong>de</strong> cada cuatro fumadores va a fallecer en edad laboral. Si sobreviven, seguirán<br />
perdiendo ingresos por días <strong>de</strong> baja laboral o enfermedad. Según expertos <strong>de</strong>l Banco Mundial, los costes<br />
económicos para los Gobiernos, los empleadores y el medio ambiente incluyen gastos <strong>de</strong> seguridad social<br />
(pensiones <strong>de</strong> invali<strong>de</strong>z) y salud, pérdidas en la balanza comercial al importar cigarrillos, pérdida <strong>de</strong><br />
tierras don<strong>de</strong> se podrían cultivar alimentos, costes por incendios y daños en edificios, costes<br />
medioambientales, absentismo laboral, disminución <strong>de</strong> la productividad, mayor número <strong>de</strong> acci<strong>de</strong>ntes y<br />
mayores costes <strong>de</strong> las pólizas <strong>de</strong> seguros. A esto hay que añadir otros intangibles en forma <strong>de</strong> sufrimiento<br />
por enfermedad, discapacidad y muerte prematura”.<br />
Al parecer, para los empresarios no resulta rentable contratar a fumadores. Así, al<br />
menos, se argumentaba en el diario ABC(1/II/2006): “Los fumadores son un mal<br />
negocio para las empresas. Des<strong>de</strong> la limpieza <strong>de</strong> su puesto <strong>de</strong> trabajo por el humo <strong>de</strong> sus<br />
cigarrillos, la pérdida <strong>de</strong> productividad en las pausas para fumar, hasta las bajas<br />
laborales, cada trabajador que fuma cuesta a su empresa unos 1.500 euros al año. Una<br />
cifra que en toda España supone un gasto anual <strong>de</strong> 7.840 millones <strong>de</strong> euros, según los<br />
resultados <strong>de</strong> un informe elaborado para el Comité Nacional <strong>de</strong> Prevención <strong>de</strong>l<br />
Tabaquismo [...]. El informe no olvida los costes sanitarios <strong>de</strong>rivados <strong>de</strong>l tabaquismo.<br />
Sólo durante el año pasado, los fumadores españoles provocaron al Sistema Nacional <strong>de</strong><br />
Salud un coste directo <strong>de</strong> 6.800 millones <strong>de</strong> euros. Ese gasto ascen<strong>de</strong>ría hasta los 9.000<br />
millones en el año 2020 sin la aplicación <strong>de</strong> la ley, asegura el informe”.<br />
Alusiones al tabaquismo como “pan<strong>de</strong>mia”, esto es, como enfermedad contagiosa en el<br />
llamado Tercer Mundo, acompañadas <strong>de</strong> cifras catastróficas <strong>de</strong> costes humanos y<br />
económicos, se podían encontrar en un artículo titulado “El riesgo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollar la<br />
enfermedad se duplica en los fumadores. Ambos problemas crecen en los países en vías<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo” (El País.com, 8/I/2008), que contiene frases como la que sigue: “Dadas<br />
las actuales ten<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> aumento <strong>de</strong> fumadores en el mundo, <strong>de</strong> los 1.400 millones<br />
actuales, en 2030 se llegaría a 2.000 millones, con cinco millones <strong>de</strong> muertos al año y<br />
con costes totales para los diferentes gobiernos <strong>de</strong> 3.000 millones <strong>de</strong> dólares. La<br />
pan<strong>de</strong>mia sería acusada en los países <strong>de</strong>l Tercer Mundo, afectaría a un mayor número<br />
<strong>de</strong> mujeres y la carga sobre los débiles sistemas <strong>de</strong> salud <strong>de</strong> los países sería tal que
acabaría por hundirlos”. El tabaco, pues, no sólo está poniendo en riesgo millones <strong>de</strong><br />
vidas, sino que amenaza con hundir economías enteras.<br />
Distinguir en términos biológicos entre los que se cuidan y los que no (entre ellos, los<br />
fumadores) pue<strong>de</strong>, fácilmente, <strong>de</strong>rivar en racismo. Así, con motivo <strong>de</strong> la promulgación<br />
<strong>de</strong> la Ley 28/2005, podrían leerse opiniones como la siguiente: “La raza humana se<br />
dividirá en dos vertientes; la viciosa con poca esperanza <strong>de</strong> vida, con valores <strong>de</strong> alcohol,<br />
poco respeto, etc... Y la sana, con esperanza <strong>de</strong> vida mayor, mas respetuosa por el<br />
medio ambiente, los niños, etc..., Me hago una pregunta...¿quién perdurará y mantendrá<br />
la existencia <strong>de</strong> la raza? ;-) jeje...el pensador pensante” (20minutos.es).<br />
La sociedad se fragmenta, entonces, entre los que transitan el camino bueno y los que<br />
no lo hacen, que son los que acaban por ser excluidos, como vemos en el apartado que<br />
sigue.<br />
2. La segregación <strong>de</strong>l fumador<br />
Una <strong>de</strong> las estrategias utilizadas para crear un colectivo marginado, el <strong>de</strong> los fumadores,<br />
ha sido –a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> hacer hincapié en la nocividad <strong>de</strong>l tabaco–visibilizarlo y aislarlo,<br />
expulsándolo <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> los espacios en los que se convive, marcando zonas<br />
específicas para cultivar su hábito, reduciendo su presencia en los medios <strong>de</strong><br />
