Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...
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paciente, y se dedica a producir ruidos metálicos inquietantes,<br />
mientras tararea alguna canción de moda. Este es el momento más<br />
dramático en la vida de un paciente odontológico: cuando ignora lo<br />
que le va a suceder y sólo oye entrechocar de hierros desconocidos.<br />
Algunos dentistas, para mostrar mayor refinamiento, trabajan con<br />
ambiente musical. Entonces es una <strong>del</strong>icia para el paciente el disfrutar<br />
de una suave melodía con violines derretidos mientras le extraen la<br />
muela <strong>del</strong> juicio o le curetean el alvéolo de un colmillo inferior.<br />
Hasta hay dentistas que no pueden sobreponerse a su temperamento<br />
musical y siguen el compás de la música con el taladro en el diente<br />
<strong>del</strong> paciente. Un servicio extra sin recargo adicional, como quien<br />
dice.<br />
Así por semanas, meses, años, hasta que el paciente descubre<br />
que lo mejor era extraerse toda la dentadura y ponerse aquella<br />
prótesis tan bonita que vio en el catálogo mientras hacia la antesala<br />
para la primera consulta.<br />
Otro homenaje<br />
Hasta aquí, no se puede decir que el dentista haya salido bien<br />
parado de nuestro estudio. Pero examinemos ahora <strong>los</strong> aspectos<br />
amables de la profesión. Para empezar, ¿No debemos estar<br />
agradecidos a un profesional cuyo trabajo consiste en remo<strong>del</strong>arnos la<br />
sonrisa? Si no existiesen <strong>los</strong> dentistas, ¿Qué sería de <strong>los</strong> maniseros,<br />
de <strong>los</strong> fabricantes de chicles y carame<strong>los</strong> y <strong>los</strong> vendedores de<br />
chicharrón? <strong>Las</strong> sonrisas más famosas de la política y el cinematógrafo,<br />
¿No son producto de <strong>los</strong> desve<strong>los</strong> de un modesto dentista anónimo?<br />
Para eso tiene el dentista que estudiar desde la Psicología hasta la<br />
Cerámica: para ayudarnos a sonreír. Introducir las manos en bocas<br />
que son verdaderos avernos en miniatura, exponerse a ser mordido a<br />
cada instante, hacer las veces <strong>del</strong> psiquiatra, el ingeniero, el escultor,<br />
el domador y el campeón de lucha libre al mismo tiempo, en eso<br />
consiste el trabajo <strong>del</strong> dentista. Por eso habíamos dejado para lo último<br />
la condición más importante que se requiere para hacerlo: la<br />
abnegación. Y no sólo para hacerlo, sino también para cobrarlo,<br />
ANIBAL NAZOA<br />
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