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JORGE IGNACIO DUEÑAS AVILA - Autores Editores

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<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong>


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

2<br />

EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA I<br />

Subtitulo: EL CÒDICE DE JULIANES<br />

Derechos ebook<br />

Jorge Ignacio Dueñas Ávila


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA I<br />

SUBTITULO<br />

EL CÒDICE DE JULIANES<br />

AUTOR<br />

<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> ÀVILA<br />

2011<br />

3


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

4<br />

BIOGRAFÍA DEL AUTOR<br />

Jorge Ignacio Dueñas Ávila, fue estudiante de la<br />

facultad de Ciencias Administrativas de la<br />

Universidad Nacional Abierta y a Distancia<br />

UNAD, en Colombia. Se ha desempeñado como<br />

Perito Evaluador de bienes inmuebles e intangibles.<br />

Desde niño le agradaba escribir aunque no logró<br />

recopilar sus creaciones. Sin embargo últimamente


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

fue tentado por la musa de la inspiración y sintió que<br />

quedó atrapado en el mundo del arte y de las letras.<br />

Algo difícil de explicar.<br />

Su obra “El Enigma de la Rosa Negra I” o “El<br />

Códice de Julianes”, pese a ser una historia de<br />

fantasía, está inspirada en varios acontecimientos<br />

reales. El autor registra que durante su niñez y<br />

juventud, vivía esencialmente en un universo<br />

compartido entre lo imaginario y lo real.<br />

Dueñas trabaja actualmente en el borrador de su<br />

segunda novela de la serie “El Enigma de la Rosa<br />

Negra” y comparte actividades laborales en una<br />

Cofradía en el Valle de Aburrà, Departamento de<br />

Antioquia-Colombia).<br />

5


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

6<br />

AGRADECIMIENTOS:<br />

Agradezco a la Antioqueñita Beatriz García, la<br />

recreación de su belleza y originalidad para la<br />

portada de este libro. Beatriz “La Lúdica”, como se le<br />

conoce cariñosamente en el medio social, dirige una<br />

Fundación para niños y actividades lúdicas, cuyo<br />

dinamismo es primordial en la interrelación de la<br />

creatividad y el desarrollo humano.<br />

Destaco también la colaboración del “Isleño”<br />

Diego Andrés Martínez, como diagramador del arte<br />

en el diseño final de la portada.<br />

Correspondo igualmente a David Spencer<br />

Dueñas Castro, estudiante Universitario de<br />

Sociología, por la maquetación de la obra.<br />

Agradezco a: autoreseditores.com, la innovación<br />

que brinda a los escritores para la cristalización de<br />

auto publicación.


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA<br />

Una creación artística y literaria de:<br />

Jorge Ignacio Dueñas Ávila<br />

El contenido de este libro es propiedad intelectual de:<br />

<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> ÁVILA<br />

Esta obra está registrada en la dirección general de<br />

derechos de autor, cuyo registro es valido en 160 países.<br />

Prohibida su reproducción total o parcial, por cualquier<br />

medio, sin el previo permiso escrito del autor.<br />

Dirección electrónica del autor:<br />

artistasyletras@yahoo.es<br />

Jorgekiss.inventarios@gmail.com<br />

2011<br />

7


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

8<br />

DEDICATORIA<br />

DeDico estas páginas a Dios toDo poDeroso,<br />

fuente del arte, la vida y la ciencia. a mis<br />

padres por su bondad y sensatez. A mi<br />

ferviente esposa y su familia, por su<br />

abnegación. A mis hijos por su enterezA y<br />

dedicación. A mis Amigos grAciAs.


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

PALABRAS DEL AUTOR<br />

De niño siempre quise escribir un libro. Más de<br />

una vez inicié mi ilusión de novelista, escribiendo en<br />

las hojas de los cuadernos de la escuela.<br />

Curiosamente siempre refundía mis escritos; a veces<br />

pensaba que alguien los usurpaba. Posteriormente,<br />

opté por llevar un diario cifrado, con el icono de<br />

condensar mi inspiración, en un lenguaje que<br />

solamente yo entendiese y así evitar que los<br />

curiosos, averiguasen mis intimidades. Para mayor<br />

evidencia, custodiaba el diario bajo llave. Todo<br />

marchaba bien, pero un día, estando a punto de<br />

terminar mi primer libro, tuve una absurda sorpresa:<br />

Alguien se enteró de mi labor y me despojó de la<br />

obra, llevándose los folios más importantes. La llave<br />

del diario, no fue suficiente, para resguardar mis<br />

manuscritos.<br />

He aquí por fin, el fruto de mis anhelos. Una<br />

novela que enuncia la fe, la realidad y la fantasía de<br />

un niño que sufre de amnesia y encuentra consuelo<br />

en seres divinos que lo visitan. El drama lo<br />

represento con palabras sencillas, símbolos y<br />

mitología. Me agrada hacerlo de esta forma, pues<br />

así me siento más libre dándoles vida a los<br />

personajes, donde a veces emergen los rasgos de<br />

mi propia vida.<br />

9


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

10<br />

RESUMEN DE LA OBRA<br />

El Enigma de La Rosa Negra, o El Códice de<br />

Julianes, relata el melodrama o los episodios de un<br />

infante que ha perdido a sus padres y también su<br />

memoria. En medio de su candor, consternación y<br />

explotación, a que es sometido por sus tíos en una<br />

granja, va descifrando los misterios de su propia<br />

vida. La Rosa Negra aparece en profusos instantes<br />

de su supervivencia. Consecutivamente descubre<br />

que es victima de un experimento científico. Un<br />

juego aparentemente inocente, pero que en el fondo<br />

es maligno.<br />

Desde el principio van irrumpiendo una serie de<br />

personajes míticos, llenos de deleite. El melodrama<br />

se despliega entre lo humano, lo divino y las<br />

historias de cuentos de hadas. Julianes, el<br />

protagonista de esta historia, es encerrado en un<br />

castillo encantado por una hechicera, desde donde<br />

él empieza a escribir su leyenda. En medio del dolor<br />

es tocado por lo divino y logra descubrir el enigma<br />

fraguado por un conjunto de científicos que planea<br />

dominar y apoderarse de la mente humana. Julianes<br />

está en peligro, pues ha identificado a los causantes<br />

del maleficio. Descubre que le han puesto un


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

microchip que tiene la clave que buscan los galenos<br />

para dominar el mundo. Salta la paradoja, pues el<br />

encierro en el castillo lo libra de volver a caer en las<br />

manos de sus experimentadores.<br />

Una Virgen divina florece como en epopeya en los<br />

momentos más críticos. Finalmente Julianes,<br />

decodifica e innova la información científica,<br />

apaciguando las fuerzas adversas que proyectan<br />

apoderarse del planeta. La proeza le cuesta a<br />

Julianes su desaparición. Algunos creen que<br />

descubrió una nueva dimensión donde cobijarse.<br />

¡Algo para no creer! Sin embargo se deduce de su<br />

leyenda, que un día partió en compañía de unos<br />

seres divinos, dejando parte de sus manuscritos en<br />

el fortín.<br />

Ulteriormente surge un nuevo protagonista, “El<br />

Diamante Azur”, quien en cumplimiento de una<br />

predicción, descubre los manuscritos de Julianes y<br />

un códice que debe interpretar. Azur descubre que<br />

realmente, la historia es cierta. Es hostigado por La<br />

Rosa Negra, la enigmática mujer que esconde los<br />

secretos más profundos, quien unida a los<br />

científicos, y una logia de “mensajeros de la mente”,<br />

(personas versadas en los conocimientos de la<br />

telepatía), disponen dominar los sentidos de Azur,<br />

viendo en él, la semblanza de Julianes.<br />

Resulta insólito creer que parte del enigma es<br />

descubierto por Julianes dentro de: “El misterioso<br />

punto cero”, configurando un libro que nadie puede<br />

11


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

leer, excepto aquel que es rey y dueño del universo.<br />

No obstante Azur recibe el encargo divino de<br />

interpretar el preludio del códice de Julianes.<br />

Para entender bien la novela, es recomendable<br />

leerla dentro del orden que se presenta a los<br />

lectores.<br />

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<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

