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<strong>Fiz</strong> <strong>Fernández</strong><br />

Política<br />

y Moral<br />

11 ra ra . . Edición<br />

2001 2001<br />

Parana 137 - buenos aires - argentina<br />

tel.(54)(011)4373-2942 y telefax (54)(011)4371-9309


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Buenos Aires, 2001<br />

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otro medio electrónico. Cualquier utilización parcial o total debe<br />

ser previamente solicitada al editor.


DEL BASURERO A LA FAMA<br />

LA HISTORIA SE REPITE<br />

INDICE<br />

DIÁLOGOS DE FOCIÓN SOBRE LA<br />

RELACIÓN DE LA MORAL CON LA POLÍTICA<br />

Primer diálogo<br />

Segundo diálogo<br />

Tercer diálogo<br />

Cuarto diálogo<br />

Quinto y ultimo diálogo<br />

NOTAS ACLARATORIAS<br />

Primer diálogo<br />

Segundo diálogo<br />

Tercer diálogo<br />

Cuarto diálogo<br />

Quinto y último diálogo


PREFACIO<br />

Para hacer buenos a los hombres,<br />

no son suficientes las leyes,<br />

sino que es menester<br />

el ejemplo además.<br />

de “La Política” de Aristóteles<br />

DEL BASURERO A LA FAMA<br />

En el interesante libro de María Sten: “Las extraordinarias historias de<br />

los Códigos Mexicanos”, con el título “Del basurero a la fama” se puede leer<br />

lo siguiente: “Aclaremos desde luego que bajo este título no va a encontrar<br />

el lector la historia de la vida azarosa de una estrella de cabaret o de<br />

una oscura cancionista que, favorecida por la suerte, logró llegar al pináculo<br />

de la fama mundial. Se trata aquí de la historia de uno de los tres<br />

códices mayas, el códice París, conocido también bajo el nombre de Códex<br />

Pérez -del nombre Pérez escrito en una esquina del documento- o Códice<br />

Peresianus; historia que principia en un basurero”.<br />

Fue el Señor León de Rosny, botánico y especialista en lengua japonesa,<br />

quien lo encontró en 1859 en un cesto de basura de la Biblioteca Nacional<br />

de París. Ignoramos qué movió al estudioso señor a rescatar el códice<br />

de entre los papeles ennegrecidos por el humo de la chimenea. pero<br />

gracias a su curiosidad -si es que fue una simple curiosidad- podemos hoy<br />

estudiar las once páginas de este pequeño códice que mide apenas 1,45<br />

cm de largo por 22 cm de altura.<br />

Algo semejante le sucedió a Petrarca. A los veintisiete años visitó Lieja<br />

en su afán de bibliófilo, buscando libros viejos: encontró e hizo copiar dos<br />

discursos de Cicerón, uno de los cuales es el “pro Archia”, conocido como<br />

“Defensa del poeta Archias” por usurpación del derecho de ciudadano romano.<br />

Lo mismo sucedió con la maravillosa obra de Juan Sebastián Bach. Por<br />

espacio de setenta y cinco años después de su muerte pocas obras suyas<br />

se publicaron o ejecutaron. El cambio vino en 1829 cuando se volvió a<br />

escuchar en Berlín “La Pasión según San Mateo” bajo la dirección de Félix<br />

Mendelsohn. Según Milton Cross y David Ewen en su tratado sobre “Los<br />

Grandes Músicos su vida y su obra desde Bach hasta nuestros días”, algunos<br />

de los manuscritos de Bach sirvieron como papel de envolver en las<br />

carnicerías y otros comercios de Leipzig (T. 1. p. 35).


Prefacio 6<br />

No dudo de que cada lector de estos “diálogos” de Foción podrá agregar<br />

de su cosecha otros casos semejantes de “olvido” con lo cual creo suficientemente<br />

justificado mi esfuerzo para poner en manos de los lectores<br />

de lengua española la presente edición.


