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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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Lo actual<br />

Ninguna profesión tiene más detractores ni más defensores<br />

que la de médico. Sobre ninguna se ha amontonado igual cúmulo de<br />

lugares comunes y cursilerías. De ninguna se tiene un concepto tan<br />

exagerado en todos <strong>los</strong> sentidos. Un mismo médico puede tener<br />

aureola de santo ante <strong>los</strong> ojos de un paciente y cuernos y pezuñas de<br />

diablo ante <strong>los</strong> de otro. “La Medicina es un apostolado”, dice el primero.<br />

“La Medicina es un negocio”, dice el segundo. ¿Quién tiene la razón?<br />

Podríamos decir que ambos, o sea que la medicina es un negocio<br />

apostólico o un apostolado que puede ser buen negocio. Pero mejor<br />

es ver actuar al doctor, y que cada lector saque sus conclusiones.<br />

El doctor<br />

¿Como es el doctor? Veinte o treinta años atrás, esta pregunta<br />

era fácil de responder: es un señor de barbita que lleva un maletín y<br />

sabe de todo. Hoy semejante idea resulta ridícula, primero porque<br />

cualquiera puede usar barbita sin saber una palabra de medicina, y<br />

segundo porque el médico de ahora no sabe de todo sino que lo sabe<br />

todo acerca de una sola cosa. Con el triunfo de la especialización, se<br />

puede decir que ya no existe el médico en el sentido de la totalidad,<br />

sino una serie de fracciones que en conjunto constituyen un médico.<br />

Un gastroenterólogo más un laboratorista más un dermatólogo más<br />

un laboratorista, más un internista más un laboratorista, más un<br />

cardiólogo, más un laboratorista, más un psiquiatra más un<br />

laboratorista... etc., igual a un médico. De manera que cuando usted<br />

va al consultorio el que lo ve es un pedacito de médico que le manda<br />

a hacer como cuarenta exámenes de laboratorio para luego remitirlo<br />

a otro pedacito de médico que le manda a hacer otra vez como<br />

cuarenta exámenes de laboratorio y así ad infinitum, hasta que usted<br />

queda convencido de que, si no es la persona más enferma <strong>del</strong><br />

universo, por lo menos su enfermedad es la más rara <strong>del</strong> mundo. La<br />

medicina moderna es, pues, como la cadena de montaje de una fábrica<br />

de automóviles, con la diferencia de que al final no sale un automóvil<br />

nuevo sino un cacharro lamentable que debe reingresar a la cadena<br />

LAS ARTES Y LOS OFICIOS<br />

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