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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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lo más parecido <strong>del</strong> mundo a la producción de pol<strong>los</strong>: ¿De qué color,<br />

peso y tamaño <strong>los</strong> quiere? Ahí está. Si a un torero de hoy se le<br />

soltara un toro de <strong>los</strong> de la Academia, probablemente echaría a<br />

correr al grito de “Josú, que eso no es toro, que es un rinoceronte!”.<br />

Volviendo al miedo, éste en la actualidad ha pasado a ser un<br />

mero adorno de la Fiesta. Cuando un cronista celebra la “vergüenza”,<br />

de un torero, seguramente se refiere a la que el diestro siente al<br />

enfrentarse, con diez o quince mil personas de su parte, a un animal<br />

que previamente ha sido afeitado, maltratado con costalazos de arena<br />

sobre <strong>los</strong> riñones, reflectores para no dejarlo dormir y otros<br />

“preparativos” aparte de <strong>los</strong> que ya trae en sí como animal artificial<br />

hecho a la medida; si agregamos a todo esto la tortura de la pica y las<br />

banderillas, es fácil concluir que para la hora de la “suerte suprema”, el<br />

matador usa el estoque tan sólo por llenar una fórmula, puesto que<br />

lo mismo podría liquidar a su enemigo de una cachetada y hasta de<br />

un grito.<br />

Apoteosis<br />

Pero no hemos venido a abogar por el toro -¡Dios nos libre de<br />

faltar a <strong>los</strong> preceptos de don José, en cuya opinión “el único insulto para<br />

el toro es la compasión”!- sino a hacer algunas consideraciones acerca de<br />

su antagonista, consideraciones que por cierto ya tocan a su fin, pues<br />

estamos plenamente conscientes de que extendernos demasiado<br />

comportaría el doble riesgo de aburrir al lector hasta más allá <strong>del</strong><br />

límite de lo tolerable y pisar terrenos que nos están vedados a <strong>los</strong> no<br />

aficionados. Remataremos la faena haciendo notar el gran parecido que<br />

existe entre la profesión de torero y la de militar: ambos profesionales<br />

se distinguen por un complicadísimo uniforme lleno de adornos cuyos<br />

nombres y significado ignoramos la mayoría de <strong>los</strong> mortales; entre<br />

ambos detentan casi el monopolio de esa especialísima cualidad<br />

humana llamada pundonor, ambos usan espada aunque rara vez pelean<br />

y por último ambos parecen tener como objetivo único en esta<br />

vida alcanzar la inmortalidad. Uno y otro pueden seguir dos<br />

LAS ARTES Y LOS OFICIOS<br />

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