LA HISTORIA SE REPITE<br />

Estando yo de visita en casa de una hija mía que vive en París a una<br />

cuadra del Museo Picasso, me muestra dos libros que había encontrado en<br />

la vereda junto a los desperdicios de una casa, a la espera del recolector<br />

de basura. Uno de ellos, no recuerdo el tema, no me interesó. En cambio<br />

el otro enseguida me atrapó. Se trataba de los “Entretiens de Phocion sur<br />

le rapport de la morale avec la politique”, traduits du grec de Nicoclés, editada<br />

en 1763 en Zurich por Heidegguer et Compagnie. Una nota aparte<br />

escrita con lápiz señalaba que: “cette ouvrage fut eduronné par l’Academie<br />

de Berne”. Con letra de tinta también se leía: par Mably, como aparente<br />

traductor.<br />

Conocedor de La República de Platón y La Política de Aristóteles, quise<br />

averiguar algo sobre el autor de este tratado para mí desconocido, y cuyo<br />

título prometía quizá formar con los citados un verdadero trípode sobre la<br />

Política en el siglo IV a.C. Consulto pues su biografía en Vidas Paralelas de<br />

Plutarco que dedica todo un capítulo del Tomo II a Foción y Catón el menor<br />

(-400 a -318). Leído todo el capítulo, no aparece ninguna noticia de los<br />

Entretiens. Se describen sí detalladamente las batallas ganadas y otros datos<br />

biográficos. Por ejemplo: Foción por enemistad jamás hizo mal a nadie<br />

ni a nadie tuvo por contrario y sólo en lo preciso hizo frente a los que se<br />

le oponían en lo que por bien de la Patria ejecutaba, siendo en tales casos<br />

áspero, inflexible e implacable, pero fuera de esto, en el transcurso de su<br />

vida, a todos se mostró benigno, compasivo y humano, hasta venir en auxilio<br />

de los de contrario partido si en algo faltaban, y ponerse a su lado si estaban<br />

en peligro. Reconviniéronle una vez sus amigos de que había hablado<br />

en juicio a favor de un hombre malo, y les respondió que los buenos no<br />

necesitaban de auxilio. Plutarco agrega que Foción ostentaba como única<br />

virtud la pobreza, en la que había envejecido, habiendo sido tantas veces<br />

general de los atenienses y contando reyes entre sus amigos.<br />

Justamente esta sucinta biografía frente al título “sobre la relación entre<br />

la Moral y la Política” me incitó a leer esta joya literaria.<br />

Con sorpresa verá el lector cómo la historia parece repetirse infinidad<br />

de veces, y aquí lo relatado y enseñado hace dos mil cuatrocientos años<br />

nos lleva a la reflexión de aquel que dijera que no hay nada nuevo bajo el<br />

sol. Por lo tanto toda semejanza con sucesos o personajes actuales deberá<br />

ser tomado como pura coincidencia.<br />

Empecemos pues por el interesante prólogo del autor, cuyo nombre no<br />

aparece en todo el texto y que puede ser el citado Mably.<br />

La historia comienza en el famoso monasterio de Monte Cassino en Ita-


La historia se repite 8<br />

lia, cuya célebre orden fue compilando a través de los siglos una valiosísima<br />

biblioteca en la que nutrieron la mente generaciones de sabios durante<br />

la Edad Media. El azar hizo caer en las manos de uno de sus circunstanciales<br />

visitantes un manuscrito muy antiguo que tenía por título:<br />

Entretiens de Phocion. Obra hasta esa época desconocida en Europa y<br />

cuyo autor era uno de los más grandes hombres de Grecia, tanto por su<br />

elocuencia como por sus virtudes, además de su talento militar. El autor<br />

del hallazgo manifiesta que inmediatamente fue cautivado por el texto<br />

gozando con su lectura más de una vez. Es así como sugirió al bibliotecario,<br />

para enriquecer al público, la publicación de este tesoro. Desgraciadamente<br />

no halló eco pues el bibliotecario respondió con cierto fastidio,<br />

quejándose del desprecio que en ese siglo se hacía de los autores antiguos,<br />

en un clima de decadencia de las letras. Según él, sería inútil multiplicar<br />

estos originales mientras se leyera a Homero, Platón y Demóstenes<br />

nada más que en versiones resumidas. Así surgió la idea de la traducción<br />

al francés. Terminado el trabajo fueron consultadas personas competentes<br />

sobre algunos pasajes de difícil traducción. Se llegó a la conclusión de que<br />

