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Bajo los Tchou se mantuvo la creencia de que el rey tenía carácter divino. A comienzos de la época a Tchou se le empezó a llamar Hijo del Cielo, título y dignidad que los emperadores chinos mantendrían a través de los siglos. La dignidad real era hereditaria. A la muerte del rey le seguía su hijo mayor. El rey sólo ejercía un dominio directo sobre la capital Honan y los dominios reales. Para las tareas administrativas disponía de seis ministros: el Primer Ministro estaba a cargo de los trabajos en los campos y de la distribución de los productos. El Ministro de Guerra se preocupaba del reclutamiento de las tropas, de la instrucción militar, de los arsenales, de los caballos y de los carros de guerra y del aprovisionamiento de las tropas. El ejército se componía de 12.500 hombres, proporcionados obligatoriamente por cada familia. En casos de necesidad, el ejército real era reforzado con los contingentes militares de los señores feudales. Había además otros cuatro ministros que se ocupaban del palacio imperial, del tesoro, del culto religioso y de la justicia criminal. En un nivel inferior había un gran número de funcionarios que se encargaban de la ejecución de las tareas administrativas. La corte del rey servía de modelo a las cortes de los señores feudales que se rodearon también de numerosos servidores, los cuales eran elegidos según su preparación y sus méritos. Los cargos en la corte real y en las cortes señoriales eran muy apetecidos, ya que conferían poder, riqueza y prestigio. La selección de los funcionarios por los méritos y el elevado status social del funcionario público se mantendrían a través de los siglos como una característica esencial del Estado y de la sociedad en China. Durante este tiempo la agricultura siguió siendo la base de la economía. Los reyes y los señores se preocuparon de mejorar los sistemas de regadío mediante la construcción de diques y canales. Se siguieron cultivando el trigo, la cebada y el arroz. Se aumentaron las plantaciones de moreras que servían para la cría de los gusanos de seda. El comercio y la industria se beneficiaron con la introducción de la moneda metálica y experimentaron un fuerte desarrollo. Los comerciantes aprovechaban las vías fluviales y usaban los caminos que fueron construidos por los reyes y los señores. Conjuntamente con el desarrollo de la industria y del comercio crecieron y se multiplicaron las ciudades. El mundo religioso de los chinos estaba poblado por una infinidad de dioses, de demonios o malos espíritus (kuei) y de almas abandonadas. Los dioses eran personificaciones de las fuerzas de la naturaleza. El panteón divino estaba encabezado por Chang-ti, el dios del cielo, señor de todos los dioses y de todos los hombres, hacedor de los reyes. Vivía en un palacio situado en la constelación de la Osa Mayor. El hombre debía venerar a los dioses y solicitar su ayuda y protección para defenderse contra los demonios. Había que saber con exactitud a cuáles dioses tenía que dirigirse según la posición social y las circunstancias. El culto consistía en complicados ritos. Había que conquistarse la ayuda de los dioses con oraciones, ofrendas y danzas. A lo largo del año se sucedían las fiestas religiosas en las cuales los fieles imploraban la benéfica intervención de los dioses de la montaña, de los ríos, de las estaciones, de las siembras y cosechas. Los actos religiosos más Breve Historia UniversalRicardo Krebs 38 (Montes Inc.)

importantes eran ejecutados por el rey. De la piedad y virtud del rey dependían el buen orden del reino, el buen tiempo y las buenas cosechas. Particular importancia tenía para los chinos el culto de los antepasados. Según su creencia, cada hombre estaba provisto de dos almas. Una de ellas, el huen, se separaba del cuerpo después de la muerte y ascendía al cielo donde ocupaba un lugar que correspondía al que había tenido en la tierra. Las almas de los reyes difuntos se colocaban al lado del dios supremo Chang-ti. El alma inferior permanecía con el cadáver. Si no se le rendían los honores debidos, se convertía en demonio, huei, un alma en pena que perseguía y castigaba cruelmente a los familiares del difunto. En cambio, el alma que era honrada mediante oraciones, ritos y ofrendas se convertía en protector de la familia. El culto de los antepasados, fuera de su significado religioso, tuvo importancia fundamental para el desarrollo social de China, ya que confirió a la familia y a la sociedad entera una extraordinaria estabilidad. Para el chino resultaba esencial constituir una familia y tener hijos. El reconocimiento de la autoridad paterna, el respeto de los mayores, la veneración de los antepasados difuntos y la obediencia que el subdito debía al rey y a toda autoridad eran considerados indispensables para ahuyentar a los demonios, para reconciliar el mundo humano y el mundo divino y para mantener la paz y el orden en la sociedad y el Estado. En el curso del tiempo la cultura se tornó más refinada, el número y el prestigio de los hombres de letras aumentaron y la vida intelectual se intensificó y se elevó. Aparecieron grandes pensadores y maestros que se preocuparon ante todo de los problemas éticos y que elaboraron enseñanzas para llevar una vida noble y digna. El más grande de los pensadores fue Kung-fu-tseo Confucio que nació en el año 551 a.C, unos pocos años después de que en la India había nacido Buda. Su padre, que era un magistrado en el ducado de Lu, murió cuando Confucio tenía tres años. El niño se crió en un medio de gran estrechez económica. Confucio ingresó al servicio público y llegó a ser inspector de los depósitos de trigo. Pero al producirse una revolución y al ser expulsado el príncipe legítimo, renunció a su cargo, ya que no quería servir a un gobierno ilegal. Empezó a enseñar y luego atrajo a numerosos alumnos. Adquirió fama y fue recibido con grandes honores en las cortes de los príncipes. Hacia el año 500 el príncipe de Lu lo nombró Ministro de Obras Públicas y de Justicia. Desde su alto cargo reglamentó toda la vida pública y privada interviniendo aun en los más pequeños detalles. Mas sus intentos de robustecer la autoridad legítima del príncipe de Lu provocaron la resistencia de la nobleza. Confucio fue exiliado. Durante trece años recorrió la China central y enseñó sus doctrinas. Finalmente se le permitió regresar a Lu donde murió en el año 479 a.C. Sus discípulos siguieron viviendo cerca de su habitación y de su tumba. Allí nació la primera Universidad china que se mantendría durante ochocientos años. Breve Historia UniversalRicardo Krebs 39 (Montes Inc.)

