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prometía protección a su vasallo; éste se comprometía, mediante un juramento de fidelidad, a ciertos servicios. El régimen vasáüco se generalizó a través de toda ia sociedad: el rey encabezaba la pirámide: sus vasallos eran los duques, condes y otros señores poderosos. Estos, por su parte, recibían la "fidelidad" de las personas más ricas e influyentes de su región las cuales, a su vez, recibían los servicios de vasallos más modestos. De esta manera, desde la cima hasta la base de la sociedad, toda persona estaba vinculada a otra. Beneficio o feudo: elemento económico del régimen feudal. El régimen vasálico constituyó una determinada forma de organización del poder cuyo desarrollo se vio favorecido por las condiciones económicas imperantes en la época. En aquellos tiempos la tierra era la única riqueza. Muchas veces los propietarios, al encomendarse a una persona más poderosa, solicitaron protección no sólo para ellos mismos, sino también para sus tierras. A menudo donaban sus tierras a su protector, pero conservaban su usufructo. Por otra parte, los señores poderosos, dueños de grandes propiedades, para recompensar a sus servidores, les daban uno de sus propios dominios y les permitieron recibir sus productos. El dueño daba su tierra en beneficio o, como se diría luego, en feudo. En un comienzo se concedieron los feudos ante todo como compensación económica por los servicios prestados. Mas, con el tiempo se generalizó la costumbre de que los señores diesen los feudos a aquellos que se encomendaban a ellos como vasallos. El régimen feudal nació de la combinación de vasallaje y feudo. El régimen feudal Este sistema de tenencia de la tierra y servicio personal se generalizó en la mayor parte de Europa, si bien sus formas específicas variaron mucho de un país a otro y de un siglo a otro. El acto mediante el cual una persona se convertía en vasallo y recibía un feudo era solemne y lleno de colorido. El vasallo debía prestar el homenaje: se arrodillaba, con la cabeza descubierta y sin armas, y colocaba sus manos juntas entre las manos del señor. Luego decía: "Señor, yo seré vuestro hombre". Al homenaje seguía la fe, el juramento de fidelidad que se prestaba poniendo el vasallo sus manos sobre las Sagradas Escrituras o una reliquia. Luego seguía la investidura: el señor investía al vasallo del feudo y con este fin le entregaba un objeto simbólico, una rama o un terrón que representaba la tierra enfeudada. Mediante el homenaje y la investidura se establecía un contrato que imponía obligaciones recíprocas. El señor debía al vasallo protección y mantención. El vasallo debía ayuda y consejo. La ayuda más importante era el servicio militar o servicio de hueste: el vasallo debía presentarse con armadura y caballo y debía mantenerse con sus propios medios. Como un señor poderoso tenía a muchos vasallos, el vasallaje le proporcionaba las fuerzas armadas necesarias para defender sus propiedades y las de sus vasallos y siervos. Con el tiempo, el servicio militar quedó reducido a cuarenta días al año. El vasallo debía prestar ayuda pecuniaria: para pagar el rescate del señor que había caído prisionero, para dotar de armadura al hijo Breve Historia UniversalRicardo Krebs 92 (Montes Inc.)

primogénito del señor que era armado caballero, para el matrimonio de la hija mayor, y para la partida del señor a Tierra Santa. El servicio de consejo comprendía ante todo la asistencia al tribunal del señor. Con el tiempo no sólo las tierras, sino también toda clase de funciones y derechos públicos fueron entregados en feudos. Los condes, que una vez habían sido funcionarios nombrados por el rey, se convirtieron en vasallos que ejercían las funciones públicas por derecho feudal. El rey feudal gozaba de un poder muy limitado. Sólo ejercía autoridad sobre sus dominios propios y los vasallos inmediatos, pero no tenía ningún poder directo sobre la gran masa de la población. Cada señor gobernaba en sus dominios. Los grandes señores, los duques y condes, eran verdaderos reyes en sus dominios: mantenían sus propias fuerzas mili tares, administraban justicia, percibían impuestos y acuñaban monedas. Y también los vasallos inferiores ejercían funciones públicas que en el imperio romano habían sido desempeñadas por la administración imperial y que en el Estado moderno serían desempeñados por los organismos propios del Estado. El régimen feudo-vasálico fue, pues, una organización del poder político que correspondió a las condiciones especiales de la Edad Media. El sistema feudal no pudo garantizar plena estabilidad política. Sin embargo, en tiempos de escaso desarrollo económico y técnico y de mucha violencia, ofreció ciertas condiciones de paz y justicia e inculcó a los hombres ciertos valores que conservan su sentido hasta la fecha: el sentido del honor, la virtud de la lealtad, el respeto por la dignidad de la persona, la estimación de la mujer, la fe en la palabra dada. La Iglesia y el sistema feudal La Iglesia recibió por donación o legado extensas tierras que estaban sujetas a las obligaciones feudales. Los obispos y abades, al mismo tiempo de ser ministros de la Iglesia, se convirtieron en vasallos de los reyes y en grandes señores. Cuando moría un vasallo laico sin herederos, la administración del feudo volvía a manos del señor. En cambio, los feudos de la Iglesia no pertenecían a un obispo o abad en particular. Por eso cuando moría un obispo, el contrato feudal no era alterado y la Iglesia conservaba la tierra. De esta manera, las posesiones de la Iglesia aumentaron cada vez más y finalmente la tercera parte de la propiedad agrícola en la Europa occidental y central perteneció a la Iglesia. La sociedad feudal La sociedad medieval se compuso de grupos sociales fijos, los estados o estamentos: nobleza, clero y población campesina. La nobleza feudal estaba formada por el rey y los señores y sus vasallos. Su estado era hereditario, o sea, era una nobleza de sangre. En tiempos de guerra casi permanente los mayores honores eran concedidos al hombre que manejaba la espada. La nobleza medieval fue Breve Historia UniversalRicardo Krebs 93 (Montes Inc.)

