Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...
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y por cual sitio tratará el peatón de atravesar la calzada para afinar<br />
la puntería, tanto <strong>del</strong> vehículo como <strong>del</strong> insulto.<br />
Y hablando de insulto, entre las disciplinas que el chofer debe<br />
dominar a la perfección se encuentra la Urbanidad y el lenguaje. Aparte<br />
de la bocina, para pedir paso debe dominar las fórmulas de cortesía<br />
<strong>del</strong> oficio, tales como “¡Mira, desgraciao, ¿Tú como que estás asegurao?”<br />
“¡Vámonos, pues, a quitarse <strong>del</strong> medio, viejorra!”, etc. Debe ser dueño de<br />
un extenso repertorio de groserías respaldado por unos buenos<br />
pulmones que le permitan insultar a <strong>los</strong> demás choferes y a <strong>los</strong><br />
peatones -sobre todo a estos últimos- desde cualquier distancia y a<br />
cualquier velocidad. En este punto es bueno advertir que no basta<br />
con poseer el repertorio clásico; lo ideal es que el chofer ejercite<br />
constantemente su imaginación creadora para que logre producir el<br />
insulto perfecto en el momento apropiado. Pongamos un ejemplo:<br />
no hace mucho, vimos a un chofer que venía tratando de a<strong>del</strong>antar a<br />
otro vehículo y, como éste se le atravesará cada vez que él enfilaba<br />
hacia su izquierda, cuando al fin logró colársele al lado le gritó:<br />
-¡Oye, gran carajo, te la compro!<br />
-¿ Que me compras qué, hijo’ e... ? - preguntó el otro. Y él, más<br />
fuerte todavía:<br />
-¿ Qué va a ser pues ? La calle. Como esa vaina es tuya...<br />
Posiblemente ningún otro profesional tenga un sentido de la<br />
estética más desarrollado que el chofer. Esa preocupación por la<br />
belleza y el buen aspecto de su vehículo, unida a una voluntad de<br />
hierro, lo obliga a pasarse el domingo entero limpiando y puliendo el<br />
carro y le permite realizar hazañas como la de quedarse durante medio<br />
día varado en una esquina, interrumpiendo la circulación en toda la<br />
ciudad, porque otro chofer le hizo una pequeña raya a la pintura de<br />
su coche. Y como suele suceder que el otro chofer también es amante<br />
de la belleza y su auto resultó igualmente rayado, a veces <strong>los</strong> dos<br />
titanes mueren de viejos mirándose a <strong>los</strong> ojos con olímpica arrogancia.<br />
LAS ARTES Y LOS OFICIOS<br />
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