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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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Ambassador, Gospodin Pasól... ¿Cómo es un diplomático? Puesto<br />

que aquí se trata más bien de explicar cómo debe ser un diplomático,<br />

empezaremos por mencionar la primera de las cualidades que se<br />

exigen para poderse dedicar a tan meritoria carrera: el espíritu de<br />

sacrificio. Como bien lo sabemos, el diplomático es ante todo un<br />

ciudadano plenamente dispuesto, sin vacilaciones, a sacrificarse por<br />

la Patria. A soportar con estoicismo el crudo invierno de París; a<br />

sufrir sin chistar la triste niebla londinense; a sobrellevar<br />

resignadamente el bullicio de Tokio; las largas noches de Oslo, el<br />

tóxico smog de San Francisco, la perdiz estofada de <strong>los</strong> restaurantes<br />

de Madrid. A servir sin preguntar bajo cualquier gobierno, porque él<br />

donde este no representa al gobierno sino a la Patria, que al fin y al<br />

cabo es la que le paga su mísero sueldo y sus igualmente míseros<br />

gastos de representación y viáticos. Otras condiciones imprescindibles<br />

para ejercer la diplomacia son:<br />

a) La elegancia. No se concibe un diplomático que no sea<br />

terriblemente elegante. El señor Embajador tiene la obligación moral<br />

de ser alto, <strong>del</strong>gado, entrado en años, de movimientos pausados y<br />

ceremoniosos, dueño de una ordenada cabellera cana, o en su defecto,<br />

de una brillante y bien moldeada calva. De ser posible, poseerá<br />

también una cuidada barba en punta que, además de lucir mucho le<br />

será muy útil para mesársela en <strong>los</strong> momentos de tensión internacional.<br />

Puede tener vista suficiente para contarle <strong>los</strong> pe<strong>los</strong> a un mosquito<br />

situado a veinte kilómetros, pero de todos modos usará anteojos o,<br />

mejor todavía, monóculo. Un diplomático sin anteojos rara vez es<br />

tomado en serio. Aunque actualmente, debemos reconocerlo, el<br />

relajamiento de las costumbres ha llegado a permitir que se usen no<br />

sólo diplomáticos desanteojados sino diplomáticos gorditos,<br />

desgarbados, peludos y hasta ¡horror! jóvenes.<br />

b) La distinción. Así como el hábito no hace al monje, un buen<br />

físico no basta para hacer al diplomático. Este es distinguido también<br />

en su actuación. Serio y a la vez cordial, sencillo y protocolar, discreto<br />

pero comunicativo. Todo dentro de ciertas medidas muy exactas y<br />

ANIBAL NAZOA<br />

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