Núm. 102-107 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

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J A I M E L L U I S Y N A V A S también contribuya al retraso en aparecer los problemas la demora en el comienzo de las acuñaciones de Alicante, pues cabe que entre ordenar éstas y empezar a efectuarlas, transcurriera algún tiempo para organizar la monederia, orientar las aportaciones de metal, etc. No obstante, es posible que este período no fuera muy largo. El documento de 1926, como ordenador de la emisión, lo hacia con carácter regulador del régimen interior de la ceca; no en vano está dirigido por el Rey ccals feels seus lo Maestre e les guardes, el assajador o nostre scriva e al capitul dels obrers e dels monederos e a totz los altres officials de la moneda del Regne de Murcia, la qual ara que sia en alacant,). Por cierto, que esta referencia muestra ya una serie de analogías orgánicas con el sistema de otras monederías de la Corona de Aragón (distinción entre obreros y monederos, cargos que destacan con ccper- sonalidad propias, agrupación de los acuñadores en capítulo). Aparte del texto arriba citado, de esto se deduce que la acuñación en Alicante era una novedad, quizá por ser una .plaza segura para el monarca. Seguidamente el Rey, en ejercicio de su autoridad, fija la ley y talla de la moneda, tanto de plata como menuda, refiriendo la misma al marco de Barcelona, lo que supone otra faceta de la interrelación entre los sistemas monetarios de la España levantina. Obsérvese asimismo que, de lo indicado, se deduce que esta ceca lo seria a la vez de plata y vellón, sin duda en atención a que, desde muchos puntos de vista, el vellón era considerado como una variante de la plata, que era la clave de su valoración, a diferencia del oro, que tuvo con frecuencia régimen propio en el medievo. Como en esta época la acuñación de oro bajomedieval aún no se había desarrollado, ello pudo contribuir a esta indiferenciación orgánica en función del valor de la moneda, indiferenciación que no será regla siempre seguida, como veremos al tratar de Pedro IV. Respecto de la moneda menuda, Jaime 11 estableció qué serie de talla de 21 sueldos por marco de Barcelona, con tolerancia hasta 14 sueldos para la moneda fuerte y 28 para la feble. Es un margen realmente amplio: el tercio de la moneda tomada como canon, que tenía como consecuencia que la moneda feble fuera la mitad de la fuerte. Un margen tan grande es sospechoso de haber dado pie a irregularidades de parte de los acuñadores (exceso de moneda feble, no obstante la vigilancia a que estaría sometida su labor). Seguidamente el Rey prescribió ((E que si mes avant passava la forsa nel fe- blatge, quels obreros queu tornen adobar; en guisa que la moneda una ab altre sia de la tayla de xxj. sol. lo dit march emblanquidao. La regla de refundición de las piezas que rebasan el limite de tolerancia (aquí referida exclusivamente al feblaje, que era el punto más delicado, por ser aquél en que los monederos tendrían menos interés en rehacer su labor), aparece también en otros documentos de la Corona de Aragón, por ejemplo en uno de Pedro 111 referente a la ceca-de Barcelona. Por otra parte, era una regla lógica y exigida por la propia naturaleza del límite de tolerancia. Aunque lo regule con menos detalle que en otros documentos, el que nos ocupa prevé la intervención de los guardas en la supervisión de operaciones susceptibles
AMONEDACIÓN EN LA CORON14 DE ARAGÓN EN EL SIGLO SIV de requerir ser controladas: ((El maestre, ab concell de les guardes, que don les fornals dels obrers e compte als moneders a homens segurso. Dada la razón de ser de los guardas y necesidades de las cecas, es probable que su supervisión fuera más amplia, tal como la conocemos en otros documentos castellanos y de la Es- paña oriental. Asimismo se estableció la regla de que las entregas de metal amonedable en el interior de la ceca se hicieran en fino (sería después de depurado el metal reci- bido en la ceca):
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