comunicación públicos y en el cine, prohibiendo la publicidad <strong>de</strong>l tabaco, restringiendo<br />
sus puntos <strong>de</strong> venta y marcando las cajetillas <strong>de</strong> tabaco con mensajes que hacen<br />
referencia a su condición <strong>de</strong> veneno. Con todas estas medidas se consigue la menor<br />
visibilidad posible <strong>de</strong>l acto <strong>de</strong> fumar en el conjunto social y, simultáneamente, la<br />
máxima visibilidad cuando el fumador ejerce su condición en público. Buenos ejemplos<br />
<strong>de</strong> la retórica <strong>de</strong> confinamiento utilizada en los medios <strong>de</strong> comunicación a la hora <strong>de</strong><br />
caracterizar la persecución <strong>de</strong>l hábito <strong>de</strong> fumar lo constituyen los siguientes titulares:<br />
“Europa y Estados Unidos empiezan por fin a acorralar al tabaco y a los fumadores”<br />
(ABC, 16/I/2003). “En EE.UU., una oleada <strong>de</strong> leyes y restricciones han cercado a los<br />
fumadores” (La Voz <strong>de</strong> Galicia, 31/X/2005).<br />
Otro ejemplo lo encontramos a raíz <strong>de</strong> la entrada en vigor en España <strong>de</strong>l Plan Nacional<br />
<strong>de</strong> Prevención y control <strong>de</strong>l Tabaquismo, cuyos objetivos eran los siguientes: “[...]<br />
liberar <strong>de</strong> humo los espacios <strong>de</strong> convivencia públicos, incluidos los centros <strong>de</strong> trabajo,<br />
haciendo recular a los fumadores a zonas específicas don<strong>de</strong> cultivar su vicio, y
establecer toda una serie <strong>de</strong> medidas disuasorias y preventivas para retrasar lo más<br />
posible el acceso <strong>de</strong> los jóvenes al consumo <strong>de</strong> tabaco” (El País, editorial, 16/I/2003).<br />
Con motivo <strong>de</strong> la promulgación en España <strong>de</strong> la Ley 28/2005, se habló <strong>de</strong> objetivos<br />
como el <strong>de</strong> “liquidar la cultura <strong>de</strong>l tabaco”, o iniciar el “<strong>de</strong>stierro <strong>de</strong>l tabaco al ámbito<br />
privado” (La Vanguardia, 31/XII/2005). En estos ejemplos se observa un vocabulario<br />
que hace hincapié en conceptos que implican exterminio y apartamiento. Como<br />
resultado <strong>de</strong> este proceso se llega a hablar <strong>de</strong> la figura <strong>de</strong>l “fumador callejero”, que<br />
<strong>de</strong>ambula a la puerta <strong>de</strong> su empresa, al estar prohibido fumar en los centros <strong>de</strong> trabajo<br />
(Efe, 2/I/2006).<br />
Los fumadores observan cómo muchos <strong>de</strong> los que le ro<strong>de</strong>an han ido abandonando el<br />
tabaco, y cómo fumar se ha ido configurando cada vez más como conducta que ha <strong>de</strong><br />
ejercer en privado. La sensación <strong>de</strong> aislamiento que lleva al fumador a escon<strong>de</strong>rse la<br />
<strong>de</strong>scribía humorísticamente Juan José Millás (El País, 13/III/1992): “le hacía infeliz<br />
comprobar el rechazo que producía en los otros. Al principio se había rebelado contra<br />
aquellos profetas que hablaban <strong>de</strong>l advenimiento <strong>de</strong>l fumador pasivo, pero ahora en su<br />
oficina eran todos pasivos y ejercían en su quietud tal violencia que él tenía que<br />
refugiarse para fumar en el servicio. Los cigarros empezaron a saberle a colegio, a<br />
masturbación, a sotana”.<br />
Como insinúa Millás, en este refugiarse acaba por encontrarse el placer que <strong>de</strong>spiertan las cosas<br />
prohibidas. Una reflexión similar aparecía en otra <strong>de</strong> sus columnas, titulada “El viejo que fuma” (El<br />
País, 30/IV/1995): “el domingo pasado estaba un poco triste y encendí un cigarro que me salvó la<br />
vida y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces ya no he podido <strong>de</strong>jarlo, aunque lo hago a escondidas para no per<strong>de</strong>r el prestigio<br />
conquistado a lo largo <strong>de</strong> todos estos meses <strong>de</strong> agonía. De manera que en casa digo que voy a bajar la<br />
basura y en la oficina me retiro al servicio [...]. El primer día me pareció un poco humillante, pero<br />
enseguida comencé a sacarle gusto [...]. El caso es que el otro día estaba asomado al respira<strong>de</strong>ro,<br />
consumiendo un Marlboro, cuando <strong>de</strong> súbito se abrió la ventana <strong>de</strong> enfrente y apareció el rostro <strong>de</strong> un<br />
anciano con gafas que tras lanzarme una sonrisa <strong>de</strong> complicidad me pidió un cigarrillo. Se lo di, claro,<br />
qué iba a hacer, y le proporcioné también el fuego. Luego fumamos unos instantes en silencio, el uno<br />
frente al otro, yo un poco avergonzado, la verdad, pero el viejo feliz. –No me <strong>de</strong>jan fumar –dijo en tono<br />
clan<strong>de</strong>stino, señalando hacia el interior <strong>de</strong> la casa”. La presión social hace que los fumadores se sientan<br />
avergonzados y que, a menudo, se oculten para fumar, estableciéndose entre ellos nuevas complicida<strong>de</strong>s<br />
en virtud <strong>de</strong> su condición <strong>de</strong> proscritos.
