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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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en las Barber’s Shop Ballads que todavía se cantan, y en el campo<br />

venezolano donde aún se encuentran barberos-arpistos y no se puede<br />

escuchar un bandolín sin imaginar que el ejecutante es un barbero.<br />

Fígaro quá, Fígaro lá<br />

Si por algo <strong>los</strong> barberos son a menudo confundidos con <strong>los</strong><br />

médicos y odontólogos no es sólo por la bata blanca, sino también<br />

por la pulcritud de sus personas, que es su característica principal y<br />

les viene de sus tiempos de cirujanos. Basta observar el miedo que<br />

les tienen <strong>los</strong> niños para darse cuenta de lo extraordinariamente<br />

parecidos que son barberos y doctores. Es más, hay barberos dotados<br />

de habilidades pediátricas que envidiaría cualquier médico; niños que<br />

sólo se dejan ver por el pediatra después de chillar y patalear por<br />

horas luchando con las enfermeras más fornidas de la clínica,<br />

pequeños monstruos capaces de arrancarle tres dedos al dentista sin<br />

llegar a abrir la boca, se entregan en las manos de ciertos barberos<br />

dulcemente, sin la menor protesta.<br />

Quedamos, pues, en que para ser barbero se necesita ante<br />

todo tener una cara de médico que no la brinque un venado. Luego se<br />

plantea la cuestión de la nacionalidad: algunos tratadistas demasiado<br />

puntil<strong>los</strong>os afirman que el barbero debe ser necesariamente italiano,<br />

pero modernamente se admiten <strong>los</strong> de otras nacionalidades, siempre<br />

que sean italianos de corazón, aficionados a la ópera y <strong>los</strong> macarrones.<br />

Y es que, realmente, el arte de la barbería ha alcanzado tal grado de<br />

refinamiento en la tierra de Maquiavelo que hoy día, así como todos<br />

<strong>los</strong> chefs de cocina y modistos se hacen pasar por franceses, hasta <strong>los</strong><br />

barberos japoneses se fingen italianos. De modo que si usted quiere<br />

ser barbero pero no es italiano, mala suerte, que le vamos a hacer<br />

pero no importa, trate de parecerlo y a<strong>del</strong>ante con <strong>los</strong> faroles, digo,<br />

con las tijeras. Más la apariencia no lo es todo; aparte de unas manos<br />

finas, ágiles, expresivas como las de un bailarín flamenco, ha de poseer<br />

el barbero una vasta cultura que abarque desde la historia antigua<br />

hasta el fútbol pasando por la numismática y la economía política.<br />

ANIBAL NAZOA<br />

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