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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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para nuevos ajustes. En otras palabras, hoy día no hay personas<br />

sanas sino pacientes que no han pasado por todos <strong>los</strong> especialistas.<br />

Pruebe usted y, por muy sano que se sienta, le apostamos a que<br />

algo le descubren en algún punto de la cadena.<br />

Mago, confesor, verdugo, padre, compadre, detective, todo<br />

en una sola pieza ha de ser el médico, cualquiera sea su especialidad.<br />

Debe saber inspirar al mismo tiempo confianza y temor, ser cruel y a<br />

la vez tierno, serio y jovial, de manera que el paciente jamás llegue a<br />

enterarse de lo que realmente piensa. En principio, al paciente lo que<br />

más le conviene es interpretar al revés las palabras <strong>del</strong> médico. Si el<br />

doctor le dice, por ejemplo, que “esa telangictasia no me gusta nada, yo<br />

creo que tendremos que hacer una prueba de Molligstein y un tiempo de<br />

saponificación a ver si hay esclerorrombitis idiopática de la duramadre”, el<br />

paciente puede estar tranquilo: el doctor está simplemente<br />

redondeando la factura. Pero si en cambio le dice que “no hombre, no<br />

se preocupe, eso no es nada, una tontería; usted va a ir ahora con este papelito a<br />

casa <strong>del</strong> doctor Gutiérrez -le vamos a hacer una pequeña biopsia, ¿Verdad?- y<br />

cuando él le dé el resultado me lo trae. Mientras tanto si le duele la barriga se<br />

toma estas goticas que le vamos a recetar, y procure no comer mucha manteca”,<br />

entonces que se amarre <strong>los</strong> pantalones porque lo que viene es cirugía<br />

mayor y quién sabe si...<br />

El doctor se caracteriza por dos cosas: una pulcritud<br />

impresionante y unas manos más impresionantes todavía. Cuando él<br />

dice “desvístase y acuéstese ahí”, el paciente debe prepararse para lo peor.<br />

Porque ahí entran en acción las manos <strong>del</strong> doctor. Unas manos muy<br />

limpias, muy grandes, muy velludas. La cosa empieza como un juego.<br />

El doctor le toma un brazo al paciente y se lo flexiona suavemente.<br />

Le examina las uñas. Le pone el estetoscopio -previamente frotado<br />

para calentarlo si se trata de un paciente particular, helado si de un<br />

miembro de la clientela hospitalaria- y le pide que tosa. Luego<br />

tamborilea sobre las costillas -¡Es que me hace cosquillas, doctor!- y<br />

cuando menos lo espera el paciente ¡Zas! encaja una de aquellas<br />

manazas en el hígado y se deja ir con todo el peso de su cuerpo.<br />

ANIBAL NAZOA<br />

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