3. La estigmatización <strong>de</strong>l tabaco<br />
Ya a finales <strong>de</strong> la década <strong>de</strong> los ochenta, Vázquez Montalbán, en “Fariseos” (El País,<br />
7/III/1988), explicaba el sentido que, para él, tenía la cruzada antitabaco: crear<br />
enemigos internos y <strong>de</strong>sviar la atención <strong>de</strong> otros agentes contaminantes: “Está visto que<br />
no salimos <strong>de</strong> la fatalidad <strong>de</strong> elegir entre el exilio exterior o el exilio interior. Este país<br />
ha producido históricamente sucesivas oleadas <strong>de</strong> perseguidos que han ido por esos<br />
mundos pidiendo asilo político, asilo lingüístico, asilo económico, y ahora está a punto<br />
<strong>de</strong> generar un cuerpo <strong>de</strong> fumadores exiliados, en cuanto se ponga en vigor la nueva ley<br />
contra el tabaco, que se ha a<strong>de</strong>lantado, sospechosamente, a la ley sobre la<br />
contaminación <strong>de</strong>l medio ambiente o a leyes severas sobre el control sanitario <strong>de</strong> lo que<br />
comemos. El fumador es el eslabón más débil <strong>de</strong> la ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> agentes contaminadores.<br />
Da más cornadas el paro o los tubos <strong>de</strong> escape <strong>de</strong> los coches o las centrales nucleares o<br />
las industrias que pudren nuestros ríos o las que se cargan nuestros bosques con lluvias<br />
<strong>de</strong> vitriolo... pero el fumador es el chivo expiatorio débil que va a convertirse en la<br />
coartada <strong>de</strong> la miserable sanidad española. Una cosa es que se eduque a los fumadores,<br />
con las leyes encima <strong>de</strong> la mesa, para que no impongan su humo a los <strong>de</strong>más, y otra,<br />
que se les prefigure como un enemigo interior, habida cuenta <strong>de</strong> lo feroz que es este<br />
país cuando pue<strong>de</strong> perseguir impunemente a algo o a alguien”.<br />
En el foro que El País.com creó a raíz <strong>de</strong> la Ley 28/2005, también se podían encontrar<br />
afirmaciones en torno a la exageración en los perjuicios <strong>de</strong>l tabaco como estrategia para<br />
<strong>de</strong>sviar la atención <strong>de</strong> males más incontrolables y globales: “Que la ley da la posibilidad<br />
<strong>de</strong> respirar aire libre <strong>de</strong> humos en ciertos espacios, está claro, y hasta lo aplaudo, pero<br />
no va a acabar con el cambio climático, la <strong>de</strong>sertización, el efecto inverna<strong>de</strong>ro, la<br />
extinción masiva <strong>de</strong> especies o la <strong>de</strong>scongelación <strong>de</strong> los polos. Eso si que es peligroso<br />
para la salud y no estamos haciendo ni caso, ni tomando medidas, ni obligando a los<br />
políticos a tomarlas. Es más fácil empren<strong>de</strong>rla con los fumadores y hacerlos sentir<br />
auténticos <strong>de</strong>lincuentes o apestados. Creer que esta ley va a hacer que vivamos <strong>de</strong><br />
forma saludable, es como intentar matar un elefante a escupitajos. May”.<br />
Según René Girard (1986), con frecuencia no somos conscientes <strong>de</strong> los propios “chivos<br />
expiatorios”, aunque sí lo seamos <strong>de</strong> los ajenos y, sobre todo, <strong>de</strong> los <strong>de</strong> momentos<br />
históricos pasados. Si excitar y aliviar miedos era antaño monopolio <strong>de</strong> los sacerdotes,<br />
son los políticos y los médicos los que han pasado a utilizar, en la actualidad, este arma<br />
(Szasz, 2001; Gray, 2004). El tabaco, etiquetado como veneno (“fumar pue<strong>de</strong> ser causa
<strong>de</strong> una muerte lenta y dolorosa”) viene a unirse a la categoría <strong>de</strong> sustancias conocidas<br />
con el nombre <strong>de</strong> “drogas”, que comenzaron a ser estigmatizadas a principios <strong>de</strong>l siglo<br />
XX.<br />
Girard (1986, 1995) consi<strong>de</strong>ra que existe una i<strong>de</strong>ntificación formal entre la violencia y<br />
lo sagrado, en función <strong>de</strong>l mecanismo <strong>de</strong> la víctima propiciatoria, que es frecuentemente<br />
<strong>de</strong>struida y expulsada <strong>de</strong> la comunidad. Es esto lo que hace posible la vida social pues,<br />
mediante esta catarsis, la sociedad se ve purificada y cohesionada.<br />
Una <strong>de</strong> las características <strong>de</strong> los chivos expiatorios es que no pue<strong>de</strong>n ser ni <strong>de</strong>masiado<br />
extraños ni <strong>de</strong>masiado poco extraños a la comunidad, ambigüedad necesaria para la<br />
eficacia catártica. El sacrificado <strong>de</strong>be encarnar un monstruo, por lo que hay que eliminar<br />
su exceso <strong>de</strong> humanidad. Pue<strong>de</strong> explicarse así el que se recurra con frecuencia a la<br />
animalización para referirse al fumador. Por ejemplo, Allen Carr (2003), gurú <strong>de</strong>l<br />
abandono <strong>de</strong>l tabaquismo, afirma que la adicción a la nicotina es un “monstruo” que hay<br />
que <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> alimentar. Recor<strong>de</strong>mos la ya mencionada figura <strong>de</strong>l “fumador callejero”, y<br />
veamos más ejemplos <strong>de</strong> este mecanismo. Con motivo <strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong> la noticia <strong>de</strong><br />
que en Madrid había focos <strong>de</strong> suciedad <strong>de</strong>bido a la gran cantidad <strong>de</strong> colillas que los<br />
fumadores arrojaban a la calle con motivo <strong>de</strong> la entrada en vigor <strong>de</strong> la prohibición <strong>de</strong><br />
