Núm. 102-107 - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre

AMONEDACIÓN EN LA CORONA DE ARAGOIV EN EL SIGLO Sll'
En cuanto a las medidas que en este documento no se incluyen, puede deberse a
diversos motivos. Entre otros, a que, existiendo un precedente castellano, se res-
pete éste; a que, dado lo arraigado de ciertas costumbres, pasa ya a ser evidente
su exigencia, y el Rey no cree necesario incluirlas en su ordenamiento por no
pecar de casuista, a juzgarlas inútiles (dada la índole de algunas de las estudiadas
y algunas que hay en este texto, no parece que esto pueda aplicarse a todas las
que aquí faltan), a no pensar en ellas, preocupado por lo que considera más tras-
cendente, bien por ser imprescindible fijarlo (talla), bien por no existir (o no ver)
ciertos peligros inmediatos, dadas las costumbres ya arraigadas, y estar más
preocupado por los peligros que teme, lo cual afectaria a su gama de preocupa-
ciones y, consiguientemente, a la de percepciones, provocando las lagunas en
cuestión. Es posible que jugara mas de uno de estos motivos. El del precedente
castellano, casi seguro, pues en un documento de enero de 1300 (es decir, poco
más de tres años posterior al ordenamiento de noviembre de 1296), se dice que,
a petición de los monederos de Murcia, se conservarán los privilegios de los ccillus-
tribus Regibus Castelle predecesoribus nostris in dicto Regno llurcie)). Ordenaba
al Baile y autoridades del Reino de Murcia, respetar y hacer respetar los dichos
privilegios (1). Se repite una vez más la tendencia del soberano de nueva dinastía a
respetar, inicialmente, la antigua organización. El respeto de la organización de
origen castellano se debería en gran parte (además de los aludidos motivos) a no
haber una gran discrepancia entre el sistema de acuñar de ambas Coronas, lo que
facilitaria el respeto del sistema castellano sin chocar demasiado con el vigente en
la España oriental, si bien también le ayudaria su sistema federal, que permitía
respetar variedades como ésta. Lo escueto del antiguo documento, como hemos
apuntado, es probable se deba, si no totalmente, sí en gran parte, a que se respe-
taría el antiguo sistema; de hecho, al no saberse por qué norma optar, o por expresar
voluntad regia, si bien es posible que se deba a la primera causa, pues quizá el
Rey, al establecer la referida regla de comportamiento, pensara que en lo no esta-
tuido se atendrían a la costumbre. Esto, no obstante, es mera hipótesis. La petición
de los monederos, sin duda se deberia al deseo de aclarar dudas, surgidas de la
falta de claridad en el primero de los dos documentos que estamos comentando.
Si los monederos se inclinaron por el sistema de Castilla, no es forzosamente que
fuera el mejor o el que más les favorecía; es posible lo hicieran tan sólo por ser el
que conocían y que estaban acostumbrados a seguir. Obsérvese el paralelismo entre
lo ahora indicado y lo ocurrido en Sicilia bajo Pedro 111.
El plazo de tres años entre los dos documentos quizá se deba a lo que tardaron
en surgir las dudas y posibles discrepancias. En gran parte, esta falta de dudas
se debería a los muchos puntos de identidad entre los sistemas de organización
de las monederias de ambas Coronas, que retrasarían el problema de por qué
regla elegir, pues habiendo muchas reglas similares, el referido problema no apa-
recería, sobre todo, siendo bastante autónoma la labor de los monederos y, por
consiguiente, relativamente escasos sus contactos con otras autoridades. Quizá
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(1) Vease nuestro apendice documental, doc. ndm. 1.