Nicoclés recogió la doctrina de Foción tan bien como Platón y Jenofonte<br />

recogieron la doctrina de Sócrates. Alguien, sin embargo, sospechó que<br />

esta obra había sido escrita el siglo posterior a Plutarco. Se basaban en<br />

que Cicerón, que había hecho un estudio profundo de todos los filósofos<br />

griegos, dominando inclusive sus doctrinas, no menciona a Nicoclés ni a<br />

Foción. ¿Es que el filósofo romano no conocía los Entretiens (conversaciones<br />

o pláticas) de Foción? Y si él no los conocía, ¿eran en realidad originales<br />

de su época? Plutarco. que hizo conocer todo lo relacionado con sus<br />

héroes y que dedica un capítulo a Foción, ¿hubiera desdeñado, de tenerla<br />

en sus manos, la obra de Nicoclés? Habla en dos oportunidades de Coclés<br />

como la persona más adosada a Foción. ¿Cómo olvidar que él escribió la<br />

obra más completa sobre los principios, las costumbres y el espíritu de su<br />

amigo? Ello es desdeñar, ignorar la obra de uno y del otro. Se podría<br />

entonces concluir que los “Entretiens de Foción” no serían tan antiguos y<br />

que el verdadero autor de la obra solamente habría usado esos dos nombres<br />

como pretexto para publicar sus doctrinas. Sin embargo el investigador<br />

de Monte Cassino no se dejó convencer fácilmente por esos argumentos<br />

y objeciones, agregando además que en esto no se dejaba llevar por<br />

ningún amor propio, dejando libremente a los lectores el punto final. El<br />

silencio de Cicerón lo halla justificado diciendo que no ve que el orden de<br />

las materias que él trató en sus Offices, sus Tusculanes, sus Diálogos sobre<br />

la naturaleza de los Dioses, etc., lo obligasen en ningún momento a ocuparse<br />

de los “Entretiens”. Es en el Tratado de las Leyes y especialmente en<br />

sus libros sobre “La República” donde tendría ocasión de exponer esta doctrina.<br />

Decir que lo ha hecho es temerario y solamente crea una duda que


Política y Moral - <strong>Fiz</strong> Antonio <strong>Fernández</strong> 9<br />

nada prueba, puesto que si bien la primera de estas obras llegó completa<br />

hasta nosotros, de la segunda sólo conocemos algunos cortos fragmentos<br />

(1763). El silencio de Plutarco es quizá más importante. Pero el solo hecho<br />

de no citar un autor, ¿es suficiente para decir que lo ignoraba? ¿No vemos<br />

de como Foción está como pintado en las “Historias” (de Plutarco), con los<br />

colores de los “Entretiens”’? En realidad, el relato de virtuosidad que hace<br />

Plutarco, parece una fiel versión de las doctrinas de Foción explicadas por<br />

Nicoclés. Estas doctrinas eran de uso corriente en todo el mundo en la<br />

época de Plutarco y no justificarían su inclusión en la época del romano.<br />

En todo caso las críticas basadas en esta ausencia (dice el traductor) se<br />

justifican solamente en un pirronismo como el del Padre Hardouin, para<br />

quien todos los escritos de la antigüedad tendrían solamente de cierto el<br />

nombre de sus autores. Pero quien responde a todas las dificultades hasta<br />

aquí expuestas es la elocuencia, la fuerza, la energía de los “Entretiens”<br />

de Foción. Si los sabios que criticaron esta traducción (dice el autor) hubieran<br />

leído el original griego, distinguirían sin ninguna dificultad el carácter<br />

que define el siglo de Platón, de Tucídides y de Demóstenes, tan distinto<br />

de los siglos siguientes. Es cierto que los griegos mantuvieron la pureza<br />

del idioma hasta que fueron colonia romana, pero entonces empezó la<br />

decadencia de su genio. Los espíritus más blandos y mas tímidos perdieron<br />

su savia y su rigor. Se habla con elegancia pero se piensa sin fuerza.Las<br />

ideas de lo bello se pierden y la elocuencia cultivada por los retóricos<br />

y no por los filósofos abandona su antigua simplicidad y está llena de<br />

adornos inútiles. La filosofía tan sabia y luminosa en las escuelas de<br />

Sócrates y Platón degenera aún más pronto que la elocuencia. Los sofistas,<br />

de quienes estos grandes hombres ya empezaban a quejarse, se conjuraron<br />

contra la verdad sofocándola. Para aumentar el número de sus discípulos,<br />

a quienes, vendían sus lecciones, inventaron opiniones extravagantes,<br />

atrevidas y extraordinarias con el arte de defender en base a miserables<br />

sutilezas. ¿Pueden ustedes pensar que de esta falsa filosofía pudieran<br />

salir los “Entretiens”? La Política fue aún más descuidada que la Moral<br />

por hombres que no eran libres y a quienes no importaba la Patria, limitándose<br />

