Cuento: El caso de un bachiller Autor: Antón Chéjov - Confiar
Cuento: El caso de un bachiller Autor: Antón Chéjov - Confiar
Cuento: El caso de un bachiller Autor: Antón Chéjov - Confiar
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Cuento</strong>: <strong>El</strong> <strong>caso</strong> <strong>de</strong> <strong>un</strong> <strong>bachiller</strong><br />
<strong>Autor</strong>: <strong>Antón</strong> <strong>Chéjov</strong><br />
Llegado el momento <strong>de</strong> presentarse a examen, Vania Ottepelev besó repetidamente todas<br />
las imágenes. Algo rodaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su vientre, y ante lo <strong>de</strong>sconocido, su corazón, lleno<br />
<strong>de</strong> frío, <strong>un</strong>as veces latía y otras se paraba <strong>de</strong> miedo. ¿Qué irían a darle? ¿Un tres o <strong>un</strong><br />
dos?... Cerca <strong>de</strong> seis veces se acercó a la mamá para pedirle su bendición y antes <strong>de</strong><br />
marcharse rogó a la tía que rezara por él. Camino <strong>de</strong> la escuela dio dos copeks a <strong>un</strong><br />
pobre, calculando que estos dos copeks compensarían su ignorancia y que si Dios quería<br />
no le tocaría en suerte ningún Tssarakontos ni ningún Oktokai<strong>de</strong>k.<br />
Era tar<strong>de</strong> cuando regresó <strong>de</strong> la escuela, sobre las cinco. Entró y se acostó sin ruido. Su<br />
rostro <strong>de</strong>macrado estaba pálido. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> sus ojos enrojecidos se dibujaban <strong>un</strong>os<br />
círculos.<br />
—Bien, ¿y qué?... ¿Qué es lo que te han dado? —preg<strong>un</strong>tó la mamá, acercándose a la<br />
cama.<br />
Vania parpa<strong>de</strong>ó, su boca se torció hacia <strong>un</strong> lado y rompió a llorar. La mamá se puso<br />
pálida, abrió la boca y alzó los brazos con <strong>un</strong> gesto <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación. Los pantaloncitos<br />
que estaba remendando se le cayeron <strong>de</strong> las manos.<br />
—¿Por qué lloras? ¿Quieres <strong>de</strong>cir con eso que te han suspendido? —preg<strong>un</strong>tó.<br />
-Me..., me han suspendido... Me han dado <strong>un</strong> dos...<br />
— ¡Eso ya lo sabía yo! ¡Tenía el presentimiento! —dijo la mamá—. ¡Oh Dios mío! ¿Y<br />
cómo es que te han suspendido? ¿Por qué? ¿En qué asignatura?<br />
—En griego... Yo, mamaíta... Me preg<strong>un</strong>taron el futuro <strong>de</strong> fero, y yo..., en vez <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />
oisomay, dije opsomay. Luego, también, el acento... No hay que ponerlo si la última<br />
sílaba es larga, pero yo..., me azaré..., se me olvidó que había <strong>de</strong> poner <strong>un</strong> alpha larga...,<br />
y puse acento. Luego el señor Artakserksov me mandó que dijera las partículas<br />
enclíticas... Yo se las dije, pero sin querer metí <strong>un</strong> pronombre..., me equivoqué..., y él<br />
entonces me puso <strong>un</strong> dos... ¡Qué <strong>de</strong>sgraciado soy! ¡Me había pasado toda la noche<br />
estudiando! ¡Me había estado levantando a las cuatro toda la semana! Y...<br />
1
—¡No! ¡No eres tú! ¡Yo soy la <strong>de</strong>sgraciada, chiquillo miserable! ¡La <strong>de</strong>sgraciada soy<br />
yo!... ¡Me he quedado como <strong>un</strong>a astilla por culpa tuya! ¡Hero<strong>de</strong>s! ¡Verdugo! ¡Yo<br />
llorando por ti!..., ¡por <strong>un</strong>a basura!... ¡Doblando la espalda, sufriendo y puedo <strong>de</strong>cir que<br />
martirizándome! ¿Y cuál es el pago que me das?... ¿Qué modo <strong>de</strong> estudiar es el tuyo?<br />
—Yo... estudio... toda la noche..., usted misma lo ha visto.<br />
—¡Pedí a Dios que me mandara la muerte, pero no me la manda!... ¡Pecadora <strong>de</strong> mí!<br />
¡Estás siendo mi verdugo! Otros tienen hijos que se portan cómo es <strong>de</strong>bido, ¡y yo que no<br />
tengo más que <strong>un</strong>o, no saco ningún provecho <strong>de</strong> él! ¡De buena gana te pegaría!, ¡te<br />
pegaría!...; pero ¿<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> voy a sacar las fuerzas para pegarte?... ¿De dón<strong>de</strong>, Virgen<br />
Santísima?<br />
La mamá se cubrió el rostro con el faldón <strong>de</strong> su blusa y sollozó. La tristeza agitaba a<br />
Vania, que apoyó su frente en la pared. Entró la tía.<br />
—¡Conque ya está! Me lo daba el corazón —dijo pali<strong>de</strong>ciendo y alzando las manos—.<br />