CAPÍTULO PRIMERO<br />

LAMENTACIONES DE JULIANES EN EL<br />

CASTILLO<br />

Oíd vosotros mis amigos, soy Julianes. La Rosa<br />

Negra se ha desvanecido mientras escribo mi<br />

historia; espero que la tinta alcance para mi pluma y<br />

que mis ojos logren ver sobre el papel, pues aquí<br />

donde me amparo, entra poca luz a causa del gris<br />

invierno que oscurece éste castillo. Solo he visto<br />

una brecha por donde se destila el agua que bebo, y<br />

dos pequeñas lumbreras que se sitúan en lo alto de<br />

las murallas. Estoy confinado a permanecer aquí,<br />

pues la denominada “Bruja del Bichir Hoque”, antes<br />

de partir furibunda, me enclaustró hábilmente. Si,<br />

afianzó con llave maestra todas las puertas<br />

exteriores y eclipsó las puertas y ventanas del<br />

portal, con su maléfico poder.<br />

Esta torre o castillo es descomunal; tiene diversas<br />

recámaras y aposentos que he podido apreciar a<br />

media luz. Asimismo hay un lugar bajo llave aquí<br />

13


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

dentro del castillo. Se trata de un inmenso cuarto con<br />

un balcón en su portada. Lo sé pues a través de los<br />

cristales de la ventana oscurecida del apartamiento,<br />

puedo advertirlo a media luz. Parece decorado<br />

esencialmente para un chiquillo, con su cama cuna y<br />

juguetes. ¡Que extraño!, ¿verdad?<br />

Realmente anhelo salir de aquí pronto. ¿Sabéis?<br />

Las palomas me colman de confianza cuando cada<br />

día esparcen sobre mí, las migas de pan y los<br />

pequeños trozos de frutas para poder subsistir<br />

mientras escribo. En todo caso, si no logro salir de<br />

aquí con vida, espero que alguien generoso<br />

encuentre mis manuscritos y los entregue a: “El<br />

Diamante Azur”, pues contienen “El Enigma de La<br />

Rosa Negra”, y de paso mi códice, si, “El Códice de<br />

Julianes”, cuyo preludio él debe interpretar.<br />

A vosotros, los que en alguna oportunidad<br />

buscaron auxiliarme, (antes de caer en poder de<br />

esta encantadora que me enclaustró), os doy mi<br />

gratitud en medio de vuestra agitación. Se que<br />

entendéis mi mensaje, no era misión fácil; dispensad<br />

mi tardanza. Recordad que por aquella época erais<br />

prodigiosamente ágiles, mientras yo había perdido<br />

mi memoria. A los embaucadores y a quienes<br />

pretendieron auxiliarme utilizando métodos torcidos,<br />

tengo que deciros, que no me fue plácido… Estáis<br />

fuera de contexto. Pero sabed que evidentemente<br />

he regresado, pese a mi aislamiento; Soy Julianes.<br />

El Señor de la vida, me ha revivido como el Ave<br />

Fénix y me ha sanado del maleficio que me<br />

14


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

causaron. ¡He vuelto a la existencia! Más no seáis<br />

quiméricos creyendo que mi mente perdura en el<br />

mismo lugar de mi niñez, pues he recuperado mi<br />

memoria y he madurado más que la mayoría de<br />

vosotros…<br />

En este momento tengo prisa de escribir lo<br />

ocurrido, lo cual expresaré en un lenguaje<br />

espontáneo y de paso cumpliré la honrosa promesa<br />

que en vida hice a mi abuelita Lourdes un poco<br />

antes de su muerte, y a Iris, la tía dulce, hermana de<br />

mi padre, quien me acompañó en mis aventuras.<br />

Así que dispongo de la tinta y los pergaminos en<br />

blanco que he visto en parca luz sobre un viejo<br />

mueble para escribir en honor a mi promesa.<br />

—Escribe en breve nuestra historia— me<br />

imbuyeron —será el camino que te conducirá a<br />

encontrar la luz de la verdad, donde gobiernan<br />

los misterios.<br />

Por tanto, forjaré la breve sinopsis de mi familia<br />

paterna. La de mi madre esperaría escribirla alguna<br />

vez con letras de oro, si es que tengo la fortuna de<br />

salir de aquí.<br />

En este orden de ideas un tanto recónditas,<br />

vosotros los lectores, tendréis la oportunidad de<br />

asemejar con mayor claridad, cómo fue que se<br />

fraguó el enigma de la rosa negra. ¡Quién lo creyera!<br />

Debo expresaros con fascinación, que parte del<br />

misterio se hallaba en un simple punto como éste.<br />

Es el punto que hace todo el mundo cuando<br />

escribe… Parece incoherente ¿verdad? Tened<br />

paciencia, más adelante lo vislumbraréis, pues el<br />

15


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

enigma que me atañe se hallaba comprendido en un<br />

punto minúsculo que posteriormente se dilata y se<br />

transforma en imágenes que revelan el centro de lo<br />

inédito.<br />

---Mientras escribo, advierto en mi mente, los<br />

secretos y desconciertos que velaban mi niñez.<br />

Caminé mucho tiempo sin sospechar que había<br />

perdido mi memoria y sin saber que era victima<br />

de un experimento tenebroso. ¡Cuántos<br />

desengaños se escondían tras un amor que<br />

parecía filial! ¿Se trató de un acto ingenuo?<br />

¿Deseos profanos de gloria y dinero? ¿Fue un<br />

protocolo de hechicería o de violencia extática?<br />

Todos callaban la verdad. ¿Qué escondían?<br />

Gracias a Dios pude llegar al corazón del<br />

misterio y descifrarlo. Más sabed, oh, vosotros<br />

los que me hicisteis mal, que ya os he perdonado<br />

y estáis en manos del rey del juicio y señor de<br />

la creación.<br />

—¡Dios mío! ¿Quien forjaría aquel juego que<br />

parecía inofensivo y emotivo, transformándose<br />

desde lo más elemental, rebasando lo más<br />

dificultoso y peligroso? Aquel inventor temía que<br />

el juego en su final, se hallase sellado y<br />

contramarcado con símbolos de ciencia<br />

asombrosa y desconocida. Esta información era<br />

lo que mis experimentadores perseguían, pues a<br />

estos les era imposible decodificar aquellos<br />

emblemas enigmáticos. Era como si alguna<br />

inteligencia superior o el mismo Dios, hubiese<br />

puesto allí aquellos emblemas secretos, creo yo,<br />

con el fin de impedir el ingreso de quienes<br />

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<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

llegasen a aquel lugar, con siniestras<br />

intenciones. ¿Acaso la restricción buscaba<br />

proteger así, el discernimiento superior? Juzgad<br />

vosotros, parte de lo que vi. Es lo que puedo<br />

mostrar. ¡Observen!<br />

Tampoco es descabellado creer, que aquellos<br />

sellos, buscaban premiar a través de su creador, a<br />

quien los descubriese con bienhechoras intenciones,<br />

aplicando el intelecto de los sabios. Yo, que jamás<br />

en mi vida había recibido premio alguno, pese a ser<br />

el protagonista principal del experimento; por el<br />

contrario fui despojado varias veces de lo mío, sentía<br />

que el universo me legaba un galardón que nadie<br />

podía arrebatarme. Mis enemigos ocultos o gestores<br />

del proyecto, veían en mí, un simple conejillo de<br />

indias y el experimento como tal fue un maleficio en<br />

mí contra, solo que por el camino del sacrificio, seres<br />

divinos me guiaron a hallar el galardón de la<br />

17


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

sabiduría perpetua. En realidad esencias<br />

omnipotentes se opusieron al experimento y variaron<br />

el diseño impuesto por los humanos. Más de ello<br />

hablaré más adelante. Ahora me es necesario dejar<br />

de lamentarme y exponer en breve lo que os he<br />

prometido, en orden de prioridad, así:<br />

Mi abuelita y mi tía Iris, como dije, se marcharon<br />

de este mundo hace tiempo ya; pero recuerdo con<br />

nostalgia que en vida me confiaron sus historias y<br />

me revelaron su linaje. ¿Cómo no escribí antes?<br />

¡Dios mío! Sí hubiese resuelto con diligencia estos<br />

misterios, quizá me hubiese librado de tantas<br />

contingencias y peligros. Bueno… De nada me sirve<br />

lamentarme ahora cuando empiezo a escribir en<br />

medio de mi triste soledad.<br />

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<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