fumar en los centros <strong>de</strong> trabajo, aparecían, en el foro <strong>de</strong> 20minutos.es (19/I/2006),<br />
comentarios tan encendidos como los que siguen: “No sé por qué no me extraña un<br />
pelo. Los fumadores a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconsi<strong>de</strong>rados con los <strong>de</strong>más son unos auténticos<br />
cerdos. ¿Qué se pue<strong>de</strong> esperar <strong>de</strong> una persona a la que no le importa llenar <strong>de</strong> mierda<br />
sus propios pulmones? ¡Como para preten<strong>de</strong>r que le importe llenar <strong>de</strong> mierda la calle!<br />
Luis”. “Anda, que encima sois como los perros, que vais <strong>de</strong>jando la mierda por la calle.<br />
Pues os tendremos que poner un dueño para que las coja y las meta en su bolsita. Ah? y<br />
también poneros una correa. JJ”.<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l recurso <strong>de</strong> <strong>de</strong>spojar a los fumadores <strong>de</strong> su humanidad, hay que <strong>de</strong>stacar en<br />
los frases anteriores la recurrencia <strong>de</strong> términos que alu<strong>de</strong>n a la suciedad. Muchas<br />
campañas antitabaco <strong>de</strong>stacan el tema <strong>de</strong>l aliento “pestilente” <strong>de</strong>l fumador o <strong>de</strong> sus<br />
pulmones ennegrecidos. Como contraposición, se habla <strong>de</strong> espacios limpios, <strong>de</strong> pureza,<br />
<strong>de</strong> lo natural, seguro, sano y no contaminado.<br />
Vemos así cómo la víctima propiciatoria alcanza un carácter monstruoso, repulsivo,<br />
rechazable y asqueroso, perdiéndose algunos <strong>de</strong> los referentes que lo integrarían en la<br />
comunidad, como ocurre, en nuestros tiempos, con el hecho <strong>de</strong> guardar unas normas
higiénicas. En relación al tabaco, lo curioso es observar cómo, progresivamente, tiene<br />
lugar un enorme cambio social. Antes, fumar era visto como algo estéticamente<br />
agradable; como vemos, en la actualidad, se tien<strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificar este hábito con la<br />
suciedad.<br />
La creación <strong>de</strong> colectivos <strong>de</strong>sviados y la guerra contra éstos sirve tanto para reforzar el<br />
consenso moral <strong>de</strong> la comunidad –creando solidaridad social acerca <strong>de</strong> los valores que<br />
se violan– como para satisfacer la fascinación que la ruptura <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n moral <strong>de</strong>spierta.<br />
De hecho, el término latino sacer significa a la vez lo sublime, sagrado y venerable, así<br />
como lo siniestro, lo repugnante e intolerable (Trías, 2006:129-131). “La conducta<br />
viciosa es, pues, al mismo tiempo, mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> lo que no <strong>de</strong>be hacerse nunca y mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />
lo que se <strong>de</strong>sea hacer; es una conducta arquetípica y ambivalente” (Lamo <strong>de</strong> Espinosa,<br />
1993:130). En efecto, el tabaco es algo rechazable y repugnante que, por otra parte, se<br />
disfruta. Como comenta Richard Klein (1994), el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> seducción <strong>de</strong>l tabaco tiene<br />
que ver con el sentimiento <strong>de</strong> lo sublime: una satisfacción estética que incluye una<br />
sensación negativa, una sacudida, un vislumbre <strong>de</strong> mortalidad.<br />
De ahí que las campañas dirigidas a persuadir <strong>de</strong>l consumo <strong>de</strong> tabaco no parezcan haber<br />
tenido <strong>de</strong>masiado impacto en colectivos como los adolescentes, que no sólo no se<br />
preocupan en exceso por la salud –pues les sobra–, sino que se sienten atraídos por lo<br />
peligroso y prohibido. Nos referimos, por ejemplo, a la encuesta realizada a un centenar<br />
<strong>de</strong> médicos que integran grupos <strong>de</strong> trabajo sobre tabaquismo en la Sociedad <strong>Española</strong> <strong>de</strong><br />
Medicina <strong>de</strong> Familia y Comunitaria, que afirman que las <strong>de</strong>nominadas popularmente<br />
“esquelas” no han tenido el efecto que se perseguía entre los ciudadanos <strong>de</strong> menor edad.<br />
Se dice, incluso, que las campañas agresivas pue<strong>de</strong>n incitar al consumo en este<br />
colectivo, pues les pue<strong>de</strong> incitar a vulnerar la norma. (“Las alertas contra el tabaco no<br />
son efectivas entre adolescentes”, en El País, 26/V/2004). Es más: según el Grupo<br />
Español <strong>de</strong> Cáncer <strong>de</strong> Pulmón (GECP) el consumo <strong>de</strong> tabaco entre adolescentes<br />
españoles ha experimentado un crecimiento <strong>de</strong>l 40% en tan sólo 15 años (“Crece el<br />
consumo <strong>de</strong> tabaco entre los adolescentes”, en Jano On-line, 11/V/2009).<br />
4. La criminalización <strong>de</strong>l fumar<br />
En el caso <strong>de</strong>l tabaco, la retórica bélica es explícita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento en el que el<br />
tabaco es un enemigo a combatir, una amenaza para el or<strong>de</strong>n social. A la hora <strong>de</strong>
eferirse a este producto, a menudo se emplean metáforas con fuertes connotaciones<br />
criminalizadoras, como “enemigo público”. “masacre”, “holocausto” o “verdugo”. De<br />
ahí que las campañas, las estrategias la regulación, la vigilancia <strong>de</strong> que se cumplan las<br />
normas y las sanciones hayan ido escenificando una auténtica guerra contra el tabaco,<br />
mediante la utilización <strong>de</strong> expresiones como “batalla legal”, “grueso <strong>de</strong>l ataque”,<br />
“liquidar”, “guerra sin cuartel” o “erradicación”.<br />