a hacer la corte a los romanos. Las personas entendidas comprenderán<br />

perfectamente el fundamento de mis argumentos a pesar de sus<br />

dificultades. Yo entiendo que una obra es buena o mala. Eso es lo que interesa<br />

y no por el nombre del autor o la fecha en que fue escrita.<br />

Cuando Foción fue parte del gobierno de su Patria, Grecia, dividida por<br />

querellas domésticas, no era más lo que había sido anteriormente cuanto<br />

estaba unida por sus leyes a la Confederación y bajo la dirección de Milcíades,<br />

Arístides, Temístocles y Leónidas, habiendo incluso humillado a los<br />

persas. Los lacedemonios, celosos de la grandeza de Atenas no colaboraron<br />

en las guerras médicas e inquietos por la ambición y la vanidad que


La historia se repite 10<br />

esta República ostentaba, buscaron hacerle perder la consideración merecida.<br />

Por su parte los atenienses, demasiado orgullosos de haber salvado<br />

a Grecia y de serlos dueños del mar, no tardaron en quejarse de la injusticia<br />

de los lacedemonios y les disputaron la jefatura de los ejércitos, que<br />

poseían a salvo gracias a las sabias instituciones de Licurgo. Ambos pueblos<br />

llevaron a cabo injusticias e injurias llegando a la guerra. Desde ese<br />

momento, la emulación que había producido mil virtudes, se transformó<br />

en la fuente de mil vicios. Todas las Repúblicas de Grecia tomaron parte<br />

en esta querella, olvidando su común origen formando un solo pueblo y<br />

siendo su alianza la fuente de su libertad. Se echó a un lado toda regla,<br />

todo orden, toda subordinación, respondiendo solamente a la ambición y<br />

a la venganza. Así fue como durante treinta años Atenas y Lacedemonia<br />

disputaron obstinadamente el gobierno de Grecia. Los esfuerzos inútiles<br />

junto a los males acumulados debilitaron de tal suerte sus intereses que<br />

los llevaron a la ruina. Todo el mundo sabía el fin desgraciado de la guerra<br />

del Peloponeso. Los atenienses sitiados por mar y por tierra fueron al<br />

fin obligados a aceptar la ley de un vencedor dispuesto a abusar de los<br />

derechos de la victoria. Atenas vio destruir sus fortificaciones. Lisandro<br />

abatió el gobierno popular y esta ciudad furiosamente celosa de su libertad<br />

fue obligada a obedecer a los Treinta Tiranos. Trasíbulo la liberó de este<br />

yugo riguroso, pero los hombres anteriormente corrompidos por la prosperidad,<br />

familiarizados y esclavos de los vicios más bajos retomaron el anterior<br />

gobierno pero sin las antiguas buenas costumbres y sano carácter. El<br />

gusto de los placeres y el lujo de algunos ciudadanos trajeron las más licenciosas<br />

costumbres. La pobreza hace insolente a la multitud. El amor a<br />

la Patria se desvanece. El amor a la gloria es reemplazado por el amor a la<br />

riqueza. Las leyes, desconocidas por las nuevas costumbres no conservan<br />

ninguna fuerza y los Magistrados, despreciados, no poseen ninguna autoridad.<br />

Los espartanos vencedores no gozaban de mejor suerte que los vencidos.<br />

Dominando Grecia, se sentían sin embargo débiles porque habían<br />

abandonado las sabias instituciones de Licurgo. La injusticia, la fuerza y el<br />

engaño que usaban para afirmar y conservar su Imperio eran lo contrario<br />

del espíritu de justicia, moderación y bondad con los cuales habían merecido<br />

la confianza de Grecia. Se transformaron en jueces y árbitros de la<br />

Confederación. Cada ciudad, víctima de la ambición de los lacedemonios,<br />

temía con razón caer en la suerte de Atenas, si intentaba reclamar sus derechos.<br />