CAPITULO II<br />

HISTORIA Y PRINCIPIO DEL ENIGMA<br />

Empiezo por contaros que mi abuelita Lourdes de<br />

La Concepción, procedía de un roce de la<br />

aristocracia Española. Rogelio, su esposo, tenía<br />

raíces Portuguesas hasta que su sangre en buena<br />

hora se anudó con la de nativos Colombianos hace<br />

más de doscientos años…<br />

La madre de Lourdes, es decir mi bisabuela,<br />

Carmen Valentina, era propietaria de vastas<br />

extensiones de terreno en el viejo Tolima y de<br />

algunas granjas en La Provincia de Lengupá, en<br />

Boyacá, Colombia.<br />

Entre los años 1899 y 1902, nuestro país afrontó<br />

una guerra que incluyó a todos sus habitantes,<br />

provocando la pérdida de más del dos por ciento de<br />

la población, que por aquel entonces superaba los<br />

cuatro millones de habitantes. Este lúgubre episodio<br />

se conocería con el nombre de “La Guerra de los Mil<br />

Días”. El empobrecimiento del país fue general. La<br />

industria y la agricultura tuvieron sus reveses y un<br />

sin número de dificultades surgieron. Por estas<br />

razones, en medio de la guerra, mis antepasados se<br />

vieron obligados a abandonar sus tierras y ganados<br />

del viejo Tolima con el propósito de salvar sus vidas.<br />

19


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

Pese al sufrimiento y las secuelas causadas por el<br />

desplazamiento, mi familia logró establecerse<br />

definitivamente en la provincia de Lengupá, aquella<br />

región que tiene que ver con el misterio. Eran las<br />

tierras más fructíferas, bordeadas de límpidas<br />

quebradas, bosques, sementeras y cafetales, cuyo<br />

paisaje encantador, emitía su fulgor todos los días, y<br />

solían vislumbrar los campesinos desde el santuario<br />

de una hermosa colina.<br />

A pesar del duro revés económico de mis<br />

predecesores, generado por la violencia, con el<br />

auxilio de Dios Nuestro Señor, lograron redimirse<br />

con duro trabajo y préstamos agrícolas. Sus tareas<br />

fueros pues, la agricultura, y la cría de diversos<br />

animales domésticos, como vacas lecheras, ovejas,<br />

gallinas, patos, pavos y caballos. Gracias a ello, con<br />

el tiempo la penuria fue erradicada y la riqueza de mi<br />

familia floreció, especialmente bajo la sabia dirección<br />

de mi bisabuela, Carmen Valentina, una mujer<br />

nacida, alrededor de los años 1860-1865 y quien<br />

vivió hasta principios de la década de 1970.<br />

Mi bisabuela, era una dama de estatura media,<br />

mirada serena, ojos color marrón, tez pálida, nariz<br />

pulida, boca mediana, peinado de moña alta.<br />

Caminaba izada, resguardada de su bastón de<br />

guayacán; su tierna voz era apacible como el aura<br />

de la mañana. Cuando reía dejaba ver dos<br />

relucientes dientes de oro. Fue madre soltera de<br />

una agraciada niña llamada Lourdes, fruto de los<br />

amores que sostuvo con un general de La<br />

República. Muy allegado por cierto a la familia<br />

presidencial de la época, razón por la cual Lourdes,<br />

20


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

siendo niña, vio muy pocas veces a su padre el<br />

general, quien temía exponerse al escándalo social.<br />

Lourdes, la única hija de Carmen Valentina, era<br />

una linda chica de cabello rubio, tez blanca, ojos<br />

color esmeralda y facciones delicadas. Gozaba del<br />

embeleso de una reina dulce. Quienes comprendían<br />

su belleza, terminaban confundiéndola con la reina<br />

de un país lejano. Decían los ilustrados que parecía<br />

una muchacha Polaca, lo cual le valió el<br />

sobrenombre afectivo de “La Polaca“. Desde niña se<br />

convirtió en la mano derecha de Carmen Valentina.<br />

Tejía a la perfección las bufandas y ruanas de hilo<br />

de lana de oveja.<br />

Lavaba los trastos, tendía las camas, ordeñaba<br />

las vacas, cocinaba y alisaba la ropa con la plancha<br />

de fuelle y carbón de palo. Le atraían las<br />

diversiones sanas como el baile, el teatro; cantaba<br />

plegarias a la Santísima virgen y danzaba mientras<br />

hacía tintinear la pandereta y las castañuelas, lo cual<br />

sacaba a relumbrar en la escuela y las reuniones<br />

familiares. Llegó a convertirse en la reina de<br />

Lengupá y colaboró en obras sociales. Era una<br />

joven dócil, amable y atrayente; la cautivaban los<br />

perfumes y el pintalabios, los cuales compartía con<br />

su madre.<br />

Sobre los catorce años, incitó el sentimiento<br />

prematuro de enamoramiento, con un joven de<br />

diecisiete años que se educaba en la capital de<br />

Lengupá. ¿Un simple capricho de juventud? Desde<br />

niña Lourdes trabajaba como una adulta, lejos del<br />

afecto de su padre, aquel militar, que le dio la<br />

21


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

espalda a sus responsabilidades, escudándose en el<br />

qué dirá de la gente.<br />

Sobra decir que Lourdes era de vocación<br />

hogareña; por ello sería que se incomodó cuando su<br />

madre le pidió que cuidase la dieta de una vecina de<br />

la comarca.<br />

—Madre, yo siempre te ayudo sin perjurar de<br />

las labores de la hacienda, mas no me obliguéis<br />

a realizar ocupaciones en la vecindad; a mi edad<br />

me es desagradable. Odio que me miren con<br />

ojos de criada; bien sabéis que deseo proseguir<br />

mis estudios y cumplir las responsabilidades del<br />

reinado de belleza, sin interrupción. Por favor,<br />

madre, no insistáis…<br />

Carmen Valentina se sonrió examinando la<br />

explicación de Lourdes, enseñándole:<br />

—Nuestra vecina está en cinta; se trata de<br />

una caritativa mujer, nativa de Belén, del mismo<br />

lugar donde nació Jesús; sería un honor para<br />

nosotros, especialmente para ti si la auxiliáis.<br />

Lourdes se emocionó con la aclaración de su<br />

madre, advirtiendo:<br />

—Está bien mamá, iré—Ávida de poder<br />

servirle a aquella dama.<br />

—Mi futura bisabuela, anunció a Lourdes, que el<br />

cielo premiaría su dedicación de servicio, actitud de<br />

una auténtica reina cristiana lo cual le sumaría<br />

puntos a su real belleza.<br />

—Lo haré de buena gana — expresó Lourdes.<br />

Así fue como Lourdes, cuidó la dieta de aquella<br />

mujer, oriunda de Belén de Judea. De paso se<br />

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<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

convirtió en nodriza de una chiquilla a quién le<br />

dieron por nombre: Mariela; vale la pena aclarar que<br />

la señora proveniente de Belén de Judea, tenía un<br />

hijo mayorcito de un año de vida, de nombre Ismael,<br />

a quien Lourdes igualmente cuidó. En general la<br />

muchacha lavó pañales, cocinó, bañó y arrulló los<br />

niños; planchó la ropa, sirvió la mesa…Todo lo hizo<br />

bien.<br />

Cuando se cumplieron los cuarenta días de la<br />

dieta, la joven Lourdes culminó su labor con el<br />

semblante extenuado, aunque asimiló lo sucedido a<br />

modo de pequeño sacrificio. Entre tanto el esposo<br />

de la dama originaria de Belén, un rico hacendado<br />

de unos treinta y cinco años de edad, quedó tan<br />

satisfecho con la ayuda, de mi futura bisabuela, que<br />

le regaló una vaca lechera de raza cebú.<br />

Francamente el hombre se hallaba dichoso junto a<br />

la esposa y la parejita de retoños. (Mariela e Ismael).<br />

Sin embargo, por aquellos designios de Dios, el<br />

hombre enviudó al poco tiempo. En medio de su<br />

pena y soledad, le invadió un arrebato de pasión y<br />

fijó sus ojos en la joven Lourdes; más ella lo inquirió<br />

negativamente debido a la diferencia de años,<br />

pensando obviamente que no era bueno convertirse<br />

en la esposa de un hombre viudo por el que no<br />

sentía amor alguno, esencialmente cuando ella se<br />

hallaba comprometida con un chico contemporáneo,<br />

al que pertenecía su corazón.<br />

—Jamás idearía un desengaño contra mi<br />

enamorado —Expresó— No puedo imaginar el<br />

dolor que le causaría… Cuando él regrese de sus<br />

23


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

vacaciones de la capital le contaré lo sucedido.<br />

¡Que tragedia! ¡No me figuro estar casada con un<br />

hombre tan mayor! ¡Podría ser mi padre! Pensó<br />

Lourdes, dándose la bendición.<br />

Ella era amante de los niños, pero le parecía<br />

ilógica la idea de tener que criar a dos criaturas<br />

huérfanas; máxime cuando todavía jugaba con<br />

muñecas y no conocía nada sobre la vida<br />

matrimonial. Lourdes estaba en la flor de la vida,<br />

anhelosa de convertirse en una bailarina estrella y<br />

modelar la moda de sus vestidos que pretendía<br />

inventar como confeccionista.<br />

—Bueno, pronto seré una figura del séptimo<br />

arte —Puntualizó— ¡Casarme ahora, ni loca!<br />

No obstante, la situación era llanamente<br />

engorrosa. Lourdes y Carmen Valentina, por<br />

aquellas cosas de la tradición, concurrieron al<br />

consejo del señor cura, quien advirtió que realmente,<br />

no era conveniente realizar ese matrimonio y dejó en<br />

claro que la chica era libre de elegir el amor de su<br />

vida.<br />

— ¡Es descabellado!— Afianzó el clérigo— Si<br />

la chica llegase a enlazarse con ese caballero,<br />

sería como si no estuviese verdaderamente<br />

casada. Sufriría…<br />

Con todo y eso, Carmen Valentina obligaría a<br />

Lourdes a casarse con aquel hacendado, invocando<br />

la multiplicación de la riqueza familiar, la reputación,<br />

la responsabilidad y la figura de respeto que infundía<br />

aquel caballero en la región de Lengupá.<br />

Contrapuso que por honor propio, prefería ver a su<br />

hija casada con un hombre viudo y mayor, antes que<br />

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<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