En un artículo aparecido en prensa (“La batalla contra el tabaco ya se siente. Cinco<br />
profesionales guipuzcoanos opinan sobre el endurecimiento <strong>de</strong> medias contra el hábito<br />
<strong>de</strong> fumar”, El Diario Vasco, 31/05/2003), se recogían opiniones en torno al tabaco en<br />
las que se hacía hincapié en el creciente acorralamiento <strong>de</strong>l fumador: “Ahora que te<br />
vean con un cigarro es un signo <strong>de</strong> marginado. Somos los malos. No es lógica la<br />
persecución que hay hacia nosotros”.<br />
A finales <strong>de</strong> la década <strong>de</strong> los noventa se llegó, en Estados Unidos, al extremo <strong>de</strong><br />
convertir el fumar en una acción que podía ser sancionada penalmente, al ponerse en<br />
marcha un Tribunal Antitabaco <strong>de</strong> Menores en el sur <strong>de</strong> Florida, juzgando a los jóvenes<br />
que hubieran cometido el <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> fumar en público o sostener en sus manos una<br />
cajetilla <strong>de</strong> cigarrillos a la vista <strong>de</strong> un policía. Las penas abarcaban multas, servicios<br />
comunitarios y un curso obligatorio sobre los peligros <strong>de</strong>l tabaco.<br />
La relación entre consumo <strong>de</strong> tabaco y <strong>de</strong>lincuencia aparecía en los diarios españoles al<br />
poco <strong>de</strong> promulgarse la Ley 28/2005. Los titulares <strong>de</strong> diversos diarios hablaban que en<br />
Navarra había sido <strong>de</strong>tenido un hombre por fumar en una zona “expresamente<br />
prohibida”. Sin embargo, lo que realmente había sucedido es que había sido <strong>de</strong>tenido<br />
por negarse a i<strong>de</strong>ntificarse y a acompañar a los policías a comisaría (20minutos.es,<br />
9/I/2006). Por la forma <strong>de</strong> dar la noticia, parece que se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>tener a alguien por<br />
negarse a <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> fumar en una zona prohibida –lo que pue<strong>de</strong> incitar a la población a<br />
cumplir las normas por miedo al castigo–, cuando lo que estipula la ley es una multa. En<br />
cualquier caso, se transmitió a la ciudadanía la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que se estaba vigilando que las<br />
leyes se cumplieran. A<strong>de</strong>más, al fumador se le caracteriza como un ser problemático,<br />
poco amigo <strong>de</strong> cumplir las normas, lo que subraya su condición <strong>de</strong> marginado.<br />
Manuel Vicent utiliza una retórica bélica para explicar, irónicamente, las razones por las<br />
que había <strong>de</strong>cidido rendirse y abandonar el tabaco: existe una división social entre clase<br />
dominante, que no fuma, y clase explotada, que sigue fumando: “He sido <strong>de</strong>rrotado.<br />
Hasta ahora yo sólo fumaba por solidaridad con los pobres, los negros, las mujeres y los
albañiles. Me he pasado al otro bando. Cuando ya no existen <strong>de</strong>rechas ni izquierdas,<br />
hoy el tabaco se ha constituido en una <strong>de</strong> las claves para <strong>de</strong>scifrar la i<strong>de</strong>ología: la clase<br />
dominante no fuma, los explotados siguen apurando con avi<strong>de</strong>z todas las colillas. Me he<br />
ido con los po<strong>de</strong>rosos” (El País, 2/II/1988).<br />
Con motivo <strong>de</strong> la promulgación <strong>de</strong> la Ley 28/2005, se podían leer, en el foro <strong>de</strong> El<br />
País.com, <strong>de</strong>claraciones como la que, a continuación, recogemos, que dan i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> los<br />
extremos a los que pue<strong>de</strong> llegar la criminalización <strong>de</strong>l fumador: “Yo vivo con gente k<br />
fuma, es increíble la falta <strong>de</strong> respeto k tienen estos suicidas con su salud y con la <strong>de</strong> los<br />
<strong>de</strong>más, no les importa nada mas que su vicio, <strong>de</strong>berían ir a la cárcel, está mal visto que<br />
uno se suici<strong>de</strong> o se pinche heroína cuando estos se mueren igual pero mas lentamente y<br />
sin tanto escándalo y <strong>de</strong> paso nos asesinan a los <strong>de</strong>más (Buh1)”.<br />
5. Fumar como conducta <strong>de</strong>sviada<br />
Partiendo <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que normalidad y <strong>de</strong>sviación son construcciones sociales<br />
históricamente <strong>de</strong>terminadas, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que la distinción entre lo normal y lo<br />
patológico tiene su origen en <strong>de</strong>finiciones <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n moral y en la naturalización <strong>de</strong> la<br />
normalidad. En la medida en que la salud se consi<strong>de</strong>ra, en tiempos actuales, como un bien<br />
que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l comportamiento <strong>de</strong> las personas, se han ido estableciendo cosas que se<br />
<strong>de</strong>ben hacer y cosas que la ponen en riesgo; esto es, se ha ido separando aquello que es<br />
normal, tanto en su sentido <strong>de</strong> conformidad con una regla establecida como en el <strong>de</strong> ser<br />
un hábito mayoritario –por ejemplo, se publican estadísticas que van orientadas a<br />
<strong>de</strong>mostrar que ya no fuma la mayoría <strong>de</strong> la población (véase CIS, 2006)– <strong>de</strong> aquello que<br />
es patológico es <strong>de</strong>cir, que no sigue la norma, según la distinción <strong>de</strong> Canguilhem (1970).<br />
A continuación citamos varias frases <strong>de</strong> Gonzalo Robles, <strong>de</strong>legado <strong>de</strong>l Gobierno, con<br />