He estado triste toda la mañana pensando: . ¡Y ya ha<br />
ocurrido!<br />
-¡Bandido! ¡Verdugo! –dijo la mamá.<br />
-¿Por qué le insultas? –le cortó la palabra la tía, quitándose nerviosamente <strong>de</strong> la cabecita<br />
el pañuelo color café-. ¿A<strong>caso</strong> tiene él la culpa?... La culpa la tienes tú. ¡Tú! ¿Para qué le<br />
mandas al colegio? ¡Vaya <strong>un</strong> aristócrata!... ¡Quieres meterle entre los nobles!,<br />
¿verdad?... ¡Y te figuras que así, sin más ni más, le <strong>de</strong>jarán entrar en la nobleza!... Ya te<br />
dije yo que lo mejor sería que trabajara en el comercio... o en alg<strong>un</strong>a oficina... Como mi<br />
Kusia. ¡Kusia está ganando quinientos rublos al año..., y quinientos rublos no son<br />
ning<strong>un</strong>a broma! ¡Y mientras tanto, tú martirizándote y martirizando al chiquillo con eso<br />
<strong>de</strong> la instrucción! ¡Dichosa instrucción!.... ¡Mírale!..., <strong>de</strong>lgadito, tosiendo... ¡Tiene trece<br />
años y se le podrían dar nueve!<br />
-¡No, Nasteñka! ¡No, querida! ¡Lo que pasa es que no he pegado bastante a mi verdugo!<br />
¡Tenía que haber pegado a este jesuita, a este Mahoma, a este verdugo mío! -hizo<br />
a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> pegar a su hijo—, ¡Debería darte <strong>un</strong>os azotes, pero me faltan las fuerzas!<br />
Antes..., cuando era pequeño..., solían <strong>de</strong>cirme: «¡Pégale, pégale!» ¡Y yo, pecadora <strong>de</strong><br />
2
mí, no hacía <strong>caso</strong> y por eso estoy ahora sufriendo! ¡Pero aguarda!... ¡Espérate..., que vas<br />
a llevarte <strong>un</strong>os buenos azotes! ¡Aguarda...!<br />
Y la madre, agitando en <strong>un</strong> gesto <strong>de</strong> amenaza el puño mojado, se dirigió a la habitación<br />
<strong>de</strong>l huésped. Dicho huésped, Evtijii Kuzmich Kuporosov, sentado, j<strong>un</strong>to a la mesa,<br />
estaba ocupado en la lectura <strong>de</strong> <strong>un</strong> estudio científico sobre el baile. Evtijii Kuzmich era<br />
<strong>un</strong> hombre inteligente e ilustrado, hablaba con voz nasal, usaba para lavarse <strong>un</strong> jabón<br />
que hacía estornudar a toda la casa, comía carne los días <strong>de</strong> vigilia, y andaba a la busca<br />
<strong>de</strong> <strong>un</strong>a novia instruida, por lo que se consi<strong>de</strong>raba el <strong>de</strong> mayor talento <strong>de</strong> todos los<br />
huéspe<strong>de</strong>s. Cantaba con voz <strong>de</strong> tenor.<br />
—¡Padrecito! -se dirigió hacia él la madre llorando—. ¡Muestre usted su noble carácter<br />
y péguele <strong>un</strong>os azotes a mí!... ¡Hágame esta merced!,.. ¡Le han suspendido en los<br />
exámenes para <strong>de</strong>sdicha mía! ¡Créamelo! ¡Créame usted!<br />
¡ Le han suspendido y yo no puedo castigarle por mi gran <strong>de</strong>bilidad y mi poca salud!<br />
¡Demuestre usted la nobleza y la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su carácter, Evtijii Kuzmich! ¡Haga ¡ te<br />
favor a <strong>un</strong>a mujer enferma!<br />
Kuporosov se puso grave y <strong>de</strong>jó escapar <strong>un</strong> prof<strong>un</strong>do resoplido por las ventanas <strong>de</strong> la<br />
nariz. Después meditó <strong>un</strong> momento, golpeó la mesa con los <strong>de</strong>dos, volvió a resoplar y se<br />
dirigió en busca <strong>de</strong> Vania.<br />
— ¡De manera, joven reprobable —empezó diciendo—, que recibe usted enseñanza...,<br />
se le da instrucción..., se le facilitan los medios <strong>de</strong> avanzar en la vida y usted...! ¿Por qué<br />
motivo...?<br />
Durante largo rato continuó hablando, pron<strong>un</strong>ciando todo <strong>un</strong> discurso en el que no<br />
olvidó hacer referencia a la ciencia, a la ignorancia y a la sabiduría.<br />
—Así, pues, joven... —cuando terminó su perorata se quitó el cinturón <strong>de</strong> cuero y agarró<br />
a Vania por <strong>un</strong> brazo—, como con usted no hay otro procedimiento... —siguió diciendo.<br />
Vania, inclinándose sumisamente, metió la cabeza entre sus rodillas. Sus salientes orejas<br />
<strong>de</strong> color rosado se agitaron sobre los pantalones nuevos a rayitas marrón. No <strong>de</strong>jó<br />
escapar ni <strong>un</strong> solo grito. Aquella noche, en el consejo <strong>de</strong> familia, quedó <strong>de</strong>cidido que<br />
empezara a estudiar la carrera <strong>de</strong> comercio.<br />
3