verla convertida en reina o actriz, pues creía que ese<br />

era un mundo de perdición.<br />

—Busco salvar tu alma— Con este sacrificio<br />

—arguyó.<br />

Lo más impactante para Lourdes, fue que su<br />

madre, le hizo saber que ella también se casaría el<br />

mismo día en la misma misa, pues no deseaba<br />

quedarse con el estigma de madre sola, teniendo<br />

una hija casada.<br />

—También yo me casaré hija mía;<br />

realizaremos una sola eucaristía. ¿Sabéis?<br />

Tengo un amor secreto. Prodigaremos el sí a<br />

nuestros galantes novios. ¡Que hermoso!<br />

¿Verdad, hija? —Aseveró Carmen Valentina con<br />

inflexión espinosa.<br />

El acontecimiento era extremadamente<br />

inesperado; Lourdes a sus quince años, se casaría<br />

forzada por su propia madre con un caballero viudo<br />

que le doblaba la edad; por tanto, sería la madre<br />

precoz de dos niños huérfanos. Lourdes, que jamás<br />

tuvo un verdadero padre, ahora tendría padrastro,<br />

pues su madre se casaría con un señor de buena<br />

posición social de apellido Carvajal.<br />

—Un consejo, hija — Le expuso Carmen<br />

valentina a Lourdes — Si me dejáis plantada ese<br />

día y no te enlazáis con el caballero que he<br />

elegido para ti, tendréis que irte de la<br />

hacienda…Quizá te consiga un cupo en el<br />

convento; serías una buena monja ¡eh! —<br />

Enunció, frunciendo el ceño.<br />

Lourdes, desconsolada no tuvo otra opción. Se<br />

vio obligada a casarse con aquel hombre. (No<br />

25


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

mencionemos por ahora su nombre). Mi futura<br />

bisabuela Lourdes estaba a punto de llegar al altar,<br />

siguiendo la usanza de la época. La costumbre<br />

consistía en atar y anudar, las manos de los novios,<br />

con un lazo o cordón, lo cual simbolizaba la unión<br />

eterna de la pareja y su descendencia. Una tradición<br />

antigua de los evangelizadores Españoles del siglo<br />

XVI, que parece también fue usanza del pueblo<br />

Israelita. Tanto mi futura abuelita Lourdes y mi<br />

bisabuela Carmen Valentina experimentaron ese<br />

hecho, con sus respectivos novios.<br />

Realmente nunca creí en la tradición del lazo,<br />

pero años después, mi abuelita Lourdes me contó la<br />

ceremonia y aunque me pareció descabellado aquel<br />

ritual del lazo, mi madre cierta vez me detalló el<br />

mismo hecho cuando se casó con mi padre. La única<br />

diferencia es que a ellos les anudaron el cuello.<br />

Cuando mis dos ascendentes se casaron, la<br />

iglesia se engalanaba, acorde con la tradición de la<br />

época. Las dos novias y los dos novios, vestían<br />

como disponía nuestra madre iglesia. Los<br />

pretendientes caminaron por entre una alfombra roja<br />

y pétalos de rosa de varios colores. Ello<br />

representaba el honor, el respeto y el provecho del<br />

matrimonio. Lourdes llevó puesto un velo blanco,<br />

simbolizando su virginidad, el honor de la mujer, la<br />

virtud de esposa y la inocencia. El vestido blanco<br />

que adornaba su cuerpo, significaba la alegría, la<br />

pureza y la gloria del amor. Ella, mi futura abuela<br />

llevaba entre sus manos un ramo de flores, emblema<br />

del último regalo de su prometido y el primero que<br />

recibía como esposa.<br />

26


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

El afortunado novio, no era otro que mi futuro<br />

abuelo Rogelio, quien a decir verdad, aventajaba a<br />

Lourdes en mas de veinte años y ese día vestía<br />

totalmente impecable. La ceremonia avanzó<br />

teniendo como protagonistas a mi abuela y<br />

bisabuela con sus respectivos novios. Un segmento<br />

del cortejo consistió en presentar trece monedas<br />

llamadas arras, que configuraban la promesa de<br />

cuidar los bienes familiares del futuro.<br />

—Esta es una costumbre hebrea, digna de<br />

practicar— Puntualizó el sacerdote— Que la<br />

felicidad siempre os acompañe— Recalcó,<br />

entregándoles una cinta azul— Porque el color<br />

del cielo está profundamente asociado con la<br />

morada divina.<br />

Perfeccionado el rito de mis predecesores, se<br />

hicieron las declaraciones de rigor e intercambiaron<br />

los anillos matrimoniales. Al finalizar la ceremonia, el<br />

sacerdote indicó:<br />

—¡Novios! ¡Pueden besar a sus novias!—<br />

Desde luego que Lourdes obedeció con la timidez<br />

de una niña, mientras se escuchaba a otro<br />

sacerdote añadir:<br />

—Este primer beso tiene un profundo<br />

significado, pues al besarse se mezclan los<br />

alientos, como si el alma de los novios se<br />

unieran eternamente en el amor, convirtiéndolos<br />

en uno solo…<br />

Pasados unos días, después de la ceremonia,<br />

Lourdes fue constreñida por su propia madre y su<br />

flamante esposo a jurar que no revelaría a nadie el<br />

27


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

secreto respecto al real origen de los niños que<br />

había dejado tras su muerte, aquella buena mujer<br />

oriunda de Belén de Judá. En consecuencia, en<br />

adelante, debería aceptarlos y amarlos como a sus<br />

hijos de sangre. El silencio se facilitaba, pues por<br />

aquella época, el niño mayorcito era de<br />

escasamente dieciocho meses y la niña, no<br />

alcanzaba aún los seis meses de nacida. Asimismo<br />

para aquel tiempo, era sencillo modificar los<br />

documentos de parentesco y en el futuro a nadie le<br />

importaría. El niño mayorcito huérfano, era mi futuro<br />

padre, a quien Rogelio bautizó con el nombre de<br />

Ismael. En contexto, tal como estaban las cosas, ya<br />

no era el niño huerfanito que había dejado la noble<br />

dama fallecida, proveniente de Belén, sino el hijo<br />

mayor de doña Lourdes y de don Rogelio. Igual<br />

ocurrió con la niñita menor, a quién le dieron el<br />

nombre de Mariela. En la vida usual, Ismael y<br />

Mariela, no sabrían nada sobre el dilema. En otras<br />

palabras, no habían quedado huerfanitos de madre,<br />

porque Lourdes de La Concepción, convertida ahora<br />

en la señora “Conchita”, les brindaba su amor como<br />

madre verdadera. Sobra decir que la dama fallecida,<br />

cuyo nombre jamás pude averiguar, era mi<br />

verdadera abuela paterna de sangre…<br />

Mientras tanto Rogelio, se sintió comprometido a<br />

enderezar sus errores; cuidar de su tierna esposa,<br />

amarla y respetarla, como lo predica la Santa Madre<br />

Iglesia. Parecía cumplir bien estos preceptos.<br />

Anexamente, no tomaba cerveza ni fumaba… Le<br />

interesaba vestir elegantemente con trajes<br />

diseñados sobre medidas. Sus botas relucientes<br />

28


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

con polainas, le daban la apariencia de un militar; se<br />

le veía feliz; pero unos meses después de su<br />

matrimonio, decidió cambiar su talante de vida. Se<br />

embriagaba y fumaba tabaco todo el día. Su<br />

refinada y fina indumentaria la cambió de la noche a<br />

la mañana, por ruanas de lana de oveja, sombrero<br />

de paño y alpargatas de fique. Bueno, “el hábito no<br />

hace al monje”, pero sus malas prácticas de<br />

comportamiento, eran alarmantes, como ya veréis.<br />

Mi abuelo Rogelio, era de mediana estatura, ojos<br />

color café; usaba bigote bien arreglado. Casi todo el<br />

tiempo permanecía con el ceño plegado. Su forma<br />

de hablar era grave y enérgica. Algo excepcional le<br />

ocurrió al hombre, podría pensarse que había<br />

optado por desprenderse de los bienes terrenales,<br />

empezando por sus lujosos vestidos. Malgastaba<br />

dinero en vestidos que difícilmente lucía, pues<br />

después de mirarse al espejo, volvía a su vestimenta<br />

de campesino. Los suntuosos trajes recién<br />

diseñados los quemaba en una hoguera. De señor<br />

caballeroso, pasó a asumir un camino pendenciero,<br />

empezando por la mala vida que le daba a Lourdes.<br />

— ¡Ordena mi casa y sírveme de comer! ¡Para<br />

eso te tengo! — Le gritaba en forma despectiva.<br />

Como si fuera insuficiente, la agredía físicamente<br />

con una vara. Algunos decían que el cambio del excaballeroso<br />

Rogelio, obedecía a una pena moral a<br />

causa de la muerte de su primera esposa. En ese<br />

sentido, los más eruditos de sus amigos, le confiaron<br />

tener progenie rápidamente con su bella y joven<br />

esposa. Entre tanto, el primer e infalible amor de<br />

Lourdes, regresó de la capital y al enterarse de lo<br />

29


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

acontecido, le propuso que se fugase con él a otras<br />

tierras. Ella en medio de su sufrimiento se negó,<br />

demandando la obediencia a los preceptos de La<br />

iglesia Católica, pues su conciencia de mujer<br />

virtuosa, la conducía a la entereza. Así, ante el<br />

drama, aquel joven que la amaba, en medio de su<br />

tristeza encontró consolación en la Santísima Virgen<br />

y Jesús Sacramentado, a tal punto que se convirtió<br />

en un ejemplar sacerdote.<br />

Rogelio por su parte, terminó obedeciendo los<br />

consejos de sus amigos, quienes le insistían:<br />

—Tu remedio para esa pena moral, está en los<br />

brazos de tu joven y bella esposa. ¡Sácale<br />

provecho y procrea con ella muchos hijos y<br />

ámala!<br />

Así fue como mi abuelita Lourdes se llenó de hijas<br />

e hijos y gracias a Dios, encontró en sus bellos<br />

retoños, la felicidad para su alma.<br />

—Sabed que la docena de hijos que tenemos<br />

todavía es poco— le dijo Rogelio<br />

Podría pensarse que con la docena de hijos tan<br />

lindos, venidos del cielo, Rogelio cambiaría, más ello<br />

no bastó para que el hombre mudara su conducta.<br />

Por esa razón Lourdes sufrió toda la vida. Lloraba<br />

todo el tiempo su desdicha, hasta que un día una<br />

enfermedad desconocida acabó con sus lágrimas,<br />

secándolas. Por supuesto la culpa recayó en<br />

Rogelio, aunque a él nada parecía interesarle.<br />

Hasta aquí, vosotros los que leéis, ya tenéis una<br />

impresión general referente a mi familia y me alegro<br />

de poder cumplir mi misión de escribir, tal como lo<br />

30


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

prometí a mis seres queridos. Ahora desearía tomar<br />

un breve descanso, mas temo que no podré<br />

hacerlo, pues siento ruidos y música allá arriba en<br />

cierta parte del castillo; probablemente, los ruidos<br />

provienen cerca del cuarto que vi arreglado para un<br />

niño. Tengo miedo de subir la torre, mas no tengo<br />

otra opción, lo haré; quiero saber que ocurre allí. No<br />

obstante quiero volver y reavivar mi labor de<br />

escribiente. Con permiso, os dejo un momento…<br />

Un día después:<br />

Tal como lo pretendí ayer, hoy escribo a vosotros<br />

otra vez. Lo hago desde un lugar más grato.<br />

¿Sabéis? Me encuentro en la vieja biblioteca del<br />

castillo. El lugar queda junto a la habitación de un<br />

