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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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Resumiendo: un ciudadano discretamente peludo, vestido<br />

en tonos claros, de apariencia muy fresca, preferiblemente<br />

combinaciones de gris con azul, o blanco con tenues rayas verde<br />

pálido o color caqui combinado con verde grisáceo y sandalias<br />

amarillas o mocasines salmón rotos, mientras no se demuestre lo<br />

contrario es un arquitecto.<br />

Hábitat<br />

Si de alguien no se puede decir que “en casa de herrero, asador de<br />

palo” es <strong>del</strong> arquitecto. Una vivienda de arquitecto, aunque estuviese<br />

ubicada en la Luna, se podría descubrir hasta por radio. Quien aspire<br />

a ser llamado arquitecto ha de vivir en una casa que por fuera parezca<br />

una porquería y por dentro despierte la envidia de <strong>los</strong> menos<br />

envidiosos. Por fuera, un muro de concreto desnudo cubierto por un<br />

voladizo de madera; por dentro, demasiado largo para contar. El vulgo,<br />

por supuesto, ignora que el concreto desnudo se llama “concreto a la<br />

vista” u “obra limpia”, y el voladizo de madera es un cantilever y que<br />

entre ambos cuestan lo que un barrio entero de ranchos. Afuera crece<br />

el monte (sembrado según <strong>los</strong> consejos <strong>del</strong> arquitecto paisajista que<br />

vino a un congreso el año antepasado); adentro es el caos, pero un<br />

caos nornoroeste como la locura de Hamlet: cojines tirados por el suelo<br />

aquí y allá; en medio de la sala, un viejo y oxidado cigüeñal de camión.<br />

Más allá, una muñeca decapitada con la palabra please escrita en la<br />

barriga. Una piedra cualquiera, un aspa de ventilador eléctrico<br />

sembrada en una vasija como si fuera una planta y, de pronto, una<br />

escultura de Archipenko legítima. En las paredes se alternan un afiche<br />

que dice “Krákow 1953” y un tapiz de Lurcat, un Léger y un papel<br />

sucio que dice “mierda, Caracas”, una caricatura original de Steinberg<br />

y una máscara boliviana. Por todas partes rol<strong>los</strong> de papel, planos y<br />

maquetas visiblemente despachurradas en un momento de ira<br />

arquitectónica. En algún lugar insospechado, una mesa de dibujo con<br />

manchones de queso camembert y croquis entremezclados con<br />

números telefónicos y frases de Jean Cocteau y Mies van der Rohe.<br />

En el excusado, un retrato de Bach o de Churchill entre adminícu<strong>los</strong><br />

y productos que nadie sabe para qué sirven y, por lo tanto, despiertan<br />

ANIBAL NAZOA<br />

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