motivo <strong>de</strong> la presentación <strong>de</strong>l Plan Nacional para la Prevención <strong>de</strong>l Tabaquismo (“El<br />
largo camino para acabar con el humo”, El País, 19/I/2003), que hacen referencia<br />
directa a la estrategia utilizada para ir eliminando el tabaco <strong>de</strong> la vida social española:<br />
“Primero se quitará el humo en la Administración pública; <strong>de</strong>spués, en gran<strong>de</strong>s<br />
empresas, y así. A medida que se vaya implementando se <strong>de</strong>be sentir una presión social.<br />
Éste es un proceso <strong>de</strong> <strong>de</strong>slegitimación <strong>de</strong> conductas”.<br />
Otro ejemplo, éste curioso, lo constituyen las palabras <strong>de</strong> Jordi Sevilla, responsable <strong>de</strong>l<br />
Ministerio <strong>de</strong> Administraciones Públicas, con motivo <strong>de</strong> la presentación, por parte <strong>de</strong> la
entonces ministra <strong>de</strong> Sanidad, Elena Salgado, <strong>de</strong> la guía Se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> fumar:<br />
claves para conseguirlo (El Mundo, 28/VI/2005), que dan fe <strong>de</strong> lo mal consi<strong>de</strong>rada que<br />
está, a estas alturas <strong>de</strong> la historia, la costumbre <strong>de</strong> fumar: “Hay vida <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l tabaco.<br />
Yo <strong>de</strong>jé <strong>de</strong> fumar y llegué a ministro”. Otro testimonio, a la hora <strong>de</strong> caracterizar a los<br />
alumnos <strong>de</strong> instituto fumadores, los <strong>de</strong>scribe como los más rebel<strong>de</strong>s e indisciplinados y ,<br />
por en<strong>de</strong>, peores estudiantes.<br />
Si abstenerse <strong>de</strong> fumar resulta mo<strong>de</strong>rno y civilizado, seguir fumando es síntoma <strong>de</strong><br />
atraso y <strong>de</strong> pertenencia a capas sociales inferiores. En ocasiones se compara el <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />
fumar con otros avances <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad, como la educación. Así, Merce<strong>de</strong>s Cabrera,<br />
Ministra <strong>de</strong> Educación y Ciencia, establecía un paralelismo entre consumo <strong>de</strong> tabaco y<br />
alfabetización (El Pais.com, 8/XII/2007): “Es peor no saber leer que fumar”, afirmaba,<br />
hablando <strong>de</strong> la conveniencia <strong>de</strong> realizar una campaña para la lectura similar a las<br />
antitabaco.<br />
La asociación <strong>de</strong>l tabaco con los estratos sociales inferiores se explotó en los años<br />
noventa en campañas como la llevada a cabo en California en 1990, dirigida a jóvenes,<br />
mujeres e integrantes <strong>de</strong> minorías (negros, hispanos y asiáticos), que –se <strong>de</strong>cía– eran los<br />
grupos sociales en los que el consumo <strong>de</strong> tabaco se mantenía estable.<br />
En España también hemos encontrado algunos ejemplos <strong>de</strong> esta asociación: “El número<br />
<strong>de</strong> mujeres fumadoras se ha duplicado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1975” (La Voz <strong>de</strong> Galicia, 20/I/2003),<br />
según un estudio publicado en Medicina clínica. Los autores <strong>de</strong>l estudio consi<strong>de</strong>ran que<br />
España ha seguido un mo<strong>de</strong>lo típico <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l tabaquismo, que se basa en la<br />
existencia <strong>de</strong> una primera fase en la que el tabaco es raro y propio <strong>de</strong> clases aventajadas,<br />
otra fase en la que el consumo se hace más prevalente, sobre todo en varones con mayor<br />
nivel socioeconómico, una tercera en la que se empieza a reducir en varones mientras<br />
que en mujeres alcanza su máximo y se estabiliza y una cuarta don<strong>de</strong> la prevalencia se<br />
reduce en hombres y mujeres.<br />
La proximidad <strong>de</strong>l tabaco con el mundo <strong>de</strong> las drogas ha sido otra manera eficaz <strong>de</strong><br />
marcar negativamente a esta sustancia, pues este tipo <strong>de</strong> sustancias arrastran gran<br />
número <strong>de</strong> connotaciones negativas. Así, por ejemplo, se afirma que “El 85% <strong>de</strong> los<br />
jóvenes que fuman cigarrillos ha probado los porros” (Europa Press, 8/I/2007):<br />
El vínculo entre tabaco y pobreza ha sido señalado repetidamente. Por ejemplo, la<br />
Organización Mundial <strong>de</strong> la Salud afirma que existe una ten<strong>de</strong>ncia a que sean los más
pobres los que consuman más tabaco lo que, a<strong>de</strong>más, los empobrece más todavía, al<br />
impedirles colaborar en el mantenimiento <strong>de</strong> sus familias, al suponer una carga añadida<br />
<strong>de</strong> atenciones médicas; perjudica también a las naciones más pobres al aumentar su<br />
gasto sanitario (El País, 31/V/2004).<br />
Ante el abandono <strong>de</strong>l tabaco, que se está generalizando en los países más avanzados, la<br />
industria <strong>de</strong>l tabaco se dirige hacia colectivos más vulnerables y fáciles <strong>de</strong> disuadir. Así<br />
lo afirmaba un artículo titulado “Los enfermos mentales y los sin techo, nueva cartera<br />
<strong>de</strong> clientes” publicado en Elmundo.es salud (19/I/2006), en el que se afirmaba:<br />
“Algunos estudios sugieren que entre el 70% y el 99% <strong>de</strong> los adultos sin techo fuman y<br />
se estima que los enfermos mentales compran casi la mitad <strong>de</strong> los cigarrillos que se<br />
ven<strong>de</strong>n en EEUU”.<br />