niño, más no se le ve por ningún lado. Sin embargo,<br />

tras el cristal de la ventana a media luz, hay un velo<br />

blanco que permite ver varios juguetes extraños.<br />

Uno de ellos es un ornamento metálico alargado en<br />

forma de vara, cuya base redondeada vislumbra<br />

cognición. También vi allí una recua, aunque estas<br />

cosas no me dicen nada…<br />

Tengo una buena noticia para vosotros: Conseguí<br />

una mesilla y un sillón. Hay aquí algunos lápices y<br />

acuarelas. En lo alto de las paredes hay varias<br />

brechas, las cuales me permiten ver mejor la luz<br />

sobre el papel mientras escribo. Tengo un poco de<br />

agua todavía en un jarrón y además parece que<br />

llovió y de alguna parte sin techo, el agua se<br />

desbordó hasta aquí cerca a un estanque. También<br />

recogí migas, pedazos de pan y trocillos de frutas<br />

que las palomas dejan caer al piso; es como si<br />

augurasen la necesidad que tengo de comer.<br />

31


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

Pareciera que alguien las enviase a alimentar esta<br />

pobre alma…<br />

Lo que ocurrió ayer, cuando escuché la música es<br />

inexplicable; subía yo por las largas y trenzadas<br />

escaleras que conducen del primer a segundo piso,<br />

de este castillo, cuando divisé una tenue luz sobre la<br />

ventana de la biblioteca. La melodía suave y<br />

ceremoniosa que en principio había escuchado, se<br />

tornó tan intensa que me olvidé del miedo. Al<br />

acercarme a echar un vistazo por la ventana, noté<br />

que su interior estaba íntegramente iluminado como<br />

el sol al medio día. Numerosas personas danzaban<br />

en la fiesta de una boda. Me entusiasmé creyendo<br />

que ya no estaba solo. Quise entrar, no sin antes<br />

observar los rostros de las personas. Con<br />

fascinación comprobé que se trataba de la fiesta de<br />

bodas de mi bisabuela Carmen Valentina y mi<br />

abuelita Lourdes, tal como la estoy escribiendo.<br />

¡No es admisible! Reflexioné, pues yo no<br />

había nacido cuando ellas se casaron y aquí las<br />

veía demasiado jóvenes. Tampoco podía dar<br />

crédito a lo que advertía, pues, ellas habían<br />

muerto hacía tiempo ya. Mi sorpresa fue<br />

mayúscula al divisar a la mayoría de mis<br />

familiares en la boda.<br />

— ¡No puede ser! — Volví a recapacitar—<br />

¡Esto tiene que ser una visión, debido a mi<br />

soledad! ¡Quizá tengo fiebre! ¡Ay Dios mío me<br />

voy a morir!— Exclamé. En aquel momento<br />

golpeé sobre el cristal de la ventana. Ansiaba<br />

entrar e indagar sobre lo que estaba pasando.<br />

32


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

¡Oh Insistencia vana! Parecía que nadie oía mis<br />

golpes sobre el cristal; mas yo permanecía ahí<br />

viéndoles. Les grité a todo pulmón: “¡Estoy aquí,<br />

dejadme entrar, soy Julianes! ¿Me recordáis?”. Inútil<br />

resultaron mis gritos, parecían sordos a mis<br />

llamados. No tuve más enmienda que limitarme a<br />

continuar mirando a través de la ventana. Más, ¡Oh!<br />

¡Asombro! cuando menos lo esperaba, mi abuelita<br />

Lourdes se acercó a la ventana, vestida de novia,<br />

aún con su ramo de flores y mirándome a los ojos<br />

fijamente, me dijo delicadamente:<br />

¡Mi pequeño Julianes! No podéis entrar aquí,<br />

pues entre el orbe tuyo y el mío existe una<br />

muralla que nos separa. Disfruta tu heredad<br />

todos los días de tu vida y sabed que me alegro<br />

de que estéis escribiendo. Triunfareis finalmente.<br />

Tened por cierto que la fiesta de mi boda que<br />

veis es un regalo para ti. No temáis, continuad<br />

escribiendo en este lugar que de antaño fue una<br />

biblioteca. Y ten en cuenta, que nuestra<br />

presencia te acompañará desde lo alto con<br />

nuestras plegarias al Altísimo.<br />

Atendía a mi abuelita hablando a través del cristal,<br />

cuando se acercó a mí y como si no existiese el<br />

vidriar, besó mi frente como solía hacerlo cuando yo<br />

era sólo un chico. Con el beso, se desvaneció<br />

también mi visión y acaeció que me hallé solo en<br />

este recinto donde ahora escribo. Es un anaquel<br />

con aberturas azuladas y al mirar hacia lo alto de las<br />

murallas, se divisa la techumbre transparente,<br />

permitiendo el paso de la luz del día; gracias a ello<br />

continúo subrayando lo que ahora leéis. Así las<br />

33


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

cosas, retomo nuevamente la historia de mi familia,<br />

antes de que retornen las sombras de la noche.<br />

A propósito, Carmen Valentina y Lourdes, gracias<br />

a su laboriosidad, llegaron a ser una de las estirpes<br />

más prósperas de la comarca. Para mi bisabuela,<br />

sin embargo, no todo fue color de rosa. Empezó a<br />

pagar caro su error de haber obligado a Lourdes a<br />

casarse, pues Rogelio también se ensañó contra<br />

ella, no la respetaba en lo más mínimo y llegó a<br />

tildarla de “madre vendida”.<br />

Para su congoja y desilusión, también sus nietos<br />

preferidos, Baltasar y Pompilio empezaron a mofarse<br />

de mi bisabuela.<br />

A estos dos personajes les correspondió ser los<br />

hermanos menores de Ismael, mi padre. Mientras<br />

éste trabajaba de sol a sol, aquellos se dedicaban a<br />

zanganear. Aparte de todo sustraían el ganado para<br />

fomentar su vicio del licor. En medio de sus<br />

borracheras deslumbraban con ínfulas de<br />

superioridad trasnochada, llegando a dividir a la<br />

familia en dos clases sociales: españoles e indios.<br />

Era lógico que estos dos atolondrados se auto<br />

incluyeran en el grupo que más les convenía: Los<br />

peninsulares. Divagaban haciendo alarde de su<br />

condición de realeza, incluso se anunciaron entre los<br />

moradores, como “nuevos feudales y conquistadores<br />

de Lengupá”. Para su vergüenza, sus propios<br />

vecinos los tacharon de chiflados y en adelante les<br />

llamaron con el sobrenombre de “los cafres “,<br />

incitando así las burlas de los aldeanos.<br />

No obstante, a causa de estos dos comediantes<br />

funestos, nuestra familia, y en especial mi padre,<br />

34


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

sobrellevó muchas penurias. Parece mentira, pero la<br />

primera víctima de estos desalmados, fue su propia<br />

hermana menor Iris. Ella sería en el futuro mi<br />

compañera de aventuras, pues en el momento yo<br />

aún estaba lejos de nacer. Lourdes, (mi futura<br />

abuela), profesaba por Iris la ternura más dulce;<br />

estaba pendiente de esta hija, pero los cafres, en<br />

proterva hora, se llenaron de odio contra ésta, sin<br />

justificación alguna y discurrieron la forma para<br />

hacerla sufrir.<br />

Lourdes, como es natural en toda madre, amaba a<br />

su docena de hijos, aunque en lo furtivo de su<br />

corazón, rebosaba su apego por Ismael, Iris y<br />

Mariela. Tal vez, los cafres lo adivinaban y con<br />

envidia tejieron sus acechanzas. Iris tuvo el privilegio<br />

de nacer, una tarde de chubasco y sol, con el arco<br />

iris vestido de hermosura. Por ello sería que mis<br />

abuelos le dieron ese nombre tan bonito: IRIS. Su<br />

nacimiento lo atendió una vecina comadrona, quien<br />

se sorprendió al observar, que la niña no lloró, pese<br />

a la palmadilla que le dio en la nalga, para que<br />

respirase bien, sino que se rió. Esto inquietó a los allí<br />

presentes y no faltaron los suspicaces que vieron en<br />

la sonrisa de iris, a una futura tontita. También se<br />

expresaron los optimistas, afirmando que la sonrisa<br />

de la niña, era símbolo de felicidad eterna.<br />

Infortunadamente, una pitonisa vecina, ave de mal<br />

agüero, presagió que Iris sufriría lo que no estaba<br />

escrito, como en efecto ocurrió, a costa de “los<br />

cafres”.<br />

La niña nacida, era de singular belleza, tez<br />

blanca, ojos color de cielo, cabello castaño, nariz<br />

35


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

respingada como las reinas, boca estilizada (parecía<br />

dibujada), labios rojos con sonrisa a flor de piel. Su<br />

semblante era delicado; cejas delgadas y un<br />

cuerpecillo esbelto bien proporcionado. Parecía una<br />

princesa vestida en un cuento de hadas… Sin<br />

ponderación, una diosa mitológica.<br />

Iris Teresa Antonia, era su nombre y gracias a<br />

Dios, Nació en el seno de una familia muy católica, si<br />

bien paradójicamente relegaron su bautismo. El<br />

inicuo dúo de cafres, optó por menospreciarla,<br />

empezando por cambiarle el bello nombre. Le<br />

decían, “Antuca”. Iris, iniciaba ya su adolescencia<br />

cuando fue a la escuela. No es de extrañar la edad,<br />

pues, por aquel tiempo los educandos campesinos,<br />

se instruían a partir de los diez o quince años de<br />

edad, siendo un evento normal. Sus dos hermanos<br />

contemporáneos (los cafres), eran sus compañeros<br />

de academia.<br />

Pompilio, el primero de éstos presumidos,<br />

representaba una edad de diecisiete años. Se<br />

deleitaba caminando, a manera de enseñar sus<br />

audacias varoniles; encorvaba los brazos a los<br />

costados garrafalmente, aparentando las dotes de<br />

luchador empedernido. Parecía un pavo<br />

marchando, de aquellos que tienen la vista torcida,<br />

pues ocurre que por aquellas cosas de la herencia,<br />

donde nadie tiene la culpa, poseía un ojo de color<br />

azul y otro de color azabache; era de tez blanca y un<br />

lunar grande similar a una mancha, le cubría el labio<br />

superior, lo cual trataba de esconder con el bozo que<br />

empezaba a nacerle. Su cabello era rojizo. Baja su<br />

36


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

estatura y el timbre de su voz, robusta y ronca,<br />

espantando casi siempre a quién hablaba con él.<br />

En cuanto a Baltasar, no alcanzaba los diez y<br />

ocho años. Era de contextura delgada. Mediano de<br />

estatura, pelo quieto de matiz negro y ojos pardos.<br />

Le atraía adornarse la cabeza con un birrete color<br />

esmeralda, lo cual se quitaba fastuosamente, para<br />

saludar a las chicas. Su modulante voz impostada,<br />

parecía la de un viejo. Los defectos físicos no<br />

interesan, pues todos los tenemos. Las actitudes en<br />

cambio, irradian nuestra personalidad. La envidia<br />

que los cafres sentían por Iris, saltaba a la vista. Más<br />

ella, era una excelente alumna, lo cual despertó<br />

todavía más, la maquinación de éstos, quienes no<br />

tenían vocación para el estudio. No tener la<br />

propensión de estudiante, no era ninguna infracción,<br />

pues lo hubiesen podido reconocer y dedicarse a<br />

otras prontitudes, pero les daba pena exteriorizar la<br />

verdad.<br />

Perversamente se desquitaban con su hermanita,<br />

borrándole las tareas escritas en el pizarrón, o<br />

alterando su contenido para situarla en ridículo ante<br />

