mucho a los maestros y por ello, al describir su función e importancia social a finales del decenio de 1890, volvió a recurrir al evangelismo social, que había abandonado, llamando al maestro “el anunciador del verdadero reino de Dios” (Dewey, 1897b, pág. 95). Como da a entender en su testamento, la teoría educativa de Dewey está mucho menos centrada en el niño y más en el maestro de lo que se suele pensar. Su convicción de que la escuela, tal como la concibe, inculcará en el niño un carácter democrático se basa menos en la confianza en las “capacidades espontáneas y primitivas del niño” que en la aptitud de los maestros para crear en clase un entorno adecuado “para convertirlas en hábitos sociales, fruto de una comprensión inteligente de su responsabilidad” (WESTBROOK, Robert) Juan Jacobo Rousseau, otro de los autores citado por algunos estudiantes, establece que la relación pedagógica es la ambivalencia, es un signo dominante en la medida en que, por una parte, asume una identificación del maestro con sus alumnos. Es decir, el preceptor necesita ser niño, gozar de la confianza de su alumno y jugar con él a fin de propiciar el apego... Pero, por otra parte, el maestro es un modelo a proponer, necesariamente apartado del alumno, quien buscará apropiarse de dicho modelo y el objetivo estratégico para emprender el aprendizaje de la autonomía es el de vivir libre y no contar más que con uno mismo donde es necesario aprender “a sufrir” y “a morir” para afianzar el desarrollo del niño. (http://www.cnep.org.mx/Informacion/teorica/educadores/ rousseau.htm) La Dra. María Montessori elegida por un 7% de los docentes y un 2.5% de los estudiantes, renovó la enseñanza desarrollando un particular método conocido como método Montessori, dirigido especialmente a los niños en la etapa de preescolar, se basaba en el fomento de la iniciativa y capacidad de respuesta del niño apoyado en materiales didácticos especialmente diseñados por ella. El método proponía una gran diversificación del trabajo y la máxima libertad posible, de modo que el niño aprendiera en gran medida por sí mismo y al ritmo de sus propios descubrimientos. Ella no estaba de acuerdo con las técnicas rígidas y, frecuentemente, crueles que se utilizaban en Europa. Basó sus ideas en el respeto hacia el niño y en su capacidad de aprender, partía de no moldear a los niños como reproducciones de los padres y profesores imperfectos, sino que fueran por lo menos un poco más acertados. Concibió a los niños como la esperanza de la humanidad, dándoles oportunidad de aprender y utilizar la libertad a partir de los años de desarrollo, así el niño llegaría a adulto con la capacidad de hacer frente a los problemas de vivir, incluyendo los más grandes de todos, la guerra y la paz. ( MICHELET, André. 1997) 92
Ante la diversidad de autores estudiosos del desarrollo de la autonomía, es importante que los colectivos de docentes y los estudiantes de Licenciaturas en Educación Infantíl profundicen en el estudio de sus conceptualizaciones y propuestas para crear sus líneas de trabajo y establecer sus estrategias de comprensión y desarrollo de autonomía en los niños. 93
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