Con motivo <strong>de</strong> la inclusión <strong>de</strong> Altadis en su intranet <strong>de</strong> varios ví<strong>de</strong>os en los que el<br />
tabaco aparece como algo lleno <strong>de</strong> glamour se resaltaba cómo fumar se ha convertido en<br />
algo marginal e, incluso, <strong>de</strong>lictivo (“Fumar era un placer”, ABC, 27/VII/2007): “Baño<br />
<strong>de</strong> moral para sus directivos es lo que ha buscado Altadis. Que cuando la última<br />
restricción legal les suma en la <strong>de</strong>presión, puedan refugiarse en su Intranet, en su<br />
pequeña red interna, en un universo paralelo en el que fumar vuelva a ser algo elegante<br />
y no <strong>de</strong>lictivo”.<br />
A raíz <strong>de</strong> la promulgación <strong>de</strong> la Ley 28/2005, encontramos opiniones como la siguiente,<br />
aparecida en 20minutos.es, que <strong>de</strong>staca cómo en España nos vamos civilizando: “me ha<br />
ayudado mucho a <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> fumar. ahora nadie concibe ver gente fumando en trabajo. eso<br />
es bueno. y <strong>de</strong>muestra que nos hacemos a las buenas costumbres (no-espe-no)”.<br />
Fumar pue<strong>de</strong> ser un obstáculo a la hora <strong>de</strong> encontrar trabajo; al menos así lo creen los<br />
autores <strong>de</strong> la Guía <strong>de</strong> las empresas que ofrecen empleo, editada por la Fundación<br />
Universidad-empresa, <strong>de</strong>stinada a proporcionar medios para conseguir un puesto <strong>de</strong><br />
trabajo. Entre las recomendaciones que todo solicitante <strong>de</strong>bería tener en cuenta cuando<br />
acu<strong>de</strong> a una entrevista <strong>de</strong> trabajo, se incluye una recomendación: “No fumes aunque te<br />
lo ofrezcan” (Actualidad Tabaquera, nº 488, enero 1995: 39).<br />
En ocasiones, se ha llegado censurar el comportamiento <strong>de</strong> un personaje público por<br />
aparecer fumando. Es el caso <strong>de</strong> la actriz Nicole Kidman, muy criticada por grupos <strong>de</strong><br />
presión australianos contrarios al tabaco, por haber fumado durante una rueda <strong>de</strong> prensa<br />
en el Festival <strong>de</strong> Cine <strong>de</strong> Cannes (Diario Vasco, 22/V/2003).
Destacar el glamour <strong>de</strong>l tabaco le costó caro a la psicóloga malagueña que, bajo el<br />
pseudónimo <strong>de</strong> Lamar<strong>de</strong>, había publicado en la comunidad fotográfica<br />
Flickr–perteneciente a Yahoo!– carteles e imágenes relacionadas con el tabaco. Así, se<br />
le hizo llegar un mensaje que <strong>de</strong> un “contenido inapropiado” que podía ser borrada<br />
en cualquier momento. Las consecuencias han sido que sólo los miembros <strong>de</strong> Yahoo!<br />
que afirmen tener más <strong>de</strong> 18 años pue<strong>de</strong>n acce<strong>de</strong>r a la colección <strong>de</strong> Lamar<strong>de</strong>, y siempre<br />
con un aviso en la parte superior sobre su contenido.<br />
Pero, probablemente, el caso más llamativo <strong>de</strong> censura <strong>de</strong>l que hemos tenido noticia,<br />
pues supone una peligrosa reinvención orwelliana <strong>de</strong> la historia, fue borrar el cigarrillo<br />
que Jean-Paul Sartre sostenía entre sus <strong>de</strong>dos en la foto que aparecía en la portada con<br />
motivo <strong>de</strong> una exposición celebrada en la Biblioteca Nacional Francesa acerca <strong>de</strong> este<br />
filósofo (Rosa Montero, “El cigarrillo <strong>de</strong> Sartre”, en El País Semanal, 11/IV/2005:108).<br />
El proceso <strong>de</strong> construcción <strong>de</strong>l fumador como <strong>de</strong>sviado social culmina en opiniones<br />
como las vertidas en el foro <strong>de</strong> El País.com, que llegan a catalogar al fumador como<br />
algo opuesto a la categoría <strong>de</strong> lo “normal”, asociando el fumar con la incultura y la<br />
inconsciencia: “Puntualicemos las etiquetas, la población no se divi<strong>de</strong>n en fumadores y<br />
no fumadores, no se pue<strong>de</strong> etiquetar a nadie con algo que no se es, habría que<br />
etiquetarlos así: PERSONA NORMAL y FUMADOR. Fumador: Persona<br />
drogo<strong>de</strong>pendiente, que a<strong>de</strong>más molesta a los <strong>de</strong>más al satisfacer su adicción. Libretto”.<br />
“Los fumadores con cierta formación y con un nivel cultural normal acogen bien la<br />
medida conscientes <strong>de</strong> que así se fumará algo menos y, por tanto, redundará en cierta<br />
medida en la salud <strong>de</strong> todos. Son en cambio, los incultos, los que aún aconscientes <strong>de</strong><br />
que el veneno <strong>de</strong> esta droga molesta a todo el mundo, siguen pretendiendo imponer y<br />
convencer que fumar sea lo más natural y por tanto la regla general y, señores, esto no<br />
es así, no fumando en lugares cerrados no se molesta a nadie [...]. Cordoba”.<br />
Conclusiones<br />
En <strong>de</strong>finitiva, parece que la construcción <strong>de</strong>l tabaquismo como conducta <strong>de</strong>sviada es<br />
una ten<strong>de</strong>ncia consolidada en tiempos actuales, y guarda relación con la concepción <strong>de</strong>l<br />
hábito <strong>de</strong> fumar como enfermedad y la <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> los perjuicios para la salud <strong>de</strong>l<br />
tabaco. La división entre personas sanas y fumadores (enfermos, o potencialmente<br />
enfermos) conduce, en ocasiones, a maniobras discriminatorias. Argumentar que el<br />
fumador es una carga para la sociedad, en virtud <strong>de</strong> los elevados costes que ocasiona a<br />
ésta, es una manera eficaz <strong>de</strong> caracterizarlo como antisocial, como elemento patológico.