los compañeros de clase. No sorprenda a vosotros<br />

los lectores, la forma de presentación de tareas en<br />

tableros o repisas, (pizarrines), y tiza, pues así era<br />

por aquel tiempo, pues el papel era demasiado<br />

costoso. En realidad la tiza era una pequeña piedra<br />

de yeso blanco. Cuando se quería borrar algo, se<br />

echaba un poco de aliento y se frisaba con un<br />

pañito.<br />

Las escuelas eran todas similares: Un salón<br />

grande con una tarima para el pedagogo. En la<br />

37


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

pared se destacaba un mapa de Colombia, que<br />

servía de fondo para de vez en cuando tomar fotos.<br />

No se utilizaban mesas, sino pupitres para dos y tres<br />

alumnos. Los bolígrafos aún no llegaban y se<br />

escribía era con pluma y tinta china.<br />

—Los castigos de los maestros eran con<br />

bofetadas —decía mi abuelita Lourdes —si la<br />

falta era muy grave, le pegaban varios reglazos<br />

en las palmas de las manos y si el docente era<br />

más estricto, castigaba a sus educandos<br />

haciéndoles levantar las manos con ladrillos,<br />

pero si el penitente se reía, el profesor lo hacía<br />

arrodillar, proclamando que “la letra con sangre<br />

entra”.<br />

Debido a ello, Iris sufrió lo injusto, pues los cafres<br />

le alteraban las tareas del pizarrón personal, pero<br />

antes copiaban los trabajos. Sin embargo, el<br />

profesor notaba con rareza que a Iris le iba bien en<br />

los exámenes de la escuela, entre tanto que los<br />

cafres no sobresalían, pero nunca imaginó la<br />

proporción del problema. Los enemigos de Iris no se<br />

quedaron quietos y vendieron la idea a la familia de<br />

la imposibilidad mental de ésta para estudiar,<br />

cuando los incapaces eran ellos.<br />

—Te persuadimos padre— decía —A que no<br />

invirtáis educación en la india pati rajada de<br />

Iris, pues es torpe para el estudio.<br />

—¡Oh, par de perversos! ¿Por qué habéis<br />

venido ha desmoralizarme en contra de vuestra<br />

hermana menor? Iris ningún mal les ha hecho —<br />

Refutó el viejo irritado.<br />

38


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

— ¿Insinúan que la zamba de mi hija es bruta?<br />

—Con mayor razón merece estudiar para que se<br />

torne inteligente.<br />

Así amparó aquella vez Rogelio, el honor de Iris,<br />

de las picardías de Pompilio y Baltasar, más éstos<br />

prorrogaron la coerción. El abuelo mantenía su<br />

compostura en favor de Iris, hasta que un día<br />

enfermó de una fuerte influenza. Iris ese día ofreció<br />

su ida a la escuela, para cuidar al viejo y éste sintió<br />

que sería bueno en adelante, tener a alguien de<br />

confianza en casa para cuidarle de sus achaques.<br />

(Aunque sus dolencias no eran por ser de edad<br />

avanzada, sino a causa del licor y el tabaco que<br />

incluso lo envejeció prematuramente). Así que<br />

promovió la posibilidad de no enviar más a su hija a<br />

la escuela, recalcando:<br />

—Oíd bien cafres: Iris no irá más a la escuela<br />

por atolondrada, como pensáis vosotros, pues<br />

ciertamente ella es inteligente. Simplemente la<br />

necesito para que cuide mis dolencias.<br />

La decisión de Rogelio fue nefasta, pues los<br />

malandrines que odiaban a Iris, proseguirían con el<br />

carácter destructivo en contra de su hermana. La<br />

situación se prestaba, pues en medio de todo, el<br />

viejo le temía a la soledad y al achaque. Así que<br />

farfulló:<br />

—¡Oh!, ¡mi fiel Antuca! Velaréis por mí.<br />

Servidme agua de panela caliente —Después<br />

sacaba la pluma y escribía sobre un cartón,<br />

haciendo cálculos, así:<br />

39


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

—El trabajo de Iris me ayudará a reducir los<br />

gastos de dos obreros… Je, je, je, ji, ji… La<br />

escuela podría personificar un peligro para mí<br />

atolondra. En parte los cafres tienen razón—<br />

Puntualizó.<br />

Este es pues el paralelo de Rogelio con los cafres,<br />

en contra de Iris. Desde aquel día el hombre optó<br />

por sentar a Iris sobre sus rodillas, simulándole el<br />

cariño de padre y le daba a beber guarapo amargo.<br />

(Bebida fermentada campesina), con el fin de<br />

inducirla al trago y distraerla. Cuando iris se dormía<br />

la cubría con su ruana y le acariciaba la cabeza,<br />

diciéndole ladinamente:” ¡Oh! mi Antuca de mi alma,<br />

cada día que viváis te haré más tontita”.<br />

Para la época en que vivió Iris, la mayoría de las<br />

enfermedades no eran diagnosticadas por los<br />

médicos, sino por los familiares o vecinos del<br />

supuesto enfermo. Bastaba tener un enemigo para<br />

que arguyese: Está enfermo, está poseído, tiene el<br />

pensamiento inverso, o sufre de locura. Los más<br />

lanzados se atrevían a pronosticar que eran<br />

manifestaciones del más allá. Bastaba la opinión de<br />

alguien medio conocido en la comarca, para<br />

lesionar a una persona. Fue esencialmente lo que<br />

ocurrió con Iris. Sin que mediara diagnóstico<br />

médico, su propio progenitor y sus dos hermanos, la<br />

condenaron a ser tonta, con el fin de utilizarla, en la<br />

servidumbre familiar.<br />

—Tenemos que revelar a vuestros vecinos con<br />

mucho dolor—dijeron los cafres—que nuestra<br />

hermanita Iris, fue declarada tonta, según<br />

nuestra inspiración y entendimiento…<br />

40


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

¡Que vergüenza siento por los cafres! ¡Que<br />

ignorancia la de la época!<br />

Entonces le mudaron su elegante peinado de niña<br />

bonita, por dos gruesas y rústicas trenzas. Su<br />

uniforme de colegiala fue reemplazado por unos<br />

chiros viejos. Las zapatillas de charol que tanto le<br />

encantaban, fueron canjeadas por unas quimbas<br />

resbaladizas. No obstante casi siempre se le veía<br />

caminando a pie limpio dejando ver sus hinchazones<br />

y heridas. Su bello rostro y sus ojos tristes,<br />

destellaban melancolía; eran las marcas del trauma<br />

y sometimiento y la humillación; el maltrato y<br />

explotación. Por eso sería que cada mañana<br />

cuando ella iba a la quebrada a recoger agua en las<br />

cantinas, miraba su reflejo en las cristalinas aguas y<br />

se le oía decir:<br />

—No soy ninguna tonta. Yo soy una princesa<br />

celestial… Estoy siendo oprimida, más sé que<br />

en el cielo mi vida será dulce —luego, hablaba<br />

con algún ser divino; alzaba su rostro, extendía<br />

sus brazos en cruz, abría las palmas de sus<br />

manos y con voz apacible exponía:<br />

—¡Virgencita Santa!: Comprendo tu mensaje,<br />

más no me dejéis mucho tiempo aquí. Intercede<br />

ante Jesús, para que quienes me maltratan<br />

hallen consolación.<br />

Después, se introducía en las aguas de la<br />

quebrada y uniendo las palmas de sus manos en<br />

oración, volvía a mirar el cielo azul, entonando una<br />

melodía extraña y las lágrimas que brotaban de sus<br />

ojos, se mezclaban con las aguas de la quebrada…<br />

41


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

Los cafres habían logrado humillar a Iris, más he<br />

aquí abuelito que tengo un lamento contra ti: ¿Por<br />

qué permitiste semejante infamia? Por mi parte,<br />

pido perdón a Iris, por las afrentas a que fue<br />

sometida.<br />

¡Oh, tía Iris, mi fiel compañera de aventuras,<br />

cuánto te ofendieron aquellos astutos! Te desairaban<br />

mientras te servían la comida en los platos<br />

esmaltados donde almorzaban los perros, y en las<br />

tazas donde tomaban la leche los gatos… ¿Qué<br />

más podíais esperar de los cafres? Esto fue lo que<br />

te originó aquella severa infección en garganta y<br />

nariz, dejándote la voz gangosa. Bueno, querida<br />

Iris, tan solo vivisteis cuarenta y nueve años, más mi<br />

consuelo es saber que estáis en la gloria. Tal como<br />

en buena hora te lo prometió vuestra señora del<br />

cielo…También debo recordar con alegría que tú,<br />

me acompañasteis aquí, a este castillo, varias veces,<br />

al lado de Sultán, nuestro perro y amigo inseparable.<br />

Nunca imaginé, que volvería aquí sin vosotros, a<br />

causa de la bruja del Bichir Hoque, más en mi<br />

soledad, aprovecho a escribir la historia de vuestra<br />

familia, así como te prometí a ti y a Lourdes mi<br />

abuelita. Ciertamente ella me insistía:<br />

—Julianes, te confío que escribáis una breve<br />

historia de vuestra familia, pues es menester que<br />

las futuras generaciones asimilen lo bueno y<br />

desdeñen lo malo y nunca más se repita la<br />

rivalidad familiar, pues resulta penoso y<br />

deshonroso a los ojos de Dios. Se que no eres el<br />

mejor escribiente, pero sois sincero y de buena<br />

voluntad obediente. Yo valoré tus primeras<br />

42


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

letras, cuando ibais a la escuela y me<br />

impresionaba tu razonamiento y tus dibujos<br />

repletos de insignias insólitas…<br />

Mi abuelita Lourdes, tenía sensatez en estas<br />

cosas, así que prosigo mi historia y vosotros, amigos<br />

lectores, tened aguante, pues por simple estética de<br />

presentación textual, debo revelar cada cosa en su<br />

momento y los misterios y resoluciones donde<br />

corresponde. En cuanto a los cafres, no se<br />

condolían del dolor ajeno. Refugiados bajo la<br />

imaginación y el ropaje de nobles caballeros,<br />

cometían toda clase de fechorías. En mi concepto,<br />

eran una ofensa a los verdaderos caballeros de<br />

nuestra madre España y al gran quijote de la<br />

mancha.<br />

Los cafres eran pueblerinos usuales y corrientes;<br />

era para sentirse orgullosos de ser Colombianos y<br />

de pertenecer a Lengupá, donde habita la gente de<br />

clase y nobleza, orgullosos de su machete y azadón.<br />

Allá en esa tierra hermosa, donde las bellas mujeres<br />

son trabajadoras y sobre todo son personas<br />

cristianas, dignas y hacendosas.<br />

Referente a mi padre Ismael, cuando ocurrieron<br />

los hechos más importantes de Iris, se hallaba en<br />

compañía de Lourdes, trabajando en una de las<br />

granjas de mi bisabuela, distante a unas cinco horas<br />

en mula y cuando regresaron después de varios<br />

meses y se enteraron de lo ocurrido, quisieron<br />

remediarlo, pero ya Iris no quiso volver a la escuela y<br />

señaló que si su trabajo en la finca, y el cuidado a su<br />

padre, favorecía los intereses de la familia, ella<br />

aceptaba venturosa este pequeño sacrificio.<br />

43


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

Mi padre Ismael lloró escuchando a Iris. Él era<br />

una persona humilde y tratable. Era de mirada<br />

serena y furtiva; alto de estatura, ojos ligeramente<br />

claros con matices verde marrón; tez trigueña, tono<br />

de voz agradable y firme. Vestía con distinción en<br />

