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Las Artes y los Oficios - Ministerio del Poder Popular del Despacho ...

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EL CHOFER<br />

De quién se trata<br />

Permítasenos ante todo una aclaratoria: de quien nos<br />

proponemos hablar es <strong>del</strong> chofer, no <strong>del</strong> Chauffeur. El de chauffeur es<br />

un oficio totalmente diferente <strong>del</strong> que nos ocupa, o, mejor dicho,<br />

nos va a ocupar; personaje mucho más apropiado para una novela<br />

rosa que para un manual de carácter técnico, el chauffeur solo maneja<br />

limousines o “suntuosos coches”, y no se rebajaría a conducir camiones<br />

o taxis. Es más, entre sus tareas la última es la de manejar, pues por lo<br />

regular se dedica más bien a ayudar a su patrón -por lo regular un<br />

marqués o un acaudalado industrial- sirviéndole de confidente y de<br />

consejero, acompañándolo a beber cuando pierde en el baccará y<br />

cultivándole la cornamenta con la colaboración de la marquesa o la<br />

acaudalada industriala, selon le cas. Porque, no sabemos si ustedes lo<br />

habrán notado, pero de acuerdo con la fórmula, de las novelas las<br />

damas de la nobleza -la de la sangre y la otra- no tienen otra ocupación<br />

sino acostarse con el chauffeur mientras el marido anda de cacería o<br />

juega al golf. Por cierto que <strong>los</strong> marqueses de novela invariablemente<br />

se aplican -miren qué casualidad- a la caza de la zorra.<br />

El chofer es otra cosa. En este mundo ingrato, o al menos en<br />

este ingrato país, todos somas choferes. Que unos ejerzamos la<br />

profesión para ganarnos la vida y otros por obligación constitucional,<br />

ya eso es asunto de cada quien. Hasta hace poco se decía que la<br />

humanidad se dividía en choferes y peatones, pero actualmente ya<br />

son muy pocos <strong>los</strong> naturalistas que admiten la inclusión <strong>del</strong> peatón<br />

en la especie Homo Sapiens, y no está lejano el día en que no lo acepten<br />

ni siquiera en el orden de <strong>los</strong> primates. Aun para las personas que<br />

todavía le reconocen rasgos humanos, el ser peatón es casi un defecto<br />

físico, un estigma muy difícil de sobrellevar y, lo más triste, <strong>los</strong> propios<br />

peatones se sienten como hombres que sólo alcanzarán su máximo<br />

LAS ARTES Y LOS OFICIOS<br />

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