El establecimiento <strong>de</strong> restricciones en torno al consumo y la publicidad <strong>de</strong> este<br />
producto también han sido un elemento <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n a la hora <strong>de</strong> construir la figura<br />
<strong>de</strong>l fumador como <strong>de</strong>sviado. La reducción <strong>de</strong>l espacio <strong>de</strong>l fumador nos lleva a la<br />
segregación <strong>de</strong> éste, que se ve apartado <strong>de</strong> prácticamente todos los espacios públicos<br />
cerrados. La retórica <strong>de</strong> confinamiento acompaña la creación <strong>de</strong> zonas específicas para<br />
cultivar el hábito <strong>de</strong> fumar, lo que acaba provocando que el que fuma se sienta<br />
presionado para <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> fumar, o que se esconda para seguir fumando. Fumar,<br />
entonces, <strong>de</strong>ja paulatinamente <strong>de</strong> ser un acto social, pasando a ser un acto privado,<br />
íntimo, y casi prohibido.<br />
La caracterización <strong>de</strong>l fumador como contaminador nos conduce a la importancia que,<br />
hoy día, ha adquirido la pureza corporal, en sustitución <strong>de</strong> la ancestral limpieza <strong>de</strong>l<br />
alma. El tabaco, entonces, se convierte en chivo expiatorio, en enemigo interno que<br />
concentra odios y temores –<strong>de</strong>sviando la atención <strong>de</strong> otros riesgos y peligros– lo que<br />
explica la ten<strong>de</strong>ncia a emplear una terminología que <strong>de</strong>spoja <strong>de</strong> humanidad al fumador.<br />
Sin embargo, lo rechazable también <strong>de</strong>spierta la atracción hacia lo prohibido y<br />
peligroso, algo frecuente entre los colectivos <strong>de</strong> menor edad.<br />
Otro mecanismo <strong>de</strong> importancia a la hora <strong>de</strong> transformar al hábito <strong>de</strong> fumar en conducta<br />
antisocial ha sido la regulación <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong>l tabaco, junto con la terminología<br />
criminalizadora y bélica que ha ido acompañando a estas medidas. Las numerosas<br />
restricciones en torno al consumo <strong>de</strong> tabaco hacen que el fumador pueda, fácilmente,<br />
convertirse en <strong>de</strong>lincuente si quiebra las leyes. De hecho, al fumador se le caracteriza<br />
como un ser problemático, poco amigo <strong>de</strong> cumplir las normas, lo que subraya su<br />
condición <strong>de</strong> marginado. A<strong>de</strong>más, el tabaco se ha ido construyendo, retóricamente,<br />
como enemigo <strong>de</strong> la sociedad que, en virtud <strong>de</strong> su condición <strong>de</strong> asesino, <strong>de</strong>be ser<br />
erradicado.<br />
En <strong>de</strong>finitiva, el acto <strong>de</strong> fumar se va construyendo como conducta <strong>de</strong>sviada <strong>de</strong> la norma<br />
social. Fumar pasa a ser consi<strong>de</strong>rado como un hábito minoritario, molesto y anormal,<br />
algo que las campañas antitabaco subrayan, pues su objetivo explícito es el <strong>de</strong><br />
“<strong>de</strong>slegitimar” tal comportamiento y establecer una nueva norma social, la <strong>de</strong> no fumar.<br />
Maneras eficaces <strong>de</strong> recalcar la condición <strong>de</strong> <strong>de</strong>sviado <strong>de</strong> la norma <strong>de</strong>l fumador son:<br />
asociarlo con la rebeldía, con la parte marginal <strong>de</strong> la sociedad (drogadictos, pobres,<br />
enfermos mentales, sin techo), disociarlo <strong>de</strong> la civilización y las “buenas costumbres” y<br />
mostrar, mediante cifras, que los fumadores ya no son mayoría. Que fumar ha pasado,
en gran medida, a estar mal consi<strong>de</strong>rado queda evi<strong>de</strong>nciado en hechos como que se<br />
recomien<strong>de</strong> a los que buscan empleo que no acepten fumar, o que se critique que<br />
personajes famosos consuman cigarrillos en público, o se llegue, en ocasiones, a la más<br />
abierta censura o al extremo <strong>de</strong> falsear la historia para hacer <strong>de</strong>saparecer el tabaco.<br />
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