los festejos y reuniones, aunque en las labores del<br />

campo destellaba un overol con botas y sombrero de<br />

labriego. Ostentaba conocimientos fundamentales<br />

en ciencias agrarias y ganaderas, despertando sin<br />

proponérselo, la rivalidad de los cafres…<br />

Cuando mi padre esparcía las semillas en los<br />

surcos de la tierra para sembrar, los plantíos se<br />

multiplicaban copiosamente. Además, algo bueno<br />

ocurría con las vacas de cría, cuando las acariciaba<br />

y estas se convertían en auténticas vacas lecheras.<br />

Cierta vez los cafres intentaron hacer lo mismo, pero<br />

la leche de las vacas se secó.<br />

La buena imagen de mi padre en la región<br />

circulaba y le llamaban cariñosamente, “El Rey del<br />

rebaño y la labranza”. Lo convidaban a la sazón los<br />

lugareños, para que palpase un poquito las<br />

sementeras marchitas. Al poco tiempo, éstas<br />

florecían milagrosamente, pero mi padre no cobraba<br />

nada. Algo afín pasaba con los animales<br />

domésticos, cuando enfermaban, mi padre los<br />

recuperaba tocándolos y solicitando la ayuda de<br />

Dios.<br />

Mi padre Ismael y mi tía Mariela, pese a ser<br />

huérfanos de madre, jamás se lamentaron, pues no<br />

conocieron la verdad y en consecuencia, Lourdes<br />

era su madre. Eran las cabezas mayores de una<br />

44


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

docena de hermanos. Sobra decir que mi padre era<br />

fructuoso y puntual en su trabajo, magnánimo y<br />

noble. Pero los cafres, que habían arruinado ya la<br />

vida de Iris, ahora se trazaban la idea de demoler a<br />

mi progenitor. Se lamentaban del corazón clemente<br />

que poseía mi padre, pues eran de corazón malo.<br />

Miraban a su hermano mayor con descrédito y<br />

envidia, a causa de su buen nombre. Creían que mi<br />

abuela Lourdes e Ismael, llegarían a ser los<br />

legatarios preferidos de Carmen Valentina en vida.<br />

Este escenario les irritaba a tal punto que<br />

sospechaban que existía un testamento, que debían<br />

impugnar. La anchura exuberante de las tierras y los<br />

frutales; la labranza y el ganado, eran tesoros de<br />

valor excepcional, gracias al ahínco de Carmen<br />

Valentina, Lourdes y mi padre, quienes con el<br />

refuerzo de obreros de confianza, habían sacado<br />

adelante la hacienda, mientras los cafres se<br />

dedicaban a flojear.<br />

—Obstaculicemos a Ismael —Señalaron los<br />

cafres— tendámosle una coartada.<br />

Con rutilante vergüenza acudieron a su madre,<br />

Carmen Valentina, pidiendo equidad en el uso de la<br />

tierra, exigiendo que las tierras que sembraba mi<br />

padre, les fueran dadas a éstos y a la vez Ismael<br />

aceptara las tierras que ellos pocas veces labraban,<br />

pues creían que mi padre poseía las mejores tierras,<br />

mientras ellos sufrían las inclemencias de una tierra<br />

infértil.<br />

—Es por este motivo que Ismael obtiene éxitos<br />

y nosotros fracasos— aseveraron.<br />

45


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

Mi bisabuela se echó a reír, escuchándoles y<br />

accedió a su oferta, con esta advertencia:<br />

—Que se haga como vosotros demandáis, para<br />

vuestra vergüenza.<br />

Mi padre enseñado a trabajar, toleró el canje sin<br />

ningún reparo.<br />

—Conste que la idea es vuestra — Les dijo en<br />

tono saleroso, mientras tarareaba una canción<br />

mexicana.<br />

El tiempo pasó y llegó el momento de recoger la<br />

cosecha, tanto de las tierras de los cafres, así<br />

también las de mi padre. En primer plano parecía<br />

que la teoría de los cafres era real, toda vez que los<br />

plantíos sembrados por ellos, en las antiguas tierras<br />

de mi padre, eran muy frondosas, en aquel año que<br />

sembraron yuca. En cambio las sementeras<br />

trabajadas por mi progenitor, se veían, de escaso<br />

florecimiento y de corta altura.<br />

—Hemos triunfado sobre ti Ismael— Le<br />

dijeron carcajeándose— Vete de la hacienda,<br />

antes de que te echemos como a un perro.<br />

Carmen Valentina, reconoció el incidente e<br />

intervino, inquiriéndoles:<br />

— ¡Un momento, cafres insensatos! Respetad<br />

a vuestro hermano mayor y sabed que a veces<br />

las apariencias engañan, pues la mata de yuca<br />

no necesariamente se mide por la forma de sus<br />

ramas. Hagamos la prueba — indicó— mientras<br />

ella misma arrancaba un arbusto, del tubérculo<br />

sembrado por los cafres. Para desconsuelo de<br />

éstos, el fruto producido era pequeño y escaso.<br />

46


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

—¡Dios se ha aparatado de nosotros! —<br />

Gimieron los cafres avergonzados.<br />

Cuando examinaron la cosecha sembrada por<br />

Ismael mi padre, vieron fascinados que si bien es<br />

cierto las matas eran pequeñas, las yucas eran<br />

colosales y abundantes, en general con una<br />

sobreproducción. Iracundos los cafres, desafiaron<br />

a Ismael a la pelea, diciéndole:<br />

— ¡Te retamos a un duelo con machete! ¡A ver<br />

quien gana!— inquirían los truhanes,<br />

desenvainando sus alfanjes, haciendo piruetas<br />

amenazadoras similares a la de los<br />

espadachines.<br />

Ismael no se dejó despabilar, ni profirió palabra<br />

alguna. Con actitud reverente, se quitó el sombrero<br />

de su cabeza y lo sostuvo a la altura del pecho. Miró<br />

a lo profundo del cielo azul como descubriendo a<br />

alguien. Después se persignó emocionado y sonrió<br />

tímidamente, Al instante algo extraordinario surgió<br />

y un ventarrón erizó la piel de los cafres, quienes<br />

rodaron por el piso entumecidos. Un colosal pánico<br />

les circundó, haciéndoles llorar y tiritar de pies a<br />

cabeza. Ismael, permaneció reverente, vislumbrando<br />

el cielo diáfano y cuando volvió a ponerse el<br />

sombrero, los cafres pudieron moverse, huyendo<br />

despavoridos…<br />

Los cafres se aplacaron por un tiempo. Lourdes<br />

había cambiado significativamente su físico, debido<br />

a sus desconsuelos cotidianos, pero seguía siendo<br />

bella. Por su parte, Rogelio continuaba displicente<br />

con su mujer y no ejercía bien su figura paterna.<br />

Creo que nunca es tarde para decir que mi abuela<br />

47


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

se veía de estatura mediana; ni gorda ni flaca. Sus<br />

ojos eran dos auténticas esmeraldas. Su cabello<br />

rubio ensortijado, adornado con guirnaldas y un<br />

mechón color nieve, prematuro. Sus manos eran<br />

muy bonitas y delicadas. Acostumbraba vestir<br />

mantos de diversos tintes, los cuales le daban la<br />

semblanza de una reina venerable. Era graciosa al<br />

sonreír. Todavía forjaba el baile de su niñez y le<br />

extasiaba referir las historias familiares.<br />

Lourdes, Carmen Valentina y mi futuro padre<br />

Ismael, resguardaban la vida de Iris, por el peligro<br />

que representaban los cafres. Adicionalmente<br />

durante una temporada, éstos se portaron bien.<br />

Siendo Ismael mi futuro padre, asiduo practicante<br />

católico, se marchó una mañana muy temprano a la<br />

eucaristía de los domingos, pues la noche anterior,<br />

había soñado que en la santa misa, vería a su futura<br />

esposa. Cuando arrimó a la Iglesia se estancó un<br />

instante al ingreso, del templo, concentrándose en<br />

el canto de entrada, que entonaba el coro de las<br />

novicias. Se ubicó por ahí cerca de las cantoras,<br />

llamándole la atención una de ellas que sostenía<br />

entre sus manos, un ramo de rosas blancas. Con<br />

asombro observó que por encima de la cabeza de la<br />

novicia, aparecía la imagen de varios niños<br />

semidesnudos, flotando sobre el aire. Mayor fue su<br />

sorpresa cuando vio aparecer a una mujer<br />

semejante a una virgen, cubriendo su rostro con un<br />

velo terso y blanco, peinada con una moña alta y<br />

una rosa laureada y blanca, aunque con un pétalo<br />

negro azulado. Ismael que tenía buena vista, podía<br />

verla a través del cendal transparente que la cubría.<br />

48


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

La virgen que afloraba, dibujaba una sonrisa y de<br />

pronto entre sus brazos, manifiesta un bebé y lo<br />

alimenta de sus pechos.<br />

—¡Virgen Santísima! ¿Qué indicación es ésta?<br />

—Se preguntó atónito Ismael. Más no quiso<br />

contar a nadie en misa su visión, por el riesgo a<br />

ser ridiculizado.<br />

Cuando la Eucaristía culminó, cesó también la<br />

visión, más él se concebía caminando por las nubes,<br />

pues no comprendía lo ocurrido. Finalmente sonrió y<br />

se acercó a la novicia que tenía el ramo de flores y la<br />

saludó sensiblemente. Ella le correspondió el saludo<br />

aclarándole:<br />

—Jamás había visto antes a vuestra merced,<br />

pero anoche soñé con alguien semejante a vos, a<br />

quien vi salvarse de un toro que le amenazaba.<br />

La novicia no habló más y se alejó para entrar a la<br />

sacristía. Por su puesto, Ismael quedó perplejo y<br />

procuró volver a ver a la novicia. Sin embargo, duró<br />

más de un mes sin hallarla, por lo cual tuvo el<br />

atrevimiento de subirse en la tapia del convento.<br />

Desde allí vio a la novicia a quién le hizo gestos para<br />

que lo mirase. La madre superiora se alteró con<br />

aquel irrespeto, pero pensando que se trataba de un<br />

familiar de la novicia, consintió en que hablasen<br />

transitoriamente en la sala de recibimiento, no sin<br />

antes regañarlo y le fue vedado aparecerse de esa<br />

forma. Cuando Carmen Valentina se enteró de lo<br />

acontecido, pronosticó a Ismael:<br />

—La novicia que habéis visto, aunque lo<br />

dudéis, no será monja. Será tu esposa. El toro<br />

49


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

salvaje que soñó la novicia, del cual se libró un<br />

hombre semejante a ti, representa el furor de tus<br />

hermanos, del cual saldrás avante. Los niños<br />

que visteis flotando en el aire semidesnudos,<br />

serán tus hijos, y la virgen de la rosa blanca con<br />

el pétalo negro azulado y el niño, que alimenta<br />

de sus pechos, contiene un doble enigma, difícil<br />

de representar, pero es algo grande e<br />

incomprensible…<br />

Al poco tiempo empezaron a cumplirse las<br />

palabras proféticas de Carmen valentina, pues la<br />

novicia dejó sus hábitos, por asuntos ajenos a su<br />

buena voluntad y se casó con Ismael. El nombre de<br />

la ex novicia, y futura madre mía es: María de los<br />

Ángeles Arcángeles, una dama ejemplar.<br />

Ahora este humilde narrador, os pide permiso<br />

para tomar un breve descanso, y fisgonear un poco,<br />

aprovechando la luz del día que entra por entre las<br />

aberturas del castillo, pues pronto cesará la jornada<br />

y debo buscar antorchas y cerillas para alumbrar la<br />

noche. Aprovecharé además a escrutar alguna<br />

