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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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quienes a la vez lo adornan, suerte de ángel con alas de vampiro o<br />

vampiro con alas de ángel. Amo <strong>del</strong> Dolor y Defensor de la Sonrisa,<br />

conjuga en su persona lo dulce y lo amargo. Su nombre siempre se<br />

asocia al sufrimiento y al placer por partes iguales. Caramelo y<br />

botador, jeringa y dulce de durazno, pinza y turrón de Alicante,<br />

fresas con crema y fresa eléctrica. Quien dice dulce dice dentista y<br />

ay yayáy yayáy mi madre. Sigue comiendo melcocha, que allá te<br />

está esperando el doctor. Cuando yo veo almendras garrapiñadas<br />

me duelen hasta <strong>los</strong> ganchitos <strong>del</strong> puente. No existe en el mundo<br />

nada mejor para hacer doler las muelas que el dulce de leche. Al<br />

que me nombre alfeñique la mato. ¿Usted conoce un dolor más<br />

terrible y penetrante que el que puede causar un dátil paso<br />

imprudentemente masticado con un colmillo cariado? Sí: el que<br />

puede causar el taladro <strong>del</strong> dentista en el mismo colmillo. Del<br />

dentista no se puede preguntar si es “ángel o demonio”: él es ángel y<br />

demonio. Ya iremos viendo por qué.<br />

<strong>Las</strong> condiciones<br />

Tenso, la frente perlada de sudor, <strong>los</strong> ojos cerrados como<br />

ostras, las manos crispadas prendidas a <strong>los</strong> brazos de la silla con<br />

adherencia de plantas trepadoras, las piernas más bien trenzadas que<br />

cruzadas y, por supuesto, la boca abierta, no desmesurada, no agónica<br />

sino resignada, desmayadamente abierta mientras el corazón ensaya<br />

la parte de <strong>los</strong> timbales en una partitura de Wagner. Esta es, más o<br />

menos, la actitud habitual <strong>del</strong> paciente odontológico. Si usted no es<br />

capaz de mantener a una persona en esta situación durante un tiempo<br />

razonable, pongamos una hora, será mejor que olvide las pinzas y se<br />

dedique a otra cosa. Esto no lo consigue sino aquel que posee ciertas<br />

condiciones no dadas a todos <strong>los</strong> mortales: en primer lugar, una<br />

apariencia muy pulcra, casi hasta el extremo de dar asco de puro<br />

limpia, que servirá para agregar al vulgar miedo <strong>del</strong> paciente un<br />

sentimiento de inferioridad y una vergüenza de mostrar sus ruinas<br />

dentarias sumamente benéficos para la imagen <strong>del</strong> profesional. Un<br />

dentista que no sea el colmo de la pulcritud se expone a que el paciente<br />

le tome una confianza desmedida y en consecuencia se permita<br />

ANIBAL NAZOA<br />

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