prometía protección a su vasallo; éste se comprometía, mediante un juramento de fidelidad, a ciertos<br />

servicios. El régimen vasáüco se generalizó a través de toda ia sociedad: el rey encabezaba la pirámide: sus<br />

vasallos eran los duques, condes y otros señores poderosos. Estos, por su parte, recibían la "fidelidad" de las<br />

personas más ricas e influyentes de su región las cuales, a su vez, recibían los servicios de vasallos más<br />

modestos. De esta manera, desde la cima hasta la base de la sociedad, toda persona estaba vinculada a otra.<br />

Beneficio o feudo: elemento económico del régimen feudal.<br />

El régimen vasálico constituyó una determinada forma de organización del poder cuyo desarrollo se vio<br />

favorecido por las condiciones económicas imperantes en la época. En aquellos tiempos la tierra era la única<br />

riqueza. Muchas veces los propietarios, al encomendarse a una persona más poderosa, solicitaron<br />

protección no sólo para ellos mismos, sino también para sus tierras. A menudo donaban sus tierras a su<br />

protector, pero conservaban su usufructo. Por otra parte, los señores poderosos, dueños de grandes<br />

propiedades, para recompensar a sus servidores, les daban uno de sus propios dominios y les permitieron<br />

recibir sus productos. El dueño daba su tierra en beneficio o, como se diría luego, en feudo.<br />

En un comienzo se concedieron los feudos ante todo como compensación económica por los servicios<br />

prestados. Mas, con el tiempo se generalizó la costumbre de que los señores diesen los feudos a aquellos<br />

que se encomendaban a ellos como vasallos.<br />

El régimen feudal nació de la combinación de vasallaje y feudo.<br />

El régimen feudal<br />

Este sistema de tenencia de la tierra y servicio personal se generalizó en la mayor parte de Europa, si bien sus<br />

formas específicas variaron mucho de un país a otro y de un siglo a otro.<br />

El acto mediante el cual una persona se convertía en vasallo y recibía un feudo era solemne y lleno de<br />

colorido. El vasallo debía prestar el homenaje: se arrodillaba, con la cabeza descubierta y sin armas, y<br />

colocaba sus manos juntas entre las manos del señor. Luego decía: "Señor, yo seré vuestro hombre". Al<br />

homenaje seguía la fe, el juramento de fidelidad que se prestaba poniendo el vasallo sus manos sobre las<br />

Sagradas Escrituras o una reliquia. Luego seguía la investidura: el señor investía al vasallo del feudo y con<br />

este fin le entregaba un objeto simbólico, una rama o un terrón que representaba la tierra enfeudada.<br />

Mediante el homenaje y la investidura se establecía un contrato que imponía obligaciones recíprocas. El<br />

señor debía al vasallo protección y mantención. El vasallo debía ayuda y consejo. La ayuda más importante<br />

era el servicio militar o servicio de hueste: el vasallo debía presentarse con armadura y caballo y debía<br />

mantenerse con sus propios medios. Como un señor poderoso tenía a muchos vasallos, el vasallaje le<br />

proporcionaba las fuerzas armadas necesarias para defender sus propiedades y las de sus vasallos y siervos.<br />

Con el tiempo, el servicio militar quedó reducido a cuarenta días al año. El vasallo debía prestar ayuda<br />

pecuniaria: para pagar el rescate del señor que había caído prisionero, para dotar de armadura al hijo<br />

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