Toda Grecia se agitaba para sacudir el yugo o para evitar la servidumbre,<br />

y la potencia de Esparta se desvanecía desde que los tebanos, más<br />

como esclavos que como ciudadanos se revelaron contra la tiranía. Se vio<br />

así a Tebas a la cabeza de los asuntos de Grecia y el resurgir de una Re-


Política y Moral - <strong>Fiz</strong> Antonio <strong>Fernández</strong> 11<br />

pública que volvió a iluminar desde la oscuridad gracias a que el azar les<br />

brindó un Pelópidas y un Epaminondas, haciendo estallar una revolución<br />

provocada por sus vicios y por la inquietud general que agotaba a los griegos.<br />

No hubo ciudad de alguna importancia que no aspirara a conquistar<br />

lo conseguido por Tebas, cada pueblo se organizó aparte sin tener en<br />

cuenta las anteriores alianzas, pues las que se formaron en medio de la<br />

anarquía, no gozaban de ninguna confianza. La política cambiada en una<br />

intriga fraudulenta no era más que pasiones contrarias al bien de la sociedad.<br />

Es en esta situación deplorable que Filipo sorprende a Grecia al subir<br />

al trono de Macedonia mostrando sus ambiciones. Y Foción junto con<br />

Arístias produce los “Entretiens” que Nicoclés nos ha conservado en este<br />

manuscrito de Monte Cassino.<br />

Esta obra trata de las materias más importantes de los hombres. Se<br />

remonta a los principios fundamentales de la Política y prueba que ella no<br />

es eficaz para la felicidad de la sociedad en tanto no sea la expresión de<br />

la más auténtica Moral. No corresponden pues las relaciones o vínculos<br />

que hay entre un orador y las especulaciones de un filósofo, ajenas a los<br />

problemas, ya que no conocen a los hombres. Son necesarios los preceptos<br />

de un sabio cuya filosofía en vez de ser viciosa ni ociosa, sea con lucidez<br />

y experiencia, y que por naturaleza propia posea la ciencia de los principios<br />

del buen gobierno.<br />

Foción comanda casi permanentemente los ejércitos de Atenas. Sus ciudadanos<br />

le encargaron numerosas negociaciones de la más grande importancia<br />

en los momentos más difíciles. Había probado mil veces en el Senado<br />

y en la Asamblea del Pueblo que su República no era débil, ni claudicante,<br />

ni despreciable, ni carente de virtudes. Tenemos una idea muy diferente<br />

de la política, la verdad no cambiará en nada nuestra ignorancia ni<br />

nuestros caprichos. Si Foción nos la descubre nos retractaremos de nuestros<br />

errores y procuraremos aprovechar la lección.<br />

Sería temerario tratando de imitar a Plutarco relatar aquí la vida de este<br />

gran hombre. Este esfuerzo sería inútil. Nos contentaremos con evocar solamente<br />

algunos rasgos de la vida de Foción, suficientes para hacer conocer<br />

sus costumbres y su carácter. Pasó de las Escuelas de Sócrates a las<br />

órdenes militares de Chabrias bajo quien hizo sus primeras armas. Además<br />

de discípulo de Platón hizo sus primeras armas con este hábil general,<br />

que era perezoso y arrebatado.<br />

Aprendió así a dirigir con agilidad, exactitud y moderación dignos de un<br />

gran capitán. Chabrias alternaba sin dificultad todos los talentos, ya de su<br />

discípulo como de sus maestros. Así es como en la batalla de Naxos le confió<br />

a Foción el mando de su ala izquierda que decidió la victoria.<br />

En Atenas no había ciudadanos que fueran a la vez hombres de Estado<br />

en la Plaza Pública o en el Senado y a la vez Capitanes al frente de los ejér-


La historia se repite 12<br />

citos. Unos se dedicaban a las milicias, otros a la función publica, fuera de<br />

éstos estaban los talentos. Hizo en cierta manera multiplicar los ciudadanos,<br />

los recursos del Estado y los grandes Magistrados. Entendía que todos<br />

los conocimientos ayudan mutuamente. Ganaba batallas. Trataba la paz siendo<br />

rival de Demóstenes quien le llamaba el hacha de sus discursos, no<br />

temiendo de ninguno de los oradores habidos en Atenas.<br />

Siendo digno de todos los empleos de la República, no rechazó jamás<br />

ninguno. Pero además de dirigir los ejércitos y hacer la guerra, Foción recomendaba<br />

