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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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pero al mismo tiempo me estaban metiendo por <strong>los</strong> ojos a la hija <strong>del</strong> jefe, que<br />

es más fea que un caimán en bicicleta”.<br />

<strong>Las</strong> razones <strong>del</strong> desempleado<br />

Nadie puede escoger el oficio de desempleado simplemente<br />

porque no se le ocurre otra cosa. Es indispensable tener un motivo,<br />

y en esto también juega importantísimo papel la imaginación. Muchos<br />

desempleados lo son porque, como dicen el<strong>los</strong>, “a mí no me gusta tener<br />

jefe; yo, o tengo mi propio negocio o me muero de hambre”. Pero si se les ofrece<br />

un empleo donde el<strong>los</strong> van a ser <strong>los</strong> jefes, entonces lo rechazan<br />

explicando que “a mi no me gusta ser jefe de nadie; uno con eso lo que hace es<br />

ganarse enemistades y complicarse la vida”. Otros se niegan a aceptar el<br />

cargo por respeto a sus propios principios: “el trabajo era cómodo y el<br />

sueldo bastante bueno, pero para mí aceptarlo significaba claudicar y eso sí que<br />

no, yo no vendo mis principios por un plato de lentejas”.<br />

Claro que este tipo de desempleado jamás explica cómo ante<br />

qué o quién se le pedía que claudicara ni cuales son sus principios,<br />

pero tampoco se puede negar que el argumento es muy impresionante.<br />

Altamente apreciado y acreedor a <strong>los</strong> aplausos de la comunidad, por<br />

el pathos y el vigor que pone en el desempeño de su papel es el<br />

desempleado que se confiesa víctima de su invencible honestidad.<br />

Es el que, habiendo estado varias veces “a punto” de ocupar<br />

envidiables posiciones en la administración pública o en la empresa<br />

privada, ha renunciado sistemáticamente con este hermoso argumento<br />

u otro parecido: “es que, de verdad, eso no tiene remedio: yo soy demasiado<br />

honesto. Yo no puedo aceptar un cargo para el cual no estoy realmente capacitado,<br />

porque no sirvo para mentir. A mí me preguntan si yo sé hablar inglés y ¿Por qué<br />

voy a decir que sí, si yo NO SE hablar inglés? Entonces vengo como un zoquete<br />

y digo que no, y ya está. Por eso es que yo estoy en esta situación, ¿tú no ves que<br />

yo no soy vivo como la mayor parte de la gente? Yo a dondequiera que voy lo<br />

digo: yo no hablo inglés, ni soy taquígrafo, ni sé manejar motocicleta... Si me<br />

quieren dar trabajo, bueno; y si no...”<br />

LAS ARTES Y LOS OFICIOS<br />

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