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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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y Adolfo Hitler. Lo más deseable es que el arquitecto reúna las dos<br />

clases de conocimiento en una sola persona. Como <strong>los</strong> que edificaron<br />

el palacio Potala de Lhasa y <strong>los</strong> proyectistas de Chichén Itza,<br />

Bramante y Leonardo da Vinci. Si no, que sean grandes matemáticos<br />

como <strong>los</strong> constructores de las Pirámides o grandes artistas como<br />

Fernando Cheval, el pobre cartero francés que resumió en su Palacio<br />

Ideal la riqueza de <strong>los</strong> temp<strong>los</strong> de Angkor y la fantasía de Gaudí, sin<br />

mas conocimiento arquitectónico que el dictado por un sueño.<br />

El arte de ser<br />

Quedamos, pues, en que el arquitecto es primero que nada<br />

un artista. Tan artista que se disgusta si lo confunden con el hombre<br />

de ciencia o el técnico. La frase comparativa “más bruto que un ingeniero”,<br />

fue, indudablemente, inventada por un arquitecto. Conviene a<br />

nosotros que así sea porque, tratándose de un artista y estando el<br />

artista expuesto a la crítica de cualquier ignorante que se le atreva, así<br />

nos sentimos autorizados a meternos en una profesión de las más<br />

difíciles y de la cual, por supuesto, nada sabemos.<br />

Ha de pasar el arquitecto por todas las fatigas de una carrera<br />

universitaria y, una vez graduado, apenas comienza su aprendizaje.<br />

Porque una cosa es haber estudiado Arquitectura y otra ser arquitecto.<br />

Para esto último se requiere una serie de condiciones que no son<br />

dadas a todos <strong>los</strong> humanos, como son las siguientes:<br />

Aspecto personal<br />

¿Pretende usted ser arquitecto con ese traje y ese corte de<br />

pelo? ¡No, hombre, bájese de esa nube! Aprenda de una vez por<br />

todas que el arquitecto debe vestir con estudiadísimo descuido. Por<br />

lo regular el buen arquitecto es un ser desharrapado que lleva un<br />

pantalón arrugadísimo, una franela rota y una chaqueta demasiado<br />

corta, unos zapatos de trapo increíblemente sucios y unos calcetines<br />

escanda<strong>los</strong>os, todo de diferente color, confeccionado en telas muy<br />

flojas y de procedencia absolutamente indefinible.<br />

ANIBAL NAZOA<br />

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