Bajo los Tchou se mantuvo la creencia de que el rey tenía carácter divino. A comienzos de la época a Tchou<br />

se le empezó a llamar Hijo del Cielo, título y dignidad que los emperadores chinos mantendrían a través de<br />

los siglos. La dignidad real era hereditaria. A la muerte del rey le seguía su hijo mayor. El rey sólo ejercía un<br />

dominio directo sobre la capital Honan y los dominios reales. Para las tareas administrativas disponía de seis<br />

ministros: el Primer Ministro estaba a cargo de los trabajos en los campos y de la distribución de los<br />

productos. El Ministro de Guerra se preocupaba del reclutamiento de las tropas, de la instrucción militar, de<br />

los arsenales, de los caballos y de los carros de guerra y del aprovisionamiento de las tropas. El ejército se<br />

componía de 12.500 hombres, proporcionados obligatoriamente por cada familia. En casos de necesidad, el<br />

ejército real era reforzado con los contingentes militares de los señores feudales. Había además otros cuatro<br />

ministros que se ocupaban del palacio imperial, del tesoro, del culto religioso y de la justicia criminal. En un<br />

nivel inferior había un gran número de funcionarios que se encargaban de la ejecución de las tareas<br />

administrativas.<br />

La corte del rey servía de modelo a las cortes de los señores feudales que se rodearon también de<br />

numerosos servidores, los cuales eran elegidos según su preparación y sus méritos. Los cargos en la corte<br />

real y en las cortes señoriales eran muy apetecidos, ya que conferían poder, riqueza y prestigio.<br />

La selección de los funcionarios por los méritos y el elevado status social del funcionario público se<br />

mantendrían a través de los siglos como una característica esencial del Estado y de la sociedad en China.<br />

Durante este tiempo la agricultura siguió siendo la base de la economía. Los reyes y los señores se<br />

preocuparon de mejorar los sistemas de regadío mediante la construcción de diques y canales. Se siguieron<br />

cultivando el trigo, la cebada y el arroz. Se aumentaron las plantaciones de moreras que servían para la cría<br />

de los gusanos de seda. El comercio y la industria se beneficiaron con la introducción de la moneda metálica<br />

y experimentaron un fuerte desarrollo. Los comerciantes aprovechaban las vías fluviales y usaban los<br />

caminos que fueron construidos por los reyes y los señores. Conjuntamente con el desarrollo de la industria<br />

y del comercio crecieron y se multiplicaron las ciudades.<br />

El mundo religioso de los chinos estaba poblado por una infinidad de dioses, de demonios o malos espíritus<br />

(kuei) y de almas abandonadas. Los dioses eran personificaciones de las fuerzas de la naturaleza. El panteón<br />

divino estaba encabezado por Chang-ti, el dios del cielo, señor de todos los dioses y de todos los hombres,<br />

hacedor de los reyes. Vivía en un palacio situado en la constelación de la Osa Mayor. El hombre debía<br />

venerar a los dioses y solicitar su ayuda y protección para defenderse contra los demonios. Había que saber<br />

con exactitud a cuáles dioses tenía que dirigirse según la posición social y las circunstancias. El culto consistía<br />

en complicados ritos. Había que conquistarse la ayuda de los dioses con oraciones, ofrendas y danzas. A lo<br />

largo del año se sucedían las fiestas religiosas en las cuales los fieles imploraban la benéfica intervención de<br />

los dioses de la montaña, de los ríos, de las estaciones, de las siembras y cosechas. Los actos religiosos más<br />

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