salida para escapar. Ya registraré lo que pase y<br />

espero proseguir la historia…<br />

Dos días después:<br />

He vuelto nuevamente, un poco tardío. Ocurren<br />

aquí cosas que ni yo creería, sino es porque me<br />

suceden. Buscaba cerillas y antorchas para<br />

alumbrarme y caminé hasta el rincón de esta<br />

biblioteca, al pié de un espejo grande. Veía el<br />

adorno del enmarcado en metal similar al oro puro.<br />

50


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

Lo tocaba cuando encontré una puerta oculta y<br />

pensando que era una salida para escapar, crucé el<br />

umbral. Se trataba de una galería esférica y<br />

refulgente, no mayor a diez o doce pasos y la luz no<br />

originaba molestia alguna a mi vista. Al acercarme a<br />

la elipse brillante y caminar, pude distinguir, la silueta<br />

de varias personas.<br />

—¡Dios mío! ¡Alguien me aguarda al otro lado!<br />

— Creí.<br />

Al otro extremo del umbral, hay personas que me<br />

sonríen y logro ver a varios de mis seres queridos<br />

fallecidos. Me ensanchan sus brazos entrañables.<br />

Voy hacia ellos, pero súbitamente se dispersan de<br />

mi vista y aparezco junto a una rotonda colosal,<br />

similar a un estadio. No doy crédito a lo que veo:<br />

Muchedumbres de seres saliendo de miles de<br />

pasadizos esféricos conexos al que os describí<br />

antes. Las personas que vi, visten túnicas,<br />

resplandecientes, más unas brillan crecidamente y<br />

de acuerdo con esa medida, unas damas y<br />

caballeros hermosísimos, los van separando en<br />

grupos, obedeciendo la similitud de luminiscencia.<br />

Después los mandan a una palestra similar a un<br />

aeródromo. Allí se alistan y despegan naves de color<br />

desconocido, jamás visto en la tierra. El color<br />

plateado, natural es el más cercano, a la<br />

comparación, pero está distante de la realidad. Las<br />

naves que vi, parecen torres de templos,<br />

monumentales. En el centro y en la cúpula<br />

sobresalen varios anillos y se elevan velozmente con<br />

las personas que os describí. Me acerqué más para<br />

ver; pues se me hizo extraño que nadie me ubicó en<br />

51


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

grupo alguno. Recuerdo haber visto una línea blanca<br />

sobre el piso y estuve a punto de cruzarla, cuando<br />

un par de muchachas, cuya lindura no admite<br />

semejanza, me tomaron de las manos y mirándome<br />

a los ojos me aclararon: —¡Julianes! ¿Tu aquí?<br />

Con esas palabras, el panorama desapareció de<br />

mi vista y me encontré con en el aura flotando, de<br />

una dulce señora vestida de alba con un velo<br />

cristalino sobre el semblante, que permite ver su<br />

belleza, jamás imaginada.<br />

—¡Debe ser la misma virgencita que mi padre<br />

Ismael vio antes de su matrimonio, al pie de mi<br />

futura madre, pues guarda similitud, hasta con<br />

el ramo blanco y el pétalo negro —Pensé.<br />

La virgen se descubre el velo y me sonríe. Yo<br />

estoy asombrado, mas he aquí que vuelvo a<br />

emerger al pie del espejo de la biblioteca donde<br />

escribo y ni la virgencita ni la muchedumbre, ni las<br />

naves se ven por alguna parte. ¡Todo es insólito!<br />

Ante mi desconsuelo, vuelvo a mover el espejo que<br />

protege la puerta secreta y me vuelven a suceder<br />

las mismas cosas. Así varias veces, hasta que la<br />

virgencita que aparece me dice:<br />

—Ya está bien hijito. No temáis, yo estoy<br />

contigo.<br />

Cuando amaneció, fui a dar un reconocimiento<br />

por el castillo. Desde un alcor, pude ver que el fortín<br />

era colosal; cuando lo vi con Iris, no parecía tan<br />

grande. Era como ver una quinta campestre, pero<br />

esto tiene más de diez estadios. Es aventurado<br />

encontrar una salida, así que decidí regresar a mi<br />

tarea de escribiente, no sin antes bañarme con el<br />

52


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

agua que hallé en una ciénaga. Bueno, también<br />

encontré frutas para comer y por su puesto localicé<br />

el nido de las palomas. No se de donde sacan los<br />

trozos de pan.<br />

Parece que duré dos días sin escribir. Es difícil<br />

mantener la noción del tiempo. La última vez les<br />

contaba, respecto al matrimonio de mis padres.<br />

Gracias a este acontecimiento, los cafres se<br />

incorporaron a un periodo de fraternidad. Hasta Iris,<br />

volvió a departir con estos. La tranquilidad no duró<br />

más de tres años, tiempo durante el cual nacieron<br />

mis dos hermanos mayores: Tobías y Marimar. Los<br />

cafres pusieron fin a su pausa, farfullando: —Ahora<br />

que le nacieron hijos a la mujer de Ismael,<br />

tenemos que conjurarnos en su contra, pues<br />

vuestra herencia, corre el peligro de ser<br />

menguada. La vieja Carmen Valentina se<br />

encariñará de los retoños de éstos y les dará lo<br />

nuestro a éstos aparecidos—Murmuraban.<br />

Planearon causar mal en la labranza y el ganado<br />

de la granja para culpar a mi padre, pero mi<br />

Bisabuela Carmen, descubrió sus marrullerías,<br />

advirtiéndoles:<br />

—El trabajo de vosotros es insignificante. La<br />

labranza y el ganado se aumentan gracias a<br />

Dios, por la mano maravillosa, que el Altísimo le<br />

ungió a Ismael. Erráis creyendo que desheredaré<br />

a vuestro hermano mayor. En verdad, si yo<br />

decido darles legado a los hijos de Ismael, es<br />

asunto mío…<br />

Mis padres se sintieron entre la espada y la pared.<br />

No estaban seguros de quedarse o marcharse de la<br />

53


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

granja, pues no estaban dispuestos a aguantar las<br />

confabulaciones de los cafres. Esa noche hicieron el<br />

santo rosario, pidiendo iluminación. Mi padre<br />

escuchó una voz de un ángel en sueños diciéndole:<br />

—En la mañana, cuando despertéis, tu esposa<br />

te dirá lo que has de hacer— Cuando despertó,<br />

mi madre ya estaba de pié, advirtiéndole:<br />

—Esposo mío, debemos dejar la granja y<br />

marcharnos para la Capital.<br />

Mi padre entendió el mensaje y así se hizo. Con<br />

tristeza, pero con esperanza, caminando sobre una<br />

colina, le dijo adiós a las tierras de su trabajo,<br />

mientras mi madre se despedía de su terruño. El rey<br />

de la labranza y el rebaño, no regresaría. Aquel día<br />

los cafres bailaron y se embriagaron llenos de<br />

tranquilidad, aplaudiendo la partida de mis padres y<br />

de mis dos pequeños hermanos.<br />

—¡Los hemos corrido! ¡Nos han dejado el<br />

camino libre! ¡Disfrutaremos nuestra herencia!—<br />

Repetían, en medio de grotescas carcajadas.<br />

Mis padres, llegaron a la capital de la República<br />

(Bogotá) al rededor de 1950 y emprendieron un<br />

nuevo roll de trabajo. Adecuaron un almacén de<br />

víveres. En esa vocación, trabajaron toda la vida. Mi<br />

padre conservó el don de la abundancia, que Dios le<br />

concedió y los alimentos rendían y conservaban su<br />

frescura y sabor. La clientela se multiplicaba.<br />

—Hasta en la cocina rinden los alimentos,<br />

cuando vuestro padre los prepara—decía mi<br />

madre.<br />

54


<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

Mis padre tuvieron numerosos hijos, yo ocupo un<br />

lugar intermedio entre ellos Aquí reaparece el<br />

misterio, pues cuentan que siendo yo muy niño, casi<br />

un bebé, mis padres se vieron abocados a llevarme<br />

a vivir junto a mis abuelos paternos. Aquella<br />

determinación como veréis, marcaría mi vida. Mis<br />

abuelos, debido a las desavenencias que suscitaban<br />

los cafres, fraccionaron a la familia en varios grupos.<br />

Mi bisabuela Carmen, quedó prácticamente sola,<br />

con su marido en Lengupá. Los demás hermanos de<br />

mi padre empezaron a independizarse y los famosos<br />

cafres convivían con Mis abuelitos Lourdes y Rogelio<br />

respectivamente. Adicionalmente integraban el<br />

grupo familiar, iris y Dorotea, (mis tías). En esta<br />

oportunidad, el escenario es una granja campestre,<br />

ubicada en las goteras de la ciudad capital. Solo en<br />

casos urgentes mis familiares viajaban a Lengupá.<br />

En hechos confusos que nadie de mi familia, supo<br />

exponer, solo atando cabos, intuí que sufrí un<br />

accidente, siendo muy niño, quedando al borde de la<br />

muerte. Mis allegados, empezando por mis padres,<br />

guardaron silencio y jamás se pronunciaron sobre el<br />

tema en cuestión, causándome detrimento y<br />

haciendo más penoso resolver: “EL ENIGMA DE LA<br />

ROSA NEGRA”. El accidente fue tan cruel, que me<br />

declararon clínicamente muerto. Empero, por obra<br />

divina volví a la vida, algo inexplicable para la<br />

ciencia. El dictamen daba cuentas de un<br />

traumatismo cerebral y otras lesiones irreversibles.<br />

La pérdida de mi memoria fue absoluta. Los<br />

recuerdos de mi corta vida se desvanecieron. La<br />

amnesia sería mi compañera constante. Tuve que<br />

55


EL ENIGMA DE LA ROSA NEGRA (I)<br />

partir mi vida de cero nuevamente, expuesto a los<br />

peligros y acechanzas de mis enemigos causantes<br />

del accidente. Yo no lo sabía, no recordaba nada, ni<br />

imaginaba que era parte de un experimento<br />

científico clandestino que podía costarme la vida en<br />

cualquier momento.<br />

Los cafres y varias personas próximas a mi<br />

familia, eran cómplices de esta tragedia, pero mis<br />

padres, no sospechaban que los cafres y enemigos<br />

ocultos, estaban tomando venganza contra ellos.<br />

Los motivos: La envidia y la intolerancia. Mis padres<br />

nunca comprendieron la gravedad de los hechos.<br />

Yo era un simple conejillo de indias, conviviendo la<br />

mayor parte del tiempo con los vengadores y<br />

enemigos, los cafres. El ENIGMA DE LA ROSA<br />

NEGRA, había entrado a mi vida. Era un misterio<br />

humano y a la vez divino. Mi bisabuela Carmen<br />

Valentina lo había pronosticado aquel día, cuando<br />

advirtió a Ismael, que se casaría con la novicia.<br />

—El niño (Que la virgen alimenta de sus<br />

pechos), es un doble enigma. Difícil de<br />

representar pero es algo grande e<br />

incomprensible— Puntualizó años atrás mi<br />

bisabuela.<br />

Parece increíble pero yo era parte del misterio,<br />

referente a la visión que tuvo mi padre en la<br />

Eucaristía de un domingo. La hermosa virgen que vi<br />

hace dos días, con el ramo blanco y un capullo<br />

negro, era la misma virgen, más todo sucedió tan<br />

presuroso que emocionado, no pude decirle nada.<br />

Ella es el misterio divino, que profetizó mi bisabuela.<br />

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<strong>JORGE</strong> <strong>IGNACIO</strong> <strong>DUEÑAS</strong> <strong>AVILA</strong><br />

Es la rosa pura, mi madre universal. La otra rosa,<br />

complemento del misterio, es indescifrable.<br />

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