siempre la paz. El pueblo a quien él reprochaba siempre sus<br />

vicios, ya sea con energía como con suavidad, lo proclamó cuarenta y cinco<br />

veces Capitán General. Ganó una batalla memorable sobre Macedonia,<br />

expulsó a Filipo del Helesponto y libró a Atenas de Megara que atacaba a<br />

los Atenienses, y acabó con el general Meción que azotaba el Ática. Siempre<br />

ocupado en reparar las pérdidas de los otros capitanes, restableciendo<br />

tanto por su prudencia como por su coraje los problemas de una República<br />

siempre deficiente, ya sea por sus precipitaciones como por sus<br />

indecisiones.<br />

Procuró además aliados a su Patria para poder enfrentar a sus enemigos.<br />

Los pueblos acostumbrados a huir con sus efectos más preciosos de<br />

los países adonde los ejércitos de Atenas se aproximaban, lo vieron atravesar<br />

su suelo sin temor desde que Foción era el jefe. Parecieron recuperar<br />

su antiguo espíritu marchando bajo las órdenes de este nuevo Arístides.<br />

Hizo de sus soldados seres humanos en vez de feroces guerreros. Su<br />

virtud era la prenda mas segura para la fe del pueblo, ninguna ciudad ni<br />

ningún fuerte le cerraban las puertas.<br />

Foción veía en la corrupta Atenas las más simples y frágiles costumbres<br />

según la antigua Lacedemonia. De origen de una fortuna muy mediocre,<br />

su pobreza no le afectaba. Miraba a la riqueza como una carga muy pesada<br />

para el sabio que no la necesita, y amaba a la virtud, a la cual sí que<br />

no hay que despreciar. Rechazó constantemente las ofertas que Alejandro<br />

y Antipáter le hacían.<br />

Fue condenado como Sócrates por una Asamblea del Pueblo a beber la<br />

cicuta.<br />

Se había presentado tranquilo en la Asamblea que lo condenó y en la<br />

cual estaban presentes hasta los esclavos, los extranjeros e incluso los<br />

calificados de infames. Las gentes de bien salieron consternadas. Descorazonadas<br />

por un espectáculo propicio a intimidar la virtud. Dentro de su<br />

desesperación, gemían y lagrimeaban sus ojos, al ver a Foción acusado y<br />

cargando de cadenas. Nosotros reprochamos a nuestros padres la muerte<br />

de Sócrates, la posteridad nos reprochará eternamente la muerte de Foción.<br />

No lo hemos juzgado, lo asesinamos. ¡Desgraciados atenienses! ¡Qué<br />

suerte funesta nos espera, si éste es el premio que rendirnos a la virtud!,


Política y Moral - <strong>Fiz</strong> Antonio <strong>Fernández</strong> 13<br />

decían yendo a la prisión. Luego de haber oído al jurado, Foción conservaba<br />

el mismo ánimo con que salía de la Plaza de la Asamblea aclamado<br />

por el pueblo para ir al frente del ejército o cuando aparecía en el Senado<br />

después de haber vencido al enemigo. Tuvo la generosidad de perdonar su<br />

muerte a sus conciudadanos, ordenando a su hijo no pensar jamás en la<br />

venganza. Los atenienses abrieron bien pronto sus ojos sobre su injusticia<br />

dándose cuenta de la pérdida sufrida. Llevaron a Megara las cenizas de un<br />

hombre al que sus enemigos habían negado los honores de su sepultura<br />

en Ática. Se le erigió una tumba y una estatua a expensas de la República.<br />

Pero se vio morir a sus acusadores y al menos a su jefe Agnónides. Fue<br />

Nicoclés quien nos ha conservado la doctrina de Foción y fue condenado<br />

con él a beber también la cicuta, Pidiéndole Nicoclés, que era el más fiel<br />

de sus amigos, que le permitiese beber antes la pócima, le dijo: ...cruel y<br />

terrible es para mí tu petición, pero pues que en vida no te negué ningún<br />

favor, también te concedo éste. Como al beber antes los demás condenados<br />

se acabó el veneno, y el ejecutor público dijo que no molería más si<br />

no le daban doce dracmas, que era lo que costaba una poción y como el<br />

tiempo transcurría sin llegar un arreglo, llamó Foción a uno de sus amigos<br />

diciendo: ...bueno es que ni aún el morir lo dan en balde en Atenas, y<br />

le encargó que pagara aquella miseria.<br />

Precisamente el crítico de arte Rafael Squirru en el diario LA NAClÓN<br />

del 14-XI-1994 informa que con motivo del 400 aniversario del nacimiento<br />

del pintor Nicolás Poussin se llevó a cabo en el Grand Palais de París una<br />

maravillosa retrospectiva, calificando al artista como un estoico “al punto<br />

de minimizar la muerte, como en “Las exequias del general griego Foción”,<br />

transportado en una litera, mientras el resto del paisaje está animado con<br />

tarea cotidiana.<br />

Es inútil haber recorrido todos los historiadores que se hayan ocupado<br />

de Atenas y de Grecia, bajo los regímenes de Alejandro y de sus primeros<br />

sucesores para hallar algunas aclaraciones sobre Arístias, a quien Foción<br />

dio lecciones de moral y de política. El nombre es poco conocido en la antigüedad,<br />

no recuerdo si era conocido por otro nombre y como poeta dramático<br />

contemporáneo de Esquilo y de quien no nos resta ninguna obra. Sin<br />

duda que Arístias, que había adoptado los principios de su maestro, murió<br />

antes de haber podido consagrar sus luces y su talento al servicio de la<br />

Patria. Por Cleofanes, a quien Nicoclés dirige los Entretiens de Phocion, se<br />

sabe que era amigo de estos dos grandes hombres. Plutarco aporta que<br />

era miembro del ejército que Foción comandaba en Eubea, contribuyendo<br />

con su talento al éxito de su campaña.<br />

Quedan más palabras sobre los Comentarios agregados a final acompañando<br />

la traducción, (dice el autor) pero no desea como los traductores<br />

y comentadores hacer ostentación de erudición fantasiosa o de reflexiones


Prefacio 14<br />

pueriles. Cuando Nicoclés habla de Licurgo, de Solón, de Milcíades, de<br />

Temístocles, de Cimón, etc., o cuando evoca cualquier suceso célebre de<br />

la historia antigua, supone que sus lectores han leído a Heródoto,<br />

Tucídides, Jenofonte y la vida de los hombres célebres de Plutarco. Es limitado<br />

en los comentarios referentes a la moral por cuanto sólo tienen algunos<br />

pasajes sobre los autores antiguos; lo mismo hace con la Política por<br />

cuanto algunos de los comentarios sobre el arte de gobernar se consideran<br />

más bien insípidos. Pero yo por mi parte y para comprender mejor a<br />

Foción, me permito agregar al prólogo del traductor el párrafo final de<br />

Plutarco, que dice así:<br />

“No se había pasado mucho tiempo cuando los sucesos mismos<br />

hicieron ver al pueblo qué celador y guarda de la modestia y la justicia<br />

era el que había perdido. Erigióle, pues, una estatua de bronce<br />

y a expensas del erario público dio sepultura a sus huesos. De sus<br />

acusadores, a Hagnónides los mismos Atenienses le condenaron y<br />

quitaron la vida, y a Epicuro y Demófilo, que habían huido de la ciudad,<br />

el hijo de Foción los descubrió y tomó de ellos venganza. De<br />

éste se dice que no era hombre de recomendables prendas; que<br />

enamorado de una esclava educada en casa de un rufián, por casualidad<br />

había llegado al Liceo a tiempo en que Teodoro de Ateo, formaba<br />

este argumento: ‘Si no es cosa torpe rescatar al amigo, tampoco<br />

por consiguiente a la amiga; y si no lo es rescatar al amado<br />

tampoco a la amada; y que adoptando este modo de discurrir como<br />

tan acomodado a su deseo, había redimido a la amiga. En fin: lo ejecutado<br />

con Foción hizo a los griegos acordarse de lo ejecutado con<br />

Sócrates, por ser este yerro muy semejante a aquél, a causa igualmente<br />

para la ciudad de grandes infortunios”.<br />

En fin, heurísticamente creo que el original de Monte Cassino es auténtico.<br />

La hermenéutica queda a cargo de los lectores.<br />

Dr. <strong>Fiz</strong> Antonio <strong>Fernández</strong>


Política y Moral - <strong>Fiz</strong> Antonio <strong>Fernández</strong> 15<br />

Paisaje con los funerales de Foción (1648)<br />

Este es uno de los estóicos de Poussin, el estadista Foción, cuya severidad moral le había valido aversión, fué<br />

condenado a muerte con falsas acusaciones, y su cadáver llevado por mercenarios